1.
Los viernes parece que los medios de transporte no alcanzan. La ciudad es un hervidero de personas que se desplazan apuradas, hablando, discutiendo. El ruido del tránsito aturde.
“¿Todo el mundo tiene cosas que hacer el último día de la semana, o lo harán a propósito?” se preguntaba Daniel, apretujado en el colectivo. Cuando quiso ir a la puerta trasera para bajar, dos señoras no le permitieron pasar porque llevaban unos paquetes enormes. Lo intentó levantando su pie por encima de un bulto, pero perdió el equilibrio y empujó a un señor que le dijo de mal modo
—¡Tenga cuidado, no sea insolente!
Prefirió no discutir, y cuando pudo salir de aquel tumulto de personas el colectivo ya se había pasado de su parada tres cuadras.
Cuando bajó sintió el alivio de volver a ser un ser humano, no una sardina enlatada.
Cuando llegó a su oficina la reunión había empezado. Al entrar, observó que su jefe lo miraba con un gesto de desaprobación. Miguel, el vendedor estrella de la oficina, terminaba de explicar el modo en que pudo conquistar al cliente más importante de ese año. Cuando la reunión terminó su jefe le pidió que fuera a su oficina.
—Santein, su rendimiento es desastroso, llega tarde, hace dos semanas que no consigue un solo cliente. Si no cambia esta situación me veré en la obligación de despedirlo. —le dijo su jefe con las manos sobre el amplio escritorio y su mirada fría como el hielo—. Le daré una última oportunidad, hace varios meses que queremos conseguir a la constructora de Perez, tiene quince días para lograrlo, si no puede, ni se moleste en regresar.
La reunión terminó y Daniel sintió que ya tenía un pie afuera de la empresa, justamente en este momento de su vida cuando estaba por pedirle a su novia que vivieran juntos. ¿Qué le diría? comenzar una nueva etapa con un desempleado no era un buen comienzo.
De regreso a su casa esperó el colectivo como siempre, cuando subió, curiosamente no había pasajeros, se sentó con su mente atestada de interrogantes. —El trabajo, su novia, las deudas de su tarjeta—. En lugar de pensar que comenzaba un fin de semana durante el cual poder disfrutar de una salida con su novia, se sentía cargado de cuestiones molestas.
Mirando por la ventanilla sin mirar, Daniel no se dió cuenta que una señora se sentó a su lado a pesar que el colectivo estaba vacío.
—Que locura —dijo en voz alta la mujer que llevaba una cartera de mano entre sus manos.
—¿Perdón? — le preguntó Daniel observando a la señora que llevaba su pelo atado con un pañuelo rojo.
—Que locura es la vida hijo, si usted se fija bien, todo el mundo tiene problemas.
—La verdad que sí señora, vivimos en un manicomio, y lo peor es saber que no tenemos solución ni salida.
—Bueno, ustedes los jóvenes tienen toda la vida por delante, en cambio nosotros tenemos poco hilo en el carretel. —contestó la mujer mirándolo a los ojos— Cuando yo era joven quería ser cantante de ópera, pero en mi pueblo de Francia, el futuro de los jóvenes solo era recoger huevos, cuidar la quinta y ordeñar la única vaca que teníamos. Cuando mis padres murieron el dueño del campo nos dijo a mi hermano y a mí que teníamos que irnos, porque no sabíamos nada de vinos y viñedos. Así fué como con una valija nos vinimos para América y aquí nos quedamos.
—¿En qué año fue que vinieron?
—En 1954, yo tenía dieciséis años y mi finado hermano doce, se enfermó en el viaje y murió a los pocos meses.
—¿Y cómo se las arregló aquí?
—Fué muy difícil, pero tuve suerte porque me recibieron en una parroquia de Belgrano y me gané la confianza y el cariño del cura y de tres monjas divinas que fortalecieron mi espíritu, además de enseñarme el idioma.
—Debo decirle señora que su historia de vida transforma mis problemas en algo insignificantes. —le dijo Daniel a aquella mujer que salió de la nada.
—Le diré algo más joven —le dijo la mujer— en la parroquia que me albergaron pude descubrir qué tenía un don. Cuando salgo a la calle y observo a la gente, se de inmediato quien tiene problemas, me pasó ahora con usted. Esto para mi es una carga difícil de llevar porque no puedo ayudar a todos, por eso decidí solo enfocarme en solucionar las situaciones de una persona a la vez por día. Hoy le ha tocado a usted.
Daniel después de escuchar esto pensó que tal vez la señora no estaba bien, y trató de no seguir hablando. Al cabo de unos instantes la mujer le dijo.
—No crea que estoy loca, yo sé que todos lo piensan, pero si me permite tocar su frente le diré cuales son sus problemas y cómo solucionarlos.
Daniel no sabía si continuar con todo eso o bajarse, pero el rostro de esa mujer le brindaba confianza. Más allá que fuera descabellado que una señora desconocida se sentara junto a él para solucionarle su vida, aceptó. La señora apoyó con suavidad su mano izquierda en su nuca y la derecha en su frente, después de decir unas pocas palabras en francés y en voz baja, volvió a colocar sus dos manos sobre su cartera.
—¿Por dónde desea empezar Daniel?.
—¿Cómo sabe mi nombre? —le preguntó Daniel asombrado.
—Ahora conozco muchas cosas sobre ti, pero solo hasta que otra persona me permita ayudarla. —le dijo la señora mirando hacia el frente— ¿por donde quieres que empecemos?, ¿quieres que te diga cómo seguirá la relación con tu novia Nora.
—Si, comencemos por eso. —le dijo Daniel con una enorme curiosidad.
—Bien, Nora te ama y quiere compartir la vida contigo, solo que no se anima a proponerte vivir juntos. Incluso quiere formar una familia y tener hijos. Eres afortunado Daniel, ella es una muy buena joven. Ella no está muy segura si tu la quieres tanto como ella te quiere a tí, y teme que si la relación entre ustedes se prolonga, tú te canses de ella y su proyecto de vida con tigo fracase.
—Me están por despedir de mi trabajo, no puedo imaginar compartir mi vida con Nora, soy un rotundo fracaso. —dijo Daniel con angustia.
—Te diré algo Daniel, muchas personas consideran que no son capaces o virtuoso para ninguna tarea. Creen que todos sus conocidos y amigos son más exitosos que ellos, y esto es una mochila que cargan, la cual, no les permite levantar vuelo o hacer otra cosa que les guste. Creen que no pueden cambiar nada y que jamás conseguirán nada. Esto me da muchísima pena, porque todos nacemos con algún atributo que las circunstancias no nos han permitido explotar. Obviamente que nada se consigue sin algo de voluntad, constancia, superando barreras, incluso demoliendo altos muros. Pero cuando por algún motivo, por lo general extremo, se desata en nosotros esa vocación, capacidad o talento oculto, todo cambia, y entonces comprendemos que nacimos para hacer eso que estaba allí escondido. Lamentablemente muchos descubren su virtud o capacidad de grandes. Pero siempre es preferible arriesgarse a fracasar que pensar que ya hemos fracasado. Aunque solo nos quede una hora de vida, podemos cambiar nuestra vida. Intentarlo siempre es preferible a no hacerlo por miedo.
Daniel se quedó pensando, y vino a su mente aquella maestra de arte que le dijo que sus trabajos eran excelentes, que debería ir a una academia para perfeccionar su estilo.
—Eres bueno para las artes plásticas Daniel, pero en mi opinión eres mucho mejor para otra cosa. —dijo la mujer.
—¿Para qué soy bueno entonces?
—Aunque no lo creas eres muy bueno para vender cualquier cosa. Por ese motivo te aprecia tu jefe.
—¿Qué mi jefe me aprecia? —dijo Daniel con desdén— aquí se equivoca usted señora, ese hombre me ha tomado de punto y para él soy un estorbo.
—No es así Daniel, muchas veces nos confundimos con las personas y las cosas no son como nos parecen. Tu jefe ve en ti, al mismo muchacho inseguro y sin ánimo qué era él cuando joven. Obviamente no puede decírtelo, o no se atreve, pero tú tienes las mismas barreras que él tuvo que afrontar. Aunque no lo creas le encantaría que superaras con algún nuevo cliente importante a Miguel que se destaca entre todos los vendedores, porque él sabe que tú tienes algo de mucho valor en el rubro que no todos tienen.
—¿Se puede saber que cosa tengo yo, que los demás no tienen? —preguntó Daniel con fastidio
—Es algo muy sencillo y simple — le dijo la señora mirándolo con una sonrisa— tu rostro, tus ojos, tu forma de hablar; transmiten tu absoluta honestidad; a ti, cualquier cliente o persona acostumbrada a realizar negocios, te cree todo lo que le digas. En cambio Miguel, utiliza para vender otra técnica, él primero muestra un precio insuperable que entusiasma, pero después aparecen una serie de rubros qué antes no estaban, y lo que era una cosa se transforma en otra, el tiene picardía para hacer tratos, pero no inteligencia; podría vender autos, seguros o zanahorias, sin tener la menor idea del producto. Te lo diré en castellano para que te quede grabado, el vendedor estrella de Miguel, es un chanta, con todas las letras. En este mundo, lo que sobran son ese tipo de personas, mujeres y hombres. Los negocios, los tratos, el mundo de las grandes empresas, está dirigido por inescrupulosos charlatanes que hacen de su astucia su profesión.
En cambio tú, puedes triunfar si lo deseas en cualquier cosa que emprendas porque eres inteligente y transparente, estos dos atributos no abundan en este mundo, tienes que aprovecharlos, porque te puedo asegurar que tu futuro laboral está asegurado.
Daniel se quedó pensando en todo lo que esta señora le dijo, y esto lo tomó por sorpresa. Tal vez esta mujer hablaba cualquier cosa, solo con la intención de que se sintiese bien, pero pasado el fin de semana cuando hay que enfrentar nuevamente el lunes, volvería a ser el fracasado de siempre. Cuando estaba por preguntar algo más, la mujer le dijo:
—Bueno hijo, espero que puedas aprovechar lo que te he dicho, aquí termina nuestra relación, tengo que bajar. —dándole un beso en la mejilla se despidió diciendo —Bonne vie mon fils.
2.
Durante todo ese fin de semana, la conversación con aquella señora retumbaba en la mente de Daniel.
Cuando el sábado se encontró con su novia, observó en la mirada de Nora, a la chica con las intenciones que había descrito esa señora. Decidieron no salir porque llovía y se quedaron en su departamento. Pidieron pizza, vino, y de postre; el mejor y más exquisito del mundo… de más está decirlo.
Esa noche Daniel comprendió que no existía otra vida que no fuera junto a esa mujer.
Cuando llegó el lunes, Daniel llegó media hora antes, se sentó en su escritorio, encendió su computadora, y el primer correo que envió fue al dueño de la gigantesca empresa constructora, la cual era un cliente codiciado porque el volumen del negocio era enorme.
Con soltura y seguridad escribió:
Señor Andrés Perez:
Más allá de saber que usted está muy ocupado, lo molesto porque tenemos una nueva línea de seguros a la medida de su empresa que estoy seguro que le interesará.
Usted es la primera persona en recibir esta línea de productos, se la ofrecemos porque deseamos sumarnos a su cartera de proveedores. Le puedo asegurar que no se arrepentirá de esta propuesta.
Yo personalmente dirigiré todos los aspectos del contrato, para que no surjan inconvenientes.
Quedo a la espera de poder mantener una reunión con usted y mostrarle todo lo necesario.
Desde ya gracias por su atención
Daniel Santein
Tres minutos después
Señor Daniel Santein:
¡Es increíble este mundo!, estaba pensando en usted, justamente lo recordaba.
Me interesa mucho lo que me ofrece, venga en lo posible esta misma tarde a ver si hacemos algún negocio. Lo espero en la empresa a las 16 PM. Venga preparado porque estarán mis abogados, y el gerente de compras.
Un saludo, Andrés Perez
FIN
Estimado lector, si esta historia te ha gustado, te recomiendo otra cuyo título es:
"LA CIUDAD DE LOS MIL DEMONIOS"

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