Cuando alguien tiene entre manos algo muy grande, es muy difícil poder ocultar por mucho tiempo esa información. NW, sabía muy bien esto y también sabía que investigar ciertas cosas puede ser muy peligroso, por ese motivo comenzó a trabajar con mucho cuidado en algo que incluía a las principales empresas de todo el mundo. El cerebro de todo esto era un solo hombre, Marcos hijo, pero nadie sabía ni siquiera cuál era su residencia; NW llegó a escuchar que trabajaba en un jet privado que volaba constantemente, bajando solo para cargar combustible, otro contacto le dijo, que ya estaba viviendo en Marte y desde allí dirigía sus empresas, y también que poseía un búnker subterráneo a prueba de una guerra nuclear en el corazón de la selva Amazónica.
La primera investigación que llevó adelante NW, fue averiguar el rumor que corría de boca en boca entre los corredores de bolsas del mundo, cuando se supo de la caída del famoso y nunca bien comprobado meteoro, que provocó el derrumbe masivo de todas las acciones, pero no la destrucción del planeta, y en simultáneo, curiosamente, una nueva empresa tecnológica desconocida, compró millones de acciones de las cien primeras empresas del globo a valores irrisorios.
—Estimado Jorge, quiero hacer una inversión de importancia, y dedeo que me asesores. —esto le decía NW a su amigo de la infancia que era corredor de bolsa.
—¿De cuanto dinero estamos hablando?, —le respondió su amigo sabiendo de antemano que se trataba de una broma.
—Son todos mis ahorros de una vida; cien dólares.
—Bueno, puedes invertir en una empresa de cosméticos para mascotas que está funcionando bastante bien, o también en una heladería en la Antártida, son dos opciones muy válidas.
—Como se nota que no es tu dinero sinvergüenza —le respondió riendo NW a su amigo—, bueno hablando seriamente, necesito que nos encontremos, estoy haciendo una investigación y existe una tema de compra y venta de acciones del que tú debes saber algo.
—Perfecto, si pagas las cervezas, con mucho gusto.
—Siempre pago las cervezas, caradura.
Ambos amigos se encontraron esa misma tarde en el lugar de siempre; NW, fue al grano de lo que quería saber.
—Hace un año atrás me comentaste que cuando lo del meteoro, comprobaste que el comportamiento de las acciones fueron lógicas, pero que también ocurrió algo muy llamativo. —le dijo NW a su amigo, sirviendo la cerveza.
—Si, lo recuerdo perfectamente, pero debo decirte que por culpa de eso que muchos comprobamos como un hecho inusual; —decía el amigo de NW en voz baja—, a nadie le interesa comprar algo, sabiendo que el mundo está por desintegrarse; a varios de mis compañeros, incluso un jefe importante de mi empresa, por preguntar de más, los despidieron de inmediato, y ahora están trabajando de cualquier cosa menos en la bolsa, sus apellidos son una mala palabra.
—Tú qué me puedes decir al respecto.
—Te puedo decir que de la nada surgió una empresa tecnológica que nadie conocía con el nombre de XTX, con una descomunal cantidad de dinero que compró las acciones de medio mundo, y no sé, si del mundo entero; obviamente todos estaban regalando algo que en muy poco tiempo no valdría nada. Después ocurrió lo que nadie imaginó, el fin del mundo no se produjo; curiosamente.
—¿Qué me dirías si yo sé quién es el dueño de XTX?. —susurró NW, a su amigo Jorge.
—Te diría que no quiero saberlo, prefiero continuar con mi trabajo y con mi vida, como hasta ahora, y te recomiendo apreciado amigo que tengas mucho cuidado donde metes tus narices, porque estamos hablando de gente muy, pero muy, poderosa.
Cuando ambos amigos se despidieron, NW tuvo la certeza que todo lo dicho por aquel curioso informante del caniche blanco era cierto.
A mediados del siglo XXI existía una red científica, llamada FRIPON ANDINO, conformada entre los países de Argentina y Chile, que utilizaba cámaras de ojo pez.
(Las cámaras ojo de pez, también conocidas como cámaras "fisheye" en inglés, son cámaras de videovigilancia que utilizan un lente gran angular con una forma esférica para capturar un campo de visión extremadamente amplio, generalmente de 180° o incluso 360°. Esta característica les permite monitorear grandes espacios con una sola cámara, lo que las hace muy útiles en diversas aplicaciones).
Estas redes trabajaban en la detección de objetos como meteoros o meteoritos que por su trayectoria podrían impactar en la tierra; estos centros podían determinar con total precisión el tamaño y lugar donde caerían estos objetos, para de este modo impedir que los mismos produzcan daño en poblaciones.
Después de algunos llamados telefónicos y enviar algunos correos; NW se pudo contactar con un hombre aficionado a la observación del cielo que vivía en el antiguo y ahora desmantelado Observatorio Félix Aguilar que se encuentraba en la provincia de San Juan, Argentina. Más específicamente, está ubicado dentro del Parque Nacional El Leoncito, a unos 35 kilómetros al noroeste de la abandonada ciudad de Barreal.
Latitud 31°48′08″ Sur, longitud 69°19′35″ Oeste
Además, es importante mencionar que en el mismo predio donde existía el Observatorio Félix Aguilar, también funcionaba el Complejo Astronómico El Leoncito, un observatorio aún más grande. El Parque Nacional El Leoncito seguía siendo un lugar ideal para la observación astronómica debido a su cielo excepcionalmente oscuro y limpio, con muy baja contaminación lumínica. Esto lo convertía en un sitio privilegiado para la investigación astronómica y también para el turismo astronómico.
Todas esas instalaciones eran muy modernas a mediados del siglo XXI, pero ahora solo se podía observar un conjunto de hierros oxidados, con cientos de metros de cables sin energía, a excepción de la única cámara ojo de pez que mantenía en perfecto funcionamiento, Nicasio Laguna, un ingeniero retirado; la energía la obtenía de una planta de paneles solares. Este hombre supo preservar esa única y vieja máquina para continuar con su solitaria pasión de décadas, observar ese cielo nocturno inmaculado que lo fascinaba.
Hasta allí fue NW, a encontrarse con este buen hombre con el pálpito de poder conseguir alguna información proporcionada por ese viejo ingeniero, que algo tendría que saber con respecto a aquel acontecimiento mundial, en donde un meteoro de proporciones jamás vistas destruiría la tierra.
El moderno tren solar lo dejó a NW, en un pueblo semi abandonado; cuando preguntó por el paradero de Laguna, solo le indicaron un camino entre cierras, con la esperanza de que si no se perdía en ocho horas de caminata encontraría la casa del ingeniero.
Durante ese atardecer majestuoso, después de una caminata interminable, exhausto, pudo divisar un grupo de enormes antenas y tinglados abandonados, ¡había llegado!
Cuando se encontró con Nicasio Laguna le pareció que era la estampa del mismo Don Quijote de la Mancha, altísimo, morocho, con un sombrero de alas anchas más viejo que sus botas, muy delgado, con bigotes puntiagudos y barba, fumando en pipa; ese hombre no coincidía, ni con la ciencia, ni con la modernidad del momento, era comparable a un marino, al que abandonaron en esos parajes a muchos metros de altura del mar, sin su embarcación.
—¿Me pudo encontrar? —Exclamó afable ese señor que hablaba con una tonalidad característica al hombre de campo, pausado, solitario, de mirada profunda.
Después de intercambiar un afectuoso apretón de manos, la conversación giró en torno a lo que se dedicaba, en ese lugar inhóspito y desolado. La excusa de NW, para esa reunión era realizar una nota sobre el último de los antiguos observatorios del cielo que aún quedaban en Argentina.
Durante la cena improvisada con queso de cabra, jamón cocido y vino tinto que el ingeniero le brindó a NW en su pequeña y humilde casa, pudo ampliar con su narración cautivante, su pasión por vigilar el cielo.
—La verdad es, que mi amor por mi profesión, nació cuando al quedar viudo, empecé a estudiar astronomía, yo soy autodidacta —le decía aquel hombre a NW, mirando el fuego de la salamandra que le iluminaba su cara, fumando con su pipa, dejando el inconfundible aroma de su tabaco negro— y cuando descubrí por primera vez el cielo estrellado de este lugar, siempre imagino a mi señora, esperando que me envíe un mensaje, mucho dicen en el pueblo que soy un solitario loco, que hablo con las estrellas; tal vez sea así, a veces me parece que algo me quieren decir; pero no alcanzo a comprender.
NW, escuchando a ese hombre quedó sorprendido porque era como si lo conociera de toda la vida.
Cuando terminaron de hablar, Laguna le dijo que lo acompañara; después de caminar unos pasos lo hizo sentar en una reposera mirando al cielo y apagó la luz de un farol de la galería de su rancho; lo que pudo observar NW era un espectáculo que lo dejó extasiado, sin palabras; la vía láctea como jamás la vio en su vida estaba allí y a él le pareció flotar entre estrellas en un vacío infinito.
—¿Qué opina ahora amigo?, comprende por qué me cautivó este lugar, no creo que haya otro en el mundo así.
NW, se quedó mirando aquello, en silencio, una hora, o tal vez dos.
El anfitrión lo trajo de vuelta de su viaje, y le brindó una habitación para pasar la noche; la temperatura había bajado muchísimo, pero el rancho que no tenía lujos, era abrigado y confortable.
A la mañana siguiente, durante el desayuno, NW se sentía mal por el hecho que él había llegado hasta allí por otra cosa y se encontró con un hombre sincero que le enseñó su pasión. ¿De qué modo podía ahora confesar su verdadera intención por su visita?. Pensó que lo mejor sería decirle la verdad a aquel viejo que disfrutaba su vida mirando el cielo nocturno, sin perjudicar a nadie, y viviendo de su jubilación.
Cuando le terminó de contar toda la historia del porqué de su visita, Nicasio Laguna, se rió con ganas y le dijo a NW.
—¡Me parecía una locura que alguien estuviera interesado en estos viejos aparatos!, sumado a que los cuida un viejo como yo, y viniera hasta aquí, desde tan lejos, ahora comprendo. —NW, se quedó más mortificado aún por esta salida de un viejo humilde y bueno— no se preocupe usted, le contaré lo que que vino a buscar. Cuando me enteré del meteoro por la radio, inmediatamente apunté a ese lugar, repase todo el procedimiento como veinte veces, y le aseguro que esa piedra no existió jamás, fue un gran invento de alguien para causar terror; yo se lo dije a todo los que pude, pero nadie me creyó, quien le va a creer a un viejo solitario, una noticia que viene del mundo civilizado.
—Me encuentro en una encrucijada estimado Nicacio, —le dijo con pesar NW—, si yo divulgo su información y digo su nombre, lo expongo a usted a un gran peligro, y muy lejos estoy de causarle algún problema.
—Mire amigo —dijo aquel gigante delgado de voz gruesa y pausada— a mi edad, ya no le tengo miedo a nada ni a nadie, si usted puede divulgar esa mentira, me encantaría que me nombrara; sabe qué sucede, joven, uno llega a cierta edad, y lamenta morir en la intrascendencia, disponga usted de mi información como más le guste, solo le pido que me envíe su nota para leerla, y poder mostrarla en el pueblo con mi nombre; ponga usted: Nicacio Laguna, observador infatigable de estrellas.
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