La reina y el rey se fueron de regreso a sus castillos, decepcionados, porque notaron en la mirada del pequeño peón, algo que a lo largo de toda su vida nunca habían experimentado; la indiferencia.
—Te diste cuenta, ni se inmutó, a pesar de haber hablado cordialmente su ojos me decían "no me interesa". —le dijo la reina al rey, que caminaba junto a ella por el camino de tierra.
—Si, lo noté de inmediato… estamos en problemas —le dijo el rey mirando a la reina.
La indumentaria de los reyes era verdaderamente elegante, pero no muy práctica para este tipo de caminos; cuando el rey miró hacia el este, pudo comprobar que se avecinaba una tormenta, y por el color de las nubes era una tormenta de magnitud.
—Creo que no llegaremos a tiempo a nuestro castillo —le dijo el rey a la reina—, si no apretamos el paso nos agarrará la tormenta.
La reina, desinteresada como siempre, solo le dijo:
—Perdón…te estás refiriendo a ¡mi! castillo, no al tuyo.
—Piensa lo que quieras, yo empiezo a correr, no deseo mojarme. —le dijo el rey, tirando el sombrero de plumas a un lado del camino, y empezó a correr hacia el castillo.
La reina al no poder correr por estar encorsetada, enfureció de tal modo que comenzó a insultar hasta las piedras, su ira la hizo tropezar y cayó de bruces al suelo, desgarrando su vestido repleto de lentejuelas y bordados de oro.
Curiosamente, después de la gran batalla, se salvaron muchísimas bandadas de pájaros.
Cuando las tormentas en el campo se aproximan, la mayoría de las aves y animales se asustan como en las tormentas de fuego. Los animales grandes o chicos, incluso los insectos, poseen un sistema de defensa que los hace realizar cosas muy curiosas.
Cuando la reina se incorporó, con su cara toda sucia y despeinada, observó que miles de bandadas de pájaros volaban hacia el oeste aterrorizadas.
Al cabo de unos instantes comenzó a llover copiosamente.
Cuando en el campo llueve, copiosamente, por lo general, los caminos se tornan intransitables por el barro. Agua + tierra = barro
La reina que no era tonta, realizó un cálculo muy rápido…pero muy obvio.
La casa de IA, le quedaba más cerca que llegar al castillo. Entonces, emprendió el regreso a la casa de IA, pero el camino era un verdadero lodazal; solo había recorrido unos metros y su estado era deplorable; parecía un helado de chocolate derretido.
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