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miércoles, junio 16, 2021

EL SOMBRERO MÁGICO (final)

 José se quedó dormido unos instantes bajo ese sol primaveral que calentaba su espíritu, y su cuerpo, cuando entonces alguien a su lado lo despertó. 


-¿Cómo está usted, estimado compañero de banco?, dijo aquel hombre.


Cuando José miró, era el cordial señor, con el que compartían el banco del parque,  que por algún motivo transmitía cierta profundidad de pensamiento, profundidad que pocas personas son capaces de transmitir, o tal vez porque a veces personas mayores que han transitado gran parte de su vida, tienen la capacidad de ver los que otros no pueden, a pesar de no ser ciegos.


-¡Estimado señor! que gusto verlo, ¿Cómo está usted? le preguntó José. 


-¡Muy bien!, dijo el hombre -disfrutando de este día soleado que que a mi edad templa mis huesos, mi mente, y lo más importante, mis pensamientos. 


-Sabe una cosa, le dijo José... -la última vez que nos vimos, no me presenté,  me llamo José.


-Encantado, yo me llamo Justino, nombre que me costó aceptarlo por ser blanco de mil burlas en el colegio, pero en una oportunidad un profesor me llamó aparte y sabiendo que las burlas me mortificaban, me dio un consejo maravilloso, me dijo que las burlas son eficaces cuando el burlado se enoja, pero si este las festeja también riendo, los burladores pierden todo entusiasmo, así lo hice y nunca más me molestaron. Usted no me creerá, pero sigo utilizando esta fórmula para todo aquello que me molesta en mi vida y siempre el resultado es eficaz. 


-Evidentemente su profesor era un buen hombre, le dijo José.


-Realmente sí, era un señor alto de nariz pronunciada y rigurosa traje gris con corbata, nadie entendía por qué, pero sin amedrentar, inspiraba un respeto enorme, cuando entraba al aula no se escuchaba volar una mosca, son muy curiosas ese tipo de personas. 


-Curiosamente, dijo José -los profesores buenos son aquellos que enseñan más allá de su materia, como por ejemplo ciertos aspectos de la vida que son muy importantes para un joven. 


-Así es, dijo Justino, -pero el problema surge cuando ya no contamos con profesores que nos guíen y el camino a seguir depende solo de nosotros.


-Cuando me encuentro con usted, me parece que el giro de nuestra conversación siempre se dirige a temas de mi vida actuales, un camino por seguir es algo que me ocupa justamente hoy todos mis pensamientos.


-Jajaja, rió Justino, que tema este que siempre me apasiona, es la pregunta que en algún momento todos nos hacemos ¿cuál es el camino que debemos seguir?

La verdad estimado amigo, esta incertidumbre sólo la podemos transitar en soledad, si ante una encrucijada alguien me indicara el camino, y después ese rumbo fuera el incorrecto, me arrepentiría por no haber realizado lo que mi inteligencia me sugería. Pero en cambio si la decisión es propia, no existirán responsables, solo yo seré el responsable, con un atenuante, jamás podré saber si el otro rumbo hubiera sido mejor o peor, por lo cual es solo una decisión, la cual si la misma fue buena o mala deja de tener importancia, el camino se eligió y a otra cosa.


José se quedó mirando al señor, en silencio. 


-¿Qué le ocurre mi amigo por qué se queda callado?


-La verdad Justino, le confieso que debo tomar una decisión sobre un asunto que me ocupa y es de suma importancia. 


-Si le sirve de algo, le diré mi fórmula para tomar decisiones, no es infalible pero a mi me ha dado al menos tranquilidad. Siempre frente a una decisión pienso que la misma logre hacerme feliz, pero no solo a mi, también para aquellos que estén involucrados, y créame, los resultados siempre han sido muy satisfactorios. Por supuesto que muchas veces estas decisiones implican perder algo, no siempre se gana, pero debemos pensar que la felicidad se encuentra escondida y es muy escurridiza, y solo al encontrarla nos damos cuenta que la supuesta pérdida no es gran cosa. ¿No se estimado amigo si puede ser claro?


José miró a los ojos de aquel hombre y luego respondió. -Ha sido usted muy, muy claro, estimado señor Justino.


Luego de la breve charla Justino, dándole un apretón de manos se despidió de José y se retiró caminando despacio por el sendero del parque. José después de esta breve charla había podido tomar una decisión, solo le restaba comentarlo con su mujer y después transmitirlo en la empresa.




José al llegar a su casa se reunió con su mujer para decirle la decisión que había tomado. La señora de José se llamaba Blanca y junto a ella habían asumido cientos de situaciones difíciles, pero esta vez por algún motivo, José esta decisión no podía compartirla, por tratarse de un tema de su empresa y la de sus socios, no obstante, la misma era de cierto riesgo y esto si debía decírselo a Blanca.


Jose tomó de la mano a Blanca y la invitó a sentarse en la galería frente al jardín. 


 -Qué dirías Blanca si dejo la empresa para dedicarme a otra cosa. Lo he pensado mucho, y las opciones que tengo son continuar tratando de conseguir más contratos, inclusive del extranjero, convertir la empresa en constructora, o retirarme. 


-¿Y qué harías si te retiras José, tú aún eres joven?, y no te veo haciendo los quehaceres domésticos -le pregunto Blanca-.


-He pensado algunas cosas, -le respondió José-, pero deberíamos vender nuestra casa y realizar un nuevo proyecto en otro lugar, te anticipo que no será fácil para ti y los chicos, otro lugar implica perder amigos, nuevas costumbres, es decir, una nueva vida desconocida y muy distinta a la actual, incluso pueden existir algunas privaciones. Lo he pensado, pero si tu no estás de acuerdo, no puedo hacerlo, porque no te mereces con todo lo que hemos luchado, deshacernos de aquellas cosas que hemos conseguido juntos. 


-¿Que harias, si te digo que que no acepto?- preguntó Blanca-


Si no aceptas, -le dijo José- mi opción es convertir a la empresa en una constructora, pero esto implica un renovado esfuerzo, no es tan simple, buscar nuevos contratos en el extranjero no lo deseo, tendría que realizar interminables viajes de negocios, y esto nos restaría tiempo para disfrutar en familia.


-Te propongo algo -le dijo Blanca- Acepto todo los cambios en nuestra vida bajo una condición. 


-¿Cual? - le preguntó José - intrigado.


-En esta nueva etapa de nuestra vida, si realmente quieres emprenderla, el capitán del barco seré yo, y mi primer proyecto será realizar mi sueño postergado, quiero que desarrollemos juntos algo que siempre quise, una empresa de paisajismo, me siento preparada para hacerlo.


José miró su jardín que lo había proyectado y ejecutado Blanca,  en donde siempre se disfrutaba todos los diversos colores que pueden brindar la naturaleza en un espacio tan reducido durante todas las estaciones del año y entonces le dijo:


-Acepto, solo que yo elegiré el lugar,-dijo José- será Bariloche, después de decir esto José fue a buscar el viejo sombrero y se lo colocó a su señora, para después decirle - ¡Mi capitán, cuando usted quiera levamos ancla!


Ambos rieron.


Esa mañana Alejandro lo esperaba a José para hablar a solas antes de la reunión con sus dos hijos, para tratar el tema del nuevo rumbo de la empresa.


-José, no hace falta que te diga que la última palabra es tuya, pero mis dos hijos sueñan en conseguir contratos en el extranjero, y te debo adelantar que si votamos, obviamente yo estaré con ellos.


-Imaginaba que tus jóvenes hijos querían algo así, y debo decirte que son muy, muy capaces y poseen el ímpetu de todo joven, tienes que estar muy orgullosos de ellos, creo que no los mereces pero eso no importa.


Ambos rieron.


-Mi decisión está tomada, y no deberemos votar,...¡Vamos a la reunión!. -Le dijo José a su amigo-.



FIN



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jueves, junio 10, 2021

EL SOMBRERO MÁGICO (sexta entrega)

 José cuando llegó a su oficina de inmediato se comunicó con la empresa especialista en solucionar problemas de empresas y coordinó una reunión para el otro día por la mañana.


A las nueve en punto se presentó en el estudio un joven, que no daba el aspecto de ser empresario, y menos aún poseer la experiencia necesaria para resolver temas empresariales delicados, no obstante los cuatros socios y este muchacho después de presentarse como Edgardo Soler mantuvieron una conversación en la sala de reuniones.


José comenzó diciendo:


-Esgardo, le voy a ser muy sincero, no pretendo que se ofenda, pero me parece que usted es muy joven para el problema que debemos de resolver.


A este parecer de José el joven respondió:


-Esta apreciación señor José me la hacen todos los clientes que he atendido en mi primer encuentro, no obstante usted puede consultar mi cartera de clientes y solicitar referencias, con total libertad. Pero debo decirle que mi trabajo no es tan complicado como muchos creen, porque mi análisis de su empresa es desde un punto de vista externo, a diferencia del punto de vista de ustedes, el cual está cargado de criterios guiados por costumbres desde siempre, que no les permite ver ciertos aspectos que yo si podré detectar con facilidad, les daré un ejemplo; en una oportunidad asesore a un estudio de publicidad, que como sería lógico pensar, ellos mismos realizaban sus cortos publicitarios, pero no lograban aumentar su cartera de clientes, cuando yo les presenté el informe, les aconsejé que debían de contratar a otra empresa de publicidad para que realice su estrategia publicitaria, lo hicieron, y comenzaron a recibir nuevos clientes. ¿Porqué ocurría esto?, porque ellos no podían ver su propio potencial, y cuando querían transmitir sus puntos fuertes, no los veían y perdían tiempo en querer demostrar que eran una empresa seria, en lugar de mostrar su talento que era enorme, y esto es lo que realmente valoraban y buscaban sus clientes potenciales, no quiero decir con esto que se pueda aplicar en todos los casos, pero para esta empresa funcionó. 


Los cuatro socios, se miraron entre ellos y José dijo con más seguridad.


-¿Qué elementos le debemos brindar para su trabajo Edgardo?


-Gracias por confiar en mí señores, lo que les pediré es una especie de radiografía de su empresa, no son muchas cosas, el currículum de sus empleados, la lista de proveedores, las lista de sus clientes y la ubicación de todas las obras para poderlas recorrer. También una idea de las cosas que ustedes consideran que no están realizando bien, más las principales preocupaciones; aproximadamente mi análisis tardará unos quince días, al finalizar los mismos les entregaré un informe completo en donde podremos charlar sobre los puntos difíciles que se deben resolver. Mis honorarios solo los cobraré si ustedes quedan conformes con mi trabajo.


-Aceptado, dijo José. 


Después que el simpático joven de remera y anteojos se retiró, José con cierta intriga consultó la cartera de clientes de la empresa,... quedó sorprendido.


Pizzería La Nueva

Also decoraciones

JDJ arquitectura

Constructora FM

Coca Cola de argentina (depósitos y distribución)

Telecom de argentina (infraestructura)

Edenor (personal externo)

AYSA (sector obras)

Municipalidad de Tandil (corralón y reparación vehículos)

Peugeot Citroën argentina (sector chapistería)

Ford Argentina (personal)

Fiat argentina (ventas provincia de Córdoba)

Empanadas Luisito

Peluquería Adorno


José quiso preguntar para lograr una referencia y llamó a uno de los clientes de la lista.


-Buenos días, hablo con Also decoraciones...encantado, lo molesto para solicitar referencias sobre la empresa Soler.


-¡Si, del señor Edgardo!...mire, solo le diré lo siguiente, nosotros estábamos a punto de quebrar, nuestro problema era terminal, y este joven detectó lo que nosotros no podíamos ni ver ni admitir, a un año de su visita estamos abriendo locales en el interior del país. El chico es genial.


José esperaba impaciente el día previsto para el informe de Edgardo, hasta que el día de la reunión llegó. Edgardo se presentó puntual provisto de una pantalla en la que proyectó unos gráficos. Y comenzó su disertación de esta manera:


-Señores, si me permiten les leeré mi informe, más unos gráficos que quiero que observen, después me podrán preguntar todas sus dudas o incluso interrumpirme si algo no se entiende.

De acuerdo a todos los datos que ustedes me han entregado, y después de consultar proveedores y analizar sus obras realizadas y en ejecución, incluido su datos contables observó con mucha claridad que su empresa posee la solvencia económica, técnica y administrativa para poder llevar adelante un cien por ciento más de nuevas encomiendas sin ningún problema, me animo a decir también que su empresa es muy competitiva y sus trabajos, todos, han sido llevados adelante con una destreza y calidad muy superior a otras empresas similares a ustedes.

La pregunta es ¿qué ocurre, por qué motivo no pueden crecer y alcanzar nuevos objetivos? Mi respuesta es la siguiente, ustedes no tienen la culpa de esto que sufren, la culpa es del mercado de la construcción y del desequilibrio que existe entre oferta y demanda correspondiente a los trabajos de los estudios de arquitectura. Durante las últimas décadas este desequilibrio, aquí en estos gráficos lo pueden observar,  se fue incrementando y el resultado es que hay más estudios de arquitectura que obras, se suma a esto que grupos de inversores realizan sus nuevos proyectos, por lo general los más grandes del mercado, con estudios de arquitectura propios, limitando de esta forma aún más los posibles trabajos que ustedes están capacitados a realizar. ¿No sé si quieren realizar alguna pregunta?...Bien, para esta situación existen algunos caminos posibles, el de mínima es disolver la empresa, y buscar un sustento de vida en otro rubro, los mayores perjudicados si se decidiera hacer esto son los empleados, a pesar de que esto no siempre es así, porque ocurre que muchas personas que trabajan bajo contrato para una empresa y esta cierra o se disuelve, se animan a independizarse. Otro camino de máxima es imprimir a su empresa un carácter muy agresivo en la búsqueda de trabajos nacionales y también internacionales, enfrentando para esto último aspectos de cierta complejidad como lo es el idioma, las normas reglamentarias, los índices de calidad etc. etc. Por último puede existir un camino intermedio en donde deberían de convertir a su empresa en constructora, con capitales propios o asociándose a inversores, tal vez pensando en obras de menor envergadura a lo que ustedes están acostumbrados. Si me piden mi opinión no la puedo dar, porque las tres situaciones poseen riesgos, ninguno de los caminos es la panacea, depende solo de ustedes elegirlo. Estimados señores esto es todo lo que les puedo decir, solo espero que mi trabajo les permita buscar la mejor solución para su empresa. Pero debo decirles que si continúan sin modificar nada, la probabilidad es que solo puedan subsistir dos años más.


-Estimado Edgardo, dijo José poniéndose de pie, -para mi tu trabajo ha sido excelente, no sé qué opinan mis socios, todos asintieron y quedaron muy satisfechos.


Cuando Edgardo se retiró, los cuatro socios quedaron reunidos intercambiando opiniones, pero como siempre ocurría la última palabra la tenía José, por ser el que había constituido la empresa.


-Quisiera pensarlo con calma, dijo José a sus socios, necesitaría este fin de semana y el lunes nos reuniremos para decidir nuestro futuro y obviamente el de la empresa, pero en esta ocasión su opinión es muy importante, estamos hablando del futuro de nuestras vidas y la de nuestras familias.


Esa misma tarde José se dirigió al parque donde el lugar le brindaba oxígeno para poder pensar sin ser molestado, cuando cubrió sus ojos con el alero del sombrero...







Continuará 



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miércoles, junio 02, 2021

EL SOMBRERO MÁGICO (quinta entrega)

 Habían pasado tres años y el estudio de José asociado a Alejandro y sus dos hijos desde el punto de vista laboral funcionaba en forma excepcional, pero el clima de competencia que existía en el país era año a año cada vez más complejo. Los dos últimos concursos en los que se habían presentado los habían perdido, en uno de ellos consiguieron una mención, pero esto no alcanzaba para mantener su estructura. José era el administrador económico y observaba que cada mes se hacía cuesta arriba cumplir con todos los compromisos, si no lograban conseguir una obra de cierta envergadura tendrían que despedir empleados los cuales eran muy entrenados y apreciados por él, perderlos implicaba no poder recuperarlos. Los contratos con la compañía aeroportuaria eran ahora muy exiguos, José continuaba con su vinculación simplemente por esperar un repunte de encomiendas que no llegaba.


Esa tarde después de entregar los últimos cheques a los empleados Alejandro se dirigió al parque que frecuentaba para poder ordenar sus ideas, siempre ocupaba el mismo asiento, pero esta vez alguien estaba sentado allí, esto no impidió que él también se sentara. El hombre era un señor mayor de pelo blanco, su vestimenta era muy formal, vestía de saco y corbata, y sobre sus rodillas sostenido con una mano, se observaba un periódico y un libro, se podría decir que era un profesor universitario. Al cabo de unos instantes el señor sin mirar a José dijo:


-¡Que hermoso día se aprecia desde este lugar!, ¿no se si a usted le ocurre lo mismo?, a mi me parece que puedo ver el mundo entero. 


-Quizás sea así como usted dice, -respondió José mirando al parque. -¿Quién puede asegurar que todos los seres humanos no veamos por igual al mundo entero y al mismo tiempo?. 


El señor sonriendo dijo, - exactamente, incluso ¿quien no puede decir que todos los seres humanos tenemos los mismos problemas?


-Bueno, -dijo José, -lo que no creo es que todo el mundo tenga el cúmulo de problemas que tengo yo.


-Algo parecido me ocurría a mí, le voy a confesar algo, estimado compañero de banco, en una oportunidad cuando yo era joven, se me presentó un problema que no viene al caso, por el cual la situación me parecía insuperable, mi angustia aumentaba día a día y durante la noche este problema se acrecentaba, había llegado al extremo de no poder hablarlo con nadie, incluso llegué a pensar que tal vez esa mochila desaparecería en algún momento por sí sola, hasta que el problema se hizo presente en cuerpo y alma. En un primer momento me aterrorizó, a tal punto que llegué a pensar en hacer una locura, y dirigiéndome a la costanera con mi mente desbordada, al pararme frente al río, un joven desconocido que estaba pescando, quizás al ver mi cara desencajada, jamás lo sabré, dirigiéndose a mí, me dijo.


 -¿Qué le pasa señor, tiene algún problema?,... ¿necesita ayuda?.


-Esa última pregunta, ¿necesita ayuda?,...Me brindó la respuesta que no encontraba, ¡Si, por supuesto, que necesito ayuda! Esa conversación se prolongó toda la tarde, y aquel joven que jamás me dijo su nombre, me hizo entender que el principal problema era no comprender que necesitaba ayuda. Así fué que cuando la pedí, en pocos días encauce mi problema y al cabo de un tiempo lo superé, o al menos pude continuar con mi vida, aceptando y enfrentando mi problema, lo cual no es grato, pero no le permito que me domine, yo, domino la situación, y el rumbo de mi vida. 


-Por eso estimado  amigo de banco, le pregunto, ¿necesita usted ayuda?.


Ambos hombres se miraron a los ojos, y José pudo observar en la mirada de aquel desconocido,... la mente de un sabio.


¡Por supuesto que necesito ayuda!, se dijo José ¿por qué me empeño en querer resolver todos los problemas, solo?, si en verdad soy un hombre como cualquier otro, con miedos, con angustias, con limitaciones, que debe soportar presiones, obligaciones. Si por algún motivo las cosas no se están dando como deseo, quizás exista algo, algo que no alcanzo a ver para que esto ocurra. ¡Sin duda necesito ayuda!, ¿por que debo ser arrogante y todopoderoso, si solo soy un hombre, con defectos y virtudes?.


Cuando José quiso decirle algo a aquel desconocido, el señor ya no estaba, José recorrió con su mirada el sendero del parque, y no lo pudo ver de nuevo. Al acomodar el ala de su sombrero sobre sus ojos para distenderse un instante, recordó de inmediato el contacto realizado por una empresa que justamente se dedicaba a organizar empresas que estuvieran desorganizadas, ni más, ni menos. ¡Esa era la ayuda que necesitaba José!





Continuará 

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