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miércoles, julio 10, 2024

VIAJE AL PASADO (séptima entrega)

           Atrapar a un gorila gigante que tiene una fuerza de veinte hombres, no es una tarea sencilla, por lo cual era necesario estudiar un método que fuera eficaz. 




El padre de Sol y Luna, junto a Esteban, Juan y tres hombres muy hábiles leñadores, empezaron a trabajar.

Después de varios días decidieron utilizar un método muy simple que podría dar resultado; el único inconveniente era tener que realizar una red enorme y fuerte.

Para hacerla de tal envergadura solo era posible con los tallos de una enredadera gigante que crecía en el bosque; se tuvieron que realizar cientos de acarreos para traer infinidad de metros de esa planta; una vez que se consiguió toda la materia prima se comenzó a tejer la red.

Se decidió preparar la trampa en un lugar que todos sabían que el gorila pasaba por allí con frecuencia camino al lago en donde disfrutaba sumergirse. 

Con mucho esfuerzo se subió la pesada red a una altura de más de veinte metros, sostenida por gruesas sogas, que se sujetaron al piso en firmes estacas. 

Esa tarde se realizaría el intento sin poder saber si lo lograrían. Cuando vieron que de la espesura se acercaba el pesado animal, todos se prepararon. Cuando estuvo en el lugar justo donde estaba preparada la trampa, se aflojaron al mismo tiempo todos los tensores y la red cayó con todo su peso sobre el animal. Primero se sobresaltó y después pasó a ponerse furioso; dando zarpazos y pegando unos bramidos terribles, cuando más trataba de quitarse la red más se enredaba en ella, hasta que llegó un punto en el que se quedó agotado e inmovilizado.




Todos quedaron satisfechos, ahora quedaba la no menor tarea de domesticarlo.

A partir de ese día, todo el pueblo de Texlel comenzó a apreciar y respetar a Esteban y Juan por ser dos jóvenes muy trabajadores y aportar nuevas ideas en beneficio de todos. Su amistad con Sol y Luna fue creciendo muchísimo, después de las jornadas de trabajo se juntaban a charlar, y disfrutaban con las ocurrencias de Juan. En una oportunidad, Esteban les obsequió un juego de damas hecho por sus propias manos, que disfrutaban jugando los cuatro. La abuela de las chicas sentía una gran estima por los muchachos blancos y soñaba que cuando fueran adultos iniciarían su propia familia junto a sus dos nietas; pero ese sueño, la abuela no pudo verlo concretado.

Para domesticar al enorme gorila utilizaron el sistema de premios y castigos; si cuando le acercaban su ración de comida este comenzaba a gritar para causar terror, como era su costumbre, ese día no comía; de ese modo el animal fue entendiendo que no necesitaba asustar a los hombres, porque si no gritaba le permitían comer bien sin inconvenientes. 




Después de muchos días de trabajo para domesticar al gorila comenzaron a notarse algunos avances. Un día se decidió que ya era tiempo de que se ganara su propio sustento trabajando. Entre todos los hombres disponibles, le ataron a sus brazos gruesas sogas para llevarlo a la fábrica de ladrillos, sin dificultad pudieron hacerlo, una vez allí, le enseñaron a mover una enorme piedra que se desplazaba para mezclar el barro. Al principio el gorila no sabía que tenía que hacer; pero cuando se dio cuenta que se trataba de mover esa enorme piedra dentro de una enorme pileta repleta de tierra, paja y agua, metiendo sus dos pies en es barro suave, le gustó hacerlo; fue como si estuviera jugando, y hacía exclamaciones de alegría. Ese día en retribución a lo que trabajó, los hombres que lo cuidaban, le dieron el doble de su ración de comida. Al poco tiempo, el animal realizaba trabajos pesados de todo tipo, acarreaba madera desde el bosque, también traía agua en un gran tonel de madera desde el lago, y llevaba los ladrillos terminados a donde se necesitaban. Se lo veía alegre e incluso, ya no era necesario tenerlo atado, realizaba todo lo que se le indicaba con gusto. 




Transcurrieron algunos años de mucha prosperidad para el pueblo de Texel, todo se desarrollaba en armonía disfrutando como siempre de las noches en torno a cálidas fogatas bajo un cielo estrellado, hasta que una noche el anciano principal Teatek, advirtió de algo en el cielo, que se veía nítidamente por donde se ocultaba el sol por encima de los altos picos.




Al principio todos pensaron que era una señal de buen augurio y decidieron realizar una gran fiesta; pero tanto para Esteban como para Juan lo que se observaba en el cielo era un enorme cometa que no les parecía que solo pasaría cerca de la tierra, se inclinaban a pensar que impactaría en ella; ambos sabían del enorme meteoro que cayó en la península de Yucatán en México, al que se le atribuye que este evento terminó con los dinosaurios. 

Al quinto día ambos amigos aguardaron a que se hiciera de noche para corroborar el tamaño del cometa, comprobando que era notoriamente más grande; sin duda era un meteoro que se acercaba a la tierra e impactaría muy pronto.

Esteban y Juan sabían que ante un hecho de mucho riesgo, tenían la posibilidad de utilizar el reloj; pero a estas alturas, la familia de Sol y Luna se habían convertido también en su familia.

—Creo Juan que no debemos de esperar un solo día más y hablar con Sol y Luna sobre el reloj, y de nuestro secreto.

—No creo posible que puedan entender algo así, creerán que estamos locos o nos tomarán recelo.

—Cuando el meteoro de Yucatán impactó en la tierra ocasionó una liberación de energía descomunal que debe haber provocado terremotos en todo el planeta e incluso la activación de muchos volcanes, seguramente nubes de cenizas cubrieron el sol y esto provocó que muriera la vegetación en gran parte del planeta y al no tener alimentos los grandes animales herbívoros también sucumbieron  —dijo Esteban con cara de preocupación. 

—Exacto amigo mío, y también deben haber desaparecido civilizaciones o pueblos enteros.

Ambos se quedaron callados entendiendo que el pueblo de Sol y Luna estaban en peligro y no lo sabían.

Hagamos lo siguiente —dijo Esteban—, esta misma noche, cuando estemos reunidos, inventamos cualquier excusa, un nuevo juego, y les decimos que tenemos que tomarnos todos de la mano, y entonces yo activo el reloj; ¿qué opinas?.

—Me parece bien, lo que no sabemos es cómo se comportará el reloj, con personas de tiempos muy distintos al nuestro.

—No lo sabemos, pero prefiero intentarlo a dejarlos librados a su suerte, al menos quizás tenemos la oportunidad de salvarlos a ellos.

Esa noche fue muy especial, los padres de Sol y Luna, la abuela, los pequeños hermanos y ellas, rieron y disfrutaron todo lo que Esteban y Juan decían; recordaron cuando se vieron por primera vez en el bosque, cuando vieron a su padre con cara enojada y mil recuerdos agradables de juegos y anécdotas. 

Esteban salió un instante con la excusa de ir a buscar agua, para poder mirar hacia el cielo, cuando vio el cometa, su tamaño era enorme; “seguramente impactará esta misma noche”

—pensó preocupado.





Cuando se reunió con todos, Juan lo miró, e inmediatamente interpretó que debían de hacerlo ahora.

—Conozco un nuevo juego que les va a gustar; tenemos que tomarnos todos de la mano y pedir un deseo.

Juan miró a todos y le hubiera gustado que ese instante quedara congelado para siempre en su mente, porque no sabía que les deparaba el nuevo destino. Cuando todos estaban preparados, Juan tomó el reloj y miró una vez más las sonrientes y distendidas caras de Sol y Luna, después le dio cuerda al reloj. 


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