Desde épocas remotas han existido tribus nómades en el desierto del Sahara, su constante desplazamiento se debe a que no pueden permanecer en un lugar porque el clima del desierto es tan hostil, que deben buscar agua y pasto para sus animales y alimentos para sus familias constantemente, porque en los oasis los recursos se agotan rápidamente.
Por este motivo sus viviendas son carpas ligeras que se arman y desarman con facilidad para ser transportadas.
Su medio de transporte son los animales como los camellos, caballos o burros. Su dieta está compuesta por carne, leche, dátiles y otros frutos.
F.B.
La tribu que albergó a los cinco amigos, resultó ser pacífica. El trabajo que debían realizar, no era muy pesado, consistía en cuidar de los animales, reparar las telas de las carpas y se incrementaba cuando el jefe que se llamaba Caleb, ordenaba que era hora de partir a otro lugar.
Cuando el momento de partir llegaba, todos en el campamento se abocaban a desarmar sus carpas y cargarlas en sus camellos, para después emprender el viaje. Las jornadas en el desierto en busca de otro oasis eran agotadoras, podían estar trasladándose varios días hasta encontrar agua y comida para sus animales; por las noches se descansaba al aire libre soportando el frío intenso; en cuanto amanecía se retomaba el viaje para aprovechar que el sol no era tan fuerte.
Los cinco amigos disfrutaban de sus charlas durante las noches en torno a una fogata después de cenar.
—Extraño a mis padres —dijo Mut, mirando el fuego.
—Yo también hermana, —le respondió Maat, abrazándola—, lo que más me mortifica es pensar que estamos tan lejos de ellos y no podemos saber cómo están, sumado a que me duele el alma con solo imaginar que quizás no los volveremos a ver nunca más, no podemos regresar a nuestro hogar porque seríamos apresados y después nos matarían.
—Mejor es pensar que llevamos a nuestros padres con nosotros —dijo Nadab para reconfortarse— no me digan por qué, pero yo presiento que volveremos a verlos.
—No deben perder las esperanzas —dijo Esteban— el tiempo pasa, y muchas veces las cosas se olvidan, ustedes no mataron a nadie, su hermano solo hirió a un sinvergüenza borracho, porque si no lo hacía no sabemos qué hubiera ocurrido.
—Es muy cierto —dijo Juan— y además piensen que no son los culpables de nada, el destino quiso que tengan que pasar por esto, deben ser fuertes y reponerse.
—Por suerte la tribu de Caleb es pacífica y todos nos aprecian —dijo Esteban.
—Todos menos uno —dijo Nadab con una sonrisa pícara.
—Si es cierto —dijo Esteban— al viejo chamán le gustaría comernos crudos, después de lo de la araña, su prestigio de sanador quedó por el piso.
Todos rieron.
Estaban hablando todo esto, cuando de pronto, llegó alguien que no acostumbraba a visitarlos para charlar, era Caleb, que se sentó en el piso junto a ellos.
—Debo decirles algo muy importante —dijo el jefe de la tribu mientras en sus negros ojos se reflejaba el fuego— acaba de llegar nuestro explorador, al cual envié a que observara nuestro próximo destino, del cual estamos a un dia de viaje, pero lamentablemente no me trajo buenas noticias; el oasis está ocupado por una de las tribus más peligrosas que merodean estos lugares. No nos queda más comida ni agua para soportar muchos días o ir a otro lugar; esto nos obliga a tener que pelear por el agua; con el riesgo que implica para nuestras familias, pero ustedes no tienen nada que ver con nuestros problemas, por lo cual, es mi obligación decirles que están libres de hacer lo que deseen; si les parece, pueden irse ahora mismo de aquí. Les deseo que los dioses de la naturaleza los protejan.
Después de decir esto el jefe se paró y se fue.
Esta novedad tomó tan de sorpresa al grupo de jóvenes que no supieron qué contestar; todos se miraron entre sí perplejos, pensando que otro nuevo peligro se avecinaba.
—Yo estoy dispuesto a pelear junto a estos hombres —dijo Nadab— son gente pacífica y nos tratan bien; pero lo que yo piense no necesariamente tiene que involucrarlos a ustedes.
—Donde tú vayas, yo iré hermano —dijo Maat.
—Yo también si es necesario voy a pelear junto a ustedes. —agregó Maat.
—Tanto Esteban como Juan sabían que ellos dos poseían el reloj si se presentaba una situación riesgosa, tenían la posibilidad de utilizarlo, pero con la triste situación que esta posibilidad no incluía a sus tres amigos los cuales se habían convertido en parte de su propia familia.
Esa noche cuando se retiraron a descansar, Esteban y Juan se quedaron hablando en su carpa.
—Nuevamente nos encontramos en un dilema que ya conocemos —le dijo Juan a su amigo.
—Así es —respondió Esteban— tener el privilegio de poder viajar por el tiempo tiene aspectos muy dolorosos, a medida que transitamos por él, conocemos a personas a las que les tomamos aprecio y después las perdemos.
—Es como experimentar muchos presentes al mismo tiempo —dijo Juan.
—Exactamente apreciado amigo, o experimentar varias vidas.
—Justamente estaba pensando en eso —dijo Juan— quizás nunca morimos, y la vida es un devenir de acontecimientos o de vidas, que comienzan cuando nacemos y termina cuando morimos, pero que siempre nuestro Ser es el mismo.
—Después de experimentar esto que estamos viviendo con este viaje fabuloso, llego a la conclusión de que lo que tú dices es muy posible —dijo Esteban— es más, quizás el reloj no nos hace viajar por el tiempo; este artefacto solo nos hace recordar lo que hemos vivido en otras épocas.
—Tienes muchísima razón querido amigo —incluso, si por algún motivo perdiéramos la vida; nuestro Ser, continuaría al instante existiendo en otro presente, en otro tiempo, y esto ocurriría, hasta el final de los tiempos.
—Tu razonamiento es muy verosímil —dijo Esteban—, yo agregaría que al ser nosotros viajeros del tiempo, tengamos en cuenta que venimos del futuro; pero en este nuestro presente aquí, viviendo con un antiquísimo pueblo nómade; ese futuro del cual provenimos no existe todavía, e incluso si de algún modo el reloj nos lleva nuevamente a ese futuro del que venimos; no sabemos si este será igual al que conocíamos.
Ambos amigos se quedaron callados pensando en la oscuridad de su carpa, en algún lugar del inmenso desierto; y también, en algún lugar de la vastísima historia.
Poder definir que significa el “Ser”, es algo que se ha planteado el hombre por siglos, Filósofos de diversas corrientes han tratado de responder esta pregunta: ¿Qué es el Ser?.
Solo a los efectos de establecer la importancia de su significado, estimado lector, recomiendo que aquel que le interese continúe investigando en lo que escribieron los filósofos como por ejemplo Sócrates (Atenas, 470 a. C.-399 a. C) el cual no desarrolló una teoría exhaustiva sobre el Ser en el sentido metafísico, su filosofía giraba en torno a la idea de que el “Ser” más auténtico se encuentra dentro de cada individuo. A través del conocimiento de sí mismo y de la búsqueda de la virtud, el ser humano podía acercarse a una comprensión más profunda del Ser.
F.B.
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