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jueves, julio 11, 2024

VIAJE AL PASADO (sexta entrega)

                Cuando Esteban y Juan vieron el pueblo de Sol y Luna quedaron deslumbrados, sus casas, sus templos; y sobre todo su forma de vivir que a pesar de ser simple, contaban con lo suficiente para estar muy bien.

Con el transcurso de los días ambos amigos se fueron incorporando a esa vida; el padre de Sol y Luna les arregló provisoriamente un lugar en la leñera, para que pudieran vivir allí.

Pero la pregunta fundamental que le hicieron fue: ¿de dónde vienen ustedes?, cuya respuesta que sería “del futuro”, no podían darla, porque para esa gente algo así sería incomprensible.

Decidieron decir que eran viajeros exploradores pertenecientes a un antiguo pueblo que estaba detrás de las montañas. Esto fue bien recibido y le creyeron. 

Su amistad con Sol y Luna fue creciendo y en sus charlas fueron aprendiendo el idioma de ellas, el cual no tenía demasiadas palabras; un mismo sonido, podía tener varios acepciones, curiosamente no tenían escritura, todo dependía de la palabra, y sus recuerdos. Fueron aceptados en la mesa familiar de Sol y Luna, y también entendieron que para poder vivir en la comunidad debían de trabajar en algo; les gustó la actividad en los hornos de ladrillos y allí trabajaban todo el día con esmero.





Antes de continuar con la historia, debemos tomar en su verdadera magnitud, lo que significa el  impacto que ocasiona un hecho asombroso como este, en donde viajeros del futuro, en este caso del siglo XX, irrumpen en una civilización ubicada en una época remota del pasado. 

En primer lugar, la creencia de todo un pueblo en suponer que acontecimientos geológicos dependen del carácter de  un animal, ya es una cuestión a develar y resolver, siempre que dicho pueblo acepte la explicación de cómo se desarrollan los eventos como los terremotos y la actividad volcánica. 

F.B.


Esteban y Juan no encontraban a quien poder explicar que mantener a un holgazán y despiadado gorila, era un error, y la situación lamentable del esfuerzo que debían realizar para alimentarlo.




Una noche en la cena familiar con la familia de Sol y Luna, salió el tema de el gorila y el enorme trabajo que debían hacer para mantenerlo calmado. Esteban no pudo con su genio y dijo esto:

—En nuestro pueblo sucedía algo similar a lo de usted, se trataba de un enorme elefante que era cuidado y venerado por considerar que era el responsable de las buenas cosechas. Hasta que un dia nos dimos cuenta que esto no era así, las cosechas dependían del clima, de si llovía o no, y la lluvia era la encargada de regar nuestros sembradíos; nos dimos cuenta de eso cuando tuvimos que realizar un viaje y encontramos otro pueblo, que no veneraban a nadie, pero la lluvia de todos modos los favorecía. —cuando Esteban relataba esta historia, el padre de Sol y Luna, lo escuchaba con mucha atención— por eso yo creo que la actividad volcánica o los movimientos de la tierra no se debe al “espíritu de la montaña”, es debido a las placas tectónicas de la tierra, que nada tienen que ver con un gorila holgazán que está acostumbrado a conseguir su alimento sin esforzarse. 

Cuando Esteban terminó su discurso no imaginaba cómo iba a reaccionar el jefe de la familia, pero la sorpresa sobrevino cuando el hombre, se puso de pie y dijo:

—Quiero que hoy mismo vengas conmigo, porque deseo que les digas tu idea al consejo de ancianos; yo hace mucho tiempo que pienso lo mismo que tú, pero nunca tuve la capacidad de explicarlo.

Esa misma noche el padre de Sol y Luna, junto a los dos amigos fueron al templo en donde se reunía el concejo.

El anciano principal se llamaba Teatek, era un hombre que inspiraba respeto y era venerado por todos, después que el padre de Sol y Luna, presentó a los forasteros blancos, todos se sentaron en torno a una fogata y le permitieron a Eugenio explicar su parecer. Lo más complejo fue hacer entender lo de las placas tectónicas y sus movimientos pero, tomando dos piedras planas, pudo hacerlo, en cuanto la lava que escupen los volcanes, inventó algo que le dio resultado, una historia que le contó su padre, en donde, la tierra era la madre de todas las cosas, incluso era la madre del gorila, y que cuando se enojaba hacía sentir su furia incontrolable que ningún hombre o animal puede aplacar. 




Teatek se le quedó mirando seriamente a los ojos, y después dijo:

—Entonces, ¿hemos estado equivocados y hemos trabajado de más sin necesidad durante años?.

Esteban no sabía cómo responder a esta pregunta, para no ofender al anciano, al demoler una idea de años de vivir equivocados.

—Lo que ocurre  —dijo Juan entendiendo el conflicto—  que todos los animales, son como nosotros, hijos de la tierra, y esto provoca una continua confusión para poder entender qué rol debemos cumplir; por ejemplo nosotros, vivimos para sostener alegre y sana a nuestra comunidad como usted lo hace señor, y los animales, están para servirnos y alimentarnos, sin la necesidad de maltratarlos, como lo hacen ustedes con los animales que le dan su lana y los peces.

Teatek miró fijamente a Juan durante unos instantes que para él fueron interminables, pero después con una amplia sonrisa dijo estar muy de acuerdo con esto que los forasteros blancos decían. Por fin se logró un clima de distensión en todos los presentes, que llegó principalmente al padre de las Sol y Luna, que preguntó:

—Qué debemos hacer a partir de ahora con el gorila.

—¡Matarlo!, —dijo Teatek con voz firme.

Pero Esteban tenía en mente otra cosa para un cuerpo de tanta fuerza como el de ese gorila. 

—Con todo respeto señores, yo creo que les brindaría muchos más beneficios si está vivo.

Todos lo miraron extrañados.

—En este tiempo yo he trabajado en la fabricación de ladrillos, y existe una tarea que es la de mezclar el barro con la paja, que demanda un esfuerzo enorme, como mínimo se necesitan quince hombres para mover las pesadas ruedas de piedra para mezcla la argamasa …esa misma tarea la podría hacer el gorila con mucha facilidad. 

Todos se miraron asombrados.

—¿Pero cómo podemos convencer a un animal tan grande que realice un trabajo como ese? —dijo el padre de Sol y Luna.

—Todos los animales son capaces de hacer cualquier cosa por algo indispensable —dijo Juan— su comida y su agua.

—Así es, —afirmó Esteban— pero lo primero es atraparlo colocando una trampa de la que no pueda escapar.





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miércoles, julio 10, 2024

VIAJE AL PASADO (séptima entrega)

           Atrapar a un gorila gigante que tiene una fuerza de veinte hombres, no es una tarea sencilla, por lo cual era necesario estudiar un método que fuera eficaz. 




El padre de Sol y Luna, junto a Esteban, Juan y tres hombres muy hábiles leñadores, empezaron a trabajar.

Después de varios días decidieron utilizar un método muy simple que podría dar resultado; el único inconveniente era tener que realizar una red enorme y fuerte.

Para hacerla de tal envergadura solo era posible con los tallos de una enredadera gigante que crecía en el bosque; se tuvieron que realizar cientos de acarreos para traer infinidad de metros de esa planta; una vez que se consiguió toda la materia prima se comenzó a tejer la red.

Se decidió preparar la trampa en un lugar que todos sabían que el gorila pasaba por allí con frecuencia camino al lago en donde disfrutaba sumergirse. 

Con mucho esfuerzo se subió la pesada red a una altura de más de veinte metros, sostenida por gruesas sogas, que se sujetaron al piso en firmes estacas. 

Esa tarde se realizaría el intento sin poder saber si lo lograrían. Cuando vieron que de la espesura se acercaba el pesado animal, todos se prepararon. Cuando estuvo en el lugar justo donde estaba preparada la trampa, se aflojaron al mismo tiempo todos los tensores y la red cayó con todo su peso sobre el animal. Primero se sobresaltó y después pasó a ponerse furioso; dando zarpazos y pegando unos bramidos terribles, cuando más trataba de quitarse la red más se enredaba en ella, hasta que llegó un punto en el que se quedó agotado e inmovilizado.




Todos quedaron satisfechos, ahora quedaba la no menor tarea de domesticarlo.

A partir de ese día, todo el pueblo de Texlel comenzó a apreciar y respetar a Esteban y Juan por ser dos jóvenes muy trabajadores y aportar nuevas ideas en beneficio de todos. Su amistad con Sol y Luna fue creciendo muchísimo, después de las jornadas de trabajo se juntaban a charlar, y disfrutaban con las ocurrencias de Juan. En una oportunidad, Esteban les obsequió un juego de damas hecho por sus propias manos, que disfrutaban jugando los cuatro. La abuela de las chicas sentía una gran estima por los muchachos blancos y soñaba que cuando fueran adultos iniciarían su propia familia junto a sus dos nietas; pero ese sueño, la abuela no pudo verlo concretado.

Para domesticar al enorme gorila utilizaron el sistema de premios y castigos; si cuando le acercaban su ración de comida este comenzaba a gritar para causar terror, como era su costumbre, ese día no comía; de ese modo el animal fue entendiendo que no necesitaba asustar a los hombres, porque si no gritaba le permitían comer bien sin inconvenientes. 




Después de muchos días de trabajo para domesticar al gorila comenzaron a notarse algunos avances. Un día se decidió que ya era tiempo de que se ganara su propio sustento trabajando. Entre todos los hombres disponibles, le ataron a sus brazos gruesas sogas para llevarlo a la fábrica de ladrillos, sin dificultad pudieron hacerlo, una vez allí, le enseñaron a mover una enorme piedra que se desplazaba para mezclar el barro. Al principio el gorila no sabía que tenía que hacer; pero cuando se dio cuenta que se trataba de mover esa enorme piedra dentro de una enorme pileta repleta de tierra, paja y agua, metiendo sus dos pies en es barro suave, le gustó hacerlo; fue como si estuviera jugando, y hacía exclamaciones de alegría. Ese día en retribución a lo que trabajó, los hombres que lo cuidaban, le dieron el doble de su ración de comida. Al poco tiempo, el animal realizaba trabajos pesados de todo tipo, acarreaba madera desde el bosque, también traía agua en un gran tonel de madera desde el lago, y llevaba los ladrillos terminados a donde se necesitaban. Se lo veía alegre e incluso, ya no era necesario tenerlo atado, realizaba todo lo que se le indicaba con gusto. 




Transcurrieron algunos años de mucha prosperidad para el pueblo de Texel, todo se desarrollaba en armonía disfrutando como siempre de las noches en torno a cálidas fogatas bajo un cielo estrellado, hasta que una noche el anciano principal Teatek, advirtió de algo en el cielo, que se veía nítidamente por donde se ocultaba el sol por encima de los altos picos.




Al principio todos pensaron que era una señal de buen augurio y decidieron realizar una gran fiesta; pero tanto para Esteban como para Juan lo que se observaba en el cielo era un enorme cometa que no les parecía que solo pasaría cerca de la tierra, se inclinaban a pensar que impactaría en ella; ambos sabían del enorme meteoro que cayó en la península de Yucatán en México, al que se le atribuye que este evento terminó con los dinosaurios. 

Al quinto día ambos amigos aguardaron a que se hiciera de noche para corroborar el tamaño del cometa, comprobando que era notoriamente más grande; sin duda era un meteoro que se acercaba a la tierra e impactaría muy pronto.

Esteban y Juan sabían que ante un hecho de mucho riesgo, tenían la posibilidad de utilizar el reloj; pero a estas alturas, la familia de Sol y Luna se habían convertido también en su familia.

—Creo Juan que no debemos de esperar un solo día más y hablar con Sol y Luna sobre el reloj, y de nuestro secreto.

—No creo posible que puedan entender algo así, creerán que estamos locos o nos tomarán recelo.

—Cuando el meteoro de Yucatán impactó en la tierra ocasionó una liberación de energía descomunal que debe haber provocado terremotos en todo el planeta e incluso la activación de muchos volcanes, seguramente nubes de cenizas cubrieron el sol y esto provocó que muriera la vegetación en gran parte del planeta y al no tener alimentos los grandes animales herbívoros también sucumbieron  —dijo Esteban con cara de preocupación. 

—Exacto amigo mío, y también deben haber desaparecido civilizaciones o pueblos enteros.

Ambos se quedaron callados entendiendo que el pueblo de Sol y Luna estaban en peligro y no lo sabían.

Hagamos lo siguiente —dijo Esteban—, esta misma noche, cuando estemos reunidos, inventamos cualquier excusa, un nuevo juego, y les decimos que tenemos que tomarnos todos de la mano, y entonces yo activo el reloj; ¿qué opinas?.

—Me parece bien, lo que no sabemos es cómo se comportará el reloj, con personas de tiempos muy distintos al nuestro.

—No lo sabemos, pero prefiero intentarlo a dejarlos librados a su suerte, al menos quizás tenemos la oportunidad de salvarlos a ellos.

Esa noche fue muy especial, los padres de Sol y Luna, la abuela, los pequeños hermanos y ellas, rieron y disfrutaron todo lo que Esteban y Juan decían; recordaron cuando se vieron por primera vez en el bosque, cuando vieron a su padre con cara enojada y mil recuerdos agradables de juegos y anécdotas. 

Esteban salió un instante con la excusa de ir a buscar agua, para poder mirar hacia el cielo, cuando vio el cometa, su tamaño era enorme; “seguramente impactará esta misma noche”

—pensó preocupado.





Cuando se reunió con todos, Juan lo miró, e inmediatamente interpretó que debían de hacerlo ahora.

—Conozco un nuevo juego que les va a gustar; tenemos que tomarnos todos de la mano y pedir un deseo.

Juan miró a todos y le hubiera gustado que ese instante quedara congelado para siempre en su mente, porque no sabía que les deparaba el nuevo destino. Cuando todos estaban preparados, Juan tomó el reloj y miró una vez más las sonrientes y distendidas caras de Sol y Luna, después le dio cuerda al reloj. 


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martes, julio 09, 2024

VIAJE AL PASADO (octava entrega)

               Todo lo que estaba en el entorno de Esteban y Juan, se disolvió como si hubieran estado soñando.

De inmediato se encontraron en un lugar de altas montaña, con picos nevados, y una persistente llovizna los mojaba de piez a cabeza; instintivamente quisieron encontrar a sus dos amigas y su familia, pero en ese lugar no había nadie, solo se escuchaba el sonido de un viento persistente y helado. 

—¡Sol, Luna!, ¡¿dónde están?!, —gritó Esteban con un nudo en su garganta.  

—¡Chicas, ¿están por aquí?!  —grito Juan con la esperanza de verlas.


       El enorme metero impactó con la tierra liberando una energía catastrófica, la onda expansiva dio vuelta la tierra en tan solo diez segundos devastando todo a su paso, después, fuertisimos terremotos hicieron temblar la corteza del planeta y casi al mismo tiempo cientos de volcanes se activaron expulsando miles de toneladas de lava.

El pueblo de Sol y Luna desapareció en un instante.






Una profunda amargura inundó a los dos amigos; nada podían hacer; quedaron separados de sus apreciadas amigas y su familia por algo inexpugnable; el tiempo. Comenzaron a caminar sin rumbo por un sendero que bordeaba un precipicio del que no se podía saber su profundidad por estar cubierto de una espesa niebla; siguieron caminando hasta que la llovizna dejó de caer y entre las nubes salió un rayo de sol que iluminó un valle por el cual corría un río. 

—Lo mejor será tratar de bajar al valle —dijo Esteban. 

—Estoy de acuerdo, allí tendremos agua.

El descenso no fue simple, tenían que bajar por una ladera muy empinada que tenía piedras sueltas, un descuido podía llegar a ser fatal; por fin lo lograron y llegaron a un sendero que bordeaba el río mucho más caudaloso de lo que imaginaban. Decidieron caminar río abajo, y al poco tiempo de hacerlo vieron a un hombre anciano sentado sobre una gran piedra en una posición muy especial, tenía sus piernas cruzadas y sus brazos extendidos con los dedos pulgar e índice tocándose. 





Cuando llegaron a un pocos metros, Juan lo saludó, pero el hombre no dijo una sola palabra, después de un rato, bajó sus brazos y sin mirarlos dijo:

—Hola forasteros se que ustedes vienen de muy lejos.

Esteban no entendía cómo supo sin mirarlos que eran dos personas, si el único que habló fue Juan.

—Supe que eran dos personas, porque soy ciego y tengo un olfato muy desarrollado. 

Ambos amigos quedaron perplejos, porque aparte de su desarrollado olfato, sabía lo que pensaban.

¿Usted señor lee la mente?  —preguntó Esteban.

—Así es forasteros, no solo leo la mente, conozco muchas otras cosas, por ejemplo se que ustedes son viajeros del tiempo, hace varios años que supe que vendrían, hoy fue ese día que esperaba con ansias. 

Los dos amigos quedaron sorprendidos por lo dicho de ese hombre ciego, fue una sorpresa, no sabían qué decir. Esteban pensó que lo mejor sería tomarlo como algo normal. 

—¿En qué lugar y tiempo, nos encontramos señor?  —preguntó Esteban.

—Estamos en la época del Emperador Qin Shi Huang, en la región de Yinshan. —Dijo el hombre ciego— les recomiendo que vayan al pueblo que está río abajo, y pidan hablar con el señor Xe, de parte mía, mi nombre es Xu; y digan que usted son los que esperábamos. 

Después de decir esto el anciano se colocó nuevamente en la posición que estaba y no dijo una sola palabra más. 

Los dos amigos se alejaron bastante confundidos, ese encuentro con el anciano fue algo inesperado y muy sorprendente, sumado a que hablaba en su mismo idioma, esto era inexplicable. 

—Estamos en una época de grandes cambios políticos y culturales, de China, —dijo Esteban— es el tiempo de la construcción de la gran muralla para defenderse de los pueblos nómadas del norte, los Xiongnu. 





Es difícil imaginar la construcción de algo tan descomunal para conseguir vivir en paz. Se dice que se utilizaron unos 3900 millones de ladrillos, más otros materiales de relleno, se tardó en realizar varios siglos, durante distintas dinastías siempre con el mismo objetivo, defenderse de los peligrosos invasores. 

—De acuerdo a lo que he leído  —dijo Juan— estamos en el siglo III antes de Cristo. 

—Ahí está el pueblo Juan, no es muy grande, yo diría que viven una veintena de familias.

Cuando llegaron a las primeras casas un grupo de chicos salió a su encuentro recibiendolos como a personas muy conocidas y esperadas; sin que ellos dijeran nada los condujeron a una pequeña casa, una vez allí, los dejaron frente a la puerta y se fueron. 

Cuando la puerta se abrió salió un señor mayor de rostro jovial, el cual se inclinó ante ellos, y después los hizo pasar, pidiéndoles por favor que dejen sus zapatos afuera.





Cuando entraron a ese lugar, reinaba una paz que emocionaba, todos los muebles y objetos de la pequeña casa estaban colocados respetando un equilibrio evidente, un gran ventanal, dejaba observar un patio con una pequeña cascada que caía sobre un pequeño espejo de agua cristalina que emitía un sonido monótono al caer.





El interior de la casa poseía unas divisiones de una madera muy bella y papel traslúcido, el piso también de madera brillaba. 

El hombre los invitó a que se sentaran en el piso en torno a una mesa muy baja, en donde un brasero encendido les permitió que sus prendas se secaran.

Cuando el idioma es un impedimento para la comunicación entre personas, un recurso posible es la representación gráfica de ideas, el dibujo.

Aquel hombre dueño de casa, fue a buscar una pequeña pizarra de madera y una tiza y en ella dibujó a una mujer seguida de un nombre al que pronunció en voz alta, “Jiu”.

Inmediatamente de otra habitación se acercó una señora con cuatro tazas de té; al colocar la fuente en la mesa, el señor dijo: “Jiu”, e indicándose a sí mismo dijo “Xe”. Esteban interpretó perfectamente la presentación y después dijo:

—Yo me llamo Antonio y mi amigo, Juan.

Xe, sonrió satisfecho, y después todos disfrutaron de esa sabrosa y aromática infusión con gusto a miel.

Cuando terminaron, la mujer se retiró con las tazas después de hacer una cordial reverencia. 

El dueño de casa se puso de pie y se paró frente a un altar, que tenía una esfinge rodeada de flores y encendió una vela; después hizo una reverencia. Al regresar a la mesa dibujo en la pizarra una luna en cuarto menguante, otra en cuarto naciente y otra llena, después un sol, y por último una flecha que llegaba a un círculo. Cuando terminó de dibujar, miró a ambos y los señaló con su mano, y después señaló ese círculo en su dibujo, que debería ser un planeta.

Los dos amigos entendieron la pregunta y se miraron para establecer una respuesta razonable. 

—Si señor Xe, venimos de lejos —como Esteban sabía que no entendía su idioma, señaló con su dedo ese pequeño círculo de la pizarra y sonrió. 

Esto provocó para Xe una profunda satisfacción y alegría que se vio reflejada en su rostro. Después dibujó a dos niñas y escribió dos palabras diciendo en voz alta “Fen, An”, desde una de las paredes de la habitación se deslizó un liviano panel y se hicieron ver dos mujeres muy jóvenes, evidentemente eran las hijas de Xe.





Cuando los dos amigos las vieron,  nuevamente el contacto de sus miradas les provocó la curiosa sensación de que ya las conocían desde hace mucho tiempo.


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lunes, julio 08, 2024

VIAJE AL PASADO (novena entrega)

              Tanto Esteban como Juan estaban experimentando una serie de hechos muy traumáticos y a su vez sorprendentes; de un momento a otro perdieron una familia a la que apreciaban, la de Sol y Luna; después, el reloj los transporta a un lugar a miles de kilómetros de distancia del anterior y en un momento del pasado también a miles de años, o siglos de separación; sumado a la absoluta sorpresa de ser recibidos como visitantes a los que se estaba esperando; incluso el hombre anciano, se refirió a ellos como viajeros del tiempo; y para colmar todas las expectativas les presentan a dos chicas, hermanas, a semejanza de Sol y Luna, por las que sintieron una sensación de haberlas conocido desde hace mucho tiempo. Pero ninguno de los dos estuvo jamás en algún lugar de Oriente.

Después de la reunión con el señor Xe, un criado o ayudante de la casa los llevó a otra casa muy similar, en donde le explicaron siempre con señas, que allí podían vivir.

—Creo que por hoy tengo suficiente —dijo Juan exausto— me acostaré a descansar, no sé tú. 

—Yo también  —dijo Esteban abrumado— este día ha sido demasiado para mí, tengo sensaciones mezcladas entre tristeza y asombro.

 


Algo de historia que debemos saber y también convendría ampliar, porque son hechos deslumbrantes realizados por la inteligencia y tenacidad del hombre.


Uno de los productos que se desarrolló en tiempos remotos del pueblo Chino, fue la seda, cuya fibra la produce un insecto, el gusano de seda (Bombyx mori). Las características de las telas de seda, gracias a su altísima calidad y prestaciones, ha sido un producto codiciado en todo el mundo, hasta el presente.

Pero su comercialización no solo benefició a sus productores, también permitió el desarrollo de otros aspectos que beneficiaron a China. 

Con el nombre de “ruta de la seda” se entiende el desarrollo que su comercialización provocó en otras regiones; y como esto benefició a China dándole: Prosperidad económica, desarrollo de ciudades, intercambio de tecnologías, difusión de la cultura China, enriquecimiento cultural, fortalecimiento del imperio, expansión territorial, relaciones diplomáticas etc. 

Es muy impresionante lo que un pequeño e insignificante gusano ha hecho con su trabajo diario e ininterrumpido a una cultura milenaria como la  China.





Otra de las cosas que formaban parte de la cultura China era tomar té; pero no se tomaba como una degustación, cumplía otras funciones. 

El té era mucho más que una simple bebida. Era un símbolo de salud, conexión con la naturaleza y simplicidad.

Un descubrimiento Chino fue la pólvora, este explosivo trasladado por la ruta de la seda provocó acontecimientos trascendentales. Al principio se utilizó con fines festivos pero rápidamente se convirtió en un poderoso elemento con fines bélicos.

Su impacto en la historia fue muy importante en la guerra, en la industria y en la colonización. 

En aquellos remotos tiempos de la historia de China se desarrollaron muchas cosas de importancia y magnitud como lo son:

La pólvora, el papel, la imprenta y la brújula. 

La gran muralla, su construcción, propósito y significado.

La ruta de la seda cómo conectó a China con el resto del mundo.

La filosofía confuciana y su influencia en la sociedad china.



A este mundo de cambios y desarrollos de muchísima importancia desembarcaron Esteban y Juan de su viaje por el tiempo. Pero por esas cosas del destino, el pueblo que les tocó en suerte, o porque alguien desconocido lo quiso así, ciertas personas influyentes, tal vez por sus creencias religiosas, esperaban su llegada. Para ellos eran viajeros del tiempo, desde un primer momento los trataron como personas de la nobleza. 





Cuando despertaron esa mañana, en sus habitaciones entraba una luz agradable y una brisa con aroma a flores silvestres, una amplia ventana les permitía ver un valle verde entre montañas que era excepcional.

Un joven asistente se presentó y les indicó el lugar donde había una gran piscina con agua tibia para que pudieran asearse, después los agasajó con un desayuno compuesto por una sopa espesa exquisita y frutas, luego apareció otro asistente con un par de prendas para vestirlos. 





Cuando estuvieron listos, los dos asistentes, los condujeron por una callejuelas del pueblo que eran muy pintorescas hasta llegar a una casa muy antigua, cuando entraron estaba el señor Xe, que los saludó inclinándose con mucho respeto; los dos amigos reiteraron el saludo también inclinándose y después los hizo pasar a un amplio recinto en donde había una señora y tres hombres todos mayores. De inmediato los cuatro se inclinaron ante su presencia y Esteban y Juan reiteraron el saludo respetuosamente.

El señor Xe, después se retiró dejando al grupo a solas. Lo que ocurrió allí, los dos amigos ni remotamente se lo podrían llegar a imaginar; estas cuatro personas podían intercambiar frases e ideas con ellos sin hablar, solo mirándolos a los ojos.

“Los estamos esperando desde hace muchísimos años” —dijo la señora.

“Estamos agradecidos por su visita” —dijo el más anciano. 

Esteban miró a Juan, absorto, y le dijo en voz baja:

—Lo mejor será decir toda la verdad, creo que estas personas poseen una mente muy superior.

—Coincido Esteban, cuenta toda la historia con lujo de detalles. 

“Eso es lo que pretendemos conocer de ustedes, viajeros del tiempo”, dijo el señor más alto sin hablar, solo mirando a Esteban.

Después que Esteban contó toda la experiencia desde el descubrimiento del reloj incluido lo vivido con Sol y Luna; los cuatro ancianos se miraron y nuevamente la señora dijo:

“Son muchas las cosas que queremos preguntarles, pero en primer lugar quisiéramos conocer ese artefacto al que ustedes le dicen reloj”.

Esteban de inmediato lo sacó de su bolsillo y se los mostró al grupo; estos, lo miraron sin tocarlo como quien observa una revelación astral.

“Ustedes han sido elegidos por el dueño del universo”, dijo sin hablar el señor más alto. 

“Son muy afortunados por haber sido elegidos”,  —dijo el señor que hasta ese momento no había hablado— “pero la responsabilidad que el dueño de todo les ha dado, no deja de ser una carga enorme”.

“Creemos que sí”  —dijo Esteban— “pero cuando decidimos hacerlo, éramos mayores como ustedes, y no teníamos nada que perder, sin embargo, aún no somos muy conscientes de que debemos hacer, que es lo más correcto”.

“Lo más correcto es hacer todo lo que sus nobles corazones les indiquen”  —dijo el hombre más anciano— “el dueño de todo les dio esa responsabilidad por algún motivo.

“Creo que tenemos mucho tiempo para saber más cosas”, —dijo la señora— “no queremos agotarlos, ustedes son nuestros huéspedes. Nuestra única inquietud, es saber qué cosas son las mejores para nuestro pueblo, con eso nos conformamos, no nos interesa ni el poder de la naturaleza, u otra riqueza, somos personas de bien que pretendemos que nuestras familias sean felices viviendo de lo que la naturaleza nos brinda”. 

“De nuestra parte, les diremos todo aquello que sabemos”  —dijo Juan.

“Nos gustaría en primer lugar que las hijas del señor Xe les muestren todo nuestro pueblo, —dijo el señor más alto— “y el trabajo que hacemos, también queremos que vean nuestro proyecto más ambicioso, la muralla, que no se terminará durante nuestras vidas. Por ahora nada más, esperamos que su estadía sea confortable”.

Después de terminada la reunión, el señor Xe, vino a buscarlos y les indicó que el almuerzo estaba preparado en su casa.








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