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domingo, octubre 26, 2025

UNA VOZ EN EL JARDÍN

           Se dice que todo lo que el hombre pueda imaginar, en algún momento es posible lograrlo. Son muchísimas las creaciones realizadas que previamente fueron solo imaginadas sin tener siquiera una idea de cómo conseguirlas: la radio, el teléfono, la luz eléctrica, la TV, volar, Internet, pisar la luna, colocar equipos de investigación en Marte, explorar el universo con super telescopios. Seguramente conseguiremos mucho más, pero permítanme realizar una hipótesis. 

Yo creo que en algún momento podremos viajar al pasado, no tengo  la menor idea de como hacerlo, pero lo puedo imaginar. 

Sabemos que estudios científicos hablan al respecto, mentes como la de Albert Einstein y Stephen Hawking, no descartaron tal posibilidad. Pero se  necesita superar ciertas barreras físicas que por el momento son imposibles de cumplir, una de ellas es conseguir superar la velocidad de la luz

Si pudiéramos viajar al pasado surge también lo que se denomina la paradoja de la causalidad, como por ejemplo la paradoja del abuelo. Que plantea lo siguiente: Si intervenimos en acontecimientos del pasado estaremos modificando el presente. Si lográramos conseguir que nuestros abuelos no se conocieran, nosotros dejaríamos de existir. 

Por último quisiera agregar, que si en algún momento de nuestro futuro remoto, se consiguiera viajar al pasado, bien podría ocurrir que alguien de ese futuro nos visite…porque nosotros estamos ahora mismo en el tiempo pasado de ese ser humano del futuro.

F.B.


1.

Para muchas personas, cuidar su jardín les provoca una enorme satisfacción, yo creo incluso que podemos comunicarnos con nuestras plantas. Muchas veces he comprobado que si agrupo dos o tres especies distintas, estas se auto potencian y se observan sanas y vigorosas. En cambio si ubico alguna aislada, me ha ocurrido que no progresa.

Andrés amaba su jardín, sus flores, sus arbustos, dedicaba muchas horas del día para cuidarlas. A los jubilados les sobra el tiempo, y la dicha mayor es utilizarlo en hacer algo que les gusta.

Esa tarde pudo comprobar que unos caracoles habían hecho estragos en las hojas de sus hortensias y un ejército de hormigas negras habían tomado el jazmín. Cuando regresaba de su pequeño depósito de herramientas con los elementos que necesitaba se acomodó con una rodilla en el piso para poder quitar con sus manos los caracoles qué aún permanecían sobre las verdes hojas. Al terminar roció con veneno para hormigas el sector del jazmín y colocó unas trampas para que no puedan subir en sus gajos inferiores. 

El jardín de Andrés era pequeño, pero tenía todo lo necesario para lograr que fuera su mejor lugar en este mundo. Sobre una rústicas pared de ladrillos una enredadera disciplinada que la había cubierto por completo ofrecía una base perfecta para sus begonias y rosales, en el otro extremo junto al pequeño depósito de madera para herramientas pintado color azul, un cómodo sillón protegido por una pérgola repleta de glicinas era su lugar para tomar su té con algún pastel dulce qué él mismo preparaba. Allí disfrutaba de los atardeceres mirando su paraíso multicolor que compartía con los diminutos colibríes

2.

Ese día  cuando estaba por comenzar a disfrutar su té, sucedió algo muy curioso; le pareció sentir una voz de una niña que dijo su nombre muy por lo bajo:

—Andrés…Andrés. 

Asombrado miró en todas direcciones y no había nadie, “que extraño” se dijo, “juraría que alguien me llamó”. 

Al cabo de un rato nuevamente ocurrió lo mismo, pero esta vez más nítidamente:

—Andrés… Andrés. 

Andrés se sobresaltó tanto, que su corazón comenzó a latir con fuerza, se puso de pie y comprobó una vez más que estaba solo. Y nuevamente esa voz dijo:

—Andrés, por favor no te asustes, toma asiento. 

Pensó que estaba delirando, posiblemente estaba sufriendo un Acv, y esto le hacía sentir voces, sintió en su frente un sudor frío. Se desplomó en su sillón esperando lo peor.




—Andrés, te suplico que no te asustes y tomes esto con calma, no estás sufriendo ningún ataque, eres un hombre muy sano, permíteme explicarte. Por favor, respira profundo y relájate. —dijo esa voz de niña.

Esta vez, Andrés comprendió que lo que estaba sintiendo no tenía que ver con su salud, estaba ocurriendo otra cosa que aún no podía comprender. Le hizo caso a la voz y respiró profundo, tratando de relajarse. 

—Ahora sí Andrés, respira y tranquilízate, cuando tu corazón se calme me presentaré. 

Cuando Andrés se tranquilizó nuevamente esa voz, cordial, suave y muy joven se escuchó próxima a su oído.

—Me llamo LS 56300,  y estoy autorizada para contactarme contigo, no puedo por ningún motivo asustarte, alterarte o causarte alguna preocupación, sólo podemos hablar siempre que tú lo desees, ¿me has comprendido?

—Si, entiendo, pero ¿quién eres?, ¿no estoy soñando?. 

—No Andres, yo soy tan real como tus flores, pero no podemos todavía vernos, aún no. Primero debes estar preparado.

—No entiendo el hecho de poder escucharte sin verte, ¿qué significa?

—Te lo diré ahora mismo, pero me gustaría no interrumpir tu merienda.

—Me parece que estoy por presenciar algo grandioso, si no es que he enloquecido y escucho voces. —dijo Andres a la nada, porque no veía a nadie en su jardín, solo escuchaba esa voz, que parecía decir cosas coherentes.

—Te reitero Andrés, toma esto con calma, no estás enfermo ni desvarías.  —dijo esa extraña voz—  empezaré por decirte que yo soy un ser humano como tú, de carne y hueso, pero con una pequeña diferencia, estamos separados por veinte siglos en el tiempo. Yo estoy en el futuro de tu civilización, y tú estás en el pasado de la mía, ¿me comprendes?.

—¡¿comprenderte?!, ¿¡crees que solo es una pequeña diferencia la que nos separa!?. Lo que creo es que definitivamente estoy loco.

—Me haces reír Andrés, entiendo que no es tan simple para ti entender algo así, pero permíteme agregar algo, tú fuiste profesor de historia y de geografía, ¿no es verdad?.

—¿Cómo diablos lo sabes?

—Vallamos de apoco Andrés, yo sé todo respecto a ti, pero quiero que razones y que imagines lo siguiente:  como nuestra raza, tu raza, puede cambiar y avanzar en ciencias durante veinte siglos; imagina la cantidad de descubrimientos científicos que la civilización humana ha conseguido en esa cantidad de tiempo.

Andrés se quedó meditando un rato y tomó un sorbo de té. 

—Si, puedo imaginar que los avances científicos pueden ser enormes  —dijo Andrés, más tranquilo. 

—Exacto  —contestó esa voz de niña— bien, ahora contéstame esta pregunta:  ¿en todo ese tiempo y con el cúmulo de conocimientos que conseguimos, no crees que hemos podido lograr viajar al pasado?

Andrés se quedó pensando comiendo un poco de su torta  —debo decirte que sí, que es muy probable semejante hazaña.

¡Así es Andrés!, has comprendido. Yo soy una visita del futuro.

—Pero si esto no es un sueño de un viejo loco, me surge una pregunta: ¿por qué a mí, justamente hoy, catorce de octubre del 2025?

—Bueno, es solo una casualidad, has de cuenta que ganaste en la lotería,  —dijo la voz—  pero la verdad es que yo te he elegido porque también soy profesora de historia.

—¿Por qué no puedo verte?  —preguntó Andrés. 

—Se debe a un problema de imposibilidad científica, te lo diré como me lo explicaron a mi. Yo en tu tiempo no existo, y solo ínfimas cantidades de materia hemos podido desplazar a velocidades mayores que la luz, porque se necesitan inmensas cantidades de energía para hacerlo. Por esto, solo podemos transportar por el tiempo una minúscula partícula de materia cien veces más pequeña que un átomo. Esta es una explicación muy simple y rudimentaria, en la práctica es un proceso muy complejo que ha demandado miles de años de experiencias y cálculos matemáticos. Pero te puedo decir que yo sí puedo verte y también ver a tu hermoso jardín que dicho sea de paso, quiero preguntarte muchas cosas sobre tu relación con esos sistemas de vida tan coloridos.

—Andrés se quedó pensando en silencio y le dijo a la voz. 

—Creo que cuando le cuente esto a mis hijos, me tomarán por loco y me internarán en un manicomio. 

—Debo decirte Andrés que mi visita tiene algunas restricciones que debes cumplir. —dijo esa voz cordial y juvenil.

—Ya me imaginaba que esto que me está ocurriendo no es gratis.

—No me malinterpretes Andrés y permíteme explicarte. Si tú comentas con alguien mi visita, no creo que te crean y te acarreará inconvenientes, se suma a esto que yo como ser del futuro tengo estrictamente prohibido interferir en el curso de los hechos de mi pasado, es decir tu presente, porque el mínimo cambio de rumbo, decisión, hecho, o circunstancia, por pequeña o poco importante que fuese, puede influir en mi presente causando hechos catastróficos, al punto que países o pueblos enteros pueden esfumarse en un instante por haber alterado el transcurso de la historia. 

—Comprendo. —dijo Andrés entendiendo que definitivamente estaba viviendo el hecho más trascendental de toda su vida— ¿puedo llamarte LS?.

—Sin duda —dijo esa voz— me resta decirte una última cosa, ten presente que esta reunión solo durará muy poco tiempo. Es el tiempo que me adjudicaron.

—¿Cuál es la causa de esa limitación?  —preguntó Andrés. 

—El motivo se debe a que la cantidad de energía que se consume para mantener nuestra conversación es enorme y extremadamente costosa. Yo tengo cosas para preguntarte, ¿tu quieres preguntarme algo?. —Andrés se quedó pensando unos instantes mirando su jardín y después dijo 

—¿Puedes resumirme qué ocurrirá en los próximos veinte siglos?, más allá de ser, imagino, una tarea complicada. 

—Trataré de hacerlo. —dijo la voz— Te puedo decir que existió un hecho de tal envergadura que cambió dramáticamente el rumbo de la humanidad. 

—Escucho atentamente  —dijo Andres, tomando un trozo de su pastel. 

3.

—El hecho ocurrió aproximadamente cinco siglos después de lo que nosotros ahora llamamos el tiempo de la luna llena, que corresponde al tiempo de tu presente. Fue algo que nos tomó por sorpresa, y no pudimos evitarlo.

—Me intriga saberlo  —dijo Andrés sentándose en el borde de su sillón para escuchar mejor. 

—Un meteoro del tamaño de un tercio de la luna impactó de lleno en ella. Solo pudimos saberlo cinco días antes, y nada se pudo hacer. Fue algo devastador, el planeta sufrió cambios catastróficos, tsunamis, tormentas eléctricas jamás vistas, las ciudades costeras desaparecieron, la luna se convirtió de un momento a otro en un anillo de escombros cayendo gran parte de ellos a la tierra liberando tanta energía como si se tratara de miles de bombas atómicas. La población mundial disminuyó dramáticamente al punto de casi extinguirnos. Curiosamente este país, tú país, gracias a tener en la patagonia, el principal centro científico y de inteligencia artificial del planeta, pudo desde sus escombros, gracias a un puñado de jóvenes, comenzar a tejer una débil red entre las ciudades que quedaron en pie, red que se fué consolidando hasta llegar a ser una herramienta de intercambio global, la cual brindó la posibilidad de que la raza humana no desaparezca.

—No puedo creer tal cosa. —respondió Andrés apresurado—  mi país siempre estuvo muy lejos de los adelantos científicos, salvo por algunos ingenieros, e ingenieras, de diversas ramas de la ciencia que se han destacado, jamás fuimos un país brillante.

—Pues te puedo asegurar, que esa vez se convirtieron en héroes, ahora me gustaría hacerte una pregunta a tí. —dijo la voz.

—Adelante —consintió Andrés. 

—¿Por qué motivo riegas a tus plantas, remueve la tierra de sus canteros, quitas sus hojas muertas, las cuidas de las heladas, incluso hemos visto que las acaricias. Si ellas no te hablan?; ¿Qué te motiva a trabajar tanto en tu jardín, todos los días, pudiendo hacer tantas otras cosas?.

—Qué extraña es tu pregunta LS, acaso en tu tiempo no cuidan sus jardines.

—Nosotros después del gran meteoro no tenemos plantas, la tierra verde desapareció convirtiéndose en un territorio hostil, arenoso y sin agua dulce.

—¿Pero entonces de dónde obtienen oxígeno para la vida, de que se alimentan?.

—Obtenemos el oxígeno del agua de mar, para ello tuvimos que construir gigantescas usinas qué consumen inmensas cantidades de energía, pero de ellas depende nuestra vida, se puede decir que somos electrodependientes. En cuanto a nuestra alimentación sólo ingerimos las vitaminas y sustancias que nuestro cuerpo necesita, curiosamente al no utilizar nuestras papilas gustativas, las hemos perdido.

—Te aseguro LS, que no te envidio, no me imagino poder vivir sin mi hora del té disfrutando de mis tortas, observando a mis plantas y mis flores. —respondió Andrés.

Tienes razón Andrés, por ese motivo mi trabajo es averiguar lo valioso de tu vida, yo personalmente dirijo un gran equipo de personas que deseamos crear un micro hábitat exactamente igual al que tú tienes aquí, porque pensamos que en esa relación que tienes con tus plantas, se encierra algo muy importante que no alcanzamos a entender.

—No creo que pueda ayudarte LS, solo soy un viejo que disfruta de su jardín. No existe aquí nada oculto o misterioso, ni sobrenatural. Lamento tanto esfuerzo de ustedes para nada.

—Justamente es eso lo que deseamos saber,  —dijo la voz— dime por favor ¿que te devuelven tus plantas?.

—Ellas solo me devuelven su belleza, para mí son seres muy especiales que piden muy poco, los nutrientes de la tierra fértil, agua, cuidado y mi amor.

—¡Ese es el punto Andrés!, ¿qué es el amor?.

—No entiendo tu pregunta LS, ¿no sabes que es el amor?  —dijo con una sonrisa Andrés, dejando su cuerpo caer en su sillón.

—En este preciso momento estimado Andrés, un millón de científicos diseminados por todo el planeta esperan que en este poco tiempo que nos queda de reunión les digas que es eso que tú llamas amor. Necesitamos saberlo, tú puedes darnos ese dato. 

Andrés se quedó pensando un instante, se puso de pie y después se dirigió al sector de sus rosales. 

—Trataré de explicarlo en pocas palabras. Aquí, junto a mi esposa, nos abrazamos cuando esperaba a nuestro primer hijo, también en este lugar lo hicimos cuando esperaba a los otros dos. Y hoy me abrazo a ella todas las tardes, a pesar que no está aquí. Estas eran sus rosas, las amaba. Ahora yo las cuido porque sé que en su fragancia ella me besa todas las tardes. Eso es todo. 

—Pero, qué sientes tú, ¿cómo se desarrolla el amor?

—El amor es solo una sensación que nos permite confiar en el ser amado, disfrutar de su presencia, sentirnos unidos e indestructibles, es tal vez un don que nos dió Dios o si lo prefieres la naturaleza. Sin amor no es posible vivir plenamente, sin amor seríamos solo objetos sin alma. El amor es el aglutinante para seguir adelante aunque la adversidad nos castigue. ¿Me comprendes?

—Te hemos entendido perfectamente Andrés, nuestra reunión llega a su fin, pero aquí me dicen que nos puedes pedir el deseo que tu quieras, solo nos quedan unos instantes.

—Bueno, si fuera posible, solo quisiera volver a mi pasado, a ese día de nuestro primer hijo junto a ella.

—Concedido Andrés, te estamos muy agradecidos. 

—Andrés, se quemó un poco el budín, pero tengo algo que decirte que creo lo solucionará.

Una joven mujer salió de la cocina,  dejó la fuente sobre la mesa del jardín, se dirigió a donde estaba el joven Andrés, lo abrazó, y le dió un prolongado beso en la boca, para después decir:

—Estamos esperando un hijo mi amor.