sábado, abril 17, 2021

MAR DEL DIABLO (cuarta entrega y final)

 El día de la conferencia de prensa había llegado, Pepe y Adolfo se trasladaban junto a su traductor en su pequeño auto, la reunión se organizó a las 17 horas y ellos salieron con tiempo de sobra para poder ubicarse en un lugar que le permitiera a Pepe tomar las mejores fotos en primer plano y a Adolfo grabar toda la conferencia, más allá que dicha grabación sería traducida por Yo Chuan y por escrito, conseguir el registro de esas voces era muy importante.

Solo faltaban unos seis kilómetros para llegar cuando el motor del auto de Yo Chuan comenzó a despedir un espeso humo blanco. Cuando su dueño revisó el desperfecto la confirmación que el vehículo no podría continuar se observó en la expresión de angustia de su conductor. Los tres jóvenes quedaron en medio de una ruta, sin muchas posibilidades, caminando no llegarían jamás, de pronto Yo Chuan comenzó a realizar señas desesperadas a un vehículo que se aproximaba, este se detuvo detrás del auto amarillo, Yo Chuan, se aproximó al conductor a hablar; era otro primo, que en su pequeña camioneta llevaba pollos vivos al mercado, el inconveniente de traslado de ambos reporteros y su traductor se resolvió satisfactoriamente, solo que el único lugar disponible era entre los cajones de pollos en la caja de la pequeña camioneta. Una vez en camino Pepe, le gritó a Adolfo.

- ¡Avisame cuando empiece el partido en las ligas mayores del periodismo, en cuanto ponga un pie en Argentina, no me agarras nunca más, te lo juro!

- ¡Pepito, no podes negarme que esta es la mejor forma de conocer Tokio!

La camioneta pegó un salto y un cajón de pollos fue a parar a los brazos de Pepe, en tanto Yo Chuan sonreía como siempre.

Lamentablemente cuando uno pasa algún tiempo muy próximo a cajones de pollos suele contagiarse su olor la cual no es una fragancia muy grata, pero las leyes de la naturaleza son implacables. 

Cuando lograron ubicarse en el salón solo consiguieron estar parados detrás de todo, no obstante una enorme pantalla garantizaba poder ver a estos náufragos en primer plano.

Cuando estos cinco jóvenes ingresaron al escenario un fuerte murmullo invadió la sala, su apariencia, su corte de pelo, su ropa, su calzado, no cabía duda que correspondían a la moda de la década del cincuenta. Cuando se hizo silencio cada uno de ellos se presentó y el mayor comenzó a relatar su experiencia en el buque de científicos perdido en el Mar del Diablo. La historia era simple pero muy asombrosa un banco de niebla rodeó el buque y un masivo desperfecto eléctrico los dejó sin contacto con tierra, esto motivó que al no contar la nave con energía estaban detenidos y en riesgo, ellos fueron los encargados de conseguir ayuda y solo estando dos días y dos noches en alta mar, un pesquero los rescató, el interrogante es que para ellos solo pasaron tres días, pero para el resto del mundo sesenta y cuatro años. Cuando comenzaron las preguntas se produjo un momento de confusión, todos querían preguntar, inmediatamente un moderador organizó la reunión. Las preguntas fueron de todo tipo, pero una señorita muy inteligente dijo:

- ¿Como han manejado sus vínculos familiares?

El mismo muchacho que siempre respondía dijo.

- Todos nuestros seres queridos, ya no están, no hemos podido ubicar a ninguno, incluso nuestros hogares tampoco existen, en su lugar hemos visto enormes edificios, nada queda de nuestra historia, estamos tratando de comprender lo que nos ha ocurrido y además nos duele el destino de nuestros compañeros en alta mar, la prefectura nos ha dicho que en esa zona marítima nada que flote existe. 

Uno de los náufragos se emocionó y tapó su cara con sus manos.

El moderador dio por finalizada la entrevista y muchas preguntas quedaron pendientes, pero la más importante sin contestar fue ¿Que ocurrió con ese buque y el resto de los tripulantes?

Para Adolfo, algo de toda esta exposición no lo llegaba a convencer, no sabía discernir que era, pero algo le decía que no todo encajaba. El itinerario de los jóvenes era continuar con estas ruedas de prensa en Francia, Alemania y Estados Unidos, pero primero irían a la ciudad de Osaka. 

Cuando regresaban de la conferencia en un micro local, los reporteros coincidían que su misión había concluido y terminarían de armar su nota para el periódico con la traducción de Yo Chuan, pero eran conscientes que no habían logrado un foto al menos con un primer plano de los náufragos. Fue entonces que Yo Chuan les comentó que conocía muy bien el aeropuerto de Tokio y existía un lugar de embarque en donde si eran pacientes los extraños náufragos pasarían por allí y si lo deseaban hasta podrían tocarlos con la mano. Pepe aceptó de inmediato.

Ya habían estado esperando dos largas horas en ese estratégico lugar y nada ocurría hasta que en un momento lo esperado ocurrió, los cinco jóvenes avanzaban por ese pasillo muy distendidos, Pepe les saco con su cámara no menos de treinta fotos, pero a Adolfo se le ocurrió una idea y se la trasmitió al oído a Yo Chuan. Cuando el último de la fila de los náufragos pasó, que era justamente el que se había emocionado, Yo Chuan le gritó en su idioma.

- ¡Amigo se te cayó el teléfono!

El joven en un acto reflejo, se dio vuelta y miró al piso, al entender el error cometido, observo la lente de Pepe que obtuvo un primerísimo plano de un joven aventurero y mentiroso. En 1955 aún no existían los teléfonos móviles. 


Un dato histórico:

El 3 de abril de 1973,​ Martín Cooper directivo de Motorola realizó la primera llamada desde un teléfono móvil del proyecto DynaTAC 8000X desde una calle de Nueva York. ​ precisamente a su mayor rival en el sector de telefonía: Joel Engel, de los Bell Labs de AT&T.

FIN


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