Dentro del vasto legado que la milenaria civilización China ha dejado para la humanidad, no puedo dejar de mencionar al Yin y el Yang; que es una tradición filosófica y espiritual, que enfatiza vivir en armonía con el orden natural. Representa a dos fuerzas fundamentales opuestas y complementarias pero interconectadas que se encuentran en todas las cosas.
El yin es el principio femenino, la tierra, la oscuridad, la pasividad y la absorción. El yang es el principio masculino, el cielo, la luz, la actividad y la penetración.
En esta sintética definición yo agregaría en mi humilde opinión que el yin y el yang nos permite interpretar la vida como algo dinámico en donde nada está dado al azar, todo cumple un equilibrio y un objetivo.
Este es uno de los temas de la civilización China muy interesante para continuar investigando y leyendo, porque pienso que hoy más que nunca en nuestro presente es necesario comprenderlo en profundidad y meditar al respecto.
Por todo esto, creo que es muy importante poder meditar, ¿por qué y para qué, estamos aquí?...tal vez podamos encontrar respuestas a muchas cosas que a veces nos inquietan.
F.B.
El emperador trató a los viajeros como si fueran reyes; varios sirvientes estaban a su disposición para servirlos en todo lo que necesitaran; a cada uno le asignaron una habitación enorme con vistas a un valle rodeado de montañas; a la mañana en una terraza del palacio le sirvieron a ambos un desayuno deslumbrante, y le dijeron que el emperador deseaba hablar con ellos.
—Nos atienden como si fuéramos reyes —le dijo Esteban a Juan sirviendo el té.
—Te digo amigo, que si no estuviéramos en una época tan convulsionada, no sería desagradable vivir aquí. —dijo Juan sirviéndose un bocado de una fruta desconocida para él pero que era exquisita.
—Yo prefiero vivir en el pueblo de Fen y An, porque son muy amables y divertidas, y aún tienen muchas cosas de sus costumbres para enseñarnos. —dijo Esteban.
—En eso tienes razón Juan, allí aún nos quedan muchas cosas por aprender.
—Me pasa algo con Fen y An, que es muy curioso, no se si a ti te sucede lo mismo, —dijo Juan— en varias oportunidades, cuando se ríen, me parece que fueran Luna y Sol.
—A mi me ocurre exactamente lo mismo, te lo iva a comentar, también pienso que el reloj tiene mucho que ver con todo esto, porque si bien nos ubica en tiempos muy distantes, esta circunstancia de encontrarnos con hermanas tan semejante en su carácter, en sus modos, en sus ganas de vivir, me parece que no se debe a una casualidad.
—Pienso lo mismo que tu, —dijo Juan— viene a mi memoria un libro que he leído que se refería a que todos poseemos vidas pasadas. El autor, ponía como ejemplo a personas que estando en una situación crítica de salud, se veían entre sueños en épocas remotas; obviamente esto es incomprobable, pero se agrega a todo esto, la capacidad de entender nuestro idioma por muchas personas, en un momento de la historia y en un lugar tan remoto de la tierra, en donde el español no era conocido.
—También he pensado otra cosa que me resulta asombrosa y nos ubica en protagonistas —dijo Esteban— he leído varios libros, en donde mostraban esculturas muy curiosas, o antiguos relatos sobre dioses que venían desde otro planeta, que bien se podría tratar de personas que venían del futuro como nosotros y sin lugar a dudas era considerado un acontecimiento extraordinario…es decir, que tal vez todo lo que estamos haciendo aquí quede registrado.
—Otra cosa que me inquieta estimado amigo, —dijo Juan con cara de preocupación— es que nosotros, con lo que hacemos, decimos e informamos aquí o en cualquier otro lugar de nuestro pasado, podemos estar modificando el futuro, esto puede resultar ser muy riesgoso, porque una palabra puede cambiar a futuro un acontecimiento a tal punto que los hechos de la historia vayan por otros caminos y tal cosa puede coincidir en aspectos simples, como que algún ancestro nuestro no hubiera tenido hijos, y esto cambie el árbol genealógico de nuestra familia…con la consecuencia de que nosotros no hayamos nacido.
—Tienes toda la razón Juan; tal es así, que si por casualidad, nuestra actividad aquí cambie algo de la historia y ésta transite por otro camino, podemos desaparecer instantáneamente, porque nosotros somos seres del futuro.
Ambos amigos se quedaron pensando porque esa era una posibilidad no tan remota.
—No obstante también puede ocurrir, —dijo Juan— que el destino, si es que alguien lo maneja, como por ejemplo Dios, ponga en manos de elegidos ese reloj, justamente para ajustar o modificar ciertos detalles de la historia.
—Creo que lo mejor que podemos hacer —dijo Esteban mirando ese paisaje deslumbrante, que invitaba a recorrerlo— es hacer y decir todo lo que nuestro corazón considere que es lo correcto, sin pensar en nosotros; porque quizás, como tú dices, Dios nos puso en esta misión, quizás por algún motivo.
—Tienes razón, —dijo Juan, también mirando esa naturaleza desbordante— te puedo asegurar, que cuando estábamos en nuestro tiempo, yo no veía que Dios estuviera presente en mi vida, pero ahora, creo que estaba muy equivocado.
—Veremos estimado amigo qué nos depara el destino…o mejor dicho, que tiene preparado para nosotros; el que todo lo sabe y todo lo ve.
Cuando terminaron de desayunar, y pensar todo esto, se presentaron dos soldados que los acompañaron a la reunión con el emperador, el cual los esperaba junto con el traductor, de pie en un jardín gigantesco.
Cuando estuvieron frente a él, este, con una señal ordenó que las custodia los dejaran solos. Después de las respectivas reverencias; el traductor dijo:
—Me dice el emperador si le pueden mostrar el artefacto que utilizan para viajar.
Esteban inmediatamente sacó de su bolsillo el reloj, y se lo mostró, pero el poderoso hombre no quiso ni siquiera tocarlo, solo lo observaba como quien observa una divinidad. Esteban insistió en que lo tomara en sus manos, pero el emperador se negó.
—El emperador no desea viajar por el tiempo sin su ejército; —dijo el traductor— tal vez solo si ustedes se quedan aquí y en algún momento lo llevan a él.
—Dígale al emperador —dijo Esteban— que él tiene mucho por hacer aquí en su tiempo, y además, que hemos evaluado su propuesta con respecto a vivir en el palacio, propuesta que agradecemos, pero preferimos quedarnos a vivir en el pueblo del señor Xe, esto le permitirá al emperador, ir a buscarnos en el momento que quiera, y allí estaremos. Después que el traductor le dijo esto a la máxima autoridad, éste aceptó y dijo que quería mostrarles la construcción de su ejército.
Después de bajar por una larga escalera de piedra cuya entrada estaba oculta, recorrieron una infinidad de corredores subterráneos iluminados con antorchas, hasta que llegaron a un lugar en donde enormes hornos estaban encendidos y el calor era sofocante, cuando abrieron una compuerta, sacaron a un guerrero inmóvil y humeante, recién terminado, que se acomodaba en otro sector en donde se los dejaba enfriar y después eran pintados con laca de colores. En otro sector de esos túneles unos cincuenta escultores daban forma a guerreros. Por último, toda la producción se dejaba depositada en enormes zanjas realizadas en la tierra. Observar estos trabajos para Juan era ver algo que solo había podido imaginar leyendo sus libros de historia, esto era para él el descubrimiento más asombroso de toda su vida y un privilegio inesperado.
Al atardecer de ese día, el emperador homenajeó a sus visitantes con un asombroso espectáculo teatral y musical, compuesto por bailarinas exquisitas y figuras que parecían mágicas. Después en una enorme sala con techumbre de madera iluminada con decenas de antorchas se preparó una mesa con manjares de todo tipo, Esteban y Juan ocuparon un lugar de privilegio uno a la derecha y otro a la izquierda del emperador.
A la mañana siguiente, en el patio principal del palacio, los esperaba un carruaje y cincuenta soldados para llevarlos de regreso al pueblo de sus amigas, Fen y An.