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domingo, julio 09, 2023

EL ESPEJO ROTO DEL SÓTANO

 


En los sótanos se suelen guardar cosas de todo tipo, la mayoría pasan a ser trastos que nadie ya recuerda y nadie utilizará jamás; pero también se guardan recuerdos, cartas, fotografías, libros, o ciertos objetos de alguien.

Se nos puede ocurrir, un día, ir a ver que hay allí, que encontramos, quien dejó algo olvidado, o incluso oculto.

Los sótanos son lugares en donde la luz no es frecuente; sabemos que allí se pueden acumulan historias, que pueden ser tonterías graciosas, o tristes, o tan lejanas que sus protagonistas ya no están para rescatarlas, todo depende de quién o quienes dejaron esos recuerdos allí tapados por una sábana descolorida. 

¿Conviene revolver los sótanos?, o es mejor dejar todo en ese lugar, sepultado para siempre. 

Nosotros en nuestra mente poseemos también un sótano, que muchos, no queremos abrir por temor. Sin duda, existen pasajes de nuestra vida que muchos deseamos olvidar, o no queremos reconocer que esos hechos sucedieron, y permanecen allí, en absoluto silencio, cubiertos por el silencioso manto del olvido. 

Pueden existir hechos que no queremos afrontar, para continuar viviendo sin permitir que la luz del sol ingrese a ese sótano privado, nuestro.

También puede ocurrir que a uno de nosotros se le ocurra, abrir ese sótano para que la luz ingrese, es alguien que desea afrontar lo que allí hay, y entonces, baja por esa escalera en penumbras y abre la puerta, después, retira esa pesada frazada que oculta; eso.

Si lo hacemos, tal vez iluminaremos algo; lo expondremos a nuestro parecer de nuevo, como si recién hubiera ocurrido.


Esa tarde fui al sótano; al entrar todo estaba en desorden, un par de sillas rotas, un ventilador de pie, un respaldo de cama de bronce, una lámpara colgaba del techo, una vitrina llena de libros, unos marcos de cuadro sujetos a la pared, una bicicleta con una sola rueda, una vieja mesa redonda con algunas cajas. Detrás de un pequeño aparador, una manta tapaba algo, me intrigó ver que había y la retiré, había un espejo ovalado con su bisel, enmarcado en madera, pero quebrado; la línea de su rotura lo atravesaba al medio a cuarenta y cinco grados de derecha a izquierda. Después de sacar todo lo que estaba frente a él, y observar detenidamente, no podía recordar a quién pertenecía o quien lo había dejado allí; quizá lo habían dejado los antiguos dueños de la casa, el robusto soporte que lo sostenía y el marco ovalado era de madera de Teca, hermoso, pero lamentablemente el espejo estaba roto. Me senté sobre un cajón frente a él, y me quedé allí, mirándome; la rotura distorsionaba mi imagen, pero los dos pedazos separados por la rajaduras poseían una planitud excelente. Después de estar un largo rato frente a él, todo lo que se amontonaban en aquel lugar me provocaba la sensación de estar en un lugar muy lúgubre; no sabía de quién era todo aquello, pero me sentí atraído por esas cosas, cuando abrí la vitrina de los libros, en sus viejos lomos se leían títulos variados de historia, clásicos y novelas: Don Quijote de la Mancha, Romeo y Julieta, Crimen y Castigo, Matar a un ruiseñor, Cumbres Borrascosas, y las lista seguía, biografías de Napoleón, San Martín, y Juan Manuel de Rosas.

Los objetos y los libros, transmiten una idea de quién era su dueño, algo muy importante de esa persona quedó allí, detenido en el tiempo. 

La casa era de mis padres, los cuales, se la compraron a un señor de nacionalidad italiana que vivía solo, al cual yo nunca llegué a conocer, es decir que la mayoría de las cosas que estaban acumuladas y olvidadas allí no pertenecían a mi familia; no obstante, ese espejo roto me provocaba cierta curiosidad, no puedo explicarlo, pero cuanto más me miraba en él, más percibía que el que allí se reflejaba no era yo, a pesar que mi cara y mi ropa eran mías, sentía que esa persona que se reflejaba en ese espejo era otra. Decidí taparlo nuevamente y olvidarme de esa sensación tan extraña. 

No comenté nada de esto con mi familia, pero todos los días que siguieron ese espejo continuaba perturbando mi mente. Había transcurrido una semana, y nuevamente algo me impulsó a regresar al sótano y destaparlo nuevamente. Al hacerlo, surgió algo más inesperado, podía verme, pero tal vez por como ingresaba la luz de un pequeño ventiluz que se encontraba a mi espalda, solo podía observar mi silueta, pero no los rasgos de mi cara, mi cuerpo era solo una mancha negra partida por ese lamentablemente e irreparable quiebre. Seguí observando un largo rato, y algo que se cruzó por detrás, cuando miré, nada había; imaginé que podía haber sido una laucha, pero no lo pude confirmar, después, tapé nuevamente el espejo y me fui.

En la cena, mi señora me preguntó que había en el sótano, porque se le había ocurrido que podría servir como un lugar de trabajo para mi, y estar más cómodo realizando mis proyectos. En un primer momento me pareció que era un lugar muy obscuro y también húmedo, pero después se me ocurrió que podía remodelar aquel lugar, y realizar un patio inglés en uno de sus laterales, del lado del jardín trasero de la casa, y esto me permitiría el ingreso de mucha luz, y poder tener una buena ventilación. Cuando le comenté la idea a mi señora, se entusiasmó y ella se encargaría de decorar el patio con un jardín vertical, ambos imaginamos que ganábamos un gran espacio para la casa; quedé en poner manos a la obra, y lo primero era deshacerme de todo lo que allí molestaba. A la semana siguiente contraté un contenedor y empecé a cargarlo con todos esos trastos viejos, cuando este se llenó, solo quedaban en el sótano, la vitrina con los libros, y el espejo, que por el momento no me molestaban porque la superficie que ahora quedaba libre era enorme. Aquellos libros, tan cuidados, bajo ningún concepto podía tirarlos, pensé en conservarlos, y leerlos, su dueño lo merecía; en cuanto al espejo, me provocaba una atracción muy extraña, era algo que no podía explicar. 

Los trabajos de remodelación me tomaron todo ese verano, y durante el otoño, junto a mi señora, construimos el jardín vertical, frente al ventanal.

En primavera, todas las plantas habían crecido y comenzaban a mostrar sus primeras yemas, que al poco tiempo, dieron lugar a unas flores extraordinarias con un colorido exuberante. 

Coloqué mi mesa de trabajo próxima al ventanal de tal forma de poder lograr que la luz del día iluminara mis láminas desde la izquierda, esto me permitiría que con solo levantar mi vista pudiera gozar del colorido de ese muro de colores. Después de pensar dónde ubicar a ese viejo espejo roto, se me ocurrió colocarlo frente a mi escritorio, a unos pocos metros, con una inclinación mirando al ventanal, esto me permitió que aquel espejo al mirarlo se convirtiera en un cuadro ovalado repleto de flores, curiosamente su rajadura no se notaba. La biblioteca la ubique en uno de los muros detrás de mi escritorio, y el equipo de música sobre una pequeña mesa.

Como el patio inglés era amplio, puse una pequeña mesa de hierro fundido con dos sillas sobre el piso de piedra clara, y allí disfrutamos junto a mi señora del té de la tarde escuchando música. 

Una día de invierno me encontraba trabajando solo, tratando de terminar un trabajo retrasado, cuando comenzó a llover, solo la luz de la lámpara del escritorio iluminaba mi mesa de trabajo, al encenderse las lámparas del patio inglés, las mismas se reflejaron en el espejo; de pronto pude ver que una sombra paso por el espejo, al mirar hacia el patio pensando que alguien estaba allí, no había nadie, supuse que podía haber sido el gato de mi vecino; pero al cabo de unos minutos, una vez más esa sombra se reflejó en el espejo, ahora estaba seguro. De pronto, un hombre con sombrero me miraba desde ese viejo espejo; miré nuevamente al patio y no había nadie. Tuve el impulso de salir de allí, pero una nítida voz me detuvo.


—No me tengas miedo, no puedo hacerte ningún daño, al contrario, debo agradecerte mucho de lo que has hecho por mí. —no podía salir de mi asombro, ese hombre se reflejaba en ese espejo y me hablaba—


—¿Quién eres? —le pregunté, pensando que estaba soñando—.


—Me llamo Adolfo Piglioni, soy el primitivo dueño de esta propiedad, de esos viejos libros y de este espejo, por algún motivo, solo puedo venir a este lugar que siempre me atormenta, pero esta vez, seguramente por algún otro motivo, me permiten conectarme con alguien, ese alguien eres tú. —esto me decía esa imagen a la que solo veía en penumbras, era una silueta como una sombra, pero la misma me hablaba—.

Conozco tu nombre, y se lo que has hecho aquí, y te debo agradecer, porque has logrado que ingrese la luz en este lugar en el que jamás entró, o mejor dicho, yo nunca permití que entrara. Tengo muy poco tiempo, no me permiten hacer esto con frecuencia, te contaré algo que sucedió justamente en este lugar y este espejo es testigo; aquí pasaba mis días con mis libros y mis cuadernos controlando a mis clientes, desde muy joven me dediqué a prestar dinero, mi ambición me llevó a cuidar mis bienes, pero no cuidé a mi familia, hasta que me quedé solo, no me importó, estaba ciego; hasta que ocurrió lo inevitable; uno de mis clientes que estaba muy retrasado con sus pagos, me pidió que nos reunamos, cuando vino, estaba notoriamente desesperado, en lugar de calmarlo, comenzamos a discutir, yo lo acorrale, y le dije que si no me pagaba esa misma semana remataria su casa; fue entonces cuando saco un revólver y me disparó, no tuve tiempo de decirle nada; creo que la muerte por lo general no avisa, no me imaginaba ese desenlace, caí de espaldas y pegué con mi cabeza en este espejo, después, todo fue como un viaje. Cuando dejamos de existir, el tiempo para nosotros se detiene; pero los que cargamos con una vida de malas acciones quedamos atrapados en algún lugar, a mi me ha tocado este espejo, y aquí parece ser que estaré hasta el fin de los tiempos, es una condena insoportable que usted sin saberlo me brindó la posibilidad de poder ver al menos un jardín majestuoso. Le aseguro que no lo volveré a molestar, solo le ruego encarecidamente que cuide siempre su jardín y permita que este espejo esté siempre en este mismo lugar. —Cuando esa voz y esa figura se disiparon, me quedé asombrado, pero no estaba soñando, lo que vi y escuché ese día fue cierto—.

Decidí no contar esto a nadie hasta hoy; después de ese día, solo habían pasado un par de semanas, cuando fui a buscar unos papeles a mi escritorio, nuevamente la figura del espejo estaba allí,y esto me dijo:


—Hola, no se asuste, esta será la última vez que vendré por aquí, mi castigo terminó, me han permitido subir a otro estado que no se como será. Me gustaría estimado amigo poder regalarle algo, pero en mi situación, no tengo posibilidad de tales cosas. No obstante me gustaría decirle algo, no se trata de un consejo, yo no soy quien para darlo, tómelo como una posible recomendación de alguien que vivió gran parte de su vida equivocado. Vivir se puede parecer a realizar un cuadro, podemos elegir infinitos temas y utilizar cientos de colores y tonalidades, todo depende de nosotros, el cuadro que yo realice no quise compartirlo con nadie, y en este lugar donde lo hice, aquí lo terminé, o mejor dicho otro lo terminó por mi de la peor manera. Por eso querido amigo, usted sin quererlo, me enseñó que se puede conseguir ingresar luz, color, flores, y vida, donde no hay, le estaré siempre muy agradecido. —después de decir esto, esa imagen del espejo se retiró y nunca más regresó —.


Cuando por algún motivo debo tomar alguna decisión importante, recurro a observar a ese espejo, y a las flores de mi jardín que se reflejan en él, y siempre surge el mejor camino a seguir.






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