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viernes, julio 12, 2024

VIAJE AL PASADO (quinta entrega)

              El padre de Sol y Luna salía a pescar todos los días acompañado por diez hombres; ese rutinario trabajo les demandaba mucho tiempo porque necesitaban conseguir la enorme cantidad de pescado que requería el “espíritu de la montaña” más lo necesario para sus familias que era otro tanto; es decir, que la mitad de la pesca era para ese gorila holgazán al cual todos odiaban pero tenían que soportarlo porque lo ordenaba el grupo de los mayores. 

Para ello iban al gran lago y subidos a  balsas pescaban con sus redes para después trasladar toda la carga en carros; cuando llegaban a la ciudad se descargaba la mitad y la otra mitad se transportaba en canastos que llevaban sobre sus cabezas hasta la entrada de la cueva del enorme gorila. Las mujeres ayudaban en algunas tareas de la quinta, el trabajo en los telares y la cocina; todo el trabajo pesado lo realizaban los hombres: sembrar, cultivar, esquilar, cuidar los canales de riego, realizar los ladrillos de barro cocido, atender los corrales, y en los talleres de fraguas moldear las herramientas. 

Los hombres y mujeres mayores, se dedicaban a tareas como la de filetear los pescados, la alfarería, el arreglo de las redes de pesca, y buscar entre las montañas las plantas medicinales. 

Cuando se aproximaba el invierno, la pesca se complicaba porque la superficie del lago se congela; para solucionar esto, antes del frío llenaban enormes depósitos de piedra con pescado en sal, y otros cobertizos con diversos y nutritivos tubérculos para cuando las quintas no produjeran la cantidad necesaria por el intenso frío. 

Durante esta época antes de las nevadas, un grupo de hombres solo se encargaba de cortar leña y acumularla en una enorme leñero para que todas las familias pudieran tener sus fogones encendidos. Todos entendían que para cuando viniera el frío, debían de estar preparados, porque de ello dependía seguir viviendo al resguardo del calor del fuego en sus hogares. 




          Esa mañana de primavera, Sol y Luna fueron a buscar hojas de los árboles gigantes, cuando estaban por terminar de llenar sus cestas, sintieron hablar a dos personas en un idioma que no entendían, por precaución, porque sabían que en ese bosque había criaturas que no eran amigables, se escondieron entre unas enormes raíces para saber quién hablaba.

 Esteban y Juan charlaban distraídos después de haber comprendido que aquello que pasó cerca de su campamento era un enorme y pesado animal que había dejado su deposición, de la que emanaba un olor que se podía sentir desde muy lejos.

—Se me han ido las ganas de desayunar Juan.

—A mi también, creo que mi ropa se impregnó de ese olor horrible.

—Por la forma y tamaño de sus huellas, yo diría que se trata de un enorme simio de varias toneladas de peso; espero no estar frente a frente de esa animal jamás. 

Cuando ambos jóvenes estaban diciendo esto, salieron a su paso de improviso, Sol y Luna. Los cuatro quedaron frente a frente más que sorprendidos, los muchachos por toparse con seres humanos y las chicas por ver por primera vez a hombres de tez blanca.

Sus miradas se cruzaron, eran las miradas de cuatro personas jóvenes que estaban en un mismo lugar, pero separadas por miles de años.

Se dice que existen personas que están vinculadas por lazos ocultos en épocas distintas, esta podría ser una de esas extrañas situaciones, en donde un intrincado destino, une a seres muy separados en el tiempo; por algún motivo, o quizás porque esas mismas personas son lo que se suele denominar como almas gemelas; la verdad es, que sí algo así es posible, también es incomprensible y todo depende de quien quiera creerlo o no.

La sensación de los cuatro adolescentes fue primero de sorpresa, pero cuando intercambiaron sus miradas en profundidad, allí había algo mucho más grande que sorpresa, fue como si hubiera existido una conexión anterior. Los cuatro se quedaron parados frente a frente un largo rato, sin saber que decir; hasta que Sol dirigiéndose a Juan, dijo en su idioma, incomprensible para un joven del futuro.

—Hola, ¿cómo te llamas?

Juan solo sintió que esas palabras no eran agresivas, todo lo contrario, y sin entender ese idioma dijo:

—Me llamo Juan ¿cómo te llamas tú?

A Sol se le iluminó la cara con una amplia sonrisa, porque le causó gracia ese idioma y esa cara de asombro de un muchacho desconocido de color blanco.

Por fin los cuatro rieron distendidos, y Luna, tomando dos ramitas, hizo una cruz en el piso y dijo unas palabras, haciendo unos ademanes que los chicos entendieron de inmediato: “nosotras dos, somos de allá, mañana, vendremos aquí, nuevamente”. Después ambas hermanas se fueron corriendo y se perdieron de vista.

Cuando las dos hermanas llegaron a su casa para contar de su hallazgo, su madre no estaba por lo que recurrieron a su abuela. 

—¡Abuela!, ¡abuela! —gritaron ambas agitadas—

—¿Qué les pasa a las niñas, vieron un duende en el bosque?

—Creemos que sí Abuela, —dijo Sol— con una cara que la abuela interpretó que algo muy impresionante habían visto.

—Eran dos duendes con aspecto de chicos, de nuestra edad, que hablaban en un idioma muy raro, nos parecieron ser muy buenos, pero lo más increíble es que su piel era blanca.

—¿¡Blanca!?, es imposible —les dijo la abuela muy seria— no existen duendes, ni personas de tez blanca.

—Tenían la cara y las manos blancas abuela —dijo Luna emocionada— mañana iremos a verlos de nuevo. 

—¡No!, —dijo la abuela seriamente— ustedes no irán allí solas hasta que su padre sepa que cosa vieron.

Esa misma tarde, la abuela le contó toda esa historia al padre de Sol y Luna, y este quedó preocupado, porque existían muchas leyendas ocurridas en el bosque de los árboles gigantes. 

—Mañana iré a ver qué es lo que vieron, que las conmocionó tanto. —dijo el padre a sus hijas— 

Al día siguiente el padre de Sol y Luna las acompañó al bosque.

Cuando llegaron al lugar, Esteban y Juan, estaban allí, se habían quedado dormido con sus espaldas apoyadas en una gruesa raíz.





El padre de las chicas se acercó con cuidado y observó con asombro que la piel de esos dos muchachos era blanca; por si acaso antes de despertarlos, puso a resguardo a sus dos hijas.

Cuando Esteban y Juan abrieron sus ojos, frente a ellos vieron parado a un corpulento y alto hombre que los miraba con cara de pocos amigos. Por fin el encuentro se tornó más cordial cuando Sol y Luna intervinieron, logrando entenderse con señas. Ambos muchachos comprendieron que aquel hombre era el padre de sus recientes amigas y ambos le dieron su mano con mucho respeto, hasta que el papá de las chicas con una amplia y distendida sonrisa les indicó el camino para que los acompañaran al pueblo. 


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jueves, julio 11, 2024

VIAJE AL PASADO (sexta entrega)

                Cuando Esteban y Juan vieron el pueblo de Sol y Luna quedaron deslumbrados, sus casas, sus templos; y sobre todo su forma de vivir que a pesar de ser simple, contaban con lo suficiente para estar muy bien.

Con el transcurso de los días ambos amigos se fueron incorporando a esa vida; el padre de Sol y Luna les arregló provisoriamente un lugar en la leñera, para que pudieran vivir allí.

Pero la pregunta fundamental que le hicieron fue: ¿de dónde vienen ustedes?, cuya respuesta que sería “del futuro”, no podían darla, porque para esa gente algo así sería incomprensible.

Decidieron decir que eran viajeros exploradores pertenecientes a un antiguo pueblo que estaba detrás de las montañas. Esto fue bien recibido y le creyeron. 

Su amistad con Sol y Luna fue creciendo y en sus charlas fueron aprendiendo el idioma de ellas, el cual no tenía demasiadas palabras; un mismo sonido, podía tener varios acepciones, curiosamente no tenían escritura, todo dependía de la palabra, y sus recuerdos. Fueron aceptados en la mesa familiar de Sol y Luna, y también entendieron que para poder vivir en la comunidad debían de trabajar en algo; les gustó la actividad en los hornos de ladrillos y allí trabajaban todo el día con esmero.





Antes de continuar con la historia, debemos tomar en su verdadera magnitud, lo que significa el  impacto que ocasiona un hecho asombroso como este, en donde viajeros del futuro, en este caso del siglo XX, irrumpen en una civilización ubicada en una época remota del pasado. 

En primer lugar, la creencia de todo un pueblo en suponer que acontecimientos geológicos dependen del carácter de  un animal, ya es una cuestión a develar y resolver, siempre que dicho pueblo acepte la explicación de cómo se desarrollan los eventos como los terremotos y la actividad volcánica. 

F.B.


Esteban y Juan no encontraban a quien poder explicar que mantener a un holgazán y despiadado gorila, era un error, y la situación lamentable del esfuerzo que debían realizar para alimentarlo.




Una noche en la cena familiar con la familia de Sol y Luna, salió el tema de el gorila y el enorme trabajo que debían hacer para mantenerlo calmado. Esteban no pudo con su genio y dijo esto:

—En nuestro pueblo sucedía algo similar a lo de usted, se trataba de un enorme elefante que era cuidado y venerado por considerar que era el responsable de las buenas cosechas. Hasta que un dia nos dimos cuenta que esto no era así, las cosechas dependían del clima, de si llovía o no, y la lluvia era la encargada de regar nuestros sembradíos; nos dimos cuenta de eso cuando tuvimos que realizar un viaje y encontramos otro pueblo, que no veneraban a nadie, pero la lluvia de todos modos los favorecía. —cuando Esteban relataba esta historia, el padre de Sol y Luna, lo escuchaba con mucha atención— por eso yo creo que la actividad volcánica o los movimientos de la tierra no se debe al “espíritu de la montaña”, es debido a las placas tectónicas de la tierra, que nada tienen que ver con un gorila holgazán que está acostumbrado a conseguir su alimento sin esforzarse. 

Cuando Esteban terminó su discurso no imaginaba cómo iba a reaccionar el jefe de la familia, pero la sorpresa sobrevino cuando el hombre, se puso de pie y dijo:

—Quiero que hoy mismo vengas conmigo, porque deseo que les digas tu idea al consejo de ancianos; yo hace mucho tiempo que pienso lo mismo que tú, pero nunca tuve la capacidad de explicarlo.

Esa misma noche el padre de Sol y Luna, junto a los dos amigos fueron al templo en donde se reunía el concejo.

El anciano principal se llamaba Teatek, era un hombre que inspiraba respeto y era venerado por todos, después que el padre de Sol y Luna, presentó a los forasteros blancos, todos se sentaron en torno a una fogata y le permitieron a Eugenio explicar su parecer. Lo más complejo fue hacer entender lo de las placas tectónicas y sus movimientos pero, tomando dos piedras planas, pudo hacerlo, en cuanto la lava que escupen los volcanes, inventó algo que le dio resultado, una historia que le contó su padre, en donde, la tierra era la madre de todas las cosas, incluso era la madre del gorila, y que cuando se enojaba hacía sentir su furia incontrolable que ningún hombre o animal puede aplacar. 




Teatek se le quedó mirando seriamente a los ojos, y después dijo:

—Entonces, ¿hemos estado equivocados y hemos trabajado de más sin necesidad durante años?.

Esteban no sabía cómo responder a esta pregunta, para no ofender al anciano, al demoler una idea de años de vivir equivocados.

—Lo que ocurre  —dijo Juan entendiendo el conflicto—  que todos los animales, son como nosotros, hijos de la tierra, y esto provoca una continua confusión para poder entender qué rol debemos cumplir; por ejemplo nosotros, vivimos para sostener alegre y sana a nuestra comunidad como usted lo hace señor, y los animales, están para servirnos y alimentarnos, sin la necesidad de maltratarlos, como lo hacen ustedes con los animales que le dan su lana y los peces.

Teatek miró fijamente a Juan durante unos instantes que para él fueron interminables, pero después con una amplia sonrisa dijo estar muy de acuerdo con esto que los forasteros blancos decían. Por fin se logró un clima de distensión en todos los presentes, que llegó principalmente al padre de las Sol y Luna, que preguntó:

—Qué debemos hacer a partir de ahora con el gorila.

—¡Matarlo!, —dijo Teatek con voz firme.

Pero Esteban tenía en mente otra cosa para un cuerpo de tanta fuerza como el de ese gorila. 

—Con todo respeto señores, yo creo que les brindaría muchos más beneficios si está vivo.

Todos lo miraron extrañados.

—En este tiempo yo he trabajado en la fabricación de ladrillos, y existe una tarea que es la de mezclar el barro con la paja, que demanda un esfuerzo enorme, como mínimo se necesitan quince hombres para mover las pesadas ruedas de piedra para mezcla la argamasa …esa misma tarea la podría hacer el gorila con mucha facilidad. 

Todos se miraron asombrados.

—¿Pero cómo podemos convencer a un animal tan grande que realice un trabajo como ese? —dijo el padre de Sol y Luna.

—Todos los animales son capaces de hacer cualquier cosa por algo indispensable —dijo Juan— su comida y su agua.

—Así es, —afirmó Esteban— pero lo primero es atraparlo colocando una trampa de la que no pueda escapar.





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miércoles, julio 10, 2024

VIAJE AL PASADO (séptima entrega)

           Atrapar a un gorila gigante que tiene una fuerza de veinte hombres, no es una tarea sencilla, por lo cual era necesario estudiar un método que fuera eficaz. 




El padre de Sol y Luna, junto a Esteban, Juan y tres hombres muy hábiles leñadores, empezaron a trabajar.

Después de varios días decidieron utilizar un método muy simple que podría dar resultado; el único inconveniente era tener que realizar una red enorme y fuerte.

Para hacerla de tal envergadura solo era posible con los tallos de una enredadera gigante que crecía en el bosque; se tuvieron que realizar cientos de acarreos para traer infinidad de metros de esa planta; una vez que se consiguió toda la materia prima se comenzó a tejer la red.

Se decidió preparar la trampa en un lugar que todos sabían que el gorila pasaba por allí con frecuencia camino al lago en donde disfrutaba sumergirse. 

Con mucho esfuerzo se subió la pesada red a una altura de más de veinte metros, sostenida por gruesas sogas, que se sujetaron al piso en firmes estacas. 

Esa tarde se realizaría el intento sin poder saber si lo lograrían. Cuando vieron que de la espesura se acercaba el pesado animal, todos se prepararon. Cuando estuvo en el lugar justo donde estaba preparada la trampa, se aflojaron al mismo tiempo todos los tensores y la red cayó con todo su peso sobre el animal. Primero se sobresaltó y después pasó a ponerse furioso; dando zarpazos y pegando unos bramidos terribles, cuando más trataba de quitarse la red más se enredaba en ella, hasta que llegó un punto en el que se quedó agotado e inmovilizado.




Todos quedaron satisfechos, ahora quedaba la no menor tarea de domesticarlo.

A partir de ese día, todo el pueblo de Texlel comenzó a apreciar y respetar a Esteban y Juan por ser dos jóvenes muy trabajadores y aportar nuevas ideas en beneficio de todos. Su amistad con Sol y Luna fue creciendo muchísimo, después de las jornadas de trabajo se juntaban a charlar, y disfrutaban con las ocurrencias de Juan. En una oportunidad, Esteban les obsequió un juego de damas hecho por sus propias manos, que disfrutaban jugando los cuatro. La abuela de las chicas sentía una gran estima por los muchachos blancos y soñaba que cuando fueran adultos iniciarían su propia familia junto a sus dos nietas; pero ese sueño, la abuela no pudo verlo concretado.

Para domesticar al enorme gorila utilizaron el sistema de premios y castigos; si cuando le acercaban su ración de comida este comenzaba a gritar para causar terror, como era su costumbre, ese día no comía; de ese modo el animal fue entendiendo que no necesitaba asustar a los hombres, porque si no gritaba le permitían comer bien sin inconvenientes. 




Después de muchos días de trabajo para domesticar al gorila comenzaron a notarse algunos avances. Un día se decidió que ya era tiempo de que se ganara su propio sustento trabajando. Entre todos los hombres disponibles, le ataron a sus brazos gruesas sogas para llevarlo a la fábrica de ladrillos, sin dificultad pudieron hacerlo, una vez allí, le enseñaron a mover una enorme piedra que se desplazaba para mezclar el barro. Al principio el gorila no sabía que tenía que hacer; pero cuando se dio cuenta que se trataba de mover esa enorme piedra dentro de una enorme pileta repleta de tierra, paja y agua, metiendo sus dos pies en es barro suave, le gustó hacerlo; fue como si estuviera jugando, y hacía exclamaciones de alegría. Ese día en retribución a lo que trabajó, los hombres que lo cuidaban, le dieron el doble de su ración de comida. Al poco tiempo, el animal realizaba trabajos pesados de todo tipo, acarreaba madera desde el bosque, también traía agua en un gran tonel de madera desde el lago, y llevaba los ladrillos terminados a donde se necesitaban. Se lo veía alegre e incluso, ya no era necesario tenerlo atado, realizaba todo lo que se le indicaba con gusto. 




Transcurrieron algunos años de mucha prosperidad para el pueblo de Texel, todo se desarrollaba en armonía disfrutando como siempre de las noches en torno a cálidas fogatas bajo un cielo estrellado, hasta que una noche el anciano principal Teatek, advirtió de algo en el cielo, que se veía nítidamente por donde se ocultaba el sol por encima de los altos picos.




Al principio todos pensaron que era una señal de buen augurio y decidieron realizar una gran fiesta; pero tanto para Esteban como para Juan lo que se observaba en el cielo era un enorme cometa que no les parecía que solo pasaría cerca de la tierra, se inclinaban a pensar que impactaría en ella; ambos sabían del enorme meteoro que cayó en la península de Yucatán en México, al que se le atribuye que este evento terminó con los dinosaurios. 

Al quinto día ambos amigos aguardaron a que se hiciera de noche para corroborar el tamaño del cometa, comprobando que era notoriamente más grande; sin duda era un meteoro que se acercaba a la tierra e impactaría muy pronto.

Esteban y Juan sabían que ante un hecho de mucho riesgo, tenían la posibilidad de utilizar el reloj; pero a estas alturas, la familia de Sol y Luna se habían convertido también en su familia.

—Creo Juan que no debemos de esperar un solo día más y hablar con Sol y Luna sobre el reloj, y de nuestro secreto.

—No creo posible que puedan entender algo así, creerán que estamos locos o nos tomarán recelo.

—Cuando el meteoro de Yucatán impactó en la tierra ocasionó una liberación de energía descomunal que debe haber provocado terremotos en todo el planeta e incluso la activación de muchos volcanes, seguramente nubes de cenizas cubrieron el sol y esto provocó que muriera la vegetación en gran parte del planeta y al no tener alimentos los grandes animales herbívoros también sucumbieron  —dijo Esteban con cara de preocupación. 

—Exacto amigo mío, y también deben haber desaparecido civilizaciones o pueblos enteros.

Ambos se quedaron callados entendiendo que el pueblo de Sol y Luna estaban en peligro y no lo sabían.

Hagamos lo siguiente —dijo Esteban—, esta misma noche, cuando estemos reunidos, inventamos cualquier excusa, un nuevo juego, y les decimos que tenemos que tomarnos todos de la mano, y entonces yo activo el reloj; ¿qué opinas?.

—Me parece bien, lo que no sabemos es cómo se comportará el reloj, con personas de tiempos muy distintos al nuestro.

—No lo sabemos, pero prefiero intentarlo a dejarlos librados a su suerte, al menos quizás tenemos la oportunidad de salvarlos a ellos.

Esa noche fue muy especial, los padres de Sol y Luna, la abuela, los pequeños hermanos y ellas, rieron y disfrutaron todo lo que Esteban y Juan decían; recordaron cuando se vieron por primera vez en el bosque, cuando vieron a su padre con cara enojada y mil recuerdos agradables de juegos y anécdotas. 

Esteban salió un instante con la excusa de ir a buscar agua, para poder mirar hacia el cielo, cuando vio el cometa, su tamaño era enorme; “seguramente impactará esta misma noche”

—pensó preocupado.





Cuando se reunió con todos, Juan lo miró, e inmediatamente interpretó que debían de hacerlo ahora.

—Conozco un nuevo juego que les va a gustar; tenemos que tomarnos todos de la mano y pedir un deseo.

Juan miró a todos y le hubiera gustado que ese instante quedara congelado para siempre en su mente, porque no sabía que les deparaba el nuevo destino. Cuando todos estaban preparados, Juan tomó el reloj y miró una vez más las sonrientes y distendidas caras de Sol y Luna, después le dio cuerda al reloj. 


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martes, julio 09, 2024

VIAJE AL PASADO (octava entrega)

               Todo lo que estaba en el entorno de Esteban y Juan, se disolvió como si hubieran estado soñando.

De inmediato se encontraron en un lugar de altas montaña, con picos nevados, y una persistente llovizna los mojaba de piez a cabeza; instintivamente quisieron encontrar a sus dos amigas y su familia, pero en ese lugar no había nadie, solo se escuchaba el sonido de un viento persistente y helado. 

—¡Sol, Luna!, ¡¿dónde están?!, —gritó Esteban con un nudo en su garganta.  

—¡Chicas, ¿están por aquí?!  —grito Juan con la esperanza de verlas.


       El enorme metero impactó con la tierra liberando una energía catastrófica, la onda expansiva dio vuelta la tierra en tan solo diez segundos devastando todo a su paso, después, fuertisimos terremotos hicieron temblar la corteza del planeta y casi al mismo tiempo cientos de volcanes se activaron expulsando miles de toneladas de lava.

El pueblo de Sol y Luna desapareció en un instante.






Una profunda amargura inundó a los dos amigos; nada podían hacer; quedaron separados de sus apreciadas amigas y su familia por algo inexpugnable; el tiempo. Comenzaron a caminar sin rumbo por un sendero que bordeaba un precipicio del que no se podía saber su profundidad por estar cubierto de una espesa niebla; siguieron caminando hasta que la llovizna dejó de caer y entre las nubes salió un rayo de sol que iluminó un valle por el cual corría un río. 

—Lo mejor será tratar de bajar al valle —dijo Esteban. 

—Estoy de acuerdo, allí tendremos agua.

El descenso no fue simple, tenían que bajar por una ladera muy empinada que tenía piedras sueltas, un descuido podía llegar a ser fatal; por fin lo lograron y llegaron a un sendero que bordeaba el río mucho más caudaloso de lo que imaginaban. Decidieron caminar río abajo, y al poco tiempo de hacerlo vieron a un hombre anciano sentado sobre una gran piedra en una posición muy especial, tenía sus piernas cruzadas y sus brazos extendidos con los dedos pulgar e índice tocándose. 





Cuando llegaron a un pocos metros, Juan lo saludó, pero el hombre no dijo una sola palabra, después de un rato, bajó sus brazos y sin mirarlos dijo:

—Hola forasteros se que ustedes vienen de muy lejos.

Esteban no entendía cómo supo sin mirarlos que eran dos personas, si el único que habló fue Juan.

—Supe que eran dos personas, porque soy ciego y tengo un olfato muy desarrollado. 

Ambos amigos quedaron perplejos, porque aparte de su desarrollado olfato, sabía lo que pensaban.

¿Usted señor lee la mente?  —preguntó Esteban.

—Así es forasteros, no solo leo la mente, conozco muchas otras cosas, por ejemplo se que ustedes son viajeros del tiempo, hace varios años que supe que vendrían, hoy fue ese día que esperaba con ansias. 

Los dos amigos quedaron sorprendidos por lo dicho de ese hombre ciego, fue una sorpresa, no sabían qué decir. Esteban pensó que lo mejor sería tomarlo como algo normal. 

—¿En qué lugar y tiempo, nos encontramos señor?  —preguntó Esteban.

—Estamos en la época del Emperador Qin Shi Huang, en la región de Yinshan. —Dijo el hombre ciego— les recomiendo que vayan al pueblo que está río abajo, y pidan hablar con el señor Xe, de parte mía, mi nombre es Xu; y digan que usted son los que esperábamos. 

Después de decir esto el anciano se colocó nuevamente en la posición que estaba y no dijo una sola palabra más. 

Los dos amigos se alejaron bastante confundidos, ese encuentro con el anciano fue algo inesperado y muy sorprendente, sumado a que hablaba en su mismo idioma, esto era inexplicable. 

—Estamos en una época de grandes cambios políticos y culturales, de China, —dijo Esteban— es el tiempo de la construcción de la gran muralla para defenderse de los pueblos nómadas del norte, los Xiongnu. 





Es difícil imaginar la construcción de algo tan descomunal para conseguir vivir en paz. Se dice que se utilizaron unos 3900 millones de ladrillos, más otros materiales de relleno, se tardó en realizar varios siglos, durante distintas dinastías siempre con el mismo objetivo, defenderse de los peligrosos invasores. 

—De acuerdo a lo que he leído  —dijo Juan— estamos en el siglo III antes de Cristo. 

—Ahí está el pueblo Juan, no es muy grande, yo diría que viven una veintena de familias.

Cuando llegaron a las primeras casas un grupo de chicos salió a su encuentro recibiendolos como a personas muy conocidas y esperadas; sin que ellos dijeran nada los condujeron a una pequeña casa, una vez allí, los dejaron frente a la puerta y se fueron. 

Cuando la puerta se abrió salió un señor mayor de rostro jovial, el cual se inclinó ante ellos, y después los hizo pasar, pidiéndoles por favor que dejen sus zapatos afuera.





Cuando entraron a ese lugar, reinaba una paz que emocionaba, todos los muebles y objetos de la pequeña casa estaban colocados respetando un equilibrio evidente, un gran ventanal, dejaba observar un patio con una pequeña cascada que caía sobre un pequeño espejo de agua cristalina que emitía un sonido monótono al caer.





El interior de la casa poseía unas divisiones de una madera muy bella y papel traslúcido, el piso también de madera brillaba. 

El hombre los invitó a que se sentaran en el piso en torno a una mesa muy baja, en donde un brasero encendido les permitió que sus prendas se secaran.

Cuando el idioma es un impedimento para la comunicación entre personas, un recurso posible es la representación gráfica de ideas, el dibujo.

Aquel hombre dueño de casa, fue a buscar una pequeña pizarra de madera y una tiza y en ella dibujó a una mujer seguida de un nombre al que pronunció en voz alta, “Jiu”.

Inmediatamente de otra habitación se acercó una señora con cuatro tazas de té; al colocar la fuente en la mesa, el señor dijo: “Jiu”, e indicándose a sí mismo dijo “Xe”. Esteban interpretó perfectamente la presentación y después dijo:

—Yo me llamo Antonio y mi amigo, Juan.

Xe, sonrió satisfecho, y después todos disfrutaron de esa sabrosa y aromática infusión con gusto a miel.

Cuando terminaron, la mujer se retiró con las tazas después de hacer una cordial reverencia. 

El dueño de casa se puso de pie y se paró frente a un altar, que tenía una esfinge rodeada de flores y encendió una vela; después hizo una reverencia. Al regresar a la mesa dibujo en la pizarra una luna en cuarto menguante, otra en cuarto naciente y otra llena, después un sol, y por último una flecha que llegaba a un círculo. Cuando terminó de dibujar, miró a ambos y los señaló con su mano, y después señaló ese círculo en su dibujo, que debería ser un planeta.

Los dos amigos entendieron la pregunta y se miraron para establecer una respuesta razonable. 

—Si señor Xe, venimos de lejos —como Esteban sabía que no entendía su idioma, señaló con su dedo ese pequeño círculo de la pizarra y sonrió. 

Esto provocó para Xe una profunda satisfacción y alegría que se vio reflejada en su rostro. Después dibujó a dos niñas y escribió dos palabras diciendo en voz alta “Fen, An”, desde una de las paredes de la habitación se deslizó un liviano panel y se hicieron ver dos mujeres muy jóvenes, evidentemente eran las hijas de Xe.





Cuando los dos amigos las vieron,  nuevamente el contacto de sus miradas les provocó la curiosa sensación de que ya las conocían desde hace mucho tiempo.


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