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martes, marzo 30, 2021

EL DESCONOCIDO

 _ De acuerdo señor Adolfo, creo que si salgo a las siete puedo llevar las carpetas al contador para que las entregue a primera hora,... correcto, buenas tardes señor _

Edgardo sabía que este mandado le implicaba un viaje de trabajo de tres horas extras, entre ida y vuelta, solo que su auto desde hacía un par de días, fallaba en baja, pero cumplir con el jefe preparaba el terreno para pedir ese aumento que lo esperaba desde principio de año.


Después de cargar nafta y subir al baúl las tres cajas llamó a su señora para avisarle que llegaría más tarde, luego emprendió el viaje. Adolfo sabía que en ese horario en la ruta no habría tráfico, si su coche no le fallaba, en una hora y media llegaría a la chacra del contador, había ido varias veces allí pero siempre durante el día nunca de noche, sabía que la tranquera de la entrada estaba muy alejada de la casa como a unos quinientos metros, si llegaba a estar cerrada esto se convertía en un problema porque debería dejar el auto e ir a pie, caminar no le preocupaba pero el contador era un hombre mayor que no utilizaba teléfono, por lo cual tendría que ir a buscar la llave del candado a la casa y regresar a la tranquera, a todo esto se sumaba un inconveniente no menor, los cinco perros del contador que los dejaba sueltos. Pensando en estos posibles inconvenientes sonó su teléfono, al atender, su esposa le comentó algo preocupada que su hijo más chico tenía unas líneas de fiebre, no era mucha, pero hubiera preferido que él estuviera ya en casa. Edgardo tranquilizó a su señora, y la entusiasmó con la posibilidad del aumento que mañana mismo le pediría a su jefe. 


Al ingresar por el camino de tierra, la noche era cerrada, solo podía ver los pastizales de la banquina y de tanto en tanto el alambrado, de acuerdo a sus cálculos le restaba una media hora de viaje, no se podía descuidar, porque la única señal era un pequeño cartel blanco, con el nombre de la chacra "Destino". De pronto en medio del camino alcanzó a ver un bulto muy negro, aminoro la marcha, y se acercó despacio, se asusto cuando el bulto se movió, al frenar, el motor se detuvo y pudo ver una vaca negra acostada que se levantó y corrió por la banquina opuesta, Adolfo este hecho normal del campo, lo sobresaltó lo suficiente como para pensar que la tarea se complicaba de noche, cuando pretendió continuar, ocurrió lo que no debía ocurrir, su automóvil no arrancaba.

Solo las luces iluminaban el camino, pero debía apagarlas para no gastar la batería, eso hizo, en un primer momento la oscuridad era absoluta, al cabo de unos instantes, su vista se acostumbró a la penumbra y pudo disfrutar de las estrellas que tapizaban el cielo como diamantes, un tenue resplandor en el horizonte indicaba la ubicación del pueblo distante, encendió su linterna, buscó una pinza de la guantera, y abrió el capó, la última vez que le ocurrió esto lo pudo solucionar golpeando uno de los bornes de la batería, eso fue a hacer, pero esta vez la maniobra no resultó, lo iba a intentar nuevamente cuando pegado al alambrado sintió unos pasos sobre los pastizales, se sobresaltó y al alumbrar el lugar, solo eran un grupo de vacas, tal vez más asustadas que él. En el apuro la linterna se le cayó y se apagó, escuchó donde había caído, y comenzó a tantear con su mano el piso, pero no la podía encontrar; entretenido con este inconveniente, algo, a unos cien metros del alambrado campo adentro le llamó la atención, observó con más detenimiento y algo blanco juraría que se movía lentamente, imagino que sería otro animal, pero era imposible saberlo, por fin al extender su brazo por detrás de la rueda, allí encontró la linterna. Un segundo intento para que su auto arrancara también fracasó, ¿a quién podría llamar a esa hora y en ese lugar? por algún motivo bajó el capó de su auto, tal vez con la esperanza que arranque, después fue a buscar el teléfono a la guantera, cuando se sentó frente al volante, miró al camino y eso blanco ahora estaba sobre el camino, al encender las luces, pudo ver nítidamente la silueta de un hombre con sombrero que caminaba hacia él. Edgardo comenzó a realizar conjeturas de todo tipo, nada halagüeñas, al ir acercándose lo podía observar muy bien, era un hombre delgado, alto, con saco, sombrero y pantalón blanco, caminaba hacia el auto, y con su mano se protegía la cara, evidentemente las luces lo encandilaban, Edgardo asustado, colocó las trabas de las puertas, y tomó un destornillador. Esta persona se acercó a tal punto de quedar parado a cinco metros del auto, inmóvil.

Habrían transcurrido unos minutos, y Edgardo atinó a abrir la ventanilla y decir en voz alta, _ ¡hola!, ¿que desea?_ 

Y este hombre respondió

 _ he visto que se le quedó el auto, ¿lo puedo ayudar?_

Edgardo sabía que la gente de campo es servicial por naturaleza, pero eso no lo a animaba demasiado, la apariencia de aquel hombre era desprolija, su sombrero ni siquiera tenía una forma, el saco era grande para esos hombros huesudos, y el pantalón era blanco pero notoriamente sucio, al tener este sujeto su brazo levantado no podía verle bien la cara, solo alcanzaba a ver un pañuelo azul o tal vez negro con lunares blancos. Ante situaciones extremas, nunca sabemos de qué forma reaccionamos, nuestro instinto de supervivencia actúa a pesar del miedo o el terror. 

Edgardo, con el destornillador aferrado a su mano bajó del auto y encaró al desconocido. 

_ así es_ dijo Edgardo,

 _ creo que son los bornes de la batería _  

_ ¿quiere que los revise? _ dijo el desconocido. 

Por esas cosas, esa voz a Edgardo le brindaba confianza, era algo difícil de explicar, porque no tenía un acento a nada conocido, ni siquiera campechano, solo era un timbre de voz que bien podría ser la de un profesor, no parecía la voz de un hombre de campo, pero por la indumentaria no parecía que fuera alguien muy instruido, pero las apariencias engañan, se dijo, y entonces respondió 

_ Bueno, ahora le abro el capó, ¿quiere que ilumine con la linterna?_

_ No hace falta, quédese arriba, yo le aviso _

El hombre abrió el capó, y Edgardo no podía ver que estaba haciendo, no se escuchaba ningún sonido, al cabo de unos minutos, el visitante dijo.

_ ¡ ahora dele arranque!_

Al primer intento el auto arrancó perfectamente, Edgardo no podía creerlo, pensó bajar a agradecer, pero el hombre le dijo que no bajara y que mantuviera el acelerador apretado, después de bajar el capó el desconocido se acercó a la ventanilla donde estaba Edgardo y se quedó allí parado, Edgardo agradecido le dijo.

_ ¿ qué le debo por la gauchada amigo?_

_ Nada _ dijo esa voz. 

Edgardo al estar sentado y el hombre próximo a la ventanilla seguía sin poder verle la cara.

_ Continúe con su viaje Edgardo _

Edgardo quedó mudo, ¿de dónde lo conocía? Lo había llamado por su nombre.

_ ¿Usted me conoce señor?_

_ Ahora lo acabo de conocer,... antes no_

Edgardo continuaba asombrado,

_ ¿Usted vive por aquí? _

_ Digamos que si _

_ Quedo en deuda _ Dijo Edgardo.

_ No se preocupe ha sido un gusto poderlo ayudar, continúe con su viaje _

_¿Quiere que lo alcance a alguna parte? _ insistió Edgardo.

_ Le agradezco, mi lugar es este,... disculpe, antes que se vaya, usted merece que le comente algo _

_ Digame_  dijo Edgardo intrigado.

_ Bueno, vea, puede ir tranquilo, la tranquera del contador, está abierta, y los perros están atados, también le digo que su jefe el cual le tiene mucho aprecio, no le aumentará el sueldo este mes, el próximo sí, y regrese a su casa confiado, a su hijito ya le bajó la fiebre _

Aquel hombre, después de decirle esto, se retiró caminando con tranquilidad, por donde vino, Edgardo lo siguió con la mirada y con el corazón en la boca, hasta que se perdió de vista en la oscuridad. Edgardo no atinó a llamarlo para preguntarle sobre todo esto que le decía. Edgardo continuó con su trabajo con la profunda curiosidad hacia esa persona, que bien se podría decir que solo estaba allí esa noche para ayudarlo.


Absolutamente todo lo dicho por el desconocido se cumplió al pie de la letra, Edgardo nunca comentó con nadie este extraño encuentro, ya habían pasado dos meses, y una mañana debía de llevar unos papeles al contador; cuando pasó por aquel lugar, detuvo su auto, se bajó, y miró a su alrededor, eran campos de pastoreo, y los yuyales estaban altos, al observar en la dirección donde aquel hombre apareció, observó algo oscuro, diferente al color de los pastizales, cuando se internó en el campo después de pasar por el alambrado, lo pudo ver, a pleno sol, se podría decir que lo estaba esperando.

Era un espantapájaros ya olvidado incluso por el tiempo, con sombrero, saco, pantalón blanco muy sucio, además de roto, y pañuelo negro con lunares blancos, sus hombros eran solo un palo viejo cruzado sobre un poste, su cara, un manojo de paja seca, Edgardo se quedó allí un largo rato, la briza del campo movia una manga que colgaba descocida, pero el pañuelo se mantenía firme, el sombrero ya no tenía forma, pero Edgardo se lo acomodó lo mejor que pudo, y luego dijo… _ Gracias,...amigo _  





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domingo, marzo 28, 2021

CUANDO EL MUNDO SE DETUVO

   El viento era el único testigo de aquella consecuencia imposible de prever, papeles y hojas arrastrados por calles desiertas, y algunos animales fuera de su hábitat o mejor dicho ocupando su nuevo espacio de vida, era lo último que ya nadie podía observar, porque todos se habían retirado, ahuyentados por sucesivas pandemias imposibles de detener. Los magníficos rascacielos realizados por el hombre, continuaban allí, erguidos, sobre avenidas interminables vacías y silenciosas. Las enormes estaciones ferroviarias solo estaban ocupadas por miles de vagones detenidos. Por las noches, la energía eléctrica no convertía más la noche en día, en los aeropuertos enormes aviones se habían abandonado sin remedio. Millones de familias habían huido al campo y el descontrol reinaba, nada se pudo planificar, todo se desarrolló en muy poco tiempo guiado por el terror a contagiarse,los centros de salud no funcionaban por no tener ni enfermos ni médicos. La información que hasta no hacía mucho era un logro humano sin precedentes, en poco tiempo se deterioró, el sistema no se podía sostener sin energía y sin empleados que la controlen y sostengan, la economía mundial estalló por los aires, y junto a ella los recursos económicos de millones de personas habían desaparecido en poquísimo años. Los principales poderes mundiales no pudieron detener la ola de terror, los tomó por sorpresa, y al deteriorarse la información confiable, todo se arruinó aún más sin remedio ni solución a la vista. Los puertos de todo el mundo quedaron con miles de buques de carga incluso muchos cargados pero abandonados, ante esta situación no era muy difícil prever un colapso aún mayor, la pérdida de todos los avances tecnológicos que poseía la humanidad, satélites,  centrales eléctricas, la plantas purificadoras de agua, todo aquello que parecía cotidiano, simple y para siempre, se detuvo en casi solo dos años, el transporte de mercaderías no funcionaba, por ende el mundo entero se había detenido. 

Los principales países quedaron desconectados unos de otros, incluso los vínculos sociales también, grupos de pequeñas comunidades trataron de organizarse pero de inmediato entendieron que al desaparecer el comercio global, con él desaparecía el sistema de engranajes que permite el funcionamiento de la humanidad, transacciones, mercado, cultura, educación, trabajo, todo se esfumó. 

Desconocer lo que ocurre del otro lado del océano, significa retroceder mil años en la historia del hombre. Un grupo de marinos tuvo la ocurrencia de formar una comunidad sobre un buque, pero la idea se descartó de inmediato por los posibles riesgos, quedarse sin combustible, la alimentación, y por supuesto la posibilidad de enfermarse. Un aviador experimentado junto a su familia  decidió cruzar el Atlántico desde Florida a Inglaterra, logró preparar su nave que poseía la autonomía suficiente, cargar combustible, aprovisionarse de víveres y despegar no fue problemático, pero no contaba con pronóstico climáticos fiables, esto es como volar a ciegas, con muchísima suerte pudo evitar una tormenta y retomar su ruta, pero el mayor riesgo era sufrir un aterrador choque aéreo porque muchos aviadores pensaron lo mismo, pero no había controladores de vuelo que los guíen, cuando llegó a los cielos del Reino Unido, aterrizar por poco les cuesta la vida, pudo lograr hacerlo sobre un campo solo gracias a su destreza, al comprobar cómo estaba la situación allí, encontró el mismo drama que existía en Estados Unidos, ciudades abandonadas, y campamentos de personas en todas las llanuras, con sus provisiones al límite, y su estado de ánimo llegando a la desesperación e incluso a la locura.

El principal problema en apariencia imposible de resolver era poder contactarse para lograr una mínima organización, los teléfonos, internet, la radio, la tv, solo funcionaban al diez por ciento de su capacidad, porque las centrales quedaban sin energía ni mantenimiento alguno.

Al principio el desastre para gran parte de la población mundial pasaba desapercibido porque aquellos sistemas de convivencia humana reducida no lo notaban, sus vidas en apariencia continuaban como siempre, hasta que comenzó a fallar la energía, no llegaban insumos indispensables, los medios de comunicación dejaban de informar, y un día una enorme cantidad de familias empezaron a aparecer desde todos los puntos cardinales, desesperados, solicitando albergue y alimentos para sus hijos, los disturbios no tardaron en empezar y era la vida de las familias lo que estaba en juego, los incidentes eran cada vez más sangrientos, y lo peor era no poder saber a quién recurrir, a quien pedir ayuda, o adónde dirigirse, porque los comentarios de viajeros que venían de muy lejos brindaban de todos lados historias horribles. Una gran cantidad de familias acostumbradas a vivir y disfrutar del aire libre practicando camping pudieron conseguir una forma de vida muy precaria, pescar y cazar en zonas boscosas fue para ellos una solución, pero una cosa es disfrutar de un campamento durante un verano y regresar durante el resto del año a la vida citadina, y otra es tener que enfrentar esa vida todos los meses del año,... de por vida, imaginando para sus hijos un futuro de mujeres y hombres de la selva. 


El reloj de Miguel sonó a las 8 en punto, al despertarse corrió a su ventana, la abrió desesperado, al ver a su cartero que lo saludaba, su alma regresó a su cuerpo, este simple acontecimiento lo dejó feliz y tranquilo,... todo había sido un mal sueño. 


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