jueves, febrero 11, 2021

LAS DESVENTURAS DE DANIEL (historia en entregas)

 


LAS DESVENTURAS DE DANIEL (historia en entregas)

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jueves, febrero 04, 2021

martes, febrero 02, 2021

LA TEORÍA DE DIMITRI

 Hola Juan, ¿cómo estás?, bien Edgardo, más allá de estar quebrado y con amplias posibilidades de dormir esta noche en la calle, bastante bien. ¿Discutiste nuevamente con Nora? preguntó Edgardo, no llegamos a esos extremos, pero sin decirme una sola palabra arrojó toda mi ropa y mis libros a la calle, alguien se ofusco al recibir un golpe en su cabeza de los cuentos completos de Cortázar y tuve que bajar rápidamente los tres pisos, cuando regresé al departamento la puerta ya estaba cerrada.

A Edgardo estas historias contadas por  Juan le causaban gracia, y por lo general tenía que esforzarse para no reírse en la cara de su amigo.

Bueno, dijo Edgardo en tono conciliador, ya sabemos que toda mujer tiene sus días, ya va a pasar, y verás que se compondrá la relación, ¿vos crees?, sin duda, mañana llamala y pedile disculpas, y cuando la veas de nuevo regálale un ramo de rosas. Tal vez tengas razón, dijo Juan no muy convencido, pero esta vez me parece que su actitud es diferente a otras veces, creo que definitivamente no me soporta y de algún modo tiene algo de razón, mis proyectos han fracasado uno a uno, y mis deudas aumentan todos los años a pesar de haber tenido oportunidades inmensas no las he sabido aprovechar, ninguna mujer puede soportar la incertidumbre constante de la inestabilidad económica de su pareja, todo tiene un límite y esta vez creo que el límite de Nora ha llegado al grado de saturación. Hoy estás demasiado pesimista Juan, mira, esta noche mi hermano no está por lo cual te invito a que duermas en casa, mañana vamos a desayunar y verás todo de otra manera, 

¿te parece?, por supuesto, Gracias Edgardo acepto, vos sos mi mejor amigo, me acuerdo cuando me metí con el asunto de la crianza de los perros Gran Daneses, el tipo me la vendió muy bien, y yo entre como un caballo, lo que no sabía era que estos bichos eran más grandes que mi ignorancia, si no hubiera sido por tu viejo que me prestó la quinta no tenía dónde ubicar diez de estos animales que comían como dinosaurios, la verdad ni mi hermano mayor me tiene en cuenta, creo no equivocarme en decir que soy un desastre. Bueno, Juan, dijo Edgardo, ¡déjate de joder! ¡parala!, mañana verás las cosas mejor, vas a ver...¿Qué querés tomar, yo invito?

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PERGOLAS COSTA ATLÁNTICA

PRESUPUESTOS SIN CARGO

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A la mañana siguiente cuando ambos amigos estaban desayunando, el ánimo de Juan se había fortalecido y pensaba tratar de componer las relaciones con Nora, fue entonces cuando en plena charla prácticamente de la nada un hombre delgado, de cabello entrecano, de nariz aguileña y ojos celestes, se paró frente a la mesa del bar sin decir una palabra. A Juan le extrañó la actitud de este hombre sin duda de origen ruso, o alemán, que vestía un pantalón negro con saco gris alguna talla mayor y camisa blanca con el cuello desprendido, pero de inmediato Edgardo dijo, con sorpresa, ¡hola Dimitri! ¿cómo está usted?, tome asiento por favor.

El hombre se sentó frente a Juan, sin decir palabra, Juan también lo miraba al punto que sus miradas se cruzaron unos instantes, y en ese momento sonó un celular, era el de Edgardo, cuando atendió se paró repentinamente y tapando con su mano el teléfono se dirigió a los dos conocidos para decirles que había surgido un problema en su estudio, difícilmente regresaría, pidan lo que ustedes deseen va por mi cuenta. 


El destino hizo que estos dos hombres se conocieran frente a frente en una mesa de un bar sin imaginarlo jamás, Dimitri no era un hombre grande pero su apariencia le sumaba algunos años, en cambio Juan parecía un joven de 40 años y ya tenía casi 50.

Juan rompió el silencio y le preguntó a Dimitri que deseaba tomar, Dimitri tardó en responder y después pidió un café. En un momento Juan tuvo deseos de inventar una excusa e irse, pero faltaban no menos de dos horas para abrir la persiana del gimnasio tarea que debía realizar solo él, dado que era el único empleado de Augusto su primo, el dueño. 


Tratando de entablar una conversación, Juan dijo mirando por la amplia ventana, Edgardo siempre tiene problemas en el trabajo, y eso que es el dueño, que sería si estuviera empleado.


Cuando el mozo le trajo el café a Dimitri este le dijo a Juan, así es, Edgardo es muy trabajador,...y ¿tú a qué te dedicas? preguntó Dimitri, a lo que Juan respondió, estoy en el negocio de los gimnasios, ¿tienes un gimnasio?, en realidad mi primo tiene uno y yo se lo administro. Ahh, que bien, es una linda actividad dijo Dimitri. Si, es muy linda dijo Juan, ¿y tú? yo soy profesor de matemáticas y dibujo técnico, en verdad es lo que he conseguido aquí en Argentina, en Rusia de donde soy oriundo trabajaba en un laboratorio científico de satélites espaciales, pero cuando los Chinos ingresaron en el negocio me echaron.

No había terminado Demitri de decir esto cuando apareció junto a la mesa una mujer de rostro inexpresivo, se podría decir de profunda angustia con un chico en brazos, y dirigiéndose a Dimitri le dijo algo en voz baja, entonces Dimitri sacó de su bolsillo una billetera muy gastada y finita, la abrió y le entregó a esa mujer un billete, la mujer sin decir palabra tomó el dinero y se retiró. 

Juan imaginó que Demitri le presentaría a esa señora que por sus rasgos y su idioma seguramente era su esposa, pero esto no ocurrió. 


Otro espacio de silencio se produjo, y ambos intentaron decir algo al mismo tiempo. Fue entonces que Dimitri sonrió y una robusta dentadura blanca iluminó el rostro de aquel hombre, demostrando un carácter afable y amplio que hasta el momento estaba oculto. A partir de allí la conversación fue aumentando en temas diversos, experiencia, viajes, anécdotas, ambos tenían esa capacidad de algunas personas de poder llegar a escuchar hablar cien horas sin importar lo que digan. Ese primer día Juan se fue a trabajar con la sensación de haber conocido a una persona muy inteligente y con una experiencia de vida enorme, de ser posible hubiera seguido charlando todo el día; cuando se encontraba inmerso en estos pensamientos sonó su teléfono, y pudo leer un mensaje de su amigo Edgardo que opacó un poco su nueva amistad, "Juan, te quiero avisar que Demitri es un muy buen hombre pero ten cuidado que está un poco loco".


Juan ni siquiera registró esta advertencia y durante varios días las reuniones con Dimitri continuaron, pero ahora con más comodidad después de cumplir con sus respectivos trabajos, el conocimiento mutuo fue en aumento y comenzaron como suele suceder a confiarse ciertas cuestiones privadas, por ejemplo Juan se enteró que esa mujer que venía a pedirle plata a Dimitri no era su esposa, era su hermana, la cual vivía con él en Rusia, y era madre soltera, Juan por su lado le había confiado a Demitri la seguidilla de proyectos fracasados de su vida y su relación inestable con Nora.


Esa tarde de Diciembre el calor era soportable pero la humedad no, Dimitri y Juan quedaron en encontrarse en la plaza para respirar aire fresco, así fue, un cómodo banco a la sombra de un gran árbol era un lugar adecuado, una brisa refrescante animaba su conversación, ya estaba bajando el sol y Juan le había prometido a Nora llevarla a una cervecería que preparaban unas riquísimas papas rústicas, fue entonces que le dijo a Dimitri si quería venir a conocer a Nora y tomar una cerveza... pero Demitri tenía que terminar de corregir unos últimos exámenes de rezagados alumnos, por lo cual le dijo a Juan que no faltaría oportunidad, ambos se pararon par irse cada cual por su lado, pero Dimitri se detuvo un instante y le hizo una pregunta a Juan, Hace unos días que quiero preguntarte algo si, Dimitri dime, y Dimitri le preguntó a Juan ¿tienes alguna experiencia en la teoría de las probabilidades?, ¿qué significa eso? preguntó Juan, nada, nada, dijo Dimitri, te lo comentaré en nuestro próxima encuentro, que disfrutes tu cerveza junto a Nora,...chau Dimitri, nos vemos.


No habían pasado dos días y el teléfono de Juan, recibió un mensaje de Dimitri que decía: "Juan, te espero en mi casa porque quiero comentarte lo de la teoría" La verdad que a Juan no le agradaba donde vivía Dimitri, era una pensión de mala muerte con baño y cocina compartida, la habitación que Dimitri alquilaba para él y su hermana era tétrica, un cordel del que colgaba una sábana separaba las camas de su hermana y su pequeño hijo y la de él, las paredes de la pieza lucían un empapelado semi arruinado que se sostenía de pura casualidad, un viejo ropero con espejo y una mesita desvencijada con dos sillas de pino era todo el mobiliario, una sola lámpara colgaba desde el medio del cielorraso, y solo la cama de Dimitri poseía una mesa de luz y velador. Juan había estado allí en una sola oportunidad para llevarle un medicamento para el sobrino de Demitri que no conseguían pero cuando lo quisieron convidar con un té Juan por poco sale huyendo.


Juan respondió, "No podemos mejor encontrarnos en el bar, lo digo para que estemos más cómodos, yo invito el café"


"No Juan, esto que deseo compartir contigo es un trabajo que he realizado durante veinte años y merece una reserva absoluta"


A Juan no le quedó más remedio que aceptar.


Esa tarde el clima era pésimo, una llovizna persistente humedecida la ropa, cuando Juan entró a la pensión y se dirigió a la habitación de Dimitri, su hermana salía pero sin su hijo.


Hola Juan, adelante, ¿que deseas tomar, te, café, mate? No gracias Dimitri, solo te aceptaría un poco de agua fría. Dame un momento ya traigo, cuando Dimitri salió de la habitación Juan pudo observar a solas aquella pieza, el niño dormía profundamente, y el foquito de luz encendido que iluminaba poco y nada conformaba un entorno paupérrimo, pero lo que más le molestaba era ese penetrante olor a humedad mezclado con el perfume de la criatura. Cuando Dimitri regresó traía una pequeña bandeja con una taza de té, un vaso con agua y bizcochos de grasa, con cuidado Dimitri depositó todo sobre la cama con la intención de dejar libre la única mesa existente, después se dirigió al ropero y de un estante superior sacó dos cajas de madera idénticas que ubicó una sobre la otra en la mesa, siéntate Juan te mostré algo que seguramente no has visto en toda tu vida.

Después que ambos estuvieron sentados frente a frente Dimitri abrió la primer caja que contenía decenas de pequeñas libretas numeradas prolijamente, cuando sacó un de ellas con el número 1, se la entregó a Juan para que la hojeara, Juan al abrirla observó que todas las hojas de la libreta contenían infinidad de listas de números y solo algunos remarcados con un círculo ¿imaginas, que es esto? Le preguntó Dimitri a Juan, no tengo ni idea, le respondió Juan mirando la libreta.

Este es el trabajo de estadística pura realizado durante más de 20 años, esta libreta que tienes en tus manos fue la primera, yo en ese momento era el hombre más feliz de Rusia, sigo sin entender dijo Juan. "Bien, te explicaré dijo Dimitri, cuando joven realicé una apuesta a un amigo mío que era un jugador empedernido, aposté que podía ganar en el casino miles de rublos si me dejaba realizar unos cálculos en un lapso de tiempo de seis meses y mis cálculos fueron exactos, esto me permitió no solo ganar la apuesta, continue aplicando mi teoría en la ruleta y pude ganar una suma de dinero enorme...Dimitri quedó con su mirada fija en los ojos de Juan sin decir palabra…¿y entonces?, le preguntó Juan intrigado, y entonces, contestó Dimitri, no consideré el principio y el final de cada ciclo, esto me impidió continuar ganando...Nuevamente Dimitri quedó en blanco…¿y entonces? preguntó ya algo exaltado Juan,... y entonces, respondió Dimitri, continúe perfeccionando mi teoría y ahora, después de todos estos años, el trabajo está concluido, ya conozco la cantidad de jugadas necesarias para que el ciclo comience o termine. ¿Qué significa esto de los ciclos? preguntó Juan,...Te explicaré estimado amigo.

Mi teoría se sustenta, en que cualquier sistema manual o mecánico que pueda brindar solo dos resultados, por ejemplo el colorado o negro de una ruleta, en forma aparentemente casual, estadisticamente no es así, yo he comprobado que estos resultados cumplen rigurosamente un ciclo repetitivo de entre 1200 o 1400 tiros, te enseñaré. 

Dimitri abrió la otra caja y de la misma sacó una ruleta en escala, y una libreta.

Después de abrir la libreta y observar una lista de números, hizo girar la ruleta y arrojó la bolilla, antes de que la bolilla cayera en un número, Dimitri con anterioridad le decía el resultado a Juan.

Colorado 14, colorado 23, negro 33, colorado 16, negro 20, colorado 12, negro 35, negro 31, 00, colorado 7, negro 15.

Dimitri no falló en ninguna oportunidad incluyendo el cero, después se quedó mirando a Juan sin decir palabra, y realizó una nueva demostración también sin fallar ni un solo juego y repitió esto una tercera vez para que no existiera duda alguna de su teoría, al finalizar le dijo a Juan, esto no se trata de cábalas, corazonadas o azar, esto que te he mostrado es solo ciencia pura.

Juan quedó impresionado, y no sabía que decirle a Dimitri sobre semejante proeza o ciencia para utilizar el término adecuado, solo le dijo, ¿por qué motivo me cuentas a mi este trabajo que evidentemente te puede convertir en multimillonario?

Es muy simple dijo Dimitri, para poder ganar en una ruleta se tiene que realizar entre dos personas, uno apuesta, tu,  en tanto yo realizo ciertos cálculos indispensables, sin inconveniente podemos ser dos los millonarios.

Cuando Juan aún no salía de su asombro, la criatura que dormía irrumpió en llantos, y entonces Dimitri guardó apresuradamente todo lo que contenían las cajas y las llevó nuevamente al ropero para después comenzar a cambiarles los pañales a su sobrino. Juan no pretendía ayudar en la tarea, y entonces quedaron en verse al otro día en el bar de siempre.

Durante el transcurso de camino de regreso a su casa Juan no sabía si lo vivido en la habitación de Dimitri era verdad o un sueño, pero sin duda era verdad, convertirse en millonario no era algo que estuviera en sus planes por esos días. 


Al día siguiente Juan esperaba a Dimitri en la mesa de siempre hasta que lo vio entrar, después de saludarse pidieron un café y comenzaron sin más preámbulo a ultimar los detalles de aquella empresa.

Como todo el proyecto y el dinero necesario surgía de Dimitri, se estableció el porcentaje para cada uno, 30% para Juan y 70% para el mentor, para Juan el 30% de millones de pesos sin arriesgar un centavo era como tocar el cielo con las manos, por lo cual este tema estaba superado.

Dimitri le detalló a Juan todo lo que debía hacer sin cometer errores, él, mediante señas muy disimuladas le indicaría a Juan cuánto apostar, a que número, e incluso los intervalos en los que no debía apostar, estos movimientos eran los indispensables hasta que se diera el golpe, este golpe consistía en apostar todo a un solo color, en la jugada que Dimitri le indicara. Quedaron en viajar a Mar del Plata el viernes de la semana próxima para ir al casino el sábado que es cuando concurren mayor cantidad de apostadores y ellos pasarían desapercibido hasta el momento culmine.

Esto se planificó así porque Demitri decía saber que en las salas de juego siempre están los veedores, señores que disimulan ser jugadores y en realidad controlan cualquier movimiento extraño, si los descubren a ellos, a uno apostando y al otro realizando cálculos, los obligarían a dejar la sala.


Después del viaje en micro el viernes a la noche, llegaron a Mar del Plata el sábado a la madrugada, Dimitri eligió un hotel próximo al casino bastante costoso, después de descansar almorzaron como reyes en el comedor del hotel y sin más vueltas se dirigieron al casino. Juan se sentía bastante nervioso a diferencia de Dimitri que se comportaba confiado y tranquilo, el plan consistía en que Dimitri le entregaría las fichas a Juan en los sanitarios en forma disimulada, y así fue, en un momento que no quedaba nadie en el baño, Dimitri le dio a Juan cinco fichas de las más grandes, después entraron por separado a la sala, Juan se dirigió a una mesa de acuerdo a lo planeado y Dimitri se colocó en un lugar estratégico para impartir las señas.


¡No va más!,  negro el 29, Dimitri no realizó ninguna señal, Juan no debía apostar aún, ¡No va más! negro el 10, Dimitri inmutable, ¡No va más! colorado el 5, Dimitri le hizo la señal a Juan, dos dedos hacia arriba, apostar al colorado una sola ficha de las grandes,...Juan acató la orden y le traspiraban las manos a pesar que el dinero que se arriesgaba no era propio….¡No va más!...el repiqueteo de la bolilla tardaba una eternidad hasta que se detuvo… y se escuchó nítidamente colorado el 34. A Juan su corazón le dio un brinco, ¡funcionó! se dijo, en tanto el crupier, dejaba al lado de la apuesta de Juan una montaña de fichas. El juego continuó y durante seis tiros Dimitri no le daba ninguna instrucción, hasta que en la séptima, le indicó a Juan con señas que apostara dos fichas grandes al color negro, Juan así lo hizo, y nuevamente, se escuchó el característico ¡No va más! ...luego esperar el desenlace,...Juan no quería ni mirar a la ruleta… negro el 4.

Juan no podía contener su entusiasmo, en un cálculo rápido habían ganado como 800.000 pesos, el 30% de esa cifra eran 240.000 pesos, eran los sueldos de todo un año en el gimnasio. 

Una enorme cantidad de fichas le entregó el crupier a Juan, los demás jugadores de la mesa hicieron sentir su admiración.

Cuando Juan miró a Dimitri este observaba fijo el paño, y mantenía el puño izquierdo cerrado señal que no se debía apostar, después cerró los dos puños, esa era la señal trascendental, cuando le guiñara el ojo izquierdo debia apostar a negro y si le guiñaba el derecho, debía de apostar todo a colorado, Juan espero ansioso la señal, pero los nervios bloquearon su mente y un escalofrío le corrió por la espalda, dudaba cual de los ojos de Dimitri era el izquierdo o el derecho, respiró profundo y exalo el aire a intervalos, y mentalmente se orientó con su mano, él era diestro, por lo cual solo tenía que interpretar como sería si estuviera frente a un espejo, pero esto le causaba dudas por lo cual prefirió interpretar que su mano con la que escribía era la derecha y entonces la de Dimitri sería la opuesta, la transpiración corría por su frente, cuando Dimitri, ahora sí, cerró su ojo izquierdo, Juan se dijo ¡todo al negro! ...es curioso lo de nuestras mentes cuando están trabajando al límite,...en lugar de apostar al negro, Juan apostó a colorado, pero dos segundos antes de que el crupier cantara el ¡no va más! Juan vio su error inexplicable, y alcanzó a cambiar de color todas las fichas estirando su cuerpo y su brazo al límite. ¡No va más! el repiqueteo de esa bolilla tardó una eternidad, hasta que se hizo un segundo de silencio, Juan había cerrado sus ojos, y el crupier cantó implacable…¡colorado el 12!  


Juan sintió que se desmayaba, su desesperación irracional hizo que tratara de no permitirle al crupier que se llevara esa fortuna, pero el encargado lo miró muy serio y con ese artefacto infernal que todo lo entrega o todo lo quita, se llevó todo. Juan no se animaba a mirar a Dimitri, y pasó por su mente que él era el responsable del error, cuando levantó la vista Dimitri no estaba, imagino a Dimitri queriéndolo matar, y se dijo, mejor así, aquí se terminó todo. Cuando comenzó a buscar la salida pasó frente a la barra y alguien lo llamaba, era Dimitri que le hacía señas para que se acercara.

Desencajado, y empapado en sudor, Juan se acercó, curiosamente Dimitri lo esperaba con una botella de champaña, Dimitri sirvió las dos copas y distendido dijo: cometí un error Juan, pero ya lo solucionaré,...¡salud compañero, el próximo año seremos ricos, te lo aseguro!


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