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martes, junio 18, 2024

VIAJE AL PASADO (vigésimaquinta entrega)

                  Ante esta pregunta de boca  del hombre más poderoso y rico de Florencia, Esteban y Juan quedaron sin respuesta.

—Señor Lorenzo  —comenzó diciendo Esteban— nosotros somos amigos de su amigo Leonardo, le ayudamos con gusto en sus trabajos, y lo que hemos hecho por usted lo haría cualquier persona por su amigo, por lo cual nada nos debe. 

Lorenzo de Medici se quedó pensando un instante y después dijo mirando a Leonardo:  —Pues entonces haré lo siguiente estimado Leonardo, tus dos amigos a partir de hoy comenzarán a trabajar para mi, tú tendrás que conseguir otros ayudantes.

De inmediato con una sonrisa Leonardo respondió:  —Usted manda estimado señor Lorenzo, a un Medici, no se lo puede contradecir. 

—Bien,  —dijo Lorenzo— mañana mismo a primera hora estará aquí un carruaje para llevarlos a la fattoria más grande que poseo en la Toscana, cuyo administrador es grande y ya desea retirarse; a partir de este momento ustedes serán los nuevos encargados de llevar adelante todo lo que allí realizamos; que les advierto es mucho, pero se compensa con la vida que les espera, además tengo entendido que tienen ustedes dos amigas que me encantaría si se pueden hacer cargo de la cocina.

El trato se formalizó con un apretón de manos y un sirviente trajo queso y vino para consumar la relación. 



A la mañana siguiente Giulia, Laura, Esteban y Juan partieron rumbo a una nueva vida con la alegría de los jóvenes al comenzar una nueva aventura. 



Cuando llegaron a la casona de la fattoria, un grupo de empleados los recibieron como si fueran los dueños; bajo un frondoso árbol del enorme patio, del cual se podía ver las suaves laderas con hileras interminables de vides, corrales, quintas y plantaciones; se colocó una larga mesa con mantel blanco repleta de alimentos del lugar.

El viejo administrador, después de presentarle una a uno a todos los colaboradores, les explicó a grandes rasgos todo el funcionamiento, con el compromiso de recorrer todas las áreas con las diversas producciones en el transcurso de los siguientes días. 

La mujer del amable hombre se llevó a Giulia y Laura para mostrarle la cocina, la huerta, las habitaciones, la pequeña capilla y obviamente el gallinero. 

La casona era enorme, todas las habitaciones del primer piso estaban conectadas por una terraza en donde la vista era majestuosa.

El comedor tenía un hogar en donde se podía entrar parado y el mobiliario era de madera repujada; cuando los amplios ventanales se abrían, las blancas cortinas de lino se movían siguiendo el compás de la brisa primaveral.


Un enjambre de abejas, recorría los canteros repletos de flores. La vida transcurría allí, lenta, confortable, pausada y sin sobresaltos. El trabajo del establecimiento era diverso; la siembra de los campos, las cosechas, la atención de los viñedos. En la época de la vendimia, una vez que se terminaba el envinado en las barricas, se hacía una fiesta en donde sobre una larga mesa se servían varios platos, comenzando con una sopa reconfortante como la ribollita, seguida de un plato principal de carne, como un estofado de jabalí, también pappardelle con salsa de conejo y para finalizar, una selección de quesos locales, frutas frescas y un buen vaso de Chianti, luego se bailaba hasta altas horas de la noche.

No todo era tan simple, el trabajo variaba durante las estaciones del año, y la responsabilidad de llevar adelante toda la fattoria duraba todo el año; no obstante, los cuatro jóvenes, Giulia, Laura, Esteban y Juan, encontraban momentos para estar distendidos charlando y riendo. 

Laura se llevaba muy bien con Juan y Giulia con Esteban, pero surgió algo que es frecuente y normal entre los jóvenes.

Una noche, cuando las dos hermanas se fueron a descansar, Esteban y Juan se quedaron solos charlando. 

—Debo decirte algo querido amigo  —dijo Juan mirando el brasero aún encendido— creo que me estoy enamorando de Laura. 

—Estamos en el mismo problema amigo mío  —Yo, ya estoy enamorado de Giulia.

Los dos jóvenes se quedaron callados, sabiendo ambos que este sentimiento era un inconveniente irremediable.

—Ya sé lo que me dirás amigo  —le dijo Juan a Esteban—.

—Ambos lo sabemos  —agregó Esteban— este no es nuestro tiempo, y nuestro sentimiento por ellas, si bien no está prohibido, no podemos llevarlo adelante, interferir en sus vidas es imposible. 

—Jamás me imaginé que nos ocurriría tal cosa  —continuó Juan.

—Yo tampoco  —respondió Esteban— pero debemos afrontar esto del mejor modo aunque nos duela; pensemos que ellas estarán siempre con nosotros, y dejemos que puedan ser felices y continuar con el destino que les ha tocado. 

—Tienes razón Esteban, ¿Te parece bien si nos fuéramos después de navidad?.

—Estoy de acuerdo Juan, les diremos que Leonardo nos pidió algo urgente, e inventaremos algo; les dolerá al principio; pero son jóvenes y lo superarán. 

Para navidad faltaba un mes y el sentimiento que sentían Esteban y Juan, era recíproco por parte de Giulia y Laura, pero no desde ahora, su sentimiento venía de la época que trabajaban en la cocina del palacio Sforza. 

Durante todo ese mes antes de navidad, los cuatro jóvenes pudieron disfrutar de largas caminatas por el campo, y graciosas charlas bajo el cielo estrellado contemplando esa luna que invita a los jóvenes enamorados a soñar despiertos.

Los preparativos para la fiesta de navidad comenzaron una semana antes; se realizaría una misa en la capilla a la que asistiría Lorenzo de Medici y su mujer, y después se celebraría la conmemoración con una cena en la terraza principal. Giulia y Laura programaron un menú para la ocasión. Todo el personal de la Fattoria compartirían la misma mesa con Lorenzo y su familia. Dos días antes llegó Leonardo y ayudó a sus amigos con las tareas previas para la celebración. 

El veinticinco por la mañana, Giulia y Laura agasajaron a Esteban y Juan con un desayuno de reyes que sirvieron en la cocina. Ambas tenían vestidos que habían realizadas con sus propias manos para la ocasión y lucían en su cabello una pequeñas flores silvestres de color blanco, parecían dos novias preparadas para ingresar al altar. 

Tanto a Esteban como a Juan ya les resultaba triste su partida, la cual sabían que sería muy dolorosa para ellas, pero no existía otra solución.

Esa última noche que ambas parejas charlaron y rieron pensando en un futuro, que no pertenecía ni a Esteban ni a Juan; porque su destino estaba muy lejos de ese lugar de ensueño, fue maravillosa para los cuatro, pero al mismo tiempo muy triste para los dos amigos; esa noche era la última noche que compartirían con las dos jóvenes. 




Al día siguiente muy temprano Estaban y Juan les dijeron a las esperanzadas y risueñas jóvenes que tenían que partir solo por unos días para ayudar a Leonardo con un trabajo. La carroza partió y las dos muchachas se quedaron saludando desde el portal de la casa hasta que el carruaje se perdió de vista. 

Cuando la carreta llegó al río en donde se encontraba la parte alta del acantilado, ya era de noche, entonces los dos amigos fingieron una discusión, ofuscados le perdieron al cochero que pare, cuando el carro se detuvo , ambos se bajaron y continuaron simulando gritos e insultos, después, se perdieron de vista en la oscuridad, luego buscaron dos grandes piedras y las arrojaron simultáneamente al río y se ocultaron; el cochero pensando que se habían caído al agua, bajo con un farol para ver qué había ocurrido, pero ya no los encontró. 


Esteban y Juan lo observaban en silencio desde su escondite hasta que el pobre cochero desesperado regresó a la fattoria para avisar de la tragedia. 

—Ya es hora de irnos Esteban, hagámoslo ya, antes de que me arrepienta. 

Esteban asintió con su cabeza, tomó el reloj entre sus manos y le dio cuerda.


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lunes, junio 17, 2024

VIAJE AL PASADO (última entrega)

 —No lo puedo creer Esteban, este es el barrio por el que tantas veces caminamos con ellas.

—A pocas cuadras de aquí está su casa  —dijo Esteban mirando esa Arboleda en donde disfrutó los mejores años de su vida.


—Vamos a verlas  —dijo Juan entusiasmado.

—Todavía no querido amigo, no sabemos en qué año estamos y podemos cometer el grave error de estar en dos lugares al mismo tiempo, quizás por solo un día o una hora; debemos de corroborar que hemos llegado a nuestro tiempo exacto.

—Si, comprendo  —respondió Juan— pero si estamos en dos lugares al mismo tiempo, ¿cómo resolveremos esta situación?.

—No lo sé Juan, sinceramente algo así me preocupa, tengo miedo que debamos recorrer el tiempo en forma indefinida; estaríamos atrapados en una especie de burbuja de la que no sabemos cómo poder escapar.

—Podemos hacer una cosa  —dijo Juan— primero averigüemos qué día es  hoy, después observemos nuestra apariencia para saber si se condice con la fecha, si todo está bien, vayamos a mi casas. 

—Si tienen razón, pero te advierto que nos encontraremos con tus padres, y el golpe emocional será enorme. 

—Si, ya lo pensé  —respondió Juan— pero es el destino que nos puso en esta situación; salgamos de nuestra duda, vayamos a ese quiosco de diarios.

Cuando ambos amigos se acercaron a leer las primeras planas de los periódicos comprobaron que era el día 20 de Diciembre de 1965 y se mostraba en la portada de los diarios la foto del equipo de Boca Junior como bicampeón del fútbol argentino, habiendo ganado al equipo  de Atlanta 3 a 1 en la Bombonera. 


—Esto nos indica Juan que debemos tener yo 22 años y tu 23; tu apariencia es la correcta; y agrego un detalle que no le había dado importancia, me acuerdo de  esta remera que llevo puesta y también de estos zapatos. 

—¡Yo también Esteban! recuerdo esta ropa, creo que el reloj nos ubicó en el lugar y en el tiempo exacto que él dispuso, evidentemente no realiza nada al azar  estamos muy cerca de mi casa, es mediodía y te acordarás que mi padre era hincha de Boca, por lo cual hoy comeremos asado; ¡vamos!.

Cuando entraron a la casa de Juan, la mesa estaba tendida en la galería, el padre frente a la humeante parrilla, y de pronto de la cocina salió la madre de Juan con un plato en su mano con algo para acompañar el tradicional aperitivo. 

Cuando Juan la vio, se quedó mudo de la emoción, miles de recuerdos golpearon su mente, en aquel lugar, en esa galería viendo a su padre en la parrilla. Su hijo se acercó a ella emocionado, la abrazó y la besó en su mejilla.

—Aquí tienen chicos, salame, queso, y aceitunas …¡Gordo veni!. —dijo la madre de Juan alegre y simpática como siempre lo fue. .

Cuando el padre de Juan se aproximó, al ver a su hijo y a Estaban comenzó a cantar con una sonrisa: ¡boca campeón!, ¡boca campeón!.

Los dos amigos fueron y lo abrazaron, el padre de Juan sentándose dijo:

—¡Qué partido!, ¡le hicimos tres golazos!. 

Ese almuerzo fue para Juan y Esteban un reencuentro con su pasado muy gratificante, les costaba concentrarse en lo que decían los padres de Juan, pero aún faltaba algo para completar ese día. 

—Esta tarde vendrá a casa a tomar el té mi amiga Elisa con sus hijas  —dijo la madre de Juan mientras servía el postre.

De inmediato Esteban y Juan recordaron todo; el reloj los trajo al mismo día en que conocieron a sus respectivas compañeras para toda su vida, Miriam y Nora.



Ahora recordaban perfectamente todos los detalles de esos días; su primer encuentro no había sido muy afortunado, les había parecido que las hijas de Elisa eran dos chicas engreídas, pero cuando asistieron a ese baile que se realizó en su casa, las cosas cambiaron a tal punto que bailaron toda la tarde con ellas, Esteban con Miriam y Juan con Nora.

Cuando ese primer encuentro se produjo, Esteban y Juan sintieron sensaciones encontradas, por un lado la alegría de volver a vivir algo tan trascendente como lo es el amor de toda su vida, pero también una profunda nostalgia porque conocían de antemano cómo será todo lo que vendrá, tanto lo bueno como lo malo, y además, comprender que estaban de regreso de un viaje absolutamente increíble que ellos se animaron a realizar.

A los pocos días de estar viviendo en ese tiempo de sus vidas recientes, surgió algo que no esperaban. Más allá que ambos amigos disfrutaban de todos aquellos momentos inolvidables, justamente esa particular situación de recordar cada momento, cada frase, cada palabra; le quitaba a la experiencia de vivir algo que es fundamental; la sorpresa. Saber lo que nos va a ocurrir en el día de mañana convierte a nuestra vida en algo tedioso, es como si tuviéramos que realizar una tarea monótona todos los días de nuestras vidas; jamás disfrutaremos de algo novedoso, porque nada es nuevo, perdemos ese placer por saber qué nos depara el futuro. 

Una noche después de despedirse de sus novias, y caminando de regreso a su casa dijo Juan:

—Querido amigo, este sueño no podemos llevarlo adelante, ya sabemos lo que ocurrirá mañana, la semana próxima, o el año que viene; porque no podemos cambiar nada; y eso estimado amigo le quita todo el encanto a la vida, creo que debemos hacer algo; pero no se que podemos hacer.

—Yo siento lo mismo Juan, no podemos continuar con esto; ayer no podía dormir y estuve pensando algo. Cuando encontré el reloj lo rescaté del mar, entonces me pregunté: si alguien lo usó como lo hicimos nosotros, ¿quién fue?, ¿por qué lo arrojó al mar?; o tal vez lo perdió en un naufragio, por accidente… creo tener una respuesta: tal vez el que arrojó este reloj al mar quiso quedarse en ese lugar del tiempo, decidió que eso era preferible a continuar en un viaje siendo un forastero perpetuo de un tiempo y lugar que no le pertenece. …Esteban se quedó meditando un largo rato sosteniendo y mirando el reloj entre sus manos.

—Quizás nosotros podamos hacer lo mismo Juan, y entonces…

—Entonces si hacemos lo mismo quedaremos ubicados en el tiempo que nos corresponde vivir. —reflexionó Juan— quiero querido amigo, quedarme aquí, en este momento del tiempo que fue mi vida, y poder gozar nuevamente mi juventud como la primera vez; deseo que mi mente borre todo mi futuro y continuar a partir de aquí. 

 —¡Exactamente querido amigo!, creo que tenemos que hacer eso, porque de lo contrario nuestra vida será una tortura constante. No se puede vivir conociendo el futuro, resulta ser como un castigo; he pensado que este fin de semana cuando vayamos al Tigre, durante el viaje que realizamos en lancha, lo que haremos será deshacernos del reloj. Dios sabrá si hacemos lo correcto.



Ese último domingo del comienzo de una nueva etapa para Esteban y Juan fue un día espléndido, los cuatro llegaron al puerto y contrataron una lancha pasajera para pasar un día al aire libre, ellas estaban más radiantes que el sol. Cuando la lancha pasó frente a la casa museo de Sarmiento, Juan le hizo una seña a Esteban, y éste, disimuladamente tomó el prodigioso reloj, lo besó, y después lo arrojó al agua.

Cuando las aguas del río recibieron este enigmático artefacto, en ese preciso instante, Juan y Esteban continuaron charlando y riendo con sus jóvenes novias, imaginando que pasarían un día inolvidable; y así fue, pero ahora sin recordar nada; absolutamente nada; de aquél fantástico viaje por el tiempo: el ancestral cataclismo en la cordillera; el antiguo y misterioso Egipto; la inexpugnable muralla China; la tribu nómade;  el filósofo Sócrates; el poderoso Lorenzo de Medici; el fantástico Leonardo Da Vinchi; pasaron en ese mismo momento a ser solo parte de los mudos libros de historia, ocupando algún lugar en sombrías biblioteca olvidadas; porque Esteban y Juan, volvieron a ser los dos alegres jóvenes de 22 y 23 años; los cuales tenían nuevamente una vida por delante con un futuro repleto de sorpresas, satisfacciones, y también tristezas; pero todas desconocidas, porque el reloj del tiempo quedó allí; perdido en las profundidades de un torrentoso río; que lo llevará de regreso al mar hasta que otra persona lo encuentre en una playa por casualidad…¿me pregunto y les pregunto estimado lector, será por casualidad que ocurren ciertas cosas?



FIN 







sábado, mayo 04, 2024

EL ARTE DE VENDER

 


El espejo le devolvía una figura respetable, su corbata roja perfectamente alineada con el cuello de su camisa blanca, el saco azul oscuro y el pañuelo en el bolsillo al tono de la corbata; una última mirada a sus zapatos bien lustrados; y su pelo negro limpio y corto con la raya al costado. La contextura física de Ignacio que era elegante por ser delgado y alto le brindaba confianza; estaba listo para la entrevista. 

Llegó a la empresa puntual como era su costumbre, subió por el ascensor al piso décimo y cuando entró a la amplísima oficina pudo observar que solo había una secretaria trabajando en su computadora; después de presentarse la joven mujer le dijo que se sentara, que el gerente lo atendería en unos minutos; los minutos de espera fueron cuarenta y cinco, pero para Ignacio el empleo merecía la pena.

Por fin la secretaria lo hizo pasar a otra oficina más pequeña en donde estaba sentado detrás de su escritorio un señor de impecable traje gris y corbata, luciendo un par de gemelos de oro, al igual que su impactante reloj pulsera.

—¿El señor Ignacio García, verdad? —le preguntó ese hombre leyendo el currículum que tenía ante sus ojos, al que no era necesario preguntarle si era el dueño de la empresa, su aspecto lo decía todo.

—Sí señor.

—Tome asiento por favor. —le dijo el gerente recostandose en su sillón, y mirándolo muy seriamente — tiene usted idea señor García de la envergadura de esta empresa.

—Por supuesto señor, es más, yo soy un entusiasta de las carreras de automóviles y conozco toda la historia de la prestigiosa empresa Mercedes Benz y las fantásticas carreras ganadas con el piloto más famoso del mundo nuestro Manuel Fangio, con la inolvidable flecha de plata. —Le dijo Ignacio sonriendo con su cara jovial,  a aquel señor que lo observaba.

—SI, si, perfecto señor García, pero este trabajo es para vender los automóviles de más alta gama que tiene la empresa, a esta agencia vienen personas del extranjero, de mucho dinero, muy exigentes, a comprar una joya de la industria automotriz; poco les importa las carreras del siglo pasado, eso es solo historia; a esta gente usted les está ofreciendo no solo un automóvil, usted les está ofreciendo un símbolo de poder; no se si me entiende. 

—Como no lo voy a entender señor —le dijo Ignacio erguido en su asiento, colocando sus dos manos sobre el escritorio—; toda mi vida he vendido autos.

—No me diga, —le dijo algo sorprendido el gerente— ¿en qué empresa? 

—La última fue en una familiar que llevábamos adelante con un primo mío en la ruta 8 cerca de la autopista del Buen Aire, pero de autos usados. —respondió Ignacio orgulloso. 

El gerente con cara de pocos amigos tomando nuevamente el papel le dijo:

—Mire García, le voy a ser franco, su currículum no cumple con nuestras expectativas, nosotros necesitamos alguien que sepa al menos hablar Inglés, un buen manejo de Excel, algo de contabilidad, e incluso un cierto conocimiento sobre algunos lugares de Buenos Aires, como vinotecas, hoteles, restaurantes exclusivos; es decir, no se ofenda; nuestros vendedores tienen que ser jóvenes de cierta cultura general, que le permita en la negociación de la venta entablar charlas de igual a igual con el cliente; y usted está lejos de eso, no obstante debo decirle que lo único en lo que mide usted bien, es en su presencia, su vestimenta es elegante y sobria.

Ignacio se quedó mirando a su interlocutor siempre con su cara gentil y su sonrisa luminosa y al cabo de unos instantes le dijo.

—Señor, le quisiera pedir una oportunidad, permítame brindarle durante quince días una demostración de mi capacidad como vendedor, si durante ese tiempo yo no concreto ninguna venta, me iré y usted no me debe nada, ¿qué le parece?.

El gerente se le quedó mirando, y también recordando que le habían pedido completar el plantel de vendedores cuanto antes, y no podía conseguir a nadie. Entonces levantándose de su sillón y extendiendo su mano para saludarlo, dijo.

—Trato hecho señor García, usted tiene su oportunidad. 

En el salón de exposiciones de la concesionaria solo se exponía un único automóvil, el Mercedes-AMG E 53 4MATIC + color negro...no pregunten el precio porque es de mala educación, solo diré que es muy elevado. Este dato no es menor, Ignacio lo tenía muy presente, el noventa y cinco por ciento de los compradores efectivos, no preguntan por el valor, excepto para extender el cheque. 

Los primeros dos días Ignacio solo se limitó a observar, sus compañeros de trabajo eran dos jóvenes, compinches ellos, que en ese primer momento lo mantenía al nuevo integrante del equipo a cierta distancia, bastante lejana, ni siquiera se preocuparon en enseñarle el lugar o los procedimientos de trabajo por las posibles ventas, tampoco le dijeron dónde quedaba el baño de los empleados. Esto a Ignacio lo tenía sin cuidado, en un pequeño recorrido descubrió dónde estaba el sanitario, la cafetera y lo más importante; la empleada encargada de extender los recibos de anticipos o compras.

Durante esos dos días pudo notar que sus engreídos compañeros, tenían algunas falencias muy evidentes, una de ellas era hacerles  bromas sutiles a las damas jóvenes que venían solas, de las que contabilizó un total de seis, las señoritas concurrían por la mañana pero ninguna concretó una sola compra. Otra de las notorias características de ellos era que cuando faltaban diez minutos para el fin de la jornada estaban desesperados por irse, y en una oportunidad, llegó un cliente diez minutos antes de cerrar y el desinterés por vender hizo que el posible comprador se fuera muy ofuscado. 

Ignacio después de hacer todos sus análisis decidió comenzar a vender.

Un día viernes, quince minutos antes del cierre, paró en el estacionamiento de la agencia una camioneta embarrada hasta el techo; sus compañeros le pidieron si podía hacerse cargo, en cuanto Ignacio aceptó, ambos desaparecieron. 

De la camioneta bajó un hombre bajo con boina y zapatos de trabajo, al verlo Ignacio imaginó la estrategia de su discurso, cuando entró al local con su mejor sonrisa y predisposición dijo:

—Buenas noches señor, gracias por confiar en nosotros, ¿a quién le va a regalar esta joya insuperable de la mecánica, a su mujer, o a un hijo?.

El señor lo miró muy serio y después respondió:

—¿Cómo sabe usted que quiero este automóvil para regalarlo?.

—Me atreví a decirlo porque usted me parece que no es de las personas que deseen este tipo de automóviles. 

—¿Y por qué no?, si me puede usted decir. —dijo el señor algo molesto. 

—Porque usted es una persona de trabajo que por lo general solo invierte en máquinas, o campos de producción agrícola, o cualquier otra cosa que le permita crecer a su empresa, pero jamás invertiría para usted en un auto de lujo. —el cliente se lo quedó mirando unos instantes, y después dijo.

—Debo decirle que usted es un excelente observador, ha acertado, quiero este vehículo para regalar.

Comprador y vendedor se estrecharon las manos y sonrieron.

—Dígame señor, donde desea usted que se lo entreguemos, con un gran moño blanco en el techo, el cual obviamente corre por nuestra cuenta. —le dijo Ignacio con su cara jovial.

—Bien, —dijo el hombre sacando su chequera—, el de mi hija en un country en Pilar, y el de mi señora en Barrio Norte.

—No entiendo —dijo Ignacio— ¿quiere que lo llevemos a dos lugares?

—Si, obviamente —dijo aquel cliente sin perturbarse— uno es para el cumpleaños de mi señora y el otro es para la fiesta de egresada de mi hija.

Ignacio por poco se cae de espaldas, en tan solo quince minutos pudo vender dos autos de alta gama; cuando le entregó el cheque a la cajera que era una joven muy simpática esta le dijo.

—No te puedo creer, te aseguro que jamás vendimos dos autos en tan poco tiempo, has batido el récord. 

—Es solo un golpe de suerte —le respondió Ignacio con cara de experto. 

A la mañana siguiente Ignacio llegó quince minutos tarde y cuando entró al local estaban esperándolo el gerente y los dos vendedores parados en el medio del salón. 

—Señor García, —comenzó diciendo el gerente—, quiero que le explique en detalle todo lo referente a su excepcional venta de ayer a estos dos sujetos, a ver si aprenden al menos un poco.

Ignacio se sorprendió por la indicación del gerente, pero solo para desquitarse del maltrato de los primeros días por parte de esos dos engreídos, dijo con voz y cara  de experto:  —No se preocupe señor, los voy a sacar buenos.

A partir de esa venta vinieron muchas otras, en su mayoría concretadas por él. Ignacio contaba con una ventaja que él solo sabía; venderle un auto o camionetas usadas a alguien que juntó el dinero durante diez años, es mucho más difícil que al que le sobra el dinero para comprar o incluso regalar un automóvil de altísima gama.

Un lunes por la mañana muy temprano llegó un hombre en una moto de alta cilindrada, sus dos compañeros aún no habían llegado, costumbre muy frecuente en ellos. Después de sacarse el casco el posible comprador, entró al local e Ignacio lo saludó habiendo ya estudiado al candidato y su estrategia de venta.

—Después de una prolongada charla sobre las características del automóvil, caballos de fuerza, torque, tapizado, caja automática y lo principal, su elegancia; Ignacio terminó su discurso diciéndole  en voz baja a su cliente.

—Pero permítame que le diga señor, el grave problema que tiene este vehículo. —el hombre puso cara de intriga y preguntó:

—¿Qué problema tiene?.

—El problema es, que cuando usted llegue a todos los elegantes lugares  a los que frecuenta, manejando esta máquina que es una joya, sus conocidos lo van a envidiar poniéndose verdes; y eso, nuestra firma no puede solucionarlo. 

El hombre se rió con ganas y sacando su tarjeta bancaria Negra de American Express dijo:

—Precisamente para eso lo quiero comprar.




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viernes, noviembre 03, 2023

AJEDREZ, LA GRAN HISTORIA (quinta entrega)

       



 El rey, después de la corrida, llegó al castillo sin mojarse. 

El castillo era una fortaleza de piedra que poseía dos enormes torres...o tres, no recuerdo, las cuales, habían soportado durante miles de años, innumerables tormentas, vientos, granizo y también ataques. Todas estas inclemencias, fueron soportadas por las enormes y nobles masas de piedra, que a pesar de estar resquebrajada, se mantenían en pie, porque sus cimientos se construyeron por expertos artesanos albañiles, para poder soportar su enorme peso.

El patio principal estaba rodeado por una galería con estructura de madera, y al final de la misma se podía llegar a los corrales. Por fortuna después de la gran contienda algunos animales, aún compartían el lugar. Un caballo, dos cabras, cinco gallinas ponedoras, un gallo viejo algo desplumado, una vaca de enormes ubres, y una pequeña tortuga, que se perdía con frecuencia. 

Por aquellos tiempos los animales tenían la capacidad de hablar entre ellos, pero no lograban encontrar alguna forma de comunicación con los humanos, lo intentaron, pero llegó un momento en el que se aburrieron y no se preocuparon más. 

El gayo desplumado le dijo al grupo de animales.


—Llegó el rey, pero a la reina no la veo.


El viejo caballo, que durante su vida útil fue campeón de carreras, y pudo recorrer el mundo entero, ahora se conformaba charlando en el corral, recordando proezas, premios, y siempre recurría a contar una famosa competencia, en la que fue ovacionado por un público entusiasta que gritaba su nombre; siempre por costumbre, Hidalgo, así se llamaba; agregaba sutiles cambios, para que su historia fuese más entretenida; a pesar que todos la conocían de memoria, los atrapaba esa forma de contar, que parecía siempre una historia distinta. 


—Lo que a mí me preocupa es no verlo a IA, que es el que nos da de comer y saca el agua del aljibe, el rey no tiene la más pálida idea de cómo se hace, ni qué decir de limpiar el corral. —dijo Hidalgo, mirando por sobre la tranquera con cara preocupada. 


—Tienes razón —dijo la vaca—, yo necesito que me ordeñe todos los días, si no lo hace; mis días están contados.


Una de las gallinas, que corría a picotazos a una cucaracha, dijo:


— yo espero que llene el comedero con maíz hoy mismo, porque solo quedan tres granos.


—Yo espero que ni se le ocurra, comer carne de cabra. —dijo Elisa muy preocupada. 


La tortuga se llamaba Carolina, y su pasión era meterse en los rincones menos pensados, solo aparecía cuando le daba la gana. 

Dentro de todo, la convivencia en el corral era pacífica, sólo se alteraban los ánimos cuando la vieja reina aparecía por allí; a nadie le gustaba su cara. Iba muy  poco por suerte. Otro de los momentos difíciles era cuando el caballo Hidalgo, se tiraba una de sus acostumbradas flatulencias que eran memorables, no por lo estruendosas; lo peor venía después. 


Continuará 



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AJEDREZ, LA GRAN HISTORIA (cuarta entrega)

      



Quiero detenerme para analizar brevemente este juego milenario y apasionante, el ajedrez. 

El ajedrez se puede jugar entre dos adversarios, o contrincantes, o jugadores, que compiten para ganar, obviamente. Aunque si lo meditamos un poco, también se puede competir para perder, en este aspecto, tiene las mismas características que el fútbol (pasión de multitudes)

El ajedrez también se puede jugar con un solo jugador, que compite contra sí mismo…no sabemos si esto posee algún atractivo; o, entre un jugador y una fría máquina, que analiza billones de posibles jugadas en un segundo. También se puede jugar entre miles de personas, si, leyeron bien, entre miles de personas; lo que ocurre es que se debe limitar el tiempo para mover las piezas.

Las piezas del juego representan a dos reinos, uno blanco y otro negro; cada uno con una pareja de reyes, dos torres, dos alfiles, dos caballos y ocho pequeños y valientes peones. Por lo general al principio del apasionante juego, se enfrentan un peón negro y otro blanco, hante la atenta mirada de la pareja de reyes, custodiados como si fueran imprescindibles. No obstante, existe la posibilidad, que los caballos salgan primero, saltando por sobre los peones; pero si los peones no se arriesgan, todas las otras fuerzas de los reinos quedan atrapadas. Cabe también reflexionar que existe la posibilidad que las piezas sean movidas por una sola mano de las humanas, esta puede ser la mano de Dios, o de un ser superior …o la mano derecha o izquierda, salvo, obviamente, que el jugador solitario, sea zurdo, por lo cual, todo es igual, pero distinto…o también, que todo sea distinto pero igual.


Cabe señalar que en el milenario juego, en realidad, los por nosotros denominados "peones", no lo eran; y tampoco tenían baja estatura; en verdad, eran valientes y fornidos  guerreros, colocados es una fila con una de sus rodillas en tierra; preparados a brindar su vida, con honor, por el rey y su reina. Esto nos demuestra que la principal característica de un rey y su reina, es poner al servicio de su pueblo, su inteligencia, su integridad, su valor, y obviamente su vida. Por aquellos tiempos, solo era posible conseguir que un pueblo entero confiara en su rey y su reina, si estos no les mentían.


De acuerdo a los grandes maestros del ajedrez, tengo entendido que no es conveniente atacar, o comenzar el ataque por los flancos, lo correcto es tratar de dominar el centro del tablero, o el centro del campo de batalla. Tenemos que advertir a aquellos que deseen jugar al ajedrez, estamos hablando de un juego… tanto o más cruento, que los nuevos juegos virtuales, en donde el clima del lugar, más la muerte, pareciera ser su atractivo principal. 



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jueves, noviembre 02, 2023

AJEDREZ, LA GRAN HISTORIA (tercera entrega)

     



Cuando la reina llegó a la casa de IA su cólera era infinita; justamente le pasaba esto a ella, que jamás había pisado el barro en toda su vida; sus sirvientes le habían tenido terror; tener que recurrir a un insignificante peón pidiendo ayuda, era intolerable, pero otro solución no encontraba. Cuando estaba a punto de llegar por culpa del resbaladizo piso, se cayó sentada…maldijo al mundo entero, con improperios jamás escuchados, pero quién la podía escuchar si no quedaba nadie en su reino. 

Cuando llegó a la casa de IA golpeó la puerta y esperó. IA cuando escuchó que alguien llamaba, imaginó que no había quedado solo, pero cuando abrió la puerta de su casa, por poco se cae de espaldas, el aspecto de la reina era más que lamentable, era un estropicio. 

—Puedo pasar, —dijo la reina autoritariamente. 

—No —le dijo IA a la señora.


En aquellos tiempos, los reyes y la corte que los rodeaba, no pedían permiso, tampoco decían perdón, ni gracias, ni señor, señora o señorita. Era la costumbre; hoy serían algo así como… maleducados importantes; para referirnos a estas personas en forma respetuosa.


—¡Porqué! —gritó la reina golpeando con su pie el suelo, no ves en el estado en el que me encuentro. 


IA, que siempre fue respetuoso, le dijo:

—Es justamente por eso señora, que no puede usted pasar, recién terminó de limpiar el piso, y no deseo que usted lo ensucie con barro.


La reina, que estaba por estallar de rabia, se contuvo, y utilizó uno de los estilos de persuasión más antiguos que la injusticia; dar lástima. 


—IAITO, estoy desesperada, el rey me abandonó a mitad del camino, estoy mojada, hace frío, tenme piedad.


IA, que ya conocía a la reina, desde hace mucho, le permitió pasar, bajo una sola condición…que se quitara los zapatos. 


Una vez que la reina entró esto pasó. 

La reina, jamás había entrado a la casa de ninguno de sus peones; y lo que vio allí, le resultó extraño, y sorprendente a la vez. La casa no era grande, se podría decir que bastante chica, pero comparada con el castillo su tamaño era insignificante. 


En cuanto al tamaño de las cosas, todo es muy relativo, como en el mundo de los animales; un elefante es enorme con respecto a una pequeña hormiga; pero ambos poseen un corazón… ¿o no?.

Bueno, si buscamos en Wikipedia, estos nos dice: 


"Las hormigas (Formicidae) son una familia de insectos eusociales que, como las avispas y las abejas, pertenecen al orden de los himenópteros. Las hormigas evolucionaron de antepasados similares a una avispa a mediados del Cretáceo, hace entre ciento diez y ciento treinta millones de años, diversificándose tras la expansión de las plantas con flor por el mundo. Son uno de los grupos zoológicos de mayor éxito, con unas catorce mil especies descritas, aunque se estima que pueden ser más de veintidós mil. Se identifican fácilmente por sus antenas en ángulo y su estructura en tres secciones con una estrecha cintura. La rama de la entomología que las estudia se denomina mirmecología".


No nos queda muy claro si poseen corazón o cerebro, pero en particular a mi me asombra su sistema de vida, que siendo tan antiguo, aún funciona, y muy bien. Lo que no podemos saber es…si son felices. Por esto estoy pensando que a pesar de comerse las flores de mi jardín, tienen derechos… me pregunto si tendrán obligaciones. 

Tal vez su obligación sea molestar a los humanos, o alimentarlos. 


Está por verse; todo depende de los humanos. 

Está por verse todo; depende de los humanos.



Continuará 

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miércoles, noviembre 01, 2023

AJEDREZ, LA GRAN HISTORIA (segunda entrega)

 


          La reina y el rey se fueron de regreso a sus castillos, decepcionados, porque notaron en la mirada del pequeño peón, algo que a lo largo de toda su vida nunca habían experimentado; la indiferencia. 

—Te diste cuenta, ni se inmutó, a pesar de haber hablado cordialmente su ojos me decían "no me interesa". —le dijo la reina al rey, que caminaba junto a ella por el camino de tierra.

—Si, lo noté de inmediato… estamos en problemas —le dijo el rey mirando a la reina.

La indumentaria de los reyes era verdaderamente elegante, pero no muy práctica para este tipo de caminos; cuando el rey miró hacia el este, pudo comprobar que se avecinaba una tormenta, y por el color de las nubes era una tormenta de magnitud. 

—Creo que no llegaremos a tiempo a nuestro castillo —le dijo el rey a la reina—, si no apretamos el paso nos agarrará la tormenta. 

La reina, desinteresada como siempre, solo le dijo:

—Perdón…te estás refiriendo a ¡mi! castillo, no al tuyo.

—Piensa lo que quieras, yo empiezo a correr, no deseo mojarme. —le dijo el rey, tirando el sombrero de plumas a un lado del camino, y empezó a correr hacia el castillo.

La reina al no poder correr por estar encorsetada, enfureció de tal modo que comenzó a insultar hasta las piedras, su ira la hizo tropezar y cayó de bruces al suelo, desgarrando su vestido repleto de lentejuelas y bordados de oro.

Curiosamente, después de la gran batalla, se salvaron muchísimas bandadas de pájaros. 


Cuando las tormentas en el campo se aproximan, la mayoría de las aves y animales se asustan como en las tormentas de fuego. Los animales grandes o chicos, incluso los insectos, poseen un sistema de defensa que los hace realizar cosas muy curiosas.


Cuando la reina se incorporó, con su cara toda sucia y despeinada, observó que miles de bandadas de pájaros volaban hacia el oeste aterrorizadas.

Al cabo de unos instantes comenzó a llover copiosamente. 


Cuando en el campo llueve, copiosamente, por lo general, los caminos se tornan intransitables por el barro. Agua + tierra = barro


La reina que no era tonta, realizó un cálculo muy rápido…pero muy obvio. 

La casa de IA, le quedaba más cerca que llegar al castillo. Entonces,  emprendió el regreso a la casa de IA, pero el camino era un verdadero lodazal; solo había recorrido unos metros y su estado era deplorable; parecía un helado de chocolate derretido.


Continuará 


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