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sábado, agosto 31, 2024

MARTE (sexta entrega)

  “Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo”


Autor desconocido 


              El periodismo es una profesión difícil, y en muchas ocasiones si la noticia no irrumpe en el público como una bomba, solo se recuerda la misma unas pocas horas para pasar al olvido más absoluto.

Nico W, sabía esto, y además subsistir en los medios y redes de comunicación era como deslizarse en una montaña rusa. Una mañana cuando estaba desayunando en un bar de mala muerte en la ciudad de Buenos Aires, sonó su teléfono y una voz le dijo esto. 

—¿Nico W?  —dijo esa voz de hombre desconocido. 

—Si, soy yo.

—Tengo algo para usted, muy grande. 

—¿Qué tan grande?  —respondió Nico W, con desdén agregando azúcar a su taza de café, expedida por un máquina que solo sabe Dios quién y cuándo se limpió.

—Tan grande como el proyecto de la ciudad en Marte; le puedo decir exactamente quién es el dueño, y mentor de esta colosal obra, para la cual se necesitan recursos tan extraordinarios que dejarán a países enteros en la bancarrota por todo el mundo.

—Me interesa —dijo Nico W, de inmediato, prestando más atención. 

—Lo espero mañana a las ocho de la noche en Arenales y Esmeralda, en la plaza frente al palacio San Martín, iré con un pulóver rojo y con un perro caniche blanco. 

—Allí estaré  —le respondió Nico W, para después tomarse de un sorbo su café, y colocándose una campera, tan gastada como la suela de sus zapatos, salió de allí rumbo a la redacción. 


La ciudad de Buenos Aires a fines del siglo XXI era muy distinta a como la conocemos hoy, por empezar no existían automóviles con choferes, solo se podía ver en sus calles unos pequeños vehículos silenciosos que transportaban pasajeros, que no tenían prisa por llegar a ningún lado, por ese motivo todo parecía transcurrir en cámara lenta. El palacio San Martín se había reciclado como lugar de convenciones primero, y después, se transformó en un lugar para escuchar música electrónica presencial. 


Cuando Nico W llegó a su oficina encendió su computadora y un enorme aviso rojo le recordaba de la reunión general a las diez, faltaban diez minutos. Después de colocar sobre una soga atada de pared a pared desde sus extremos la sábana verde que utilizaba de fondo para que no se pudiera ver el desorden universal de su oficina en las reuniones virtuales, arrastró con su mano, de una sola vez todo los papeles y libros acumulados en su escritorio, estos cayeron al piso levantado una nube de polvo.

La reunión comenzó puntual, se podía ver en el monitor la cara del director y sus cuatro compañeros de trabajo. 



Sin decir siquiera buenos días, el director comenzó la reunión diciendo:

—No es necesario que les diga que hace una semana que no presentamos una noticia decente, nos estamos quedando en el fondo del mar del interés de la audiencia, necesitamos algo importante, cualquier cosa; dos importantes auspiciantes se han retirado, y se fueron al espacio del programa de recetas de comidas; si seguimos así quedaremos todos en la calle. ¿Que tienes Laura? —le pregunto a una joven de cara asustada y anteojos con aumento. 

—Los índices económicos mundiales comenzaron a repuntar pero muy lentamente. 

—¿Alejandro?

—Sí jefe, soy padre de un varón, nació esta madrugada. —dijo sonriente un joven de pelo crespo… todos rieron, excepto el jefe.

—Me alegro por ti, pero dile a tu esposa que si continuamos así, no podrás alimentarlo.

—¿Sofía?, por favor no me digas que cuando el huracán tocó tierra no murió nadie. 

—No, pero desapareció una mujer  —dijo la joven con voz entrecortada— pero por suerte la encontraron sana y salva… Todos rieron. 

—¿Nico?

—Tengo algo grande jefe, hace varios días que lo estoy investigando, pero recién mañana tendré una última confirmación —dijo esto Nico W con su mejor cara de investigador.

—¿No puedes darnos un adelanto?

—Solo le digo que es algo grande. 

—¿¡Pero qué tan grande!?, le preguntó ofuscado el jefe.

—Grande como el planeta Marte jefe.

Todos se quedaron en silencio mirando la cara de Nico W.

—Bueno, esperaremos hasta mañana. 

—No quiere que le diga el pronóstico del tiempo para esta semana  —dijo un joven de ojos claros, y pelo rubio.

—No gracias —dijo el jefe—, nunca acertamos, subieron un meme que da vueltas por allí mostrando a un hombre sin paraguas empapado por la lluvia y nos menciona como responsables; es muy gracioso…si no fuéramos nosotros.


A la hora indicada para reunirse con ese hombre desconocido que le había prometido una noticia enorme, Nico W estaba allí; de pronto un señor mayor de pulover rojo, pantalón negro y zapatillas rojas con un sombrero Panamá, sosteniendo en sus brazos un caniche se le acercó. 

—Hola Nico  —le dijo ese señor bajito de ojos claros y una sonrisa afable— usted es mucho más alto de lo que imaginaba, la pantalla es engañosa. 

—¿señor?  —preguntó Nico, extendiendo su mano.

—Mejor será que no sepa mi nombre, yo no quiero involucrarme en esto, llámame si quiere JV  —dijo el señor acariciando su perro— antes de empezar le pido por favor que apague su teléfono. 

Nico le hizo caso, y después se sentaron en un banco próximo.

—Comenzaré por el principio, pero primero quiero hacerle una pregunta. ¿Sabe usted algo con respecto a la ciudad que se está realizando en Marte?.

—No se mucho al respecto, solo que hay una serie de empresas muy importantes que están invirtiendo allí, pero también hay versiones que eso es una fachada para ocultar otras cosas; tampoco se sabe quien es el director de todo, incluso se ha llegado a decir que se está realizando por robots, sin intervención de un ser humano.

—Bien, lo que le diré está noche es la verdad, incluso toda la documentación que avala lo que le digo, pero le adelanto que si se atreve a investigar en profundidad todo esto, entrará en un territorio peligroso, porque aquí está en juego la sustentabilidad de nuestro planeta, y los volúmenes de dinero que se manejan son colosales.

El pequeño señor comenzó a contarle con lujo de detalles, toda esta operación Marsiana; con fechas, lugares, fusiones de compañías, nombres, países, presidentes de países involucrados, políticos y por último el nombre del cerebro de esta trama impresionante: Marcos hijo; después, al terminar su extenso discurso, sacándose el sombrero, y secando su frente con su pañuelo dijo:

—Sabe una cosa, me he quitado un enorme peso de encima, ahora todo está en sus manos; usted es un hombre joven y audaz que sabrá hacer lo mejor para divulgar esto, que le aseguro de continuar, nos lleva a todos a un abismo. Una cosa más comienza por investigar el supuesto meteoro que destruiría nuestro planeta…es una burda mentira, armada para que cayeran todas las acciones de las principales empresas para de ese modo ser compradas por el mentor de todo esto. 

Al terminar de hablar el misterioso hombre le entregó una pequeña memoria USB, le extendió su mano para saludarlo, se colocó su sombrero, acarició a su pequeño perro y se perdió en la noche.

Cuando Nico W, llegó a su casa, abrió el dispositivo y lo que comenzó a leer y ver era sin lugar a dudas la noticia más grande de todos los tiempos y la tenía solo él en su computadora.



Esa misma noche llamó a su jefe para contarle la novedad.

—Nico, son las tres de la madrugada, ¿estás en una fiesta o qué?. —le respondió su jefe aún algo dormido.

—Lo que tengo jefe, está vez, es muy grande, realmente muy grande.

—Bueno, te espero en mi casa para desayunar. 






Cuando el jefe vio toda aquella documentación se quedó más que sorprendido y dijo:

—Nico, esto debemos manejarlo con muchísimo cuidado porque es una bomba neutronica, es más, si quisiéramos sacar a la luz todo esto a la vez, nos clausurarian el noticiero, nosotros solo somos un pequeño engranaje de una empresa de medios gigantesca que no sabemos quien la controla. Me animo a decirte que solo podemos sacar a la luz todo esto pero por otros medios, como las plataformas privadas y autónomas que se desplazan fuera de los sistemas de información. 


La información es dinero, porque la misma permite al público en general y a los grandes grupos empresariales tomar decisiones; pero la desinformación también se utiliza para generar dinero. Esto Marcos hijo lo sabía muy bien y por eso había comprado una importante cantidad de medios por todo el mundo. Los miles de empleados que trabajan en esos medios no tenían idea a quién pertenecía la empresa para la que trabajaban. Pero lo que Marcos no podía controlar era las redes de usuarios; estos podían tomar una noticia y distribuirla entre millones de contactos en todo el mundo; en pocas horas el planeta se enteraba de lo que estaba ocurriendo, tan agresiva y dinámica era esta forma de información que en una oportunidad la poderosa empresa Coca Cola, tuvo que cambiar todos sus envases de plástico común a reciclables, porque si no lo hacía sus miles de millones de clientes  no consumían sus productos y estuvo al borde de la quiebra.


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jueves, agosto 29, 2024

MARTE (septima entrega)

           Cuando alguien tiene entre manos algo muy grande, es muy difícil poder ocultar por mucho tiempo esa información. NW, sabía muy bien esto y también sabía que investigar ciertas cosas puede ser muy peligroso, por ese motivo comenzó a trabajar con mucho cuidado en algo que incluía a las principales empresas de todo el mundo. El cerebro de todo esto era un solo hombre, Marcos hijo, pero nadie sabía ni siquiera cuál era su residencia; NW llegó a escuchar que trabajaba en un jet privado que volaba constantemente, bajando solo para cargar combustible, otro contacto le dijo, que ya estaba viviendo en Marte y desde allí dirigía sus empresas, y también que poseía un búnker subterráneo a prueba de una guerra nuclear en el corazón de la selva Amazónica. 

La primera investigación que llevó adelante NW, fue averiguar el rumor que corría de boca en boca entre los corredores de bolsas del mundo, cuando se supo de la caída del famoso y nunca bien comprobado meteoro, que provocó el derrumbe masivo de todas las acciones, pero no la destrucción del planeta, y en simultáneo, curiosamente, una nueva empresa tecnológica desconocida, compró millones de acciones de las cien primeras empresas del globo a valores irrisorios.


—Estimado Jorge, quiero hacer una inversión de importancia, y dedeo que me asesores.  —esto le decía NW a su amigo de la infancia que era corredor de bolsa.

—¿De cuanto dinero estamos hablando?,  —le respondió su amigo sabiendo de antemano que se trataba de una broma.

—Son todos mis ahorros de una vida; cien dólares.

—Bueno, puedes invertir en una empresa de cosméticos para mascotas que está funcionando bastante bien, o también en una heladería en la Antártida, son dos  opciones muy válidas. 

—Como se nota que no es tu dinero sinvergüenza  —le respondió riendo NW a su amigo—, bueno hablando seriamente, necesito que nos encontremos, estoy haciendo una investigación y existe una tema de compra y venta de acciones del que tú debes saber algo.

—Perfecto, si pagas las cervezas, con mucho gusto.

—Siempre pago las cervezas, caradura.

Ambos amigos se encontraron esa misma tarde en el lugar de siempre; NW, fue al grano de lo que quería saber.

—Hace un año atrás me comentaste que cuando lo del meteoro, comprobaste que el comportamiento de las acciones fueron lógicas, pero que también ocurrió algo muy llamativo. —le dijo NW a su amigo, sirviendo la cerveza. 

—Si, lo recuerdo perfectamente, pero debo decirte que por culpa de eso que muchos comprobamos como un hecho inusual; —decía el amigo de NW en voz baja—, a nadie le interesa comprar algo, sabiendo que el mundo está por desintegrarse; a varios de mis compañeros, incluso un jefe importante de mi empresa, por preguntar de más, los despidieron de inmediato, y ahora están trabajando de cualquier cosa menos en la bolsa, sus apellidos son una mala palabra.

—Tú qué me puedes decir al respecto. 

—Te puedo decir que de la nada surgió una empresa tecnológica que nadie conocía con el nombre de XTX, con una descomunal cantidad de dinero que compró las acciones de medio mundo, y no sé,  si del mundo entero; obviamente todos estaban regalando algo que en muy poco tiempo no valdría nada. Después ocurrió lo que nadie imaginó, el fin del mundo no se produjo; curiosamente. 

—¿Qué me dirías si yo sé quién es el dueño de XTX?. —susurró NW, a su amigo Jorge.

—Te diría que no quiero saberlo, prefiero continuar con mi trabajo y con mi vida, como hasta ahora, y te recomiendo apreciado amigo que tengas mucho cuidado donde metes tus narices, porque estamos hablando de gente muy, pero muy, poderosa. 

Cuando ambos amigos se despidieron, NW tuvo la certeza que todo lo dicho por aquel curioso informante del caniche blanco era cierto. 


A mediados del siglo XXI existía una red científica, llamada FRIPON ANDINO, conformada entre los países de Argentina y Chile, que utilizaba cámaras de ojo pez.


(Las cámaras ojo de pez, también conocidas como cámaras "fisheye" en inglés, son cámaras de videovigilancia que utilizan un lente gran angular con una forma esférica para capturar un campo de visión extremadamente amplio, generalmente de 180° o incluso 360°. Esta característica les permite monitorear grandes espacios con una sola cámara, lo que las hace muy útiles en diversas aplicaciones).


Estas redes trabajaban en la detección de objetos como meteoros o meteoritos que por su trayectoria podrían impactar en la tierra; estos centros podían determinar con total precisión el tamaño y lugar donde caerían estos objetos, para de este modo impedir que los mismos produzcan daño en poblaciones.


Después de algunos llamados telefónicos y enviar algunos correos; NW se pudo contactar con un hombre aficionado a la observación del cielo que vivía en el antiguo y ahora desmantelado Observatorio Félix Aguilar que se encuentraba en la provincia de San Juan, Argentina. Más específicamente, está ubicado dentro del Parque Nacional El Leoncito, a unos 35 kilómetros al noroeste de la abandonada ciudad de Barreal.

Latitud 31°48′08″ Sur, longitud 69°19′35″ Oeste

Además, es importante mencionar que en el mismo predio donde existía el Observatorio Félix Aguilar, también funcionaba el Complejo Astronómico El Leoncito, un observatorio aún más grande. El Parque Nacional El Leoncito seguía siendo un lugar ideal para la observación astronómica debido a su cielo excepcionalmente oscuro y limpio, con muy baja contaminación lumínica. Esto lo convertía en un sitio privilegiado para la investigación astronómica y también para el turismo astronómico.

Todas esas instalaciones eran muy modernas a mediados del siglo XXI, pero ahora solo se podía observar un conjunto de hierros oxidados, con cientos de metros de cables sin energía, a excepción de la única cámara ojo de pez que mantenía en perfecto funcionamiento, Nicasio Laguna, un ingeniero retirado; la energía la obtenía de una planta de  paneles solares. Este hombre supo preservar esa única y vieja máquina para continuar con su solitaria pasión de décadas, observar ese cielo nocturno inmaculado que lo fascinaba.

Hasta allí fue NW, a encontrarse con este buen hombre con el pálpito de poder conseguir alguna información proporcionada por ese viejo ingeniero, que algo tendría que saber con respecto a aquel acontecimiento mundial, en donde un meteoro de proporciones jamás vistas destruiría la tierra.

El moderno tren solar lo dejó a NW, en un pueblo semi abandonado; cuando preguntó por el paradero de Laguna, solo le indicaron un camino entre cierras, con la esperanza de que si no se perdía en ocho horas de caminata encontraría la casa del ingeniero. 

Durante ese atardecer majestuoso, después de una caminata interminable, exhausto, pudo divisar un grupo de enormes antenas y tinglados abandonados, ¡había llegado!

Cuando se encontró con Nicasio Laguna le pareció que era la estampa del mismo Don Quijote de la Mancha, altísimo, morocho, con un sombrero de alas anchas más viejo que sus botas, muy delgado, con bigotes puntiagudos y barba, fumando en pipa; ese hombre no coincidía, ni con la ciencia, ni con la modernidad del momento, era comparable a un marino, al que abandonaron en esos parajes a muchos metros de altura del mar, sin su embarcación. 

—¿Me pudo encontrar?  —Exclamó afable ese señor que hablaba con una tonalidad característica al hombre de campo, pausado, solitario, de mirada profunda. 

Después de intercambiar un afectuoso apretón de manos, la conversación giró en torno a lo que se dedicaba, en ese lugar inhóspito y desolado. La excusa de NW, para esa reunión era realizar una nota sobre el último de los antiguos observatorios del cielo que aún quedaban en Argentina. 

Durante la cena improvisada con queso de cabra, jamón cocido y vino tinto que el ingeniero le brindó a NW en su pequeña y humilde casa, pudo ampliar con su narración cautivante, su pasión por vigilar el cielo.

—La verdad es, que mi amor por mi profesión, nació cuando al quedar viudo, empecé a estudiar astronomía, yo soy autodidacta  —le decía aquel hombre a NW, mirando el fuego de la salamandra que le iluminaba su cara, fumando con su pipa, dejando el inconfundible aroma de su tabaco negro— y cuando descubrí por primera vez el cielo estrellado de este lugar, siempre imagino a mi señora, esperando que me envíe un mensaje, mucho dicen en el pueblo que soy un solitario loco, que hablo con las estrellas; tal vez sea así, a veces me parece que algo me quieren decir; pero no alcanzo a comprender.

NW, escuchando a ese hombre quedó sorprendido porque era como si lo conociera de toda la vida.

Cuando terminaron de hablar, Laguna le dijo que lo acompañara; después de caminar unos pasos lo hizo sentar en una reposera mirando al cielo y apagó la luz de un farol de la galería de su rancho; lo que pudo observar NW era un espectáculo que lo dejó extasiado, sin palabras; la vía láctea como jamás la vio en su vida estaba allí y a él le pareció flotar entre estrellas en un vacío infinito.



—¿Qué opina ahora amigo?, comprende por qué me cautivó este lugar, no creo que haya otro en el mundo así. 

NW, se quedó mirando aquello, en silencio, una hora, o tal vez dos.

El anfitrión lo trajo de vuelta de su viaje, y le brindó una habitación para pasar la noche; la temperatura había bajado muchísimo, pero el rancho que no tenía lujos, era abrigado y confortable. 

A la mañana siguiente, durante el desayuno, NW se sentía mal por el hecho que él había llegado hasta allí por otra cosa y se encontró con un hombre sincero que le enseñó su pasión. ¿De qué modo podía ahora confesar su verdadera intención por su visita?. Pensó que lo mejor sería decirle la verdad a aquel viejo que disfrutaba su vida mirando el cielo nocturno, sin perjudicar a nadie, y viviendo de su jubilación. 

Cuando le terminó de contar toda la historia del porqué de su visita, Nicasio Laguna, se rió con ganas y le dijo a NW.

—¡Me parecía una locura que alguien estuviera interesado en estos viejos aparatos!, sumado a que los cuida un viejo como yo, y viniera hasta aquí, desde tan lejos, ahora comprendo. —NW, se quedó más mortificado aún por esta salida de un viejo humilde y bueno— no se preocupe usted, le contaré lo que que vino a buscar. Cuando me enteré del meteoro por la radio, inmediatamente apunté a ese lugar, repase todo el procedimiento como veinte veces, y le aseguro que esa piedra no existió jamás, fue un gran invento de alguien para causar terror; yo se lo dije a todo los que pude, pero nadie me creyó, quien le va a creer a un viejo solitario, una noticia que viene del mundo civilizado. 

—Me encuentro en una encrucijada estimado Nicacio, —le dijo con pesar NW—, si yo divulgo su información y digo su nombre, lo expongo a usted a un gran peligro, y muy lejos estoy de causarle algún problema.

—Mire amigo  —dijo aquel gigante delgado de voz gruesa y pausada— a mi edad, ya no le tengo miedo a nada ni a nadie, si usted puede divulgar esa mentira, me encantaría que me nombrara; sabe qué sucede, joven, uno llega a cierta edad, y lamenta morir en la intrascendencia, disponga usted de mi información como más le guste, solo le pido que me envíe su nota para leerla, y poder mostrarla en el pueblo con mi nombre; ponga usted: Nicacio Laguna, observador infatigable de estrellas.

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miércoles, agosto 28, 2024

MARTE (octava entrega)

          Ser el hombre o la mujer con más poder y riqueza en el mundo entero pareciera ser un objetivo deseado por toda la humanidad; sin embargo, no siempre se tiene realmente en cuenta que una posición así demanda un esfuerzo de atención a muchos aspectos, como el curso de las empresas, la política, los eventos sociales, el humor social y la seguridad individual.

Marcos hijo trabajaba infatigablemente en todos estos aspectos, cada día de su vida, doce horas diarias, con excepción de los domingos, en los que solo escuchaba música clásica en soledad, porque su única familia era un gato, o mejor dicho, el séptimo clon de su primer gato, que se llamaba, curiosamente, “Fortuna”.

Sabía muy bien que la clave para que todo marchase correctamente era ser estricto e implacable con cada uno de sus colaboradores inmediatos; una pequeña distracción o error de interpretación de una orden impartida por él significaba quedar en la calle.

Marcos hijo dominaba el mundo, pero existían otros contrincantes que pretendían quitarle ese privilegio; uno de esos era el viejo Elon Musk, que lo odiaba con toda su alma y trabajaba cada día de su vida para asestar un golpe mortal a las empresas de Marcos hijo.

Elon, reunido con sus colaboradores, trazó una idea para arruinar a Marcos hijo; para ello era necesario algo descabellado: paralizar el mundo todo el tiempo que fuera necesario hasta que Marcos hijo capitulara y tuviera que recurrir a él para resolver la catástrofe. Elon soñaba con ver a Marcos hijo de rodillas frente a él pidiéndole ayuda.

Para este plan se convocó en forma secreta a un delincuente, el cual era buscado internacionalmente por ser el responsable de múltiples atentados de todo tipo; sin embargo, este malhechor era escurridizo como un pez en el agua y, por dinero, era capaz de llevar adelante cualquier cosa.

Después de cerrar el trato por una cantidad de dinero abismal, Elon pidió algo que, si no se cumplía, no pagaría un solo centavo: no podía haber víctimas, solo destrozos materiales.

El primer golpe sería paralizar el transporte de mercancías entre América y Europa, que se realizaba mediante ocho túneles bajo el océano que permitían el desplazamiento de varias formaciones de trenes ultrarrápidos. El trabajo fue impecable; varias detonaciones perfectamente controladas arruinaron miles de kilómetros de vías, que quedaron inutilizables. Su reparación duraría, como mínimo, dos meses de intenso trabajo. Esto provocó la interrupción de alimentos, insumos industriales y otras mercancías, lo que generó, a las veinticuatro horas, un caos. Los directivos de las principales empresas pedían instrucciones a sus casas matrices para que pudieran solucionar una catástrofe de proporciones globales.

Marcos hijo se reunió con sus colaboradores más estrechos, que eran solo cuatro y un robot de su flota de inteligencia artificial.

—¡Quiero que alguien me explique qué carajo ha sucedido! —estalló, envuelto en ira, el hombre más poderoso del mundo.

El primero en explicar lo que estaba pasando fue Bernardo, encargado de manejar el departamento de logística a nivel mundial. Bernardo era un ingeniero autodidacta, sin título, que sabía navegar por los ríos virtuales de las finanzas y la logística de mercancías de todo el mundo; su puesto de trabajo estaba instalado en su casa, la cual era una pequeña cabaña que compartía con su familia en un lugar paradisíaco de Argentina, frente al lago Nahuel Huapi. La habitación en la que trabajaba tenía tres de sus paredes tapizadas de monitores, que ininterrumpidamente mostraban el desarrollo de los movimientos bursátiles y comerciales mediante coloridos gráficos.



Después de escuchar detenidamente lo ocurrido y saber, además, que había sido un boicot, le preguntó a su robot de qué modo se podía solucionar esto de forma inmediata, a lo que el robot dijo:

—Debemos poner en funcionamiento todos los buques de transporte marítimo cuanto antes, y se comenzará a regularizar todo en unos diez días.

—Bien, ¡hagámoslo ya!

—Existe un solo inconveniente —dijo el robot sin expresar, obviamente, ningún tipo de emoción.

—¡Qué inconveniente puede existir! —gritó exasperado Marcos hijo.

—El problema es que todas las viejas compañías marítimas pertenecen a Elon Musk.

La cara de Marcos hijo se puso roja, parecía que iba a estallar; con ambos puños, pegó un golpe en su escritorio y después se quedó en silencio frente al monitor. Al cabo de un minuto dijo:

—Comuníquenme con ese hijo de perra.

Para muchas personas, la venganza puede tener un sabor muy dulce; eso fue lo que sintió el viejo Elon cuando le dijeron que tenía una videollamada de Marcos hijo. Tardó largos diez minutos en atenderlo, después se sentó en su escritorio, encendió su pipa y expulsó el humo contra el monitor donde se veía la cara enfurecida de su archienemigo.

—Hola, querido Marquitos, qué sorpresa, tú por aquí.

—¡Viejo zorro malnacido!, irás preso por esto el resto de tu vida, y disfrutaré viéndote envejecer tras las rejas —le gritó Marcos en la cara a un viejo Elon Musk que ostentaba una sonrisa socarrona, disfrutando como un chico con un dulce en la boca.

—Te noto nervioso, Marquitos, ¿qué ha ocurrido?; tal vez pueda ayudarte en algo.

Marcos trató de calmarse, pero le era imposible, porque sabía que tenía que negociar con alguien que era tan despiadado como él; a esto se agregaba que tenía que cerrar un trato como fuera, porque, de lo contrario, esperar que todo volviera a la normalidad en un mes era demasiado tiempo y comenzaría un efecto dominó interminable hasta alcanzarlo.

—Tú sabes bien de qué estamos hablando… ¿cuánto quieres por tus obsoletas empresas de transporte marítimo?

—Ahh, sí, me parecía que tu problema venía por ahí. El punto es que, como todos los viejos, nos encariñamos con las cosas antiguas… por lo cual, querido amigo, ¡no están a la venta!

La hipocresía de Elon irritaba aún más el ánimo de Marcos hijo.

—Me tienes entre tus manos miserables, ¡dime cuánto quieres por esas viejas cáscaras que flotan!

—Sabes una cosa, estimado Marquitos, en el fondo no me caes tan mal; a decir verdad, yo era igual a ti cuando joven. Solo por hacerte un favor, te doy todas mis empresas marítimas por el cincuenta por ciento de todas tus empresas, o mejor dicho, por la mitad del mundo.

Marcos hijo, después de escuchar lo que Elon dijo, en lugar de despotricar y patear el tablero de ajedrez, solo se comunicó con su centro de inteligencia artificial, realizó una sola pregunta y después, mirando al viejo Elon, dijo:

—Trato hecho, mañana firmamos todos los papeles; serás mi socio. —Después apagó el monitor.

Esta reacción dejó a Elon con un sabor amargo; no era posible que este negocio haya sido tan fácil; quitarle la mitad del colosal negocio a Marcos hijo con tanta facilidad era imposible.

—Algo está tramando este hombre —les dijo Elon a sus colaboradores—, deberemos leer muy detenidamente la letra chica del contrato, nos quiere estafar, estoy seguro.

El estudio de abogados del viejo empresario no encontró nada anormal en los contratos, pero la principal empresa controlada por Marcos hijo era un engendro de empresas interconectadas a las que solo Marcos hijo, con su poderosa central de robots con inteligencia artificial, podía acceder y ordenar el rumbo de sus negocios.

Los socios del estudio de abogados de Elon no eran los de antaño; señores y señoras con impecable traje y corbata; los de ahora parecían tres jóvenes surfistas preparados para ir a la playa.

La reunión para firmar los papeles se realizó en una impresionante sala de reuniones virtual, con más de treinta participantes, donde los nuevos socios, Elon y Marcos hijo, ni se miraron a los ojos.



Después de que todos los contratos estuvieron firmados, teóricamente Elon y Marcos hijo se fusionaron como socios… con un pequeño detalle: eran socios tanto en las ganancias como en las pérdidas.

Al cabo de diez días, la impresionante flota de Elon, que comenzó a surcar todos los océanos del globo, llevando y trayendo mercancías de todo tipo, calmó de inmediato las aguas de los negocios. Pero Elon, a pesar de haber conseguido en teoría quedarse con la mitad de los principales negocios y empresas de todo el mundo, no estaba tranquilo; había sido demasiado fácil, y conocía muy bien a su reciente socio, Marcos Hijo.

No estaba equivocado; a los siete días, su responsable de finanzas lo llamó preocupado:

—Tenemos un problema, Elon.

—Dime qué ocurre —preguntó el viejo Musk, imaginando de inmediato de dónde provenía.

—Están llegando las rendiciones de cuentas de nuestras nuevas empresas asociadas y en todas solo hay rendimientos negativos; en todas estamos perdiendo dinero.

—¡Ya me parecía que este maldito tenía algo bajo la manga! —gritó Elon enfurecido.

Cuando Elon se comunicó con su socio, le dijo, tratando de ocultar su ira:

—Marcos, me están informando de que nuestras empresas en común no están funcionando bien. ¿Qué está pasando? —Exactamente eso —le respondió su socio con total calma e hipocresía—, están dando pérdidas. Ante esta respuesta del bribón de Marcos hijo, Elon no pudo mantener la calma y le gritó frenético: —¡Me estás estafando, maldito sinvergüenza! —Negocios son negocios, Musk; a veces se gana y otras se pierde. En este momento estamos perdiendo, ¿qué otra cosa necesitas saber, socio? —¡Te juro que irás a la cárcel, maldito bribón, no te saldrás con la tuya! —le gritó Elon a un monitor, en donde solo había quedado la cara congelada de un Marcos sonriente que ya no escuchaba.

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martes, agosto 27, 2024

MARTE (novena entrega)

          Manejar el vasto mundo de la política y los negocios era la pasión de Marcos hijo. Se sentía poderoso, casi una divinidad. Mediante una intrincada red virtual, vigilada y controlada por su ejército de robots con inteligencia artificial, podía hacer casi cualquier cosa: desde modificar la voluntad de jueces y dirigentes políticos, lograr la promulgación de leyes a su medida y conveniencia, inventar epidemias, hasta divulgar en los medios periodísticos la inminente destrucción de una ciudad por un terremoto.

La vida a finales del siglo XXI era más simple en algunos aspectos, como la comunicación. Todas las fábricas eran robóticas, lo que trajo como consecuencia un altísimo grado de desempleo y desigualdad, hasta que, lentamente, la civilización se fue adaptando. Ni siquiera las empresas de servicios utilizaban mucho personal; todo era autoservicio. Por ejemplo, las habitaciones de los hoteles se limpiaban de forma automatizada. Para trabajar, ya no era necesario viajar demasiado. Los principales trabajos consistían en el control de procesos industriales, comerciales y de logística. Los acaudalados empresarios dirigían sus empresas desde sus propias casas, ubicadas en lugares de majestuosa belleza. Pero la otra cara de la moneda era un mundo conflictivo en el que vastos sectores de la población deambulaban buscando vivienda y trabajo.





La automatización, sumada a la inteligencia artificial, le permitió a Marcos hijo dominar sus negocios y empresas desde su escritorio. Cuando se asoció con Elon, supo desde el primer momento que jamás le daría la llave de todos los sistemas. La red de control que le garantizaba a Marcos el dominio absoluto estaba construida en seis centros ultrasecretos ubicados en siete lugares: Asia, África, América del Norte, América del Sur, la Antártida, Europa y Oceanía. Estos centros, construidos bajo tierra, poseían un pequeño reactor nuclear que aseguraba su energía. En su interior no había un solo ser humano; allí solo se escuchaba el sonido del aire acondicionado que mantenía todos los sistemas a una temperatura constante de 10 grados centígrados.

La otra actividad que apasionaba a Marcos, como a un niño jugando con sus juguetes, era el despliegue de su poder en Marte. Poderosos cohetes despegaban desde la Tierra cada cinco días, transportando personal y equipos de todo tipo. Bajo una enorme cúpula transparente, se podían ver, sobre la superficie del planeta rojo, una decena de edificios extravagantes y otras instalaciones. Enormes grúas con poderosos brazos elevaban materiales y descargaban contenedores de los cohetes, que se apilaban en una zona de carga. Todo el caudal de dinero para las construcciones en Marte provenía de múltiples empresas que Marcos hijo hacía crecer o quebrar a su antojo. Precisamente, los resultados que le enviaba a Elon eran de esas empresas que Marcos dejaba caer para enfurecer a su socio. Lo ilegal teñía todos los movimientos financieros de Marcos.




A lo único que temía Marcos hijo era a un organismo llamado “Comercio Global”, formado por la fusión de tres antiguas entidades: el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y BlackRock y Vanguard. Esta organización mantuvo durante décadas un prestigio indiscutible por su transparencia. Era tan poderosa que podía encarcelar a Marcos hijo y rematar todas sus empresas si comprobaba que estaba cometiendo alguna ilegalidad.

—Tengo la noticia más importante de esta década —le decía Nico W a su jefe, quien estaba acorralado por la caída de audiencia del noticiero.

—Espero que sea algo importante —respondió su jefe con voz de ultratumba—. Los dueños solo nos mantendrán al aire hasta fin de mes. O sobrevivimos, o nos despiden.

Cuando Nico W le transmitió todo el asunto del falso meteoro y las consecuencias de la caída de las acciones y su compra por una empresa fantasma, su jefe se quedó en silencio por unos instantes y después le dijo:

—¿Tienes las pruebas?

—Tengo todas las pruebas y un testigo que desea dar su nombre.

—¡La anunciaremos esta misma noche, confío en ti! —respondió su jefe.

Cuando faltaban solo cinco minutos para el comienzo del noticiero, llegó una llamada a la redacción. Cuando el jefe de Nico W atendió, era el principal dueño del medio, quien le dijo tajantemente:

—La noticia del meteoro y las acciones no sale hoy. Quiero más pruebas. Los espero a ti y a tu reportero en mi casa mañana a primera hora.

A la mañana siguiente, Nico W y su jefe estaban en la entrada del country del dueño principal del medio.

—El señor está en la piscina —les dijo un encargado abriendo la puerta de una mansión de estilo minimalista.

Después de recorrer una larguísima galería que bordeaba un jardín con plantas exóticas, vieron a alguien nadando en la piscina. Cuando se acercó a la orilla, les dijo:

—Pónganse cómodos bajo la sombrilla y sírvanse lo que quieran. Solo me faltan cinco largos para concluir mi rutina.




En la mesa había un banquete: jugos de fruta, melón, fresas, uvas, quesos y unos bocaditos agridulces sobre masa de hojaldre que extasiaron a Nico W al probarlos. Un hombre delgado, de pelo blanco y muy bronceado, salió del agua, se puso una bata negra y se sentó frente a ellos, sirviéndose una taza de café.

—Señores, iré al grano —dijo aquel hombre desconocido para Nico W—. Esa noticia no podemos divulgarla, ni hoy, ni mañana, ni nunca. Tampoco puedo decirles el porqué; es mejor que ustedes no sepan nada. Consideren el caso cerrado, no revuelvan más el asunto, y tampoco se preocupen por la baja audiencia. Su noticiero continuará hasta fin de año.

Cuando el señor terminó de decir esto, sonó su celular:

—Está todo solucionado… Estoy aquí con ellos… Han comprendido perfectamente… Nadie dirá una sola palabra… Caso concluido.

De regreso, Nico W y su jefe no tocaron el tema, hasta que el jefe dijo:

—Estas cosas me resultan muy desagradables. Siento que no estoy cumpliendo con mi rol de periodista. Me siento un cobarde —le confesó a Nico W.

—No se preocupe, jefe —usted tiene la responsabilidad de conducir un noticiero y también debe cumplir órdenes —trató Nico de consolarlo, sabiendo que él cumpliría su rol de periodista y, de algún modo, daría a conocer la noticia de esa enorme mentira que tantos trastornos y calamidades había causado al mundo entero.

En el mundo existían dos canales de información: uno formal y otro informal. Este último lo consolidaba una red de jóvenes marginales que deambulaban por las afueras de las grandes ciudades. Constituían tribus con características curiosas. Una de ellas, la más numerosa, se distinguía porque solo salía de sus escondrijos de noche. Se autodenominaban “roedores”. Vivían en edificios y fábricas en ruinas, bajo puentes en desuso o en viejas iglesias abandonadas. No existía ciudad en el mundo donde no estuvieran. Si bien su aspecto era lo suficientemente desprolijo y rústico como para que nadie se les acercara, eran muy pulcros en su aseo personal y disfrutaban de esa condición. Los caracterizaba algo esencial: en quince minutos podían viralizar cualquier noticia que les pareciera importante, y esta se desplegaba por todo el planeta mediante un sistema muy práctico. Ocupaban con grafitis todo lo que tenían a mano: muros, postes, puentes y carteles publicitarios. Eran especialistas en inundar una ciudad con esa noticia.



Nico W conocía a un integrante de esta tribu llamado Gabriel, que vivía en un depósito abandonado a las afueras de Rosario. A pesar de que su jefe le recomendó que se olvidara de todo el asunto del falso meteoro y la posterior corrida de las bolsas del mundo, Nico W no pudo con su genio.

—Hola, Gabriel… Tengo una noticia para ustedes que les puede interesar.

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lunes, agosto 26, 2024

MARTE (decima entrega)


          Los trabajadores de la construcción para la ciudad que se realizaba en Marte eran unos 500 hombres y 500 mujeres. Sus condiciones de trabajo no eran buenas; después de cumplir con su tarea durante cinco horas continuas, se retiraban a unos contenedores acondicionados, de los cuales no podían salir porque la atmósfera del planeta no se los permitía sin sus trajes espaciales y los tanques de oxígeno colgados en la espalda.

Después de trabajar, los días para ellos eran larguísimos; mataban el tiempo jugando videojuegos, haciendo ejercicios o leyendo. Era frecuente que existieran fuertes riñas y discusiones entre ellos, incluso llegando a pelearse, en donde, por lo general, varios salían lastimados.




El sistema de salud era un robot al que se sometía al enfermo colocándolo en una camilla que se deslizaba por un túnel; allí, la máquina escaneaba todo su cuerpo y después un monitor daba el diagnóstico y el tratamiento. Si el cuadro era complejo y necesitaba una operación, se lo derivaba a la sala de cirugía, donde cirujanos desde la Tierra lo operaban. El ambiente entre los trabajadores era hostil y la paga, pésima. Una tarde, cinco minutos antes del fin de la jornada, por descuido, alguien dejó encendida una máquina que provocó un incendio en uno de los depósitos de materiales. El humo negro y tóxico afectó a varios operarios que se salvaron de milagro. Esto provocó una reacción por parte de los trabajadores, que efectuaron un cese de tareas, paralizando toda la construcción durante quince días.

El grupo de ingenieros que estaba a cargo de la dirección de los trabajos no podía llegar a un acuerdo, y el cese de actividades ponía en riesgo que la construcción se detuviera por muchísimo tiempo. Esto se debía a la necesidad de tener que buscar y entrenar a todo un nuevo plantel de obreros.

Marcos hijo estaba furioso y pretendía que todo el plantel regresara a la Tierra en un cohete no acondicionado para el transporte humano; una locura.

Por fin, la razonabilidad prosperó y, después de una serie de mejoras en las condiciones de trabajo y un aumento considerable de sueldo, todo regresó a la normalidad.

Gabriel vivía junto a su novia Laura, a las afueras de la moderna ciudad de Rosario, en una fábrica abandonada, junto a otros integrantes de la tribu de los “Roedores”. Estos jóvenes eran muy hábiles en el uso de las nuevas tecnologías; las viejas notebooks y teléfonos celulares habían quedado en desuso; ahora existían unos anteojos que contenían todos los adelantos conocidos: eran una enorme computadora que podía detectar quién era la persona que estuviera enfrente, realizar cálculos matemáticos, ver películas, leer libros o iluminar en la oscuridad; solo era necesario mover los ojos para realizar todo aquello que se necesitaba.

Cuando Nico W. llegó con su automóvil al lugar, le pareció siniestro; tuvo que cruzar un playón repleto de estructuras oxidadas y tanques en desuso hasta llegar a un lugar donde un cartel con una calavera pintada decía “¡Deténgase!”. A los pocos minutos pudo ver una luz mortecina que se acercaba; era alguien con capucha que le dijo, sin saludarlo:

—Sígame.




Después de caminar por un amplio galpón, que tenía viejas poleas, cadenas y máquinas irreconocibles, ingresaron en un lugar limpio y bien iluminado. Allí estaban su amigo y su novia para recibirlo. Los tres se sentaron en unos cómodos sillones y una joven trajo unas gaseosas y galletas.

—Te puedo asegurar que tuve miedo —le dijo Nico a su amigo con una sonrisa y más distendido.

—Es nuestra costumbre de intimidación, solo lo hacemos por diversión —dijo riendo Gabriel, llenando con gaseosa el vaso de Nico.

La mayoría de los integrantes de la tribu de los “Roedores” eran jóvenes estudiantes (algunos), ingenieros (otros), también artistas, que, por voluntad propia, se fueron del sistema de trabajo existente de la época, por estar en desacuerdo con las condiciones excesivas de competencia. Eran partidarios de practicar una vida en familia, lejos de las tensiones de los trabajos, donde las exigencias de productividad habían ocasionado graves consecuencias en la conducta de miles de empleados.

Su medio de vida era cultivar quintas, que les proporcionaban verduras y frutas frescas; su dieta era vegetariana, y el combustible para calentar agua, cocinar y calefaccionar sus viviendas consistía en la utilización de maderas de embalaje y pallets que juntaban. La energía para cargar sus equipos eléctricos la conseguían utilizando paneles solares.

El mayor problema que tenían era cuando, de tanto en tanto, la policía los echaba de los lugares que frecuentaban por considerarlos malvivientes, a pesar de estar lejos de ser bandidos o ladrones; solo querían vivir a su manera. Cuando algo les molestaba y consideraban que una causa noble era desoída por las autoridades, se expresaban con fuerza y contundencia. En una oportunidad hicieron un reclamo por la utilización desmedida del plástico, para lo cual, en una sola noche, inundaron las ciudades más importantes de todo el mundo con enormes grafitis denunciando el problema. La leyenda “No más plástico” se llegó a leer en una gigantesca bandera que se desplegó en la Torre Eiffel; la imagen se reprodujo en los más importantes noticieros del mundo.

Nico W. le contó a la pareja de amigos detalladamente todo lo que sabía con respecto al tema de la falsa noticia de que el planeta sería destruido por un meteoro y que una empresa fantasma compró, en solo una semana, las acciones desvalorizadas por ese motivo. También les dijo que no contaba con pruebas, pero los indicios apuntaban a una persona que estaba detrás de todo aquello: Marcos hijo, actual desarrollador de la fastuosa ciudad en Marte.

Sus amigos, después de escucharlo atentamente, le dijeron que algo sabían al respecto de esa farsa que provocó el terror en todo el mundo, pero aún no contaban con pruebas firmes.

—No es justo que un solo hombre tan codicioso pueda causar tanto daño —le dijo muy seriamente Gabriel a Nico—. Te prometo que vamos a tomar cartas en el asunto. La semana próxima escucha las noticias, te sorprenderás, estimado amigo.

Todas las grandes ciudades del mundo tenían en sus avenidas y plazas más importantes enormes pantallas donde se podía observar publicidad de todo tipo. Estos monitores gigantes se controlaban desde distintos lugares, porque eran decenas de empresas que se dedicaban a esa actividad publicitaria. 




En teoría, nadie podía controlar la totalidad de los millones de pantallas colocadas por todas las ciudades del mundo. Hasta que una noche, exactamente a las veinte horas de cada lugar, por donde millones de personas circulaban viendo publicidad a todo color, dichas pantallas se tiñeron de negro, y en grandes letras amarillas se leyó: “Marcos hijo, no tienes derecho a jugar con la gente. El meteoro que iba a destruir el planeta fue una mentira para favorecer a tus negocios turbios”.

Cuando Marcos detectó la denuncia directa contra él, de inmediato impartió una orden a su ejército de robots inteligentes, y estos, en no más de cinco minutos, controlaron todas las centrales de difusión; pero la denuncia, que estuvo en el aire solo quince minutos, fue leída y reproducida millones de veces por todo el mundo. Marcos hijo recibió el mayor golpe de toda su vida; a partir de ese día, nada sería igual para él.

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domingo, agosto 25, 2024

MARTE (entrega final)

           Cuando las pantallas publicitarias de todas las más importantes ciudades del mundo fueron hackeadas por los “Roedores”, denunciando a Marcos hijo, ese día fue el principio del fin de su imperio. La opinión pública comenzó a preguntarse: ¿cómo podía ser posible que se pudiera engañar a todo el mundo, causando el terror, sin que ningún organismo internacional dijera absolutamente una sola palabra?

Las estructuras de control de las finanzas y delitos comenzaron a moverse. La vieja y respetada Corte Internacional de Justicia comenzó a investigar a Marcos hijo. El primer paso fue profundizar en la empresa desconocida que compró una enorme cantidad de acciones de cientos de empresas que se desprendían de ellas, entendiendo que el futuro del planeta era incierto. Los primeros informes señalaban a Marcos hijo como el dueño de dicha empresa. El primer interrogante fue poder saber en qué lugar del mundo vivía Marcos hijo. Esto era un aspecto complejo por lo siguiente: cuando la justicia de un país le enviaba una citación a alguna de sus empresas para que se presentara en los tribunales, sus abogados respondían que él no se encontraba en ese país, y ante el requerimiento de que se informara cuál era el país de residencia, con total desparpajo, sus abogados le enviaban al juez una lista de ciento noventa países, incluido el Vaticano, argumentando que vivía volando por los cielos de todo el mundo en su jet privado. Para lograr burlar a las autoridades, Marcos era propietario de cincuenta jets iguales. La maniobra fraudulenta consistía en cambiar en cada aeropuerto al que llegaba las matrículas impresas en el fuselaje; de este modo, podía aterrizar con un avión y, después de cargar combustible, despegar con otro… a pesar de ser siempre el mismo.

Por fin, se lo declaró prófugo, ofreciendo una recompensa de varios millones de dólares. Esto entusiasmó a la persona menos pensada: un viejo empleado que controlaba el despacho de combustible en el aeropuerto de Múnich, ex empleado de la prestigiosa y antigua Organización de Aviación Civil Internacional (OACI). El buen hombre se tomó la molestia de revisar miles de registros de aviones, hasta conseguir los que pertenecían a compañías de Marcos hijo, dato que le llevó a averiguar durante varias semanas, y después verificó que un avión de dicha flota tenía turno para cargar combustible donde él trabajaba.

Esa noche, cuando el avión de Marcos hijo aterrizó, fue sorprendido por más de cincuenta carros de asalto de la policía que rodearon la nave, haciendo sonar sus sirenas e iluminando con sus luces características la pista y el avión.




Cuando el prófugo bajó por la escalerilla, decenas de flashes registraron su cara, la cual muy pocos conocían. Marcos hijo, el dueño de medio planeta, ahora tenía que responder y explicar muchísimas cosas a las autoridades.

Anticipándose al inminente derrumbe en cadena de cientos de empresas, el viejo Elon, socio de Marcos hijo, trataba de deshacerse lo más rápido posible de todas ellas. Vendía sus acciones a precios irrisorios, pero a nadie le interesaba comprar un problema. Incluso viejos amigos personales ni siquiera le respondían a sus llamadas. Era como si tuviera una enfermedad maligna y contagiosa.

Cuando la enorme estructura industrial y comercial montada por Marcos hijo comenzó a crujir, los responsables de áreas importantes comenzaron a pensar en un plan “B” para su vida laboral futura. Los que estaban en peor condición eran los miles de empleados de menor rango, que veían en los noticieros cómo llevaban esposado a Marcos hijo, presintiendo que su fuente de trabajo estaba en peligro… y esto era muy cierto.

Cuando la noticia llegó a los trabajadores de Marte, corrió el pánico, porque si algo sucedía solo contaban con una reserva de oxígeno limitada, y sabían que para regresar a la Tierra se necesitaban como mínimo veinte traslados en cohetes, siendo su costo elevadísimo. El terror se desató cuando, de forma intempestiva, todos los ingenieros y capataces abandonaron el trabajo y se retiraron en un vuelo de regreso sin decirles una sola palabra.

Las protestas de empleados comenzaron cuando sus ingresos no eran depositados en sus cuentas bancarias. Miles y miles de trabajadores por todo el mundo comenzaron jornadas de protesta dejando de trabajar, pero esto comenzó a impactar en sectores sensibles de la civilización, como la producción de agua potable, alimentos, transporte de mercaderías, control de plantas nucleares y puertos. Fábricas en todo el mundo se quedaban sin insumos, teniendo que detener su producción. Los medicamentos comenzaron a faltar en los centros de salud. Grandes zonas de ciudades de millones de habitantes quedaron sin energía eléctrica, con las consecuencias que ello generaba.



Cinco presidentes de los principales países del mundo organizaron una reunión de urgencia. La pregunta no tenía una respuesta ni segura, ni rápida, ni tampoco certera: ¿cómo reactivar el mundo lo antes posible?

Decenas de miles de empresas de un gigantesco engranaje que mueve al planeta estaban paralizadas.

A veces, alguien con ingenuidad y sencillez irrumpe en un problema sin solución aparente y lo arregla.

Surgió una idea de un chico de diez años que, en una cena familiar, le dijo a su padre, que era vicecanciller:

—¿Qué pasaría, papá, si se hiciera una campaña publicitaria en todo el mundo en la que, durante treinta días, todos, absolutamente todos, se comprometieran a regalar sus productos? Todos ellos, desde el pan hasta el combustible, la energía eléctrica y los servicios, y que durante ese tiempo todo empleado u obrero fuera a trabajar gratis, solo por treinta días.

Una reunión de encumbrados economistas llegó a la conclusión de que algo de tal envergadura era posible si se pudiera garantizar que ningún ser humano del planeta pudiera aprovecharse de esta situación. Para garantizar esto, aquel que se beneficiara de forma indebida en esta extrema situación de emergencia global sería severamente castigado.

La campaña se llamó “Solo por treinta días, regalo mi producción”.

El éxito de la idea fue inmediato. Los obreros de todas las fábricas del mundo se presentaron en sus puestos de trabajo, sin fichar. Los comercios de comestibles entregaban todo lo que tenían y pedían más mercaderías a sus proveedores, los cuales se las entregaban sin cobrarles. En tres días, la energía eléctrica se repuso donde faltaba, y las facturas de servicios venían con el increíble costo de $0. El mundo comenzó a moverse nuevamente. Los bancos continuaban registrando depósitos y extracciones de $0. La inflación se convirtió en 0%, del mismo modo que los intereses por depósitos. Los profesionales: médicos, maestros, dentistas y abogados trabajaban sin cobrar, pudiendo retirar ropa y comestibles gratis.

Curiosamente, ocurrió algo inexplicable: la cantidad de desplazados y pobres disminuyó porque se crearon nuevos trabajos de servicios. Las grandes empresas de inversión continuaron invirtiendo, creando nuevos puestos de trabajo en todo el mundo, porque el factor riesgo de los negocios era cero.

Nico W, escribió una nota muy amplia en donde mencionaba con nombre y apellido al hombre que le aseguró que lo del meteoro era un gran mentira. En el noticiero de la noche se informó de la investigación. 

Nicasio Laguna, llegó como de costumbre al pueblo para realizar sus compras, cuando algo le llamó la atención, en la puerta del almacén Raúl el dueño, le dijo que se dirigiera al club lo antes posible porque el comisario quería decirle algo muy importante. Cuando ingresó al amplio salón jamás imaginó una sorpresa tan gratificante para un viejo solitario; todo el pueblo incluido el cura estaban allí para recibirlo con un aplauso que duró varios minutos y un enorme cartel se desplegó en donde se leía: El observador infatigable de estrellas es nuestro héroe, ¡Gracias Don Laguna!.


En todo el mundo “Los Roedores” festejaron la noticia, y se sintieron satisfechos; esta vez habían ganado.


El informante anónimo de Nico W al ver la noticia se rió con ganas, abrazando a su perro caniche abrió una botella de champaña. 


El amigo Nico, que trabajaba en la bolsa lo llamó al enterarse. 


—Esta vez diste la gran noticia sinvergüenza  —le dijo su amigo a Nico—  hoy invito la cerveza yo.


El viejo Elon, de milagro salvó su pellejo; utilizó todos los contactos que tenía e hizo innumerables cantidad de regalos para agilizar documentos y trámites. Pero por fin se pudo recuperar del derrumbe económico, después de perder miles de millones de dólares; su inmensa fortuna quedó reducida a una tercera parte…no quería que ni le nombraran el proyecto de la ciudad en Marte.


Marcos hijo quedó tras las rejas, muchísimos años.



Cuando salió en libertad, era un hombre pobre; comenzó ganándose la vida como jardinero, pero en poco tiempo ya tenía una empresa de parquización muy redituable.


Cuando la última nave despegó de Marte rumbo a la tierra, la ciudad quedó olvidada, vacía y abandonada; miles de millones de dólares quedaron en el planeta rojo, muchos poderosos coincidieron que aún había mucho por hacer en el planeta tierra antes de conquistar otro. No obstante, un grupo de entusiastas jóvenes estudiantes y profesionales cinematográficos, lograron formar una empresa con la firme intención de hacer una película en Marte. ¿Quién creen ustedes que se asoció a ellos?...Así es, un ambicioso e inagotable hombre llamado Marcos hijo.


FIN