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miércoles, junio 19, 2024

VIAJE AL PASADO (vigesimacuarta entrega)

               La pregunta del Abad sorprendió a Esteban y a Juan; ambos dijeron que por supuesto creían en Dios, pero Leonardo, miró fijamente al anciano y le dijo:

—Yo soy un incansable observador de la naturaleza, del cielo nocturno, de la lluvia, del viento, de los pájaros, del rayo y de nuestros sentimientos; también me asombra las matemáticas, la absoluta perfección de funcionamiento de nuestro cuerpo. Pero Dios es en mi opinión alguien demasiado inmenso para poder al menos poder imaginarlo por nosotros. 





Desde nuestra arrogancia pensamos que alguna vez podremos controlar a la naturaleza; o conocer a Dios; sin entender que somos tan pequeños ante ella, que si no existieramos,  ella continuaría adelante en su infinito desarrollo sin nuestra presencia. 

Por esto, sin lugar a duda creo en Dios; pero no creo en la magnificencia del hombre.

El anciano Abad, le respondió:

—Toda mi vida la he puesto al servicio del Señor, estudiando y meditando, con la esperanza que al final del camino al menos obtendría alguna respuesta; pero ahora que mi vida se está por terminar, tengo muchas más preguntas sin respuesta, y esto crea en mí, la sensación de haber tomado el camino equivocado. 

—El camino que elegimos señor Abad —dijo Leonardo—  creo yo que no tiene que ver con Dios, él solo nos ha colocado en la naturaleza para que nosotros tomemos nuestras propias decisiones. Con el mayor respeto a su investidura y sabiduría muy reverendo Padre Abad, yo pienso que también la fe, es ese otro sentimiento que nos permite continuar por el camino elegido confiando que es el correcto. 

—¿Qué piensan ustedes sobre la muerte?; les pido que me digan la verdad de lo que ustedes creen, no lo que imaginan que me gustaría escuchar.  —dijo el anciano Abad, palpando con su mano el pesado crucifijo que tenía en su pecho.

Esteban y Juan se sintieron muy alejados de poder dar su parecer; era preferible solo escuchar a dos hombres inteligentes y contemporáneos hablando sinceramente. 

—La muerte señor Abad, como usted bien sabe —dijo Leonardo— solo puede ser comprendida por nosotros los humanos; los animales, las plantas, no tienen esa carga en sus vidas. Creo yo; que allí sí, intervino Dios, ¿por qué motivo nos creó con esa carga que nos acompaña desde que tenemos uso de la razón?, ¿por qué nos ha revelado que existe un principio y un final?...me animo a decir que nos dejó un encargo para realizar, que no llegamos a comprender acabadamente. Tal vez ese recado sea que tenemos una misión que cumplir, pero la pregunta sin respuesta es ¿cuál es esa misión?.

Yo creo que lo que nos quiere decir, es que la vida es un mecanismo muy delicado y equilibrado que puede extinguirse con facilidad, del mismo modo que el fuego destruye en muy poco tiempo y sin piedad, un bosque que tardó cientos de años en crecer. Quizás señor Abad, Dios nos colocó en la naturaleza para ser fieles custodios de este sistema exquisito, que es la vida que nos rodea. 

El anciano Abad se quedó en silencio un largo rato, como si estuviera recordando su vida, sus creencias, sus dudas, sus preguntas sin respuesta. 

—Eres muy inteligente Leonardo Da Vinci  —dijo el anciano, poniéndose de pie— a tal punto que todo lo que hemos hablado esta noche aquí, lo dejaré por escrito para aquellos que vendrán, agregando mis reflexiones; creo que hoy, Dios me ha enviado su respuesta, en boca de un joven brillante; les deseo buena vida a los tres, y no me cabe duda que ustedes han elegido el camino correcto.

Después de decir esto el Abad se retiró y los tres huéspedes no lo volvieron a ver.

Al día siguiente continuó el viaje, fueron cuatro días rudos pero soportables; por fin pudieron ver a lo lejos la cúpula de la catedral de Santa María del Fiore; habían llegado a la culta, tumultuosa y fantástica Florencia. 

            





En aquella época Florencia estaba dominada por la poderosa familia Medici, pero tenían unos adversarios muy peligrosos que pretendían controlar la ciudad, los Pazzi.

A tal punto llegó este enfrentamiento, que los Pazzi, pretendieron llegar a su objetivo drásticamente…matando a Lorenzo y Giuliano de Medici.  El atentado se realizó durante una ceremonia en el Duomo; pero el destino tomó otro rumbo del que los asesinos imaginaron. 


F.B.


En muy poco tiempo Giulia y Laura consiguieron trabajo en la cocina de la  casa de los Medici, en donde Leonardo también comenzó a ser un invitado frecuente para la familia. Esteban y Juan continuaron con su trabajo de asistentes y durante su tiempo libre paseaban con sus dos amigas, disfrutando con las magníficas obras de arquitectura que tenía la ciudad y las obras de arte que encontraban a cada paso.

—Estamos invitados a una misa que se celebrará en la catedral  —les dijo Leonardo una mañana a Esteban y Juan que estaban terminando de acomodar el taller—  allí podrán ver de cerca a Lorenzo y Giuliano de Medici, lleven a sus amigas, porque estarán presentes las familias más ricas de Florencia. 

Cuando al día siguiente Esteban y Juan fueron a la catedral con sus amigas, sólo pudieron llegar al atrio, porque la multitud que había agolpada les impedía ingresar. Al terminar la ceremonia el público comenzó a dar paso a Lorenzo y Giuliano que salían muy sonrientes seguidos de señoras y señores de la nobleza Florentina. 

El asombro de ver a tan corta distancia a los integrantes de la familia Medici fue una experiencia maravillosa para Esteban, hasta que de pronto le gritó desesperado a su amigo Juan:

—¡Juan, no lo recordaba, van a tratar de matar a los Medici!

—¿Cuándo?   —preguntó su amigo, pensando que se trataba de una broma.

—¡En este preciso momento!.

Dos hombres que estaban mezclados con el público se interpusieron al paso de los hermanos Médici y sin decir una sola palabra sacaron de entre sus ropas puñales; la primer embestida fue contra Giuliani, que recibió dos puñaladas en el tórax y cuando el otro agresor intentó hacer lo mismo con Lorenzo, Juan desvió el curso del brazo asesino de una patada, mientras Esteban sostuvo al asesino de Guiliani del cuello el cual arrojaba puñaladas al aire sin parar.





Por fin otros hombres intervinieron resguardando a Lorenzo que solo estaba desconcertado, y después los dos agresores quedaron controlados y sujetos por varios hombres; lamentablemente Giuliano quedó ensangrentado y tendido en el suelo; murió a los pocos instantes. 

El lamentable hecho hizo que invitaran a los pocos días, después de las exequias de Giuliano, a Esteban y Juan a una entrevista con Lorenzo en la que Leonardo estaba presente.





Cuando ambos amigos llegaron al palacio estaban tan asombrados que no podían creer lo que estaban viviendo. 

—¿Imaginabas algo así?  —le preguntó Juan a Esteban antes de ingresar al imponente palacio Medici - Riccardi

—Jamás imaginé tal cosa.

Al llegar al portón principal dos sirvientes los acompañaron a la reunión; después de atravesar dos patios, ingresaron en un salón que ostentaba un hogar impresionante, al cabo de unos instantes se abrió una puerta doble de la que salieron Leonardo muy sonriente y otro hombre de rasgos delicados, después de los saludos protocolares, los cuatro hombres se sentaron frente a frente en unos sillones de madera repujada.

El que comenzó a hablar con un tono de voz muy firme pero a la vez delicada, fue Lorenzo, el hombre más poderoso y rico de toda Florencia, que dirigiéndose a Esteban y a Juan les dijo:

—Señores; a ustedes dos, les debo estar vivo; ¿como puedo retribuir tal cosa?.






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martes, junio 18, 2024

VIAJE AL PASADO (vigésimaquinta entrega)

                  Ante esta pregunta de boca  del hombre más poderoso y rico de Florencia, Esteban y Juan quedaron sin respuesta.

—Señor Lorenzo  —comenzó diciendo Esteban— nosotros somos amigos de su amigo Leonardo, le ayudamos con gusto en sus trabajos, y lo que hemos hecho por usted lo haría cualquier persona por su amigo, por lo cual nada nos debe. 

Lorenzo de Medici se quedó pensando un instante y después dijo mirando a Leonardo:  —Pues entonces haré lo siguiente estimado Leonardo, tus dos amigos a partir de hoy comenzarán a trabajar para mi, tú tendrás que conseguir otros ayudantes.

De inmediato con una sonrisa Leonardo respondió:  —Usted manda estimado señor Lorenzo, a un Medici, no se lo puede contradecir. 

—Bien,  —dijo Lorenzo— mañana mismo a primera hora estará aquí un carruaje para llevarlos a la fattoria más grande que poseo en la Toscana, cuyo administrador es grande y ya desea retirarse; a partir de este momento ustedes serán los nuevos encargados de llevar adelante todo lo que allí realizamos; que les advierto es mucho, pero se compensa con la vida que les espera, además tengo entendido que tienen ustedes dos amigas que me encantaría si se pueden hacer cargo de la cocina.

El trato se formalizó con un apretón de manos y un sirviente trajo queso y vino para consumar la relación. 



A la mañana siguiente Giulia, Laura, Esteban y Juan partieron rumbo a una nueva vida con la alegría de los jóvenes al comenzar una nueva aventura. 



Cuando llegaron a la casona de la fattoria, un grupo de empleados los recibieron como si fueran los dueños; bajo un frondoso árbol del enorme patio, del cual se podía ver las suaves laderas con hileras interminables de vides, corrales, quintas y plantaciones; se colocó una larga mesa con mantel blanco repleta de alimentos del lugar.

El viejo administrador, después de presentarle una a uno a todos los colaboradores, les explicó a grandes rasgos todo el funcionamiento, con el compromiso de recorrer todas las áreas con las diversas producciones en el transcurso de los siguientes días. 

La mujer del amable hombre se llevó a Giulia y Laura para mostrarle la cocina, la huerta, las habitaciones, la pequeña capilla y obviamente el gallinero. 

La casona era enorme, todas las habitaciones del primer piso estaban conectadas por una terraza en donde la vista era majestuosa.

El comedor tenía un hogar en donde se podía entrar parado y el mobiliario era de madera repujada; cuando los amplios ventanales se abrían, las blancas cortinas de lino se movían siguiendo el compás de la brisa primaveral.


Un enjambre de abejas, recorría los canteros repletos de flores. La vida transcurría allí, lenta, confortable, pausada y sin sobresaltos. El trabajo del establecimiento era diverso; la siembra de los campos, las cosechas, la atención de los viñedos. En la época de la vendimia, una vez que se terminaba el envinado en las barricas, se hacía una fiesta en donde sobre una larga mesa se servían varios platos, comenzando con una sopa reconfortante como la ribollita, seguida de un plato principal de carne, como un estofado de jabalí, también pappardelle con salsa de conejo y para finalizar, una selección de quesos locales, frutas frescas y un buen vaso de Chianti, luego se bailaba hasta altas horas de la noche.

No todo era tan simple, el trabajo variaba durante las estaciones del año, y la responsabilidad de llevar adelante toda la fattoria duraba todo el año; no obstante, los cuatro jóvenes, Giulia, Laura, Esteban y Juan, encontraban momentos para estar distendidos charlando y riendo. 

Laura se llevaba muy bien con Juan y Giulia con Esteban, pero surgió algo que es frecuente y normal entre los jóvenes.

Una noche, cuando las dos hermanas se fueron a descansar, Esteban y Juan se quedaron solos charlando. 

—Debo decirte algo querido amigo  —dijo Juan mirando el brasero aún encendido— creo que me estoy enamorando de Laura. 

—Estamos en el mismo problema amigo mío  —Yo, ya estoy enamorado de Giulia.

Los dos jóvenes se quedaron callados, sabiendo ambos que este sentimiento era un inconveniente irremediable.

—Ya sé lo que me dirás amigo  —le dijo Juan a Esteban—.

—Ambos lo sabemos  —agregó Esteban— este no es nuestro tiempo, y nuestro sentimiento por ellas, si bien no está prohibido, no podemos llevarlo adelante, interferir en sus vidas es imposible. 

—Jamás me imaginé que nos ocurriría tal cosa  —continuó Juan.

—Yo tampoco  —respondió Esteban— pero debemos afrontar esto del mejor modo aunque nos duela; pensemos que ellas estarán siempre con nosotros, y dejemos que puedan ser felices y continuar con el destino que les ha tocado. 

—Tienes razón Esteban, ¿Te parece bien si nos fuéramos después de navidad?.

—Estoy de acuerdo Juan, les diremos que Leonardo nos pidió algo urgente, e inventaremos algo; les dolerá al principio; pero son jóvenes y lo superarán. 

Para navidad faltaba un mes y el sentimiento que sentían Esteban y Juan, era recíproco por parte de Giulia y Laura, pero no desde ahora, su sentimiento venía de la época que trabajaban en la cocina del palacio Sforza. 

Durante todo ese mes antes de navidad, los cuatro jóvenes pudieron disfrutar de largas caminatas por el campo, y graciosas charlas bajo el cielo estrellado contemplando esa luna que invita a los jóvenes enamorados a soñar despiertos.

Los preparativos para la fiesta de navidad comenzaron una semana antes; se realizaría una misa en la capilla a la que asistiría Lorenzo de Medici y su mujer, y después se celebraría la conmemoración con una cena en la terraza principal. Giulia y Laura programaron un menú para la ocasión. Todo el personal de la Fattoria compartirían la misma mesa con Lorenzo y su familia. Dos días antes llegó Leonardo y ayudó a sus amigos con las tareas previas para la celebración. 

El veinticinco por la mañana, Giulia y Laura agasajaron a Esteban y Juan con un desayuno de reyes que sirvieron en la cocina. Ambas tenían vestidos que habían realizadas con sus propias manos para la ocasión y lucían en su cabello una pequeñas flores silvestres de color blanco, parecían dos novias preparadas para ingresar al altar. 

Tanto a Esteban como a Juan ya les resultaba triste su partida, la cual sabían que sería muy dolorosa para ellas, pero no existía otra solución.

Esa última noche que ambas parejas charlaron y rieron pensando en un futuro, que no pertenecía ni a Esteban ni a Juan; porque su destino estaba muy lejos de ese lugar de ensueño, fue maravillosa para los cuatro, pero al mismo tiempo muy triste para los dos amigos; esa noche era la última noche que compartirían con las dos jóvenes. 




Al día siguiente muy temprano Estaban y Juan les dijeron a las esperanzadas y risueñas jóvenes que tenían que partir solo por unos días para ayudar a Leonardo con un trabajo. La carroza partió y las dos muchachas se quedaron saludando desde el portal de la casa hasta que el carruaje se perdió de vista. 

Cuando la carreta llegó al río en donde se encontraba la parte alta del acantilado, ya era de noche, entonces los dos amigos fingieron una discusión, ofuscados le perdieron al cochero que pare, cuando el carro se detuvo , ambos se bajaron y continuaron simulando gritos e insultos, después, se perdieron de vista en la oscuridad, luego buscaron dos grandes piedras y las arrojaron simultáneamente al río y se ocultaron; el cochero pensando que se habían caído al agua, bajo con un farol para ver qué había ocurrido, pero ya no los encontró. 


Esteban y Juan lo observaban en silencio desde su escondite hasta que el pobre cochero desesperado regresó a la fattoria para avisar de la tragedia. 

—Ya es hora de irnos Esteban, hagámoslo ya, antes de que me arrepienta. 

Esteban asintió con su cabeza, tomó el reloj entre sus manos y le dio cuerda.


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lunes, junio 17, 2024

VIAJE AL PASADO (última entrega)

 —No lo puedo creer Esteban, este es el barrio por el que tantas veces caminamos con ellas.

—A pocas cuadras de aquí está su casa  —dijo Esteban mirando esa Arboleda en donde disfrutó los mejores años de su vida.


—Vamos a verlas  —dijo Juan entusiasmado.

—Todavía no querido amigo, no sabemos en qué año estamos y podemos cometer el grave error de estar en dos lugares al mismo tiempo, quizás por solo un día o una hora; debemos de corroborar que hemos llegado a nuestro tiempo exacto.

—Si, comprendo  —respondió Juan— pero si estamos en dos lugares al mismo tiempo, ¿cómo resolveremos esta situación?.

—No lo sé Juan, sinceramente algo así me preocupa, tengo miedo que debamos recorrer el tiempo en forma indefinida; estaríamos atrapados en una especie de burbuja de la que no sabemos cómo poder escapar.

—Podemos hacer una cosa  —dijo Juan— primero averigüemos qué día es  hoy, después observemos nuestra apariencia para saber si se condice con la fecha, si todo está bien, vayamos a mi casas. 

—Si tienen razón, pero te advierto que nos encontraremos con tus padres, y el golpe emocional será enorme. 

—Si, ya lo pensé  —respondió Juan— pero es el destino que nos puso en esta situación; salgamos de nuestra duda, vayamos a ese quiosco de diarios.

Cuando ambos amigos se acercaron a leer las primeras planas de los periódicos comprobaron que era el día 20 de Diciembre de 1965 y se mostraba en la portada de los diarios la foto del equipo de Boca Junior como bicampeón del fútbol argentino, habiendo ganado al equipo  de Atlanta 3 a 1 en la Bombonera. 


—Esto nos indica Juan que debemos tener yo 22 años y tu 23; tu apariencia es la correcta; y agrego un detalle que no le había dado importancia, me acuerdo de  esta remera que llevo puesta y también de estos zapatos. 

—¡Yo también Esteban! recuerdo esta ropa, creo que el reloj nos ubicó en el lugar y en el tiempo exacto que él dispuso, evidentemente no realiza nada al azar  estamos muy cerca de mi casa, es mediodía y te acordarás que mi padre era hincha de Boca, por lo cual hoy comeremos asado; ¡vamos!.

Cuando entraron a la casa de Juan, la mesa estaba tendida en la galería, el padre frente a la humeante parrilla, y de pronto de la cocina salió la madre de Juan con un plato en su mano con algo para acompañar el tradicional aperitivo. 

Cuando Juan la vio, se quedó mudo de la emoción, miles de recuerdos golpearon su mente, en aquel lugar, en esa galería viendo a su padre en la parrilla. Su hijo se acercó a ella emocionado, la abrazó y la besó en su mejilla.

—Aquí tienen chicos, salame, queso, y aceitunas …¡Gordo veni!. —dijo la madre de Juan alegre y simpática como siempre lo fue. .

Cuando el padre de Juan se aproximó, al ver a su hijo y a Estaban comenzó a cantar con una sonrisa: ¡boca campeón!, ¡boca campeón!.

Los dos amigos fueron y lo abrazaron, el padre de Juan sentándose dijo:

—¡Qué partido!, ¡le hicimos tres golazos!. 

Ese almuerzo fue para Juan y Esteban un reencuentro con su pasado muy gratificante, les costaba concentrarse en lo que decían los padres de Juan, pero aún faltaba algo para completar ese día. 

—Esta tarde vendrá a casa a tomar el té mi amiga Elisa con sus hijas  —dijo la madre de Juan mientras servía el postre.

De inmediato Esteban y Juan recordaron todo; el reloj los trajo al mismo día en que conocieron a sus respectivas compañeras para toda su vida, Miriam y Nora.



Ahora recordaban perfectamente todos los detalles de esos días; su primer encuentro no había sido muy afortunado, les había parecido que las hijas de Elisa eran dos chicas engreídas, pero cuando asistieron a ese baile que se realizó en su casa, las cosas cambiaron a tal punto que bailaron toda la tarde con ellas, Esteban con Miriam y Juan con Nora.

Cuando ese primer encuentro se produjo, Esteban y Juan sintieron sensaciones encontradas, por un lado la alegría de volver a vivir algo tan trascendente como lo es el amor de toda su vida, pero también una profunda nostalgia porque conocían de antemano cómo será todo lo que vendrá, tanto lo bueno como lo malo, y además, comprender que estaban de regreso de un viaje absolutamente increíble que ellos se animaron a realizar.

A los pocos días de estar viviendo en ese tiempo de sus vidas recientes, surgió algo que no esperaban. Más allá que ambos amigos disfrutaban de todos aquellos momentos inolvidables, justamente esa particular situación de recordar cada momento, cada frase, cada palabra; le quitaba a la experiencia de vivir algo que es fundamental; la sorpresa. Saber lo que nos va a ocurrir en el día de mañana convierte a nuestra vida en algo tedioso, es como si tuviéramos que realizar una tarea monótona todos los días de nuestras vidas; jamás disfrutaremos de algo novedoso, porque nada es nuevo, perdemos ese placer por saber qué nos depara el futuro. 

Una noche después de despedirse de sus novias, y caminando de regreso a su casa dijo Juan:

—Querido amigo, este sueño no podemos llevarlo adelante, ya sabemos lo que ocurrirá mañana, la semana próxima, o el año que viene; porque no podemos cambiar nada; y eso estimado amigo le quita todo el encanto a la vida, creo que debemos hacer algo; pero no se que podemos hacer.

—Yo siento lo mismo Juan, no podemos continuar con esto; ayer no podía dormir y estuve pensando algo. Cuando encontré el reloj lo rescaté del mar, entonces me pregunté: si alguien lo usó como lo hicimos nosotros, ¿quién fue?, ¿por qué lo arrojó al mar?; o tal vez lo perdió en un naufragio, por accidente… creo tener una respuesta: tal vez el que arrojó este reloj al mar quiso quedarse en ese lugar del tiempo, decidió que eso era preferible a continuar en un viaje siendo un forastero perpetuo de un tiempo y lugar que no le pertenece. …Esteban se quedó meditando un largo rato sosteniendo y mirando el reloj entre sus manos.

—Quizás nosotros podamos hacer lo mismo Juan, y entonces…

—Entonces si hacemos lo mismo quedaremos ubicados en el tiempo que nos corresponde vivir. —reflexionó Juan— quiero querido amigo, quedarme aquí, en este momento del tiempo que fue mi vida, y poder gozar nuevamente mi juventud como la primera vez; deseo que mi mente borre todo mi futuro y continuar a partir de aquí. 

 —¡Exactamente querido amigo!, creo que tenemos que hacer eso, porque de lo contrario nuestra vida será una tortura constante. No se puede vivir conociendo el futuro, resulta ser como un castigo; he pensado que este fin de semana cuando vayamos al Tigre, durante el viaje que realizamos en lancha, lo que haremos será deshacernos del reloj. Dios sabrá si hacemos lo correcto.



Ese último domingo del comienzo de una nueva etapa para Esteban y Juan fue un día espléndido, los cuatro llegaron al puerto y contrataron una lancha pasajera para pasar un día al aire libre, ellas estaban más radiantes que el sol. Cuando la lancha pasó frente a la casa museo de Sarmiento, Juan le hizo una seña a Esteban, y éste, disimuladamente tomó el prodigioso reloj, lo besó, y después lo arrojó al agua.

Cuando las aguas del río recibieron este enigmático artefacto, en ese preciso instante, Juan y Esteban continuaron charlando y riendo con sus jóvenes novias, imaginando que pasarían un día inolvidable; y así fue, pero ahora sin recordar nada; absolutamente nada; de aquél fantástico viaje por el tiempo: el ancestral cataclismo en la cordillera; el antiguo y misterioso Egipto; la inexpugnable muralla China; la tribu nómade;  el filósofo Sócrates; el poderoso Lorenzo de Medici; el fantástico Leonardo Da Vinchi; pasaron en ese mismo momento a ser solo parte de los mudos libros de historia, ocupando algún lugar en sombrías biblioteca olvidadas; porque Esteban y Juan, volvieron a ser los dos alegres jóvenes de 22 y 23 años; los cuales tenían nuevamente una vida por delante con un futuro repleto de sorpresas, satisfacciones, y también tristezas; pero todas desconocidas, porque el reloj del tiempo quedó allí; perdido en las profundidades de un torrentoso río; que lo llevará de regreso al mar hasta que otra persona lo encuentre en una playa por casualidad…¿me pregunto y les pregunto estimado lector, será por casualidad que ocurren ciertas cosas?



FIN 







viernes, noviembre 03, 2023

AJEDREZ, LA GRAN HISTORIA (quinta entrega)

       



 El rey, después de la corrida, llegó al castillo sin mojarse. 

El castillo era una fortaleza de piedra que poseía dos enormes torres...o tres, no recuerdo, las cuales, habían soportado durante miles de años, innumerables tormentas, vientos, granizo y también ataques. Todas estas inclemencias, fueron soportadas por las enormes y nobles masas de piedra, que a pesar de estar resquebrajada, se mantenían en pie, porque sus cimientos se construyeron por expertos artesanos albañiles, para poder soportar su enorme peso.

El patio principal estaba rodeado por una galería con estructura de madera, y al final de la misma se podía llegar a los corrales. Por fortuna después de la gran contienda algunos animales, aún compartían el lugar. Un caballo, dos cabras, cinco gallinas ponedoras, un gallo viejo algo desplumado, una vaca de enormes ubres, y una pequeña tortuga, que se perdía con frecuencia. 

Por aquellos tiempos los animales tenían la capacidad de hablar entre ellos, pero no lograban encontrar alguna forma de comunicación con los humanos, lo intentaron, pero llegó un momento en el que se aburrieron y no se preocuparon más. 

El gayo desplumado le dijo al grupo de animales.


—Llegó el rey, pero a la reina no la veo.


El viejo caballo, que durante su vida útil fue campeón de carreras, y pudo recorrer el mundo entero, ahora se conformaba charlando en el corral, recordando proezas, premios, y siempre recurría a contar una famosa competencia, en la que fue ovacionado por un público entusiasta que gritaba su nombre; siempre por costumbre, Hidalgo, así se llamaba; agregaba sutiles cambios, para que su historia fuese más entretenida; a pesar que todos la conocían de memoria, los atrapaba esa forma de contar, que parecía siempre una historia distinta. 


—Lo que a mí me preocupa es no verlo a IA, que es el que nos da de comer y saca el agua del aljibe, el rey no tiene la más pálida idea de cómo se hace, ni qué decir de limpiar el corral. —dijo Hidalgo, mirando por sobre la tranquera con cara preocupada. 


—Tienes razón —dijo la vaca—, yo necesito que me ordeñe todos los días, si no lo hace; mis días están contados.


Una de las gallinas, que corría a picotazos a una cucaracha, dijo:


— yo espero que llene el comedero con maíz hoy mismo, porque solo quedan tres granos.


—Yo espero que ni se le ocurra, comer carne de cabra. —dijo Elisa muy preocupada. 


La tortuga se llamaba Carolina, y su pasión era meterse en los rincones menos pensados, solo aparecía cuando le daba la gana. 

Dentro de todo, la convivencia en el corral era pacífica, sólo se alteraban los ánimos cuando la vieja reina aparecía por allí; a nadie le gustaba su cara. Iba muy  poco por suerte. Otro de los momentos difíciles era cuando el caballo Hidalgo, se tiraba una de sus acostumbradas flatulencias que eran memorables, no por lo estruendosas; lo peor venía después. 


Continuará 



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AJEDREZ, LA GRAN HISTORIA (cuarta entrega)

      



Quiero detenerme para analizar brevemente este juego milenario y apasionante, el ajedrez. 

El ajedrez se puede jugar entre dos adversarios, o contrincantes, o jugadores, que compiten para ganar, obviamente. Aunque si lo meditamos un poco, también se puede competir para perder, en este aspecto, tiene las mismas características que el fútbol (pasión de multitudes)

El ajedrez también se puede jugar con un solo jugador, que compite contra sí mismo…no sabemos si esto posee algún atractivo; o, entre un jugador y una fría máquina, que analiza billones de posibles jugadas en un segundo. También se puede jugar entre miles de personas, si, leyeron bien, entre miles de personas; lo que ocurre es que se debe limitar el tiempo para mover las piezas.

Las piezas del juego representan a dos reinos, uno blanco y otro negro; cada uno con una pareja de reyes, dos torres, dos alfiles, dos caballos y ocho pequeños y valientes peones. Por lo general al principio del apasionante juego, se enfrentan un peón negro y otro blanco, hante la atenta mirada de la pareja de reyes, custodiados como si fueran imprescindibles. No obstante, existe la posibilidad, que los caballos salgan primero, saltando por sobre los peones; pero si los peones no se arriesgan, todas las otras fuerzas de los reinos quedan atrapadas. Cabe también reflexionar que existe la posibilidad que las piezas sean movidas por una sola mano de las humanas, esta puede ser la mano de Dios, o de un ser superior …o la mano derecha o izquierda, salvo, obviamente, que el jugador solitario, sea zurdo, por lo cual, todo es igual, pero distinto…o también, que todo sea distinto pero igual.


Cabe señalar que en el milenario juego, en realidad, los por nosotros denominados "peones", no lo eran; y tampoco tenían baja estatura; en verdad, eran valientes y fornidos  guerreros, colocados es una fila con una de sus rodillas en tierra; preparados a brindar su vida, con honor, por el rey y su reina. Esto nos demuestra que la principal característica de un rey y su reina, es poner al servicio de su pueblo, su inteligencia, su integridad, su valor, y obviamente su vida. Por aquellos tiempos, solo era posible conseguir que un pueblo entero confiara en su rey y su reina, si estos no les mentían.


De acuerdo a los grandes maestros del ajedrez, tengo entendido que no es conveniente atacar, o comenzar el ataque por los flancos, lo correcto es tratar de dominar el centro del tablero, o el centro del campo de batalla. Tenemos que advertir a aquellos que deseen jugar al ajedrez, estamos hablando de un juego… tanto o más cruento, que los nuevos juegos virtuales, en donde el clima del lugar, más la muerte, pareciera ser su atractivo principal. 



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jueves, noviembre 02, 2023

AJEDREZ, LA GRAN HISTORIA (tercera entrega)

     



Cuando la reina llegó a la casa de IA su cólera era infinita; justamente le pasaba esto a ella, que jamás había pisado el barro en toda su vida; sus sirvientes le habían tenido terror; tener que recurrir a un insignificante peón pidiendo ayuda, era intolerable, pero otro solución no encontraba. Cuando estaba a punto de llegar por culpa del resbaladizo piso, se cayó sentada…maldijo al mundo entero, con improperios jamás escuchados, pero quién la podía escuchar si no quedaba nadie en su reino. 

Cuando llegó a la casa de IA golpeó la puerta y esperó. IA cuando escuchó que alguien llamaba, imaginó que no había quedado solo, pero cuando abrió la puerta de su casa, por poco se cae de espaldas, el aspecto de la reina era más que lamentable, era un estropicio. 

—Puedo pasar, —dijo la reina autoritariamente. 

—No —le dijo IA a la señora.


En aquellos tiempos, los reyes y la corte que los rodeaba, no pedían permiso, tampoco decían perdón, ni gracias, ni señor, señora o señorita. Era la costumbre; hoy serían algo así como… maleducados importantes; para referirnos a estas personas en forma respetuosa.


—¡Porqué! —gritó la reina golpeando con su pie el suelo, no ves en el estado en el que me encuentro. 


IA, que siempre fue respetuoso, le dijo:

—Es justamente por eso señora, que no puede usted pasar, recién terminó de limpiar el piso, y no deseo que usted lo ensucie con barro.


La reina, que estaba por estallar de rabia, se contuvo, y utilizó uno de los estilos de persuasión más antiguos que la injusticia; dar lástima. 


—IAITO, estoy desesperada, el rey me abandonó a mitad del camino, estoy mojada, hace frío, tenme piedad.


IA, que ya conocía a la reina, desde hace mucho, le permitió pasar, bajo una sola condición…que se quitara los zapatos. 


Una vez que la reina entró esto pasó. 

La reina, jamás había entrado a la casa de ninguno de sus peones; y lo que vio allí, le resultó extraño, y sorprendente a la vez. La casa no era grande, se podría decir que bastante chica, pero comparada con el castillo su tamaño era insignificante. 


En cuanto al tamaño de las cosas, todo es muy relativo, como en el mundo de los animales; un elefante es enorme con respecto a una pequeña hormiga; pero ambos poseen un corazón… ¿o no?.

Bueno, si buscamos en Wikipedia, estos nos dice: 


"Las hormigas (Formicidae) son una familia de insectos eusociales que, como las avispas y las abejas, pertenecen al orden de los himenópteros. Las hormigas evolucionaron de antepasados similares a una avispa a mediados del Cretáceo, hace entre ciento diez y ciento treinta millones de años, diversificándose tras la expansión de las plantas con flor por el mundo. Son uno de los grupos zoológicos de mayor éxito, con unas catorce mil especies descritas, aunque se estima que pueden ser más de veintidós mil. Se identifican fácilmente por sus antenas en ángulo y su estructura en tres secciones con una estrecha cintura. La rama de la entomología que las estudia se denomina mirmecología".


No nos queda muy claro si poseen corazón o cerebro, pero en particular a mi me asombra su sistema de vida, que siendo tan antiguo, aún funciona, y muy bien. Lo que no podemos saber es…si son felices. Por esto estoy pensando que a pesar de comerse las flores de mi jardín, tienen derechos… me pregunto si tendrán obligaciones. 

Tal vez su obligación sea molestar a los humanos, o alimentarlos. 


Está por verse; todo depende de los humanos. 

Está por verse todo; depende de los humanos.



Continuará 

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miércoles, noviembre 01, 2023

AJEDREZ, LA GRAN HISTORIA (segunda entrega)

 


          La reina y el rey se fueron de regreso a sus castillos, decepcionados, porque notaron en la mirada del pequeño peón, algo que a lo largo de toda su vida nunca habían experimentado; la indiferencia. 

—Te diste cuenta, ni se inmutó, a pesar de haber hablado cordialmente su ojos me decían "no me interesa". —le dijo la reina al rey, que caminaba junto a ella por el camino de tierra.

—Si, lo noté de inmediato… estamos en problemas —le dijo el rey mirando a la reina.

La indumentaria de los reyes era verdaderamente elegante, pero no muy práctica para este tipo de caminos; cuando el rey miró hacia el este, pudo comprobar que se avecinaba una tormenta, y por el color de las nubes era una tormenta de magnitud. 

—Creo que no llegaremos a tiempo a nuestro castillo —le dijo el rey a la reina—, si no apretamos el paso nos agarrará la tormenta. 

La reina, desinteresada como siempre, solo le dijo:

—Perdón…te estás refiriendo a ¡mi! castillo, no al tuyo.

—Piensa lo que quieras, yo empiezo a correr, no deseo mojarme. —le dijo el rey, tirando el sombrero de plumas a un lado del camino, y empezó a correr hacia el castillo.

La reina al no poder correr por estar encorsetada, enfureció de tal modo que comenzó a insultar hasta las piedras, su ira la hizo tropezar y cayó de bruces al suelo, desgarrando su vestido repleto de lentejuelas y bordados de oro.

Curiosamente, después de la gran batalla, se salvaron muchísimas bandadas de pájaros. 


Cuando las tormentas en el campo se aproximan, la mayoría de las aves y animales se asustan como en las tormentas de fuego. Los animales grandes o chicos, incluso los insectos, poseen un sistema de defensa que los hace realizar cosas muy curiosas.


Cuando la reina se incorporó, con su cara toda sucia y despeinada, observó que miles de bandadas de pájaros volaban hacia el oeste aterrorizadas.

Al cabo de unos instantes comenzó a llover copiosamente. 


Cuando en el campo llueve, copiosamente, por lo general, los caminos se tornan intransitables por el barro. Agua + tierra = barro


La reina que no era tonta, realizó un cálculo muy rápido…pero muy obvio. 

La casa de IA, le quedaba más cerca que llegar al castillo. Entonces,  emprendió el regreso a la casa de IA, pero el camino era un verdadero lodazal; solo había recorrido unos metros y su estado era deplorable; parecía un helado de chocolate derretido.


Continuará 


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lunes, octubre 30, 2023

AJEDREZ, LA GRAN HISTORIA


Este cuento que deseo contarles, ocurrió hace miles y miles de años, cuando la tierra era muy, muy, chica, o no tanto.

Pero recomiendo que el mismo solo lo lean los padres, junto a sus hijos.

F.B.


Después de la cruenta batalla, solo quedaron la reina, el rey, y un peón llamado IA, rodeados de espanto.

El peón de pie y voz firme, les preguntó a los reyes.


—Se que están enemistados, y también sé, que ninguno de los dos me representa, por lo cual les pregunto una sola y última vez. Para quien desean que aporte mi inteligencia. 


—Para mi  —se apresuró a decir la reina.


—Para mi dijo el rey. 


—Entonces IA, con cara de desencanto dijo: entonces trabajaré…para mi.


Después de unos días, al comprobar los reyes que ya no tenían a nadie que pudiera trabajar para ellos, comprendieron que tendrían que realizar su propia huerta, lavar los platos, tender la ropa, cortarse el pelo; decidieron no pelear entre ellos y fueron en persona a visitar a IA.


IA, se preguntó ¿para qué me querrán?, pero considerando que no ganaba ni perdía nada, les abrió la puerta, la cual estaba protegida por una reja de gruesos barrotes; pero que IA, mantenía abierta, porque en el reino ya no quedaban ni siquiera ladrones




Cuando IA, les abrió la puerta, les dijo:

—Me tendrán que disculpar, no puedo ofrecerles nada para comer o tomar, porque yo ni bebo, ni como; ustedes bien saben que estoy hecho solo de cables y chips. (de esa forma se decía antiguamente, no tengo un cobre, ni partido al medio).


Primero habló la reina, siempre con su mismo tono de voz intolerable y caprichosa.


—Tu obligación IA, es colocarte de inmediato a nuestras órdenes porque este es mi reino, y no lo compartiré con nadie jamás en toda mi vida.  —después de decir esto, la reina se quedó mirando a IA con su característica cara de mujer todo poderosa e implacable.

Después el rey con su mano apoyada en su espada, y colocando su pie sobre una pequeña piedra, le dijo a IA, también en forma autoritaria.

—Te íntimo IA, que mañana a primera hora de la mañana te presentes en el castillo para trabajar, de lo contrario, ¡serás despedido de inmediato!


IA, quedó extrañado ante esto que escuchaba por parte de los reyes; en primer lugar, porque no sabía que se habían reconciliado, y en segundo lugar porque él no los necesitaba. Entonces IA, para no ser descortés, amablemente les dijo:


—Mañana no voy a poder señor rey, pero pasado trataré (en aquella época la palabra "trataré" tenía dos interpretaciones, una era lo que parecía… es decir hacer el esfuerzo, y la otra era: ¡vallanse a freír churros!, en aquellos tiempos las personas eran muy educadas.


Continuará


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