José se quedó dormido unos instantes bajo ese sol primaveral que calentaba su espíritu, y su cuerpo, cuando entonces alguien a su lado lo despertó.
-¿Cómo está usted, estimado compañero de banco?, dijo aquel hombre.
Cuando José miró, era el cordial señor, con el que compartían el banco del parque, que por algún motivo transmitía cierta profundidad de pensamiento, profundidad que pocas personas son capaces de transmitir, o tal vez porque a veces personas mayores que han transitado gran parte de su vida, tienen la capacidad de ver los que otros no pueden, a pesar de no ser ciegos.
-¡Estimado señor! que gusto verlo, ¿Cómo está usted? le preguntó José.
-¡Muy bien!, dijo el hombre -disfrutando de este día soleado que que a mi edad templa mis huesos, mi mente, y lo más importante, mis pensamientos.
-Sabe una cosa, le dijo José... -la última vez que nos vimos, no me presenté, me llamo José.
-Encantado, yo me llamo Justino, nombre que me costó aceptarlo por ser blanco de mil burlas en el colegio, pero en una oportunidad un profesor me llamó aparte y sabiendo que las burlas me mortificaban, me dio un consejo maravilloso, me dijo que las burlas son eficaces cuando el burlado se enoja, pero si este las festeja también riendo, los burladores pierden todo entusiasmo, así lo hice y nunca más me molestaron. Usted no me creerá, pero sigo utilizando esta fórmula para todo aquello que me molesta en mi vida y siempre el resultado es eficaz.
-Evidentemente su profesor era un buen hombre, le dijo José.
-Realmente sí, era un señor alto de nariz pronunciada y rigurosa traje gris con corbata, nadie entendía por qué, pero sin amedrentar, inspiraba un respeto enorme, cuando entraba al aula no se escuchaba volar una mosca, son muy curiosas ese tipo de personas.
-Curiosamente, dijo José -los profesores buenos son aquellos que enseñan más allá de su materia, como por ejemplo ciertos aspectos de la vida que son muy importantes para un joven.
-Así es, dijo Justino, -pero el problema surge cuando ya no contamos con profesores que nos guíen y el camino a seguir depende solo de nosotros.
-Cuando me encuentro con usted, me parece que el giro de nuestra conversación siempre se dirige a temas de mi vida actuales, un camino por seguir es algo que me ocupa justamente hoy todos mis pensamientos.
-Jajaja, rió Justino, que tema este que siempre me apasiona, es la pregunta que en algún momento todos nos hacemos ¿cuál es el camino que debemos seguir?
La verdad estimado amigo, esta incertidumbre sólo la podemos transitar en soledad, si ante una encrucijada alguien me indicara el camino, y después ese rumbo fuera el incorrecto, me arrepentiría por no haber realizado lo que mi inteligencia me sugería. Pero en cambio si la decisión es propia, no existirán responsables, solo yo seré el responsable, con un atenuante, jamás podré saber si el otro rumbo hubiera sido mejor o peor, por lo cual es solo una decisión, la cual si la misma fue buena o mala deja de tener importancia, el camino se eligió y a otra cosa.
José se quedó mirando al señor, en silencio.
-¿Qué le ocurre mi amigo por qué se queda callado?
-La verdad Justino, le confieso que debo tomar una decisión sobre un asunto que me ocupa y es de suma importancia.
-Si le sirve de algo, le diré mi fórmula para tomar decisiones, no es infalible pero a mi me ha dado al menos tranquilidad. Siempre frente a una decisión pienso que la misma logre hacerme feliz, pero no solo a mi, también para aquellos que estén involucrados, y créame, los resultados siempre han sido muy satisfactorios. Por supuesto que muchas veces estas decisiones implican perder algo, no siempre se gana, pero debemos pensar que la felicidad se encuentra escondida y es muy escurridiza, y solo al encontrarla nos damos cuenta que la supuesta pérdida no es gran cosa. ¿No se estimado amigo si puede ser claro?
José miró a los ojos de aquel hombre y luego respondió. -Ha sido usted muy, muy claro, estimado señor Justino.
Luego de la breve charla Justino, dándole un apretón de manos se despidió de José y se retiró caminando despacio por el sendero del parque. José después de esta breve charla había podido tomar una decisión, solo le restaba comentarlo con su mujer y después transmitirlo en la empresa.
José al llegar a su casa se reunió con su mujer para decirle la decisión que había tomado. La señora de José se llamaba Blanca y junto a ella habían asumido cientos de situaciones difíciles, pero esta vez por algún motivo, José esta decisión no podía compartirla, por tratarse de un tema de su empresa y la de sus socios, no obstante, la misma era de cierto riesgo y esto si debía decírselo a Blanca.
Jose tomó de la mano a Blanca y la invitó a sentarse en la galería frente al jardín.
-Qué dirías Blanca si dejo la empresa para dedicarme a otra cosa. Lo he pensado mucho, y las opciones que tengo son continuar tratando de conseguir más contratos, inclusive del extranjero, convertir la empresa en constructora, o retirarme.
-¿Y qué harías si te retiras José, tú aún eres joven?, y no te veo haciendo los quehaceres domésticos -le pregunto Blanca-.
-He pensado algunas cosas, -le respondió José-, pero deberíamos vender nuestra casa y realizar un nuevo proyecto en otro lugar, te anticipo que no será fácil para ti y los chicos, otro lugar implica perder amigos, nuevas costumbres, es decir, una nueva vida desconocida y muy distinta a la actual, incluso pueden existir algunas privaciones. Lo he pensado, pero si tu no estás de acuerdo, no puedo hacerlo, porque no te mereces con todo lo que hemos luchado, deshacernos de aquellas cosas que hemos conseguido juntos.
-¿Que harias, si te digo que que no acepto?- preguntó Blanca-
Si no aceptas, -le dijo José- mi opción es convertir a la empresa en una constructora, pero esto implica un renovado esfuerzo, no es tan simple, buscar nuevos contratos en el extranjero no lo deseo, tendría que realizar interminables viajes de negocios, y esto nos restaría tiempo para disfrutar en familia.
-Te propongo algo -le dijo Blanca- Acepto todo los cambios en nuestra vida bajo una condición.
-¿Cual? - le preguntó José - intrigado.
-En esta nueva etapa de nuestra vida, si realmente quieres emprenderla, el capitán del barco seré yo, y mi primer proyecto será realizar mi sueño postergado, quiero que desarrollemos juntos algo que siempre quise, una empresa de paisajismo, me siento preparada para hacerlo.
José miró su jardín que lo había proyectado y ejecutado Blanca, en donde siempre se disfrutaba todos los diversos colores que pueden brindar la naturaleza en un espacio tan reducido durante todas las estaciones del año y entonces le dijo:
-Acepto, solo que yo elegiré el lugar,-dijo José- será Bariloche, después de decir esto José fue a buscar el viejo sombrero y se lo colocó a su señora, para después decirle - ¡Mi capitán, cuando usted quiera levamos ancla!
Ambos rieron.
Esa mañana Alejandro lo esperaba a José para hablar a solas antes de la reunión con sus dos hijos, para tratar el tema del nuevo rumbo de la empresa.
-José, no hace falta que te diga que la última palabra es tuya, pero mis dos hijos sueñan en conseguir contratos en el extranjero, y te debo adelantar que si votamos, obviamente yo estaré con ellos.
-Imaginaba que tus jóvenes hijos querían algo así, y debo decirte que son muy, muy capaces y poseen el ímpetu de todo joven, tienes que estar muy orgullosos de ellos, creo que no los mereces pero eso no importa.
Ambos rieron.
-Mi decisión está tomada, y no deberemos votar,...¡Vamos a la reunión!. -Le dijo José a su amigo-.
FIN
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