jueves, julio 11, 2024

VIAJE AL PASADO (sexta entrega)

                Cuando Esteban y Juan vieron el pueblo de Sol y Luna quedaron deslumbrados, sus casas, sus templos; y sobre todo su forma de vivir que a pesar de ser simple, contaban con lo suficiente para estar muy bien.

Con el transcurso de los días ambos amigos se fueron incorporando a esa vida; el padre de Sol y Luna les arregló provisoriamente un lugar en la leñera, para que pudieran vivir allí.

Pero la pregunta fundamental que le hicieron fue: ¿de dónde vienen ustedes?, cuya respuesta que sería “del futuro”, no podían darla, porque para esa gente algo así sería incomprensible.

Decidieron decir que eran viajeros exploradores pertenecientes a un antiguo pueblo que estaba detrás de las montañas. Esto fue bien recibido y le creyeron. 

Su amistad con Sol y Luna fue creciendo y en sus charlas fueron aprendiendo el idioma de ellas, el cual no tenía demasiadas palabras; un mismo sonido, podía tener varios acepciones, curiosamente no tenían escritura, todo dependía de la palabra, y sus recuerdos. Fueron aceptados en la mesa familiar de Sol y Luna, y también entendieron que para poder vivir en la comunidad debían de trabajar en algo; les gustó la actividad en los hornos de ladrillos y allí trabajaban todo el día con esmero.





Antes de continuar con la historia, debemos tomar en su verdadera magnitud, lo que significa el  impacto que ocasiona un hecho asombroso como este, en donde viajeros del futuro, en este caso del siglo XX, irrumpen en una civilización ubicada en una época remota del pasado. 

En primer lugar, la creencia de todo un pueblo en suponer que acontecimientos geológicos dependen del carácter de  un animal, ya es una cuestión a develar y resolver, siempre que dicho pueblo acepte la explicación de cómo se desarrollan los eventos como los terremotos y la actividad volcánica. 

F.B.


Esteban y Juan no encontraban a quien poder explicar que mantener a un holgazán y despiadado gorila, era un error, y la situación lamentable del esfuerzo que debían realizar para alimentarlo.




Una noche en la cena familiar con la familia de Sol y Luna, salió el tema de el gorila y el enorme trabajo que debían hacer para mantenerlo calmado. Esteban no pudo con su genio y dijo esto:

—En nuestro pueblo sucedía algo similar a lo de usted, se trataba de un enorme elefante que era cuidado y venerado por considerar que era el responsable de las buenas cosechas. Hasta que un dia nos dimos cuenta que esto no era así, las cosechas dependían del clima, de si llovía o no, y la lluvia era la encargada de regar nuestros sembradíos; nos dimos cuenta de eso cuando tuvimos que realizar un viaje y encontramos otro pueblo, que no veneraban a nadie, pero la lluvia de todos modos los favorecía. —cuando Esteban relataba esta historia, el padre de Sol y Luna, lo escuchaba con mucha atención— por eso yo creo que la actividad volcánica o los movimientos de la tierra no se debe al “espíritu de la montaña”, es debido a las placas tectónicas de la tierra, que nada tienen que ver con un gorila holgazán que está acostumbrado a conseguir su alimento sin esforzarse. 

Cuando Esteban terminó su discurso no imaginaba cómo iba a reaccionar el jefe de la familia, pero la sorpresa sobrevino cuando el hombre, se puso de pie y dijo:

—Quiero que hoy mismo vengas conmigo, porque deseo que les digas tu idea al consejo de ancianos; yo hace mucho tiempo que pienso lo mismo que tú, pero nunca tuve la capacidad de explicarlo.

Esa misma noche el padre de Sol y Luna, junto a los dos amigos fueron al templo en donde se reunía el concejo.

El anciano principal se llamaba Teatek, era un hombre que inspiraba respeto y era venerado por todos, después que el padre de Sol y Luna, presentó a los forasteros blancos, todos se sentaron en torno a una fogata y le permitieron a Eugenio explicar su parecer. Lo más complejo fue hacer entender lo de las placas tectónicas y sus movimientos pero, tomando dos piedras planas, pudo hacerlo, en cuanto la lava que escupen los volcanes, inventó algo que le dio resultado, una historia que le contó su padre, en donde, la tierra era la madre de todas las cosas, incluso era la madre del gorila, y que cuando se enojaba hacía sentir su furia incontrolable que ningún hombre o animal puede aplacar. 




Teatek se le quedó mirando seriamente a los ojos, y después dijo:

—Entonces, ¿hemos estado equivocados y hemos trabajado de más sin necesidad durante años?.

Esteban no sabía cómo responder a esta pregunta, para no ofender al anciano, al demoler una idea de años de vivir equivocados.

—Lo que ocurre  —dijo Juan entendiendo el conflicto—  que todos los animales, son como nosotros, hijos de la tierra, y esto provoca una continua confusión para poder entender qué rol debemos cumplir; por ejemplo nosotros, vivimos para sostener alegre y sana a nuestra comunidad como usted lo hace señor, y los animales, están para servirnos y alimentarnos, sin la necesidad de maltratarlos, como lo hacen ustedes con los animales que le dan su lana y los peces.

Teatek miró fijamente a Juan durante unos instantes que para él fueron interminables, pero después con una amplia sonrisa dijo estar muy de acuerdo con esto que los forasteros blancos decían. Por fin se logró un clima de distensión en todos los presentes, que llegó principalmente al padre de las Sol y Luna, que preguntó:

—Qué debemos hacer a partir de ahora con el gorila.

—¡Matarlo!, —dijo Teatek con voz firme.

Pero Esteban tenía en mente otra cosa para un cuerpo de tanta fuerza como el de ese gorila. 

—Con todo respeto señores, yo creo que les brindaría muchos más beneficios si está vivo.

Todos lo miraron extrañados.

—En este tiempo yo he trabajado en la fabricación de ladrillos, y existe una tarea que es la de mezclar el barro con la paja, que demanda un esfuerzo enorme, como mínimo se necesitan quince hombres para mover las pesadas ruedas de piedra para mezcla la argamasa …esa misma tarea la podría hacer el gorila con mucha facilidad. 

Todos se miraron asombrados.

—¿Pero cómo podemos convencer a un animal tan grande que realice un trabajo como ese? —dijo el padre de Sol y Luna.

—Todos los animales son capaces de hacer cualquier cosa por algo indispensable —dijo Juan— su comida y su agua.

—Así es, —afirmó Esteban— pero lo primero es atraparlo colocando una trampa de la que no pueda escapar.





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