Translate

viernes, julio 12, 2024

VIAJE AL PASADO (cuarta entrega)

           Intensos y profundos estudios arqueológicos han descubierto antiguas civilizaciones en las profundidades del pasado. Sus construcciones han podido superar el paso del tiempo, como por ejemplo los Egipcios, o los Incas en América. En el presente, gracias a los descubrimientos sabemos mucho más sobre la vida y costumbres de esas sociedades.

Una de las civilizaciones más antiguas de América contemporánea con la Egipcia es la llamada Caral, la cual contaba con una estructura social muy sólida; ubicada a 200 km al norte de Lima, Perú; poseían una peculiaridad, a diferencia de las civilizaciones Mediterráneas, estas se encontraban aisladas, es decir que sus costumbres no se mezclaron con las de otras sociedades o pueblos. 

Pero en mi opinión, es probable, que en la extensa Cordillera de los Andes, pudieran haber existido civilizaciones más antiguas aún, en lugares en donde ya no queda nada en pie, es decir, que por algún acontecimiento desaparecieron sin dejar registro alguno de su existencia. 


F.B.







           En un lugar próximo de donde se encontraban Esteban y Juan, dos hermanas llamadas Luna y Sol, se reían de sus dos hermanos más chicos porque los habían atado a un árbol y los mocosos gritaban de furia.

Luna y Sol pertenecían al pueblo llamado Texlel, y su padre era el jefe de la comunidad; su madre les puso ese nombre porque nacieron un día de madrugada en el momento que despuntaba el sol y la luna también continuaba presente, esta señal para el curandero del templo significaba un buen presagio. 





Los Texlel era un pueblo pacifico que vivía de sus cultivos y la pesca, no comían carnes rojas, conocían el fuego y tenían utensilios de hierro, sus templos y viviendas eran de barro. 

Criaban unos animales de corral tres veces más grandes que las ovejas actuales de las que extraían su lana blanca como la nieve de invierno, tenían telares y tejían prendas para invierno y verano.

La familia de Sol y Luna, estaba constituida por el padre, la madre, una abuela de más de ciento cincuenta años, y sus dos hermanitos.





A pesar de que su padre era el jefe de la comunidad, su casa era igual a todas las otras familias; solo se destacaban los viejos templos realizados por antepasados de tiempos remotos, que todos cuidaban con veneración. 

La abuela era algo así como una enciclopedia viva, era consultada con frecuencia por los maestros para resolver problemas diversos; los maestros era un grupo de seis ancianos que se encargaban de dictar las normas de convivencia.




En apariencia la comunidad se podría decir que era sana y feliz, excepto por el espíritu de las montañas, que era un gorila gigante que vivía en una enorme cueva en lo alto, al cual debían de alimentarlo. Este trabajo les provocaba un esfuerzo extra enorme porque debían de dejar todos los días frente a la entrada de su cueva, cien piezas de pescado, y tres bolsones de una fruta muy dulce y sabrosa que ellos cultivaban. Este enorme animal era holgazán, malhumorado, y despiadado; una o dos veces al año, bajaba de su morada para realizar algún estrago a la comunidad. La última vez destrozó cinco casas y mató a diez animales de corral, sin necesidad, solo por matarlos.




Pero las normas dictadas por los integrantes de los maestros, impedían enfrentarlo y matarlo porque consideraban que este ser mantenía la calma de las montañas; mantenerlo alimentado y soportar sus caprichos les garantizaba que el volcán no enfureciera y que la tierra no temblara.

Uno de los entretenimientos más frecuentes lo realizaban por las noches; todos las familias se reunían en torno a fogatas en un claro de la ciudad y cantaban canciones que las acompañaban con dos instrumentos, un tambor realizado con un tronco de árbol hueco y otro que era una especie de quena realizada con el tallo de una planta que dejaban secar al sol para después hacerle unas perforaciones que al soplar producía una melodía muy dulce. Cuando el fuego se consumía se cubrían con mantas pesadas por el frío de la noche para poder charlar de antiguas leyendas mientras miraban un cielo estrellado deslumbrante. 

Siempre había trabajo para hacer, el cual, se distribuía entre todos los integrantes de la familia, incluida la abuela que preparaba la comida para todos.

La madre de Sol y Luna disfrutaba cuidando su jardín con varias flores del bosque cuyo perfume inundaba todos los ambientes de la casa.

—¡Sol, Luna!, vengan para aquí! —dijo la madre de ambas, con esa voz inconfundible, que era para retarlas por alguna travesura cometida— ¿¡cuántas veces les he dicho que no deben atar a sus hermanos a un árbol!?, ¿¡les gustaría que yo lo hiciera con ustedes!?.

—No madre, no lo haremos más  —dijeron ambas al unísono sin mirarse porque sabían que se tentarían de risa, recordando los gritos desaforados de sus dos hermanos. También sabían que molestarlos era para ellas un entretenimiento que no podían dejar de hacerlo; era más fuerte que ellas.

—Bueno, ahora vayan a ayudarle a su abuela con la comida —les ordenó su madre… sabiendo que mañana seguirán molestando a sus hermanos como todos los días.

Ambas salieron corriendo a la cocina, porque sabían que su abuela las consentía en todo y también disfrutaba y se reía con ellas de sus travesuras para con sus hermanos.


         Esteban y Juan, los viajeros del tiempo, estaban pensando si quedarse en ese lugar que era espléndido, o continuar caminando.

—Aquí si quisiéramos podríamos vivir muy bien Juan, tenemos todo lo que necesitamos, pero me preocupan los animales que por aquí abundan, y por lo que vimos son muy grandes. 

—A si es Esteban, por otro lado no estoy muy seguro que realmente estemos en la era de hielo, porque si fuera así, en estas alturas, debería hacer muchísimo frío y el tiempo aquí parece primaveral.

—Tienes mucha razón, el clima es tan agradable que yo tengo deseos de conocer otros lugares; si seguimos río abajo, sabemos que con seguridad no nos faltará agua, y por suerte los peces abundan. 

—Me parece bien querido amigo ¡continuemos!, debemos estar atentos, yo aquí llevo el reloj, si por casualidad estuviéramos amenazados por algo o por alguien, solo debo darle cuerda y este artefacto nos sacará de aquí. 

Durante todo ese día ambos compañeros caminaron entre altos pastizales, enormes piedras, pendientes pronunciadas; siempre guiados por el ruido del torrente de agua y el golpe de cascadas al chocar contra las piedras. Después de cruzar un arroyo saltando de piedra en piedra, detrás de una roca enorme,apareció ante sus ojos un bosque de árboles gigantes, los mismos eran tan altos que proyectaban su sombra a muchos metros.




—Es un bosque de Arrayanes, o Luma Apiculata, pero gigante, es una especie que siempre me llamó la atención, —dijo Esteban— se dice que tomando una infusión con sus hojas se cura cualquier inflamación del cuerpo.

—Qué te parece si esta noche acampamos allí —dijo Juan entusiasmado.

—Me parece perfecto y como se ve están muy apretados unos con otros, esto nos permitirá estar resguardados.

Cuando ambos amigos estuvieron al pie de dichos árboles eran mucho más altos de lo que suponían, les pareció estar en el interior de una catedral gótica pero realizada con troncos.

Después de acomodarse en el interior de unas enormes raíces, encendieron una fogata. 

En aquel bosque el silencio era muy notorio, no se escuchaba ni siquiera el sonido de un pájaro; hasta que el suelo comenzó a temblar.

—¿¡Qué es eso Esteban!? 

—No lo sé, pero apaguemos de inmediato el fuego.

Los dos amigos se quedaron expectantes, hasta que algo negro y enorme pasó junto al árbol en donde ellos estaban; la oscuridad no les permitió saber que era, pero por el olor que dejaba y el sonido de sus pisadas, y su respiración, era un animal muy grande y salvaje.



Continuar leyendo




      google.com, pub-1339975393881543, DIRECT, f08c47fec0942fa0   

VIAJE AL PASADO (quinta entrega)

              El padre de Sol y Luna salía a pescar todos los días acompañado por diez hombres; ese rutinario trabajo les demandaba mucho tiempo porque necesitaban conseguir la enorme cantidad de pescado que requería el “espíritu de la montaña” más lo necesario para sus familias que era otro tanto; es decir, que la mitad de la pesca era para ese gorila holgazán al cual todos odiaban pero tenían que soportarlo porque lo ordenaba el grupo de los mayores. 

Para ello iban al gran lago y subidos a  balsas pescaban con sus redes para después trasladar toda la carga en carros; cuando llegaban a la ciudad se descargaba la mitad y la otra mitad se transportaba en canastos que llevaban sobre sus cabezas hasta la entrada de la cueva del enorme gorila. Las mujeres ayudaban en algunas tareas de la quinta, el trabajo en los telares y la cocina; todo el trabajo pesado lo realizaban los hombres: sembrar, cultivar, esquilar, cuidar los canales de riego, realizar los ladrillos de barro cocido, atender los corrales, y en los talleres de fraguas moldear las herramientas. 

Los hombres y mujeres mayores, se dedicaban a tareas como la de filetear los pescados, la alfarería, el arreglo de las redes de pesca, y buscar entre las montañas las plantas medicinales. 

Cuando se aproximaba el invierno, la pesca se complicaba porque la superficie del lago se congela; para solucionar esto, antes del frío llenaban enormes depósitos de piedra con pescado en sal, y otros cobertizos con diversos y nutritivos tubérculos para cuando las quintas no produjeran la cantidad necesaria por el intenso frío. 

Durante esta época antes de las nevadas, un grupo de hombres solo se encargaba de cortar leña y acumularla en una enorme leñero para que todas las familias pudieran tener sus fogones encendidos. Todos entendían que para cuando viniera el frío, debían de estar preparados, porque de ello dependía seguir viviendo al resguardo del calor del fuego en sus hogares. 




          Esa mañana de primavera, Sol y Luna fueron a buscar hojas de los árboles gigantes, cuando estaban por terminar de llenar sus cestas, sintieron hablar a dos personas en un idioma que no entendían, por precaución, porque sabían que en ese bosque había criaturas que no eran amigables, se escondieron entre unas enormes raíces para saber quién hablaba.

 Esteban y Juan charlaban distraídos después de haber comprendido que aquello que pasó cerca de su campamento era un enorme y pesado animal que había dejado su deposición, de la que emanaba un olor que se podía sentir desde muy lejos.

—Se me han ido las ganas de desayunar Juan.

—A mi también, creo que mi ropa se impregnó de ese olor horrible.

—Por la forma y tamaño de sus huellas, yo diría que se trata de un enorme simio de varias toneladas de peso; espero no estar frente a frente de esa animal jamás. 

Cuando ambos jóvenes estaban diciendo esto, salieron a su paso de improviso, Sol y Luna. Los cuatro quedaron frente a frente más que sorprendidos, los muchachos por toparse con seres humanos y las chicas por ver por primera vez a hombres de tez blanca.

Sus miradas se cruzaron, eran las miradas de cuatro personas jóvenes que estaban en un mismo lugar, pero separadas por miles de años.

Se dice que existen personas que están vinculadas por lazos ocultos en épocas distintas, esta podría ser una de esas extrañas situaciones, en donde un intrincado destino, une a seres muy separados en el tiempo; por algún motivo, o quizás porque esas mismas personas son lo que se suele denominar como almas gemelas; la verdad es, que sí algo así es posible, también es incomprensible y todo depende de quien quiera creerlo o no.

La sensación de los cuatro adolescentes fue primero de sorpresa, pero cuando intercambiaron sus miradas en profundidad, allí había algo mucho más grande que sorpresa, fue como si hubiera existido una conexión anterior. Los cuatro se quedaron parados frente a frente un largo rato, sin saber que decir; hasta que Sol dirigiéndose a Juan, dijo en su idioma, incomprensible para un joven del futuro.

—Hola, ¿cómo te llamas?

Juan solo sintió que esas palabras no eran agresivas, todo lo contrario, y sin entender ese idioma dijo:

—Me llamo Juan ¿cómo te llamas tú?

A Sol se le iluminó la cara con una amplia sonrisa, porque le causó gracia ese idioma y esa cara de asombro de un muchacho desconocido de color blanco.

Por fin los cuatro rieron distendidos, y Luna, tomando dos ramitas, hizo una cruz en el piso y dijo unas palabras, haciendo unos ademanes que los chicos entendieron de inmediato: “nosotras dos, somos de allá, mañana, vendremos aquí, nuevamente”. Después ambas hermanas se fueron corriendo y se perdieron de vista.

Cuando las dos hermanas llegaron a su casa para contar de su hallazgo, su madre no estaba por lo que recurrieron a su abuela. 

—¡Abuela!, ¡abuela! —gritaron ambas agitadas—

—¿Qué les pasa a las niñas, vieron un duende en el bosque?

—Creemos que sí Abuela, —dijo Sol— con una cara que la abuela interpretó que algo muy impresionante habían visto.

—Eran dos duendes con aspecto de chicos, de nuestra edad, que hablaban en un idioma muy raro, nos parecieron ser muy buenos, pero lo más increíble es que su piel era blanca.

—¿¡Blanca!?, es imposible —les dijo la abuela muy seria— no existen duendes, ni personas de tez blanca.

—Tenían la cara y las manos blancas abuela —dijo Luna emocionada— mañana iremos a verlos de nuevo. 

—¡No!, —dijo la abuela seriamente— ustedes no irán allí solas hasta que su padre sepa que cosa vieron.

Esa misma tarde, la abuela le contó toda esa historia al padre de Sol y Luna, y este quedó preocupado, porque existían muchas leyendas ocurridas en el bosque de los árboles gigantes. 

—Mañana iré a ver qué es lo que vieron, que las conmocionó tanto. —dijo el padre a sus hijas— 

Al día siguiente el padre de Sol y Luna las acompañó al bosque.

Cuando llegaron al lugar, Esteban y Juan, estaban allí, se habían quedado dormido con sus espaldas apoyadas en una gruesa raíz.





El padre de las chicas se acercó con cuidado y observó con asombro que la piel de esos dos muchachos era blanca; por si acaso antes de despertarlos, puso a resguardo a sus dos hijas.

Cuando Esteban y Juan abrieron sus ojos, frente a ellos vieron parado a un corpulento y alto hombre que los miraba con cara de pocos amigos. Por fin el encuentro se tornó más cordial cuando Sol y Luna intervinieron, logrando entenderse con señas. Ambos muchachos comprendieron que aquel hombre era el padre de sus recientes amigas y ambos le dieron su mano con mucho respeto, hasta que el papá de las chicas con una amplia y distendida sonrisa les indicó el camino para que los acompañaran al pueblo. 


Continuar leyendo


google.com, pub-1339975393881543, DIRECT, f08c47fec0942fa0

jueves, julio 11, 2024

VIAJE AL PASADO (sexta entrega)

                Cuando Esteban y Juan vieron el pueblo de Sol y Luna quedaron deslumbrados, sus casas, sus templos; y sobre todo su forma de vivir que a pesar de ser simple, contaban con lo suficiente para estar muy bien.

Con el transcurso de los días ambos amigos se fueron incorporando a esa vida; el padre de Sol y Luna les arregló provisoriamente un lugar en la leñera, para que pudieran vivir allí.

Pero la pregunta fundamental que le hicieron fue: ¿de dónde vienen ustedes?, cuya respuesta que sería “del futuro”, no podían darla, porque para esa gente algo así sería incomprensible.

Decidieron decir que eran viajeros exploradores pertenecientes a un antiguo pueblo que estaba detrás de las montañas. Esto fue bien recibido y le creyeron. 

Su amistad con Sol y Luna fue creciendo y en sus charlas fueron aprendiendo el idioma de ellas, el cual no tenía demasiadas palabras; un mismo sonido, podía tener varios acepciones, curiosamente no tenían escritura, todo dependía de la palabra, y sus recuerdos. Fueron aceptados en la mesa familiar de Sol y Luna, y también entendieron que para poder vivir en la comunidad debían de trabajar en algo; les gustó la actividad en los hornos de ladrillos y allí trabajaban todo el día con esmero.





Antes de continuar con la historia, debemos tomar en su verdadera magnitud, lo que significa el  impacto que ocasiona un hecho asombroso como este, en donde viajeros del futuro, en este caso del siglo XX, irrumpen en una civilización ubicada en una época remota del pasado. 

En primer lugar, la creencia de todo un pueblo en suponer que acontecimientos geológicos dependen del carácter de  un animal, ya es una cuestión a develar y resolver, siempre que dicho pueblo acepte la explicación de cómo se desarrollan los eventos como los terremotos y la actividad volcánica. 

F.B.


Esteban y Juan no encontraban a quien poder explicar que mantener a un holgazán y despiadado gorila, era un error, y la situación lamentable del esfuerzo que debían realizar para alimentarlo.




Una noche en la cena familiar con la familia de Sol y Luna, salió el tema de el gorila y el enorme trabajo que debían hacer para mantenerlo calmado. Esteban no pudo con su genio y dijo esto:

—En nuestro pueblo sucedía algo similar a lo de usted, se trataba de un enorme elefante que era cuidado y venerado por considerar que era el responsable de las buenas cosechas. Hasta que un dia nos dimos cuenta que esto no era así, las cosechas dependían del clima, de si llovía o no, y la lluvia era la encargada de regar nuestros sembradíos; nos dimos cuenta de eso cuando tuvimos que realizar un viaje y encontramos otro pueblo, que no veneraban a nadie, pero la lluvia de todos modos los favorecía. —cuando Esteban relataba esta historia, el padre de Sol y Luna, lo escuchaba con mucha atención— por eso yo creo que la actividad volcánica o los movimientos de la tierra no se debe al “espíritu de la montaña”, es debido a las placas tectónicas de la tierra, que nada tienen que ver con un gorila holgazán que está acostumbrado a conseguir su alimento sin esforzarse. 

Cuando Esteban terminó su discurso no imaginaba cómo iba a reaccionar el jefe de la familia, pero la sorpresa sobrevino cuando el hombre, se puso de pie y dijo:

—Quiero que hoy mismo vengas conmigo, porque deseo que les digas tu idea al consejo de ancianos; yo hace mucho tiempo que pienso lo mismo que tú, pero nunca tuve la capacidad de explicarlo.

Esa misma noche el padre de Sol y Luna, junto a los dos amigos fueron al templo en donde se reunía el concejo.

El anciano principal se llamaba Teatek, era un hombre que inspiraba respeto y era venerado por todos, después que el padre de Sol y Luna, presentó a los forasteros blancos, todos se sentaron en torno a una fogata y le permitieron a Eugenio explicar su parecer. Lo más complejo fue hacer entender lo de las placas tectónicas y sus movimientos pero, tomando dos piedras planas, pudo hacerlo, en cuanto la lava que escupen los volcanes, inventó algo que le dio resultado, una historia que le contó su padre, en donde, la tierra era la madre de todas las cosas, incluso era la madre del gorila, y que cuando se enojaba hacía sentir su furia incontrolable que ningún hombre o animal puede aplacar. 




Teatek se le quedó mirando seriamente a los ojos, y después dijo:

—Entonces, ¿hemos estado equivocados y hemos trabajado de más sin necesidad durante años?.

Esteban no sabía cómo responder a esta pregunta, para no ofender al anciano, al demoler una idea de años de vivir equivocados.

—Lo que ocurre  —dijo Juan entendiendo el conflicto—  que todos los animales, son como nosotros, hijos de la tierra, y esto provoca una continua confusión para poder entender qué rol debemos cumplir; por ejemplo nosotros, vivimos para sostener alegre y sana a nuestra comunidad como usted lo hace señor, y los animales, están para servirnos y alimentarnos, sin la necesidad de maltratarlos, como lo hacen ustedes con los animales que le dan su lana y los peces.

Teatek miró fijamente a Juan durante unos instantes que para él fueron interminables, pero después con una amplia sonrisa dijo estar muy de acuerdo con esto que los forasteros blancos decían. Por fin se logró un clima de distensión en todos los presentes, que llegó principalmente al padre de las Sol y Luna, que preguntó:

—Qué debemos hacer a partir de ahora con el gorila.

—¡Matarlo!, —dijo Teatek con voz firme.

Pero Esteban tenía en mente otra cosa para un cuerpo de tanta fuerza como el de ese gorila. 

—Con todo respeto señores, yo creo que les brindaría muchos más beneficios si está vivo.

Todos lo miraron extrañados.

—En este tiempo yo he trabajado en la fabricación de ladrillos, y existe una tarea que es la de mezclar el barro con la paja, que demanda un esfuerzo enorme, como mínimo se necesitan quince hombres para mover las pesadas ruedas de piedra para mezcla la argamasa …esa misma tarea la podría hacer el gorila con mucha facilidad. 

Todos se miraron asombrados.

—¿Pero cómo podemos convencer a un animal tan grande que realice un trabajo como ese? —dijo el padre de Sol y Luna.

—Todos los animales son capaces de hacer cualquier cosa por algo indispensable —dijo Juan— su comida y su agua.

—Así es, —afirmó Esteban— pero lo primero es atraparlo colocando una trampa de la que no pueda escapar.





Continuar leyendo


google.com, pub-1339975393881543, DIRECT, f08c47fec0942fa0

miércoles, julio 10, 2024

VIAJE AL PASADO (séptima entrega)

           Atrapar a un gorila gigante que tiene una fuerza de veinte hombres, no es una tarea sencilla, por lo cual era necesario estudiar un método que fuera eficaz. 




El padre de Sol y Luna, junto a Esteban, Juan y tres hombres muy hábiles leñadores, empezaron a trabajar.

Después de varios días decidieron utilizar un método muy simple que podría dar resultado; el único inconveniente era tener que realizar una red enorme y fuerte.

Para hacerla de tal envergadura solo era posible con los tallos de una enredadera gigante que crecía en el bosque; se tuvieron que realizar cientos de acarreos para traer infinidad de metros de esa planta; una vez que se consiguió toda la materia prima se comenzó a tejer la red.

Se decidió preparar la trampa en un lugar que todos sabían que el gorila pasaba por allí con frecuencia camino al lago en donde disfrutaba sumergirse. 

Con mucho esfuerzo se subió la pesada red a una altura de más de veinte metros, sostenida por gruesas sogas, que se sujetaron al piso en firmes estacas. 

Esa tarde se realizaría el intento sin poder saber si lo lograrían. Cuando vieron que de la espesura se acercaba el pesado animal, todos se prepararon. Cuando estuvo en el lugar justo donde estaba preparada la trampa, se aflojaron al mismo tiempo todos los tensores y la red cayó con todo su peso sobre el animal. Primero se sobresaltó y después pasó a ponerse furioso; dando zarpazos y pegando unos bramidos terribles, cuando más trataba de quitarse la red más se enredaba en ella, hasta que llegó un punto en el que se quedó agotado e inmovilizado.




Todos quedaron satisfechos, ahora quedaba la no menor tarea de domesticarlo.

A partir de ese día, todo el pueblo de Texlel comenzó a apreciar y respetar a Esteban y Juan por ser dos jóvenes muy trabajadores y aportar nuevas ideas en beneficio de todos. Su amistad con Sol y Luna fue creciendo muchísimo, después de las jornadas de trabajo se juntaban a charlar, y disfrutaban con las ocurrencias de Juan. En una oportunidad, Esteban les obsequió un juego de damas hecho por sus propias manos, que disfrutaban jugando los cuatro. La abuela de las chicas sentía una gran estima por los muchachos blancos y soñaba que cuando fueran adultos iniciarían su propia familia junto a sus dos nietas; pero ese sueño, la abuela no pudo verlo concretado.

Para domesticar al enorme gorila utilizaron el sistema de premios y castigos; si cuando le acercaban su ración de comida este comenzaba a gritar para causar terror, como era su costumbre, ese día no comía; de ese modo el animal fue entendiendo que no necesitaba asustar a los hombres, porque si no gritaba le permitían comer bien sin inconvenientes. 




Después de muchos días de trabajo para domesticar al gorila comenzaron a notarse algunos avances. Un día se decidió que ya era tiempo de que se ganara su propio sustento trabajando. Entre todos los hombres disponibles, le ataron a sus brazos gruesas sogas para llevarlo a la fábrica de ladrillos, sin dificultad pudieron hacerlo, una vez allí, le enseñaron a mover una enorme piedra que se desplazaba para mezclar el barro. Al principio el gorila no sabía que tenía que hacer; pero cuando se dio cuenta que se trataba de mover esa enorme piedra dentro de una enorme pileta repleta de tierra, paja y agua, metiendo sus dos pies en es barro suave, le gustó hacerlo; fue como si estuviera jugando, y hacía exclamaciones de alegría. Ese día en retribución a lo que trabajó, los hombres que lo cuidaban, le dieron el doble de su ración de comida. Al poco tiempo, el animal realizaba trabajos pesados de todo tipo, acarreaba madera desde el bosque, también traía agua en un gran tonel de madera desde el lago, y llevaba los ladrillos terminados a donde se necesitaban. Se lo veía alegre e incluso, ya no era necesario tenerlo atado, realizaba todo lo que se le indicaba con gusto. 




Transcurrieron algunos años de mucha prosperidad para el pueblo de Texel, todo se desarrollaba en armonía disfrutando como siempre de las noches en torno a cálidas fogatas bajo un cielo estrellado, hasta que una noche el anciano principal Teatek, advirtió de algo en el cielo, que se veía nítidamente por donde se ocultaba el sol por encima de los altos picos.




Al principio todos pensaron que era una señal de buen augurio y decidieron realizar una gran fiesta; pero tanto para Esteban como para Juan lo que se observaba en el cielo era un enorme cometa que no les parecía que solo pasaría cerca de la tierra, se inclinaban a pensar que impactaría en ella; ambos sabían del enorme meteoro que cayó en la península de Yucatán en México, al que se le atribuye que este evento terminó con los dinosaurios. 

Al quinto día ambos amigos aguardaron a que se hiciera de noche para corroborar el tamaño del cometa, comprobando que era notoriamente más grande; sin duda era un meteoro que se acercaba a la tierra e impactaría muy pronto.

Esteban y Juan sabían que ante un hecho de mucho riesgo, tenían la posibilidad de utilizar el reloj; pero a estas alturas, la familia de Sol y Luna se habían convertido también en su familia.

—Creo Juan que no debemos de esperar un solo día más y hablar con Sol y Luna sobre el reloj, y de nuestro secreto.

—No creo posible que puedan entender algo así, creerán que estamos locos o nos tomarán recelo.

—Cuando el meteoro de Yucatán impactó en la tierra ocasionó una liberación de energía descomunal que debe haber provocado terremotos en todo el planeta e incluso la activación de muchos volcanes, seguramente nubes de cenizas cubrieron el sol y esto provocó que muriera la vegetación en gran parte del planeta y al no tener alimentos los grandes animales herbívoros también sucumbieron  —dijo Esteban con cara de preocupación. 

—Exacto amigo mío, y también deben haber desaparecido civilizaciones o pueblos enteros.

Ambos se quedaron callados entendiendo que el pueblo de Sol y Luna estaban en peligro y no lo sabían.

Hagamos lo siguiente —dijo Esteban—, esta misma noche, cuando estemos reunidos, inventamos cualquier excusa, un nuevo juego, y les decimos que tenemos que tomarnos todos de la mano, y entonces yo activo el reloj; ¿qué opinas?.

—Me parece bien, lo que no sabemos es cómo se comportará el reloj, con personas de tiempos muy distintos al nuestro.

—No lo sabemos, pero prefiero intentarlo a dejarlos librados a su suerte, al menos quizás tenemos la oportunidad de salvarlos a ellos.

Esa noche fue muy especial, los padres de Sol y Luna, la abuela, los pequeños hermanos y ellas, rieron y disfrutaron todo lo que Esteban y Juan decían; recordaron cuando se vieron por primera vez en el bosque, cuando vieron a su padre con cara enojada y mil recuerdos agradables de juegos y anécdotas. 

Esteban salió un instante con la excusa de ir a buscar agua, para poder mirar hacia el cielo, cuando vio el cometa, su tamaño era enorme; “seguramente impactará esta misma noche”

—pensó preocupado.





Cuando se reunió con todos, Juan lo miró, e inmediatamente interpretó que debían de hacerlo ahora.

—Conozco un nuevo juego que les va a gustar; tenemos que tomarnos todos de la mano y pedir un deseo.

Juan miró a todos y le hubiera gustado que ese instante quedara congelado para siempre en su mente, porque no sabía que les deparaba el nuevo destino. Cuando todos estaban preparados, Juan tomó el reloj y miró una vez más las sonrientes y distendidas caras de Sol y Luna, después le dio cuerda al reloj. 


Continuar leyendo