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sábado, septiembre 18, 2021

LOS MISERABLES DE VICTOR HUGO (comentario de un viejo libro)




 A pesar de transitar este siglo XXI experimentando lo que podríamos decir el futuro, en la frase "el futuro es hoy". No estaría demás ni sería descabellado releer antiguas novelas como lo es "Los miserables" de Víctor Hugo cuyo drama se ubica en varios lugares de Francia, durante el siglo XVIII.

La magistral pluma de este escritor, logra mostrar con plenitud la lucha de un hombre castigado por la sociedad, que se reencuentra con la misma gracias a un bondadoso cura; pero su pasado que parecía haber quedado enterrado surge con toda su fuerza, y un hecho hace que tenga que luchar con su consciencia. Asegurar si ha ganado o no, queda para el sentir de los hombres con valores o sin ellos.


El hombre (refiriéndome a ambos sexos) no ha cambiado gran cosa, me animo a decir que continúa igual o peor. ¿Por qué motivo las miserias humanas se repiten como antaño?, ¿cuál es el motivo que el ser humano tenga aún ese instinto animal de no proteger al débil?, ¿por qué motivo tienta tanto el poder, incluso más que el dinero?, ¿qué contienen nuestros genes que continúan transmitiendo lo peor del hombre?


Me gustaría vislumbrar una cierta esperanza, pero hoy a la vista no se ve, solo negros nubarrones continúan amenazantes en el cielo de nuestro presente. Pareciera que la ley del hombre no alcanza y la de Dios no llega a tiempo.


Les pido a aquellos que poseen poder que recapaciten, somos contemporáneos de esta misma aventura, utilicemos nuestro razonamiento para el bien común, no continuemos siendo necios creyendo que podemos ser dioses, siendo solo polvo insignificante. 

jueves, septiembre 09, 2021

VIDA Y TIEMPO (comentario de este libro)


 

Isaac Asimov, con su libro Vida y tiempo nos permite ingresar al mundo de la ciencia para todos aquellos que cómo yo,  no somos científicos, y logra mostrarnos desde la evolución de una célula hasta que la naturaleza logra conseguir el intrincado y muy poco conocido cerebro humano.

Con un lenguaje simple podemos interpretar algunas leyes de la física como son la masa de las partículas, y la velocidad, hasta los límites de la velocidad de la luz. Las posibilidades y situaciones complejas de los seres humanos en nuestro planeta tierra y la anticipación de nuestra actual pandemia.

También conocer los límites alimentarios y de energía de nuestra civilización, y un viaje imaginario por galaxias lejanas esquivando agujeros negros, o imaginando el final de nuestra estrella madre nuestro sol.

Este libro es en mi opinión apasionante, nos permite entender lo pequeño que somos, pero también nuestra inagotable búsqueda por saber de dónde venimos y a donde podremos llegar, si tenemos éxito. 

¡Lo recomiendo estimados lectores!


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domingo, septiembre 05, 2021

UN BAR DE BUENOS AIRES (cuento)

  Era una de esas tardes en que la ciudad se entristece, una llovizna persistente humedece las calles y todos los colores se apagan para convertirse en una variada tonalidad de grises, en la penumbra del viejo bar, el paño verde de la mesa de billar se encendía como todas las noches para el desafío habitual por la ronda de café.


¿Qué otro mejor lugar podría existir como ese, para un día así? Pensaba en tanto acomodaba el cenicero esperando que le trajeran su pedido como quien se preparara para acomodar sus ideas después de una semana sin pena ni gloria.


Ernesto siempre se preguntaba, ¿de qué modo se mantendría el gallego con este boliche de mala muerte, al que solo concurren personas como él que a lo sumo consumen un cortado y alguna copa, y hojea el mismo diario manoseado hasta el cansancio? Mirando por el ventanal, observó a un taxi que se detiene para que suba una pareja de jóvenes estudiantes sonrientes, como si esa tarde gris no existiera para ellos.


Los jóvenes siempre están contentos se decía, no como él que la vida lo había marchitado por dentro, y lo único vivo que le quedaba era su piel como un cascarón duro con el que tenía que enfrentar todos los días el trabajo en la oficina para solo poder subsistir, cuántas veces había pensado que su error fue no aceptar aquel trabajo que le ofrecía su tío en la pampa, ¿pero qué podía hacer en ese pueblucho que ni estación tenía, atendiendo una ferretería, justamente él que no sabía distinguir un tornillo de un clavo? Para mejor su tío era bastante peculiar, cuando quiso invitar a esa chica a tomar un café, le hizo un escándalo porque era la hija del dueño de la casa de repuestos.


"es gente muy seria”, le dijo, por lo cual indirectamente le indicaba que él no merecía entrar en ese círculo de la alta sociedad del pueblo, pobre tío, no era malo, solo que se pensaba que vivía en Manhattan, pero que se le va a hacer era así, y creía que ese pueblo era el mejor del mundo y si eso lo hacía sentirse bien, mejor para él, pero para Ernesto evidentemente no era el lugar adecuado.


Afuera la gente pasaba caminando con paso apurado para llegar seguramente a sus casas y disfrutar del viernes a la tarde, quizás el mejor momento de la semana, en donde las expectativas del sábado y domingo son mucho mayor que el devenir del propio fin de semana, y el pozo depresivo del domingo a la tarde, que nos indica que nuevamente la realidad de la vida comienza el lunes cuando suene el despertador.


A Ernesto le gustaba disfrutar de esa sensación de sentirse libre de responsabilidades al menos por esa tarde del viernes, en donde los dos días que más se anhelan comienzan a brindarnos todas sus sorpresas, que después resultan tan solo una continuidad de hechos que no cambian mucho las cosas.


Esa tarde en particular Ernesto se sentía melancólico, y pensaba que durante los últimos años muchos fueron los viernes a la tarde que había vivido, y no existían cambios en su vida que le permitieran ver un futuro interesante.


Mientras meditaba estas cuestiones, le vino a la memoria las palabras de su padre:

"El pasado no se puede cambiar, y la realidad es una sola”, eso me decía el viejo todas las mañanas antes de salir con el camión de reparto para el frigorífico, se pensaba que yo me levantaba para ir a la facultad, y después que él se iba yo seguía apolillando, quería que fuera ingeniero, y yo no pude ni dar el ingreso, pobre viejo, se murió satisfecho pensando que me había recibido, lástima la casa de Caballito, tenía más deudas que rajaduras, de nos ser por Edgardo después de la venta casi tengo que poner plata encima.


Tal vez si me hubiera casado con Clarita…, linda piba Clarita…, pero no era para mí, o mejor dicho yo no era para ella, al final se casó con Edgardo, me acuerdo como me miraba en la iglesia, creo que nunca dejó de quererme, ella si la pegó con Edgardo, lastima que no pudieron tener chicos, con lo que le gustaban…, pero por lo menos vive como una duquesa, yo no podría haberle dado esa vida jamás, viviríamos en la pensión y para peor llenos de deudas, mejor así, porque siempre fue una buena mujer; me acuerdo cuando me apuró para que concretáramos, creo que mi cara lo dijo todo, y se fue llorando, no se, siempre le tuve miedo al casorio, o no me gustan los compromisos, formar un hogar, los hijos, que se yo, soy así un bueno para nada como me decía mi vieja. Me acuerdo cuando me metí con el negocio de la inmobiliaria, casi nos rematan la casa, si no fuera por sus ahorros, creo que ese disgusto la terminó del todo, quería juntar plata para cambiar la casa, a la vieja le gustaba Belgrano, lastima que solo pudo disfrutar de Belgrano con ropa de mucama, pobre vieja, tocarle los ahorros me dolió en el alma, creo que no me perdonó nunca, justamente yo su único hijo,

; me acuerdo como si fuera hoy ese día que fuimos a visitar a la patrona, me compró un pantalón nuevo y una camisa, y después me tocó vivir todo una tarde jugando con los hijos de la dueña que me miraban como si yo fuera un extraterrestre, ¡que fastidio por dios!, la vieja quería que me conectara con la alta sociedad, y los chicos no me daban ni pelota.

 

Al que le fue bien es a Edgardo, ya no viene por el boliche…, a decir verdad el tipo es un bocho, y de números ni hablar, donde pone el ojo pone la bala, al final él se quedó con la casa de Caballito, y después hicieron el edificio, creo que después de eso no paró de hacer plata, es un buen muchacho Edgardo; lástima que siempre tiene cara de amargado, es curioso si no le falta nada, solo que no pueden tener chicos, pero si quisieran podrían adoptar con Clarita, ¿cuantos pibes necesitará una madre como ella?, Dios le da pan al que no tiene dientes.


Hablando de Clarita, tengo que llamar a Elisa, me va a matar, para colmo me olvidé y no la saludé para el cumpleaños, tendría que invitarla a cenar, pero hasta el mes que viene es imposible, me dejó preocupado cuando hablamos por teléfono, de esa sorpresa que tenía para darme, a ver si me dice que está de encargue, me muero, no quiero ni pensarlo, me imagino durmiendo los tres en la cama de la pensión y me aterroriza, esta Elisa siempre con esas sorpresas que después son tonterías…, y bueno ella es así…, yo también tengo mas vueltas que la oreja.


Un hombre trajeado y con aire de diplomático, pasa por delante de la ventana del bar y saluda a Ernesto elevando un poco el paraguas con amabilidad, Ernesto también lo saluda, en tanto el mozo le sirve su café y un vasito de agua.

 

Todavía sigue vivo este, ¿en que andará?, pensaba Ernesto mientras le agregaba el azúcar a su café, me acuerdo el día de la reunión en el la unidad básica, casi le pego una cachetada, lo único que le interesaba era hacerse cargo de la administración de los fondos de la cooperativa, según él en unos meses, la sacaba a flote, y todos sabíamos que cuando se hizo cargo de la tesorería del club, si no hacemos la vaca de cien pesos cada uno, remataban hasta las bochas, flor de chanta, y sigue caminando por la calle como si fuera un gran señor.


Tres muchachotes entraron al bar, saludaron con amabilidad a Ernesto, y se dirigieron a la mesa de billar, uno de ellos fue a buscar las tres bolas, mientras los otros elegían los tacos para colocar con suavidad la tiza azul en la punta, después el sonido característico del billar, animaba el salón y de algún modo el espíritu de Ernesto.


Estos si que no tienen drama, se decía, mientras miraba desde lejos como comenzaban la partida, lo único que les interesa son las putas y el billar, y no se si se darán un toquecito con algo, porque siempre están con las pilas puestas, no sé de qué viven, porque nunca se los ve por el barrio, tal vez vienen de asaltar a un pobre diablo, Cómo está la juventud, que destino nos espera con estos malandras.


La noche había tomado la calle y las luces de los carteles de neón le daban un colorido especial a la avenida distante, ahora con el tránsito más calmo de un viernes lluvioso.


Ernesto se preguntaba lo curioso de los lugares de la ciudad, esa esquina del barrio se había quedado en el tiempo, en tanto los bares y negocios de la arteria principal prosperaron dentro de un mundo que se desentendió del resto, y de la gente que como él no podían dejar el barrio, como si formaran parte de sus veredas y sus paredes desteñidas por el paso del tiempo del mismo modo que sus almas y sus recuerdos, a pesar de tener la opción de ir a una de esas confiterías modernas e iluminadas, siempre terminaba en el bar del gallego, era como su segundo hogar a pesar de no tener ni siquiera el primero.

 

Como casi todas las noches a la misma hora, llegó Doña María, se sentó junto a la ventana y sin mirar a nadie a pesar de conocer a todos sacó la libreta para levantar las apuestas clandestinas de sus clientes perpetuos, su rostro de mujer madura castigado por el tiempo y una vida difícil, se iluminaban si pasaba alguna señora con su hijo en brazos, se decía en el barrio que tenía un hijo, pero que era mejor perderlo que encontrarlo, solo venía a verla cuando se encontraba en apuros de dinero, y eso era casi todas las semanas, a pesar de sus años, en su rostro quedaban rastros de una hermosa mujer que habría sido alguna vez.


Ernesto pensaba que las mujeres solas, cuando envejecen son más vulnerables que los hombres, pero daría la sensación que son criaturas preparadas para sufrir, como a Doña María que la vida se la llevó por delante, pero en su interior siempre  perdura el amor de toda madre por su hijo, aunque este sea un descarriado.


Se abrió la puerta nuevamente y entró una muchacha, que para el gusto de Ernesto salvando los tiempos, le hubiera flechado el corazón con una sola mirada, se dirigió al teléfono público, y su presencia cortó el murmullo de los de la mesa de villar, Ernesto observó los ojos de los muchachos que se asemejan a fieras salvajes observado a una presa indefensa, después siguieron murmurando y se escuchó una tenue risa malvada, producto quizás de algún comentario morboso, pero ese no era el lugar para atacar, allí las bestias solo se refugiaban los días de lluvia, y no buscaban problemas. La muchacha se retiró y se despejó la tensión de inmediato.


Tres hombres entraron al bar, y se sentaron en una mesa próxima a Ernesto, dos de ellos vestidos con trajes elegantes y su pelo engominado brillaba dándole una aire de profesionalismo y capacidad intelectual, el tercero lucía un pulóver tejido a mano que tapaba un prominente abdomen con su cara regordeta y la calvicie le daba un aspecto desprolijo, después de pedir tres cafés, uno de los de traje sacó unos papeles de su portafolio y se los entregó al hombre de pulóver, este sin leerlos siquiera tomó una birome del bolsillo de su camisa y firmó los mismos, mientras los caballeros de traje cruzaron sus miradas con un aire de satisfacción, luego de este acto, el hombre del pulóver, tomó su café de un solo trago y luego intentó pagar la cuenta, sus dos acompañantes no se lo permitieron y se retiró después de darles la mano, los dos hombres bebieron lentamente sus cafés sin intercambiar palabra, uno de ellos sacó un celular y realizó una llamada, Ernesto escuchó estas palabras:

 

"Ya está quedate tranquilo el lunes deposita la plata…, no ni siquiera protestó…, si, si, pero acordate que esto tiene un costo, chau, buen fin de semana”

Después de pagar se retiraron, con paso reposado y señorial.


Para Ernesto estos dos tipos, tenían el aspecto de delincuentes de guantes blancos, y a pesar de no haberlos vistos jamás, hubiera jurado que terminaban de hacer algún tipo de estafa a ese hombre que firmó tan siquiera sin leer.

En que balurdo lo habrán metido, pensaba Ernesto mientras prendía un cigarrillo, de esta clase de gente Buenos Aires está llena, si llegas a caer en sus manos te despluman y ni te das cuenta, como cuando me quisieron vender aquel caballo de carrera, por poco voy en cana, para colmo los quise meter en el negocio a Juan y a Néstor, la cara de Néstor cuando vimos al potrillo era para filmarla, se le podían contar todas las costillas al noble animal, la trifulca que se armó fue de película, si no lo separamos a Juan lo mataba al veterinario que gritaba que él nada tenía que ver, ahora me causa gracia, pero aquel momento fue tremendo. Hablando de Roma.


Un hombre alto, de tez morocha, muy delgado y de pelo totalmente blanco entró y se dirigió a la mesa de Doña María, después de hablarle por lo bajo y mientras la mujer anotaba en su libreta, le entregó un dinero, luego se arrimó a la mesa de Ernesto y le dijo: tengo una mala noticia para darte, vengo del velorio de Néstor.

Ernesto al escuchar la noticia de su amigo, se puso pálido y los ojos se le llenaron de lágrimas.

¿Cuándo fue? , le preguntó Ernesto.

El hombre sin sentarse, le dijo que lo habían encontrado muerto hoy a la mañana en la casa aparentemente de un ataque al corazón, después de eso le dijo que tenía que irse porque tenía gente a cenar, y le dejó anotado en una servilleta la dirección del velatorio.

Ernesto se quedó con el sabor de las malas noticias que justamente parecería que llegaran los días viernes, que comienzo de fin de semana, tener que ir al velorio de un amigo.

La muerte de Nestor, le cayó como un balde de agua fría, hacía dos días que estaban charlando animadamente en esa misma mesa y ahora lo estaban velando.

Ernesto pensaba muy poco en la muerte, pero cuando pasaba tan cerca, reflexionar sobre la misma era inevitable, pensó que del grupo de amigos prácticamente no quedaba nadie, como se van los años se decía y no se puede hacer nada, más allá de ir al velorio de los que nos dejan y charlar hasta el cansancio con los que aún se quedan, los velorios son la excusa perfecta para entablar todo los diálogos pendientes, Ernesto pensaba que de no ser por los velorios uno no se enteraría de las novedades de la familia, y cuando terminan, el ineludible compromiso de verse próximamente y no esperar otra situación tan triste.

Ernesto se conformaba de algún modo pensando, que a pesar que los amigos se van marchando, siempre queda el recuerdo de infinidad de anécdotas vividas que los regresan para instalarse en la charla, como si una vez más estuvieran presentes, ¿quién puede asegurar que no lo están y se ríen con las bromas como siempre?.


Se acordó del día que fueron a pescar a Santa Teresita, en el Citroen del tendero, por poco nos matamos cuando se rompió la dirección en Dolores, al final terminamos tirando líneas en la Laguna de Chascomús y entre los cuatro solo sacamos una mojarrita, menos mal que se me ocurrió llevar un paquete de bizcochos de grasa y el mate porque nadie tenía un peso y todos pensaban que íbamos a comer lo que lo que se pescara, ¡que optimismo! si no fuera por los bizcochos no moríamos de hambre, entre el frío, los mosquitos, y nada en el estómago, era para llorar.


Una pareja de apariencia acomodada ingresó y se sentaron en la esquina del salón, ella era una mujer de unos cuarenta años y él parecía bastante mayor, la señora daba la sensación que estaba llorando, y al poco de estar, se escuchó que le gritaba al hombre:

 “¡Sos un miserable, mujeriego y caradura!”, Después de semejante grito que se escuchó en todo el bar nítidamente, todas las miradas concurrieron al lugar, luego de un silencio prolongado el hombre comenzó a hablar en voz muy baja con su cara colorada como un tomate, no había que ser adivino para interpretar lo que ocurría en esa mesa, luego, la mujer se levantó bruscamente y se retiró llorando, el hombre pagó apresuradamente y la siguió a la calle.

Ernesto se decía que todas las parejas, por algún motivo siempre pelean, pero cuando se trata de engaños, la cosa cambia y recomponer tales situaciones nos es sencillo, el peor enemigo en los matrimonios son los celos, pero a decir verdad, el hombre realmente tenía toda la pinta de ser mujeriego, a Ernesto le pareció muy curioso el episodio, porque la mujer era muy elegante y bien formada, a su parecer candidatos no le faltaban, pero así son las cosas en la vida y los sentimientos de las personas suelen ser intrincados, vaya a saber uno cómo era la historia de esos dos.

Ernesto no se consideraba un mujeriego, pero sabía que la mujer de sus sueños aún no había entrado en su vida, por lo cual se encontraba siempre alerta a cualquier eventualidad, solo que el carretel tenía cada vez menos hilo, y a esta altura del partido la amistades de falda y tacones, no se encuentran todos los días, por lo cual su relación con Elisa era lo más parecido a un noviazgo, siempre y cuando a Elisa no se le ocurriera tirar mucho de la soga, porque él era sumamente temeroso y escurridizo para las relaciones formales.


Un pibe de la calle, se arrimó a la ventana en donde estaba Ernesto, y con su mirada escudriñó el interior del bar, como quien busca algo perdido, luego entró y se dirigió a la mesa de Doña María, tenía pantalones cortos y un pulóver con los codos deshilachados, su pelo enmarañado permitía adivinar que su morada era tal vez algún rincón sucio de alguna casilla de la villa, solo se quedó allí parado frente a ella, mirando a la vieja sin hablar como si su presencia dijera toda la necesidad que portaba tanto material como espiritualmente, la mujer solo lo miró y extendió su mano para darle unas monedas, el chico, no le dio ni las gracias, solo salió corriendo como si todo fuera una simple rutina interminable.


Ernesto se imaginó por un instante cómo sería un solo día de la existencia de esa criatura, en donde la indiferencia de la gente puede ser tan cruel como el destino que lo trajo a la vida tan solo para ser un excluido de una sociedad que no los puede o no los quiere cobijar, y que en realidad trata de ignorarlos, ¿qué futuro les deparará a este y a tantos otros chicos, que deambulan por la calles de la ciudad sin rumbo, en donde las carencias de todo tipo inundan su mente?, ¿que vida tendrán cuando sean adultos?. Para ellos la vida consiste tan solo en tratar de subsistir quizás por instinto del mismo modo que los animales, sus planes con respecto al futuro, no pueden exceder más allá de conseguir durante el día un plato de comida, y sentir una caricia quizás llegue a ser algo tan improbable como tener un hogar, un padre o una madre.

¿Cuánta responsabilidad nos cabe a todos? pensaba Ernesto, que indiferente somos a una realidad que no queremos ver, porque a decir verdad cuando pasamos por un mal momento nos quejamos como cotorras, y para nosotros es solo eso, un mal momento, para ellos toda su vida es un fatal accidente.


Una mujer de anteojos negros, pañuelo de seda al cuello, vestida con trajecito negro ingresó y se sentó en una de las mesas del centro del salón, encendió un cigarrillo y cuando se acercó el Gallego le hizo un pedido, al poco rato le trajeron un coñac, la mujer lo bebió sin parar, con la desesperación típica de un alcohólico, luego pidió otro y al tomarlo pudo controlar ese impulso desesperado, guardando de algún modo las formas, al cabo de un rato, Ernesto había perdido la cuenta de las copas, las que fueron varias, la mujer mantenía aún la postura de una persona sobria, y de nos ser por lo que había tomado, nadie diría que se trataba de una alcohólica, daba la sensación de ser una mujer muy culta y elegante, llamó al Gallego una vez más y con dificultad sacó de su cartera, un billete de cien pesos, después sin esperar el vuelto, se paró y en su dificultoso andar encaró hacia la puerta, pero no pudo evitar tener que detenerse y apoyar su mano sobre una de las mesas para no caerse, el gallego la alcanzó antes de que saliera y le entregó el vuelto de su dinero, y ella respondió con una amplia sonrisa, para luego salir y perderse en la noche.


¿Quién velará por esta mujer?, ¿tendrá una familia a quien recurrir?, ¿o se encontrará sola en la vida con su padecimiento? Ernesto mientras se hacía estas preguntas tuvo la intención de alcanzarla, por lo menos para subirla a un taxi, pero luego dudó y tuvo miedo de involucrarse en un problema; Para que me voy a meter si bastante tengo con mis cosas, se dijo, y pidió otro café al gallego.


En ese preciso momento se le acercó un hombre joven, algo encorvado, muy alto que portaba una maraña de papeles, carpetas y un grueso libro esos de tapas duras, era Mauricio el hijo del diariero, saludó a Ernesto y se sentó frente a él en la mesa.


Ernesto conocía a este muchacho de toda la vida, sabía que estudiaba filosofía y letras, en verdad anteriormente arquitectura, luego veterinaria y después medicina, era uno de esos personajes que le gustan emprender carreras, para luego dejarlas y no terminar jamás ninguna, pero a Ernesto le caía bien, la forma de hablar que tenía le resultaba risueña, siempre preocupado por la política, el fútbol, y esas historias misteriosas e intrincadas de negocios internacionales, que no sabía de dónde las sacaba, pero que a Ernesto le resultaban tan interesantes como leer una novela de espionaje.

Su visitante pidió un completo de jamón crudo y una cerveza, le dijo si deseaba también algo, y tentó a Ernesto que por la hora, tenía algo de apetito.

La charla giró entorno a la muerte de Néstor y la crítica hacia su familia, que solo se acordaban de él para sacarle plata, sabiendo que el difunto no podía decir que no a nadie porque era un pedazo de pan.


Hablando de pan, dijo Mauricio mientras miraba al mostrador en donde estaba el gallego.

¡Che gallego, este pan que me diste es una goma, donde lo tenías guardado en el ropero!

¡Mira que eres delicado tú, no vez cómo está el clima!, ¿Cómo quieres que esté el pan con este tiempo, y a la hora que tú llegas? le respondió al reclamo el gallego detrás de la caja.

¿Que tendrá que ver la hora?, dijo por lo bajo Mauricio, en tanto le agregaba más cerveza a la copa.


Esa confianza mutua entre el dueño y el cliente, pensaba Ernesto, era justamente lo que hacía de ese lugar lo que más le atraía, esos pequeños detalles, lo hacían confortable a ese decrépito salón, el bar del gallego era como una gran familia, que a pesar de una aparente indiferencia, sus vidas se entrelazan de una u otra forma para atraparlos en un sueño cotidiano viendo pasar la vida frente a sus ojos, y esa era sin duda la vida real, allí las apariencias quedaban de lado para solo dar paso a la verdad desnuda, muchas veces cruel y tantas otras risueña.




FIN

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martes, agosto 31, 2021

EL CABALLERO DE LA TRISTE FIGURA (comentario de libro)

 


La magistral novela de Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, me ha resultado atractiva transportándome a un tiempo lejano de costumbres de las mujeres y los hombres de la campiña Española en el siglo XVI.

Pero el principal logro de su autor, es haber podido pintar un personaje gigantesco, así es, tan gigantesco como sus hazañas valerosas de un buen hombre loco, si, loco, pero noble, valiente, caballero y bondadoso, también muy pobre de calcetines zurcidos y cabalgadura grotesca pero imposible de subestimar; Rocinante era en la imaginación de Don Quijote un potro pura sangre y tan valiente como su dueño.

Que puedo decir de Sancho Panza, compañero sincero, bonachón y dueño de su vida, amante del queso, del jamón y del buen vino, colaborador incansable de su orgulloso caballero, amante de la siesta y buen cuidador de su asno, que si bien quizás no era muy gallardo, como transporte en esos caminos polvorientos era inmejorable.

Este hombre, reitero hombre , al cual no puedo subestimar y decirle "personaje", porque para mi era un hombre encarnado, que me animo a decir que vivió y murió en aquella vieja España, y como bien dice su creador, vivió loco y murió cuerdo, llorado por los que bien lo querían como es lógico que lo lloren a los grandes hombres, porque Don Quijote, les aseguro era un gran hombre, cuyos huesos descansan seguramente en muchísimas tumbas ya olvidadas pero tan reales como su valor en este mundo de hombres y mujeres por lo general débiles, que pretenden vivir solo de su apariencia, y lo único que logran en mostrar una máscara de cartón pintarrajeada.

Aplaudo de pie a esta obra magistral y completa que me brinda las ganas de continuar viviendo en nuestro mundo humano tan hostil como aquel mundo del caballero de la triste figura, pero de alma tan dura, pura y brillante como el más grande de todos los diamantes extraídos de nuestra pobre tierra.


Unas palabras para el señor Andrés Trapiello, traductor de esta enorme obra. Su labor estimado caballero, enaltece el idioma castellano. ¡Muchas Gracias!

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viernes, agosto 27, 2021

ACTORES



Juan era el impulsor de todos los proyectos del grupo, Daniel, cumplía las veces de administrador, controlando ingresos y gastos, Esteban era el especialista en decorado y vestimentas, Laura, solo una soñadora.


Para los cuatro amigos el teatro era su mundo, su vida, sus sueños, pero no su subsistencia. El tema de subsistir no era tema de conversación, el centro de sus charlas siempre giraban en torno al teatro, solían recordar una gira cuando jóvenes por Centroamérica con un éxito relativamente bueno, si no hubiera sido por el delincuente de su representante que desapareció con toda la recaudación de una temporada quizá hubieran podido haber actuado en México y desde allí estaban a un paso de Nueva York, pero el destino no lo quiso. Luego se conectaron con otro representante aquí en Buenos Aires, peor que el anterior. Desde entonces decidieron ser sus propios vendedores,  por lo cual la compañía cerraba todos los flancos estratégicos, representación, producción, puesta en escena, decorado, vestuario, y libreto, excepto, venta de entradas, acomodador e iluminación.


Tenían la grata costumbre de reunirse por lo general en la casa de Laura la cual sabía preparar unas cenas dignas de reyes, Daniel era el experto en vinos, y jamás fallaba en la elección. 


Las charlas y las anécdotas risueñas duraban hasta la madrugada todos los sábados por medio.


Esa noche cuando llegó Juan, antes de cenar los reunió para darles una novedad increíble, se había conectado con un futuro productor de teatro que ahora administraba un colegio privado que quería montar una obra teatral, en principio en el mismo colegio en donde trabajaba en la zona de Belgrano para una prueba previa, y si salía bien encarar algo de mayor envergadura. 


¿Qué obra? preguntaron todos, ¡no se imaginan!, el libreto es por nuestra cuenta.


Esa noche sus mentes, volaron, obras clásicas, modernas, autores famosos y también otros no muy conocidos, hasta que en un momento Daniel, bajó a tierra a todos, y dijo, golpeando su vaso para que se hiciese silencio, amigos, pensemos racionalmente, debemos de pensar una obra que vaya con nuestra edad, no podemos arriesgarnos, tenemos que ofrecer algo que nos resulte sencillo, estoy pensando en la obra de Esteban "tres reyes y una reina", que nunca la pudimos estrenar y creo que nos cae magnífica.


Me parece bien dijo Juan, el único problema es conseguir los trajes, por el decorado no se preocupen, dijo Esteban, solo necesitamos un telón bien oscuro de fondo y el trono de la reina ampuloso y dorado, de mi parte dijo Daniel, yo me encargo de la vestimenta, conozco un proveedor de vestuario que trabaja en el teatro Colón, que por pocos pesos me consigue hasta las armas verdaderas, las  dos lanzas y las cuatro espadas.


¿Quién realizará el papel de la reina? preguntó Laura sonriente, a alguien encontraremos, dijo Juan, y todos rieron ilusionados con este nuevo proyecto a una edad en que las oportunidades no abundan. Pero para los cuatro no se trataba este trabajo actoral de una solución por necesidad de dinero, no, su ilusión era poder actuar y sentir al menos una vez más el aplauso del público.


Durante un mes, se reunieron día por medio para ensayar, la obra escrita por Esteban contaba de cuatro actos, y trataba de tres reyes que declaran su amor a una única reina, la cual en el último acto debe decidir por uno de ellos, y esto implicaba dejarse llevar por su corazón o salvar al pueblo de su reino.


Una semana antes tuvieron la posibilidad de realizar un ensayo general en el pequeño teatro del colegio para familiarizarse con el escenario y de paso los acompañó Don Miguel, el iluminador y sonidista, con su camioneta, la cual utilizaba para realizar fletes durante el día y por las noches poder llevar su viejo equipo para animar fiestas infantiles.


Esa misma noche Juan llevó a la casa de Laura toda la ropa, incluido, pelucas, sombreros, coronas y armas, cuando se la colocaron para probar que todo estuviera de acuerdo con sus talles, se miraron entre sí y por poco lloran de alegría, Juan realizó un saludo reverencial con su espada a la reina, que todos aplaudieron.


Llegó el día, y lo peor de las actuaciones son los diez minutos previos al comienzo, Esteban dijo, que estimaba que había unas treinta personas, que eran los padres de la última actuación de los chicos de sexto grado.


Se abrió el telón y los cuatro actores, realizaron su obra en forma impecable, solo dos pequeñísimos errores imperceptibles de Daniel, y otro del iluminador, que también pasó inadvertido.


Tal vez cuatro actos fueron demasiado largos para algunos padres después de ver todas las actuaciones de los chicos, porque para el último acto que se trataba justamente del desenlace de la obra se retiraron muchos quedando solo diez espectadores. No obstante el aplauso duró lo suficiente para dejar conformes a los artistas.


Al día siguiente, quedaron con Juan de encontrarse para saber si el señor del colegio querría repetir la obra. Juan sentó a los tres en la sala, y les dijo, ¡quiere otra función! todos aplaudieron y rieron de alegría, solo me dijo que tratemos de acortar un poco los diálogos del segundo y tercer acto, ¿qué te parece Esteban? pienso que no hay problema. ¿En qué  sala será? le preguntaron a Juan. Bueno, esta vez consiguió un cine en Floresta, él se encargará de promocionar la obra, quiere un 30 % de la recaudación y nosotros nos hacemos cargo del iluminador, y el vestuario, a mi me pareció desproporcionado, pero le dije que lo consultaría con ustedes. Los cuatro se miraron y actuar para ellos era más importante que el dinero.¡Hagámoslo! dijo Laura,...si la reina lo dice, dijo Juan, ¡lo haremos!


Una semana antes a la función, fueron a ver el lugar con Don Miguel en su camioneta, el cine no estaba abandonado porque por las noches realizaban reuniones de gordos anónimos, pero las butacas estaban bastante mal,  no resisten tres funciones, tenía una capacidad para 150 personas, subieron al escenario y observaron que tendrían que agregar una alfombra porque algunas tablas estaban muy deterioradas, yo me encargo dijo Esteban, quisieron probar el telón pero jamás había existido, por lo cual, la única solución era oscurecer el escenario entre acto y acto. No está tan mal dijo Laura, una buena actuación, suplanta todo.


Llegó el día, la prueba de sonido e iluminación estuvo perfecta, no había camarines, pero si había una pequeña sala detrás del escenario, que cumplía perfectamente con la función. 


Cinco minutos antes Juan se asomó disimuladamente, y no había nadie, esto le extrañó mucho y llamó por su celular al señor del colegio, el cual se había disculpado en ir y envió en su lugar a un sobrino que atendiera la boletería. No entiendo, le dijo el señor, hicimos incluso una publicación en un diario zonal, es muy extraño, el horario es el correcto. Juan estaba hablando cuando sintió un bullicio en la boletería, alguien entra les dijo a sus compañeros, todos tenían sus atuendos puestos.


Solo entraron cuatro muchachos, con latas de cerveza, y se ubicaron en la segunda fila, eran cuatro groseros que colocaron sus pies sobre las butacas y se reían seguramente producto del alcohol. 


¿Qué hacemos, dijo Daniel? me temo que no viene nadie más. ¡comencemos! dijo laura, ¡somos actores o no!


Una señal, y se encendió la luz del escenario, el primer acto transcurrió bien, solo con unas risotadas de uno de los muchachones, ya en el segundo acto, los cuatro borrachines se habían puesto algo insolentes, riéndose los cuatro. Esteban en el entreacto, dijo mejor no sigamos, a lo que Laura contestó, si pagaron por nuestro servicio nosotros haremos lo que nos corresponde de la mejor manera.


El tercer acto fue insoportable por la insolencia de los cuatro muchachos, pero solo faltaba el último que lo remataba Laura, solo con una simple frase.


Durante la mitad del último acto, uno de estos energúmenos, gritó, lo que no debía haber gritado.


¡VIEJA FRACASADA!


Laura, recibió el golpe, y quedó su mente en blanco, no recordaba nada más, algo en su interior se había roto para siempre, son esas cosas delicadas para una mujer que cuando se rompen no se pueden componer.


Daniel subsanó el momento con la reverencia que le correspondía y la luz del escenario se apagó.


Los tres amigos varones ya sabían lo que hiban a hacer, Daniel se apresuró a cerrar la puerta de la sala con una cadena, después desenvainaron sus espadas que brillaban iluminadas con los focos de Don Juan; sus caras de locos de atar fueron suficientes para que estos cuatro maleducados se aterroricen queriendo salir de allí desesperadamente, al no poder, y comprobar que estos tipos venían por ellos con semejantes armas, se orinaron encima, como lo hacen todos los cobardes del mundo.


Juan gritándole que los decapitaran arrojó su lanza próxima a ellos la cual se incrustó en una puerta, cuando pudieron desatar las cadenas los cuatro borrachines, corrieron desesperados a la calle.


Parecía que este hecho había pasado sin mayores consecuencias, y continuaron  otras reuniones en la casa de Laura, pero para ella, lo sucedido esa noche no fue tan simple de olvidar.


En las últimas reuniones, ya no se hablaba de teatro, solo de asuntos cotidianos. A pesar de hacer todo lo posible los tres varones, no lograban poder ver nuevamente los ojos de alegría de Laura de otras épocas, incluso las cenas, preparadas por ella, no tenían la misma calidad de otros años.


Así ocurren los desenlaces en la vida, la ilusión de las personas nobles puede ser traicionera, y a Laura le pasó justamente eso. Su ilusión de artista se frustró para siempre aquella noche.


No pasó ni siquiera un año y fue ella la primera en retirarse de ese grupo teatral, dejando a sus tres reyes solos y sin armas,.. tal vez para actuar  en otros teatros muchísimos más grandes que en el pequeño escenario de nuestras vidas.


FIN






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viernes, julio 16, 2021

LA FIRMA DE FM (final)

Habían pasado varios meses de la entrega del trabajo cuando FM recibió una carta que pertenecía a su amigo Paul, y decía así:


"Estimado maestro de maestros con profundo pesar debo decirte que mi último negocio fue descubierto, seguramente cuando leas esta carta estaré en prisión, por lo que sé, la policía ha seguido el rastro de nuestro último trabajo y más temprano que tarde llegarán a ti, lamento que nuestra larga amistad termine de esta manera, no me ofenderé si declaras desconocerme, pero la situación es compleja, porque una mujer que poseía en su colección privada uno de los cuadros, se enteró de que uno igual lo había adquirido un billonario que lo publicó en Internet, lo que siguió puedes imaginarlo".


A los pocos días se presentó en la casa de FM un patrullero y dos policías con una orden de allanamiento, revisaron todo incluido el atelier del patio trasero, se llevaron varios cuadros y a FM, esposado.


El día del juicio llegó, cuando a FM lo trasladaron a la sala le retiraron las esposas y lo sentaron en el banquillo de los acusados; sus tres cuadros se encontraban expuestos frente al jurado, después que el fiscal leyó todos los cargos el juez mirándolo a FM le preguntó si tenía algo para decir, y entonces FM poniéndose de pie dijo:


—Señor juez, debo decir que estos tres cuadros los cuales son excelentes copias de los originales, han sido realizados por mí; y mi cliente pagó mi trabajo en forma correcta, pero desconozco donde está mi falta porque como es mi costumbre yo firmo todos mis cuadros, incluidos estos, imagino que si fuera un falsificador como ustedes me acusan no sería tan tonto en firmar un delito. El juez asombrado miró al perito y lo llamó al estrado, después, el perito le preguntó a FM, —¿en qué lugar del cuadro está su supuesta firma?.

Cuando FM indicó el lugar exacto de aquel minúsculo punto, el perito con una gran lupa observó el lugar de cada tela y tuvo que afirmar que FM decía la verdad. No obstante esta sutileza no libró a FM de ser acusado y condenado, pero muy levemente. Un año de prisión domiciliaria, más dos años de tareas comunitarias, enseñar dibujo en una escuela primaria, esta condena FM la disfrutó muchísimo y el contacto con chicos le fue muy gratificante; por último se le advirtió que de reincidir en realizar copias de obras de arte podría tener que soportar una condena mucho mayor. Las tres copias de los cuadros de Paul Gauguin se enviaron a quemar, pero surgieron ciertas dudas si eso se llevó a cabo realmente. 

FIN



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LA FIRMA DE FM (segunda entrega)

 FM comenzaba a trabajar en su estudio trasero alrededor de las diez de la noche y su tarea se prolongaba hasta el amanecer, pero como un cazador profesional, primero  buscaba su preciada presa en el mayor de los tesoro que poseía su atelier nocturno, una biblioteca con más de cien volúmenes de libros con láminas a todo color y catálogo de exposiciones recopiladas en diversos lugares del mundo, en ese océano artístico FM buceaba varios días hasta encontrar su objetivo y después de la elección, antes de desplegar la tela, realizaba un estudio minucioso del carácter de ese autor, su estilo de vida, su lugar en el mundo, sus maestros, su obra. La elección estaba definida, en esta oportunidad sería Paul Gauguin, y tres de sus obras, Paisaje Bretón, Lutteurs en Herbe y En Pleine Chaurleur.


Una vez determinado el objetivo, ampliaba el cuadro elegido sobre una pantalla cuatro veces, y una enorme lupa con luz, sujeta a un brazo móvil, le permitía observar hasta  las más mínima pincelada de cada uno de los detalles, pero FM, tenía la capacidad de plasmar la intención del propio artista, se podría decir incluso que detectaba el estado de ánimo del maestro durante los  días en que realizaba el cuadro, FM se convertía cada noche en Paul Gauguin. Su trabajo lo acompañaba con varias copas de coñac y su música preferida  Chaikovsky. Cuando terminaba su trabajo diario, esperaba que los primeros rayos del sol iluminaran las copas de unos árboles próximo a su ventana, después de correr las cortinas se retiraba a descansar. Cuando se disfruta lo que se realiza, no se está trabajando, FM realizaba su tarea diaria incansablemente, sin perturbaciones, y era un hombre feliz. 


Cuando la parte artística estaba terminada, FM realizaba la última revisión antes del proceso de envejecimiento, en otro pantalla proyectaba la copia aumentada cuatro veces y la comparaba con el original, solo muy delicadas pinceladas completaba su trabajo, y a pesar de entender que se arriesgaba a que su obra fuera descubierta con facilidad, la firmaba, un minúsculo punto negro a diez centímetros del margen inferior y a otros diez centimetros del izquierdo, a pesar del enorme riesgo que esto implicaba, no podía dejar de hacerlo.


Un año después 


Una noche de lluvia paró frente a la casa de FM un automóvil negro de alta gama, el chófer le abrió la puerta trasera a un hombre bajo, y lo acompañó protegiéndolo de la lluvia con un amplio paraguas muy colorido hasta la entrada.


-¡Apreciado Paul, cuánto tiempo que no nos vemos! - le dijo FM - en voz alta al pequeño hombre, haciéndolo pasar. Era su cliente comprador de su último trabajo. Paul era un simpático señor de impecable traje de corte tradicional cruzado, sus zapatos de cuero claro, más su reloj, demostraba a primera vista su enorme capacidad económica. 


-Estimado maestro de maestros, el clima de tu país me perturba, pero aquí estoy. -le dijo con una amplia sonrisa Paul a FM.


Ambos amigos charlaron durante la cena recordando anécdotas inolvidables de compra y venta de obras de arte, genuinas y no tanto, después, el café con coñac se sirvió en el atelier trasero. Al entrar, FM iluminó los tres cuadros cubiertos con una tela de seda negra, y los descubrió para su amigo como si mostrara una joya exquisita. Paul, primero los miró a dos metros de distancia, recorriendolos con su mirada experta, sin decir palabra, inmediatamente después sacó de su bolsillo una lupa, y los inspeccionó uno a uno, en toda su superficie, deteniéndose en algunos lugares específicos, cuando terminó lo miró a FM y le dijo en voz baja. Son realmente sublimes y geniales mi querido maestro de maestros.


Continuará 

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jueves, julio 15, 2021

LA FIRMA DE FM (primera entrega)

 Nuestra lengua española describe al arte como:


1. m. o f. Capacidad, habilidad para hacer algo.


2. m. o f. Manifestación de la actividad humana mediante la cual se interpreta lo real o se plasma lo imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros.


Y una de las interpretaciones de artista es:


5. m. y f. Persona que hace algo con suma perfección.


FM, así firmaba sus cuadros, coincidía perfectamente con esta última definición. Pero FM bien sabía que su actividad artística la desarrollaba muy próxima al delgado límite de lo legal o ilegal. Para ser más explícito, copiar una obra de arte a los efectos de practicar, por el solo gusto de hacerlo, o para observar en privado o en un reducido grupo de amigos, sin ser jurista, puedo imaginar que no es un delito, pero si dicha obra artística copiada con la destreza de FM, se vende como si fuera un original...la cárcel estará preparada para aquel que lo intente. Pero FM, realizaba este tipo de trabajos, solo para acaudalados amantes del arte que no logran acceder a un original, y entonces por un precio muy inferior, disfrutar de un Rembrandt, un Goya, un Matisse, o incluso de un Picasso, y de ese modo poder alardear de poseer una obra de arte original sin serlo. También debemos decirlo, que la ética artística si es que existe, impediría al artista copiar, lo que fuera, pero en la actualidad con las nuevas tecnologías podremos disfrutar de una escultura de Leonardo Da Vinci, como un cuadro de Goya, quizás mejor que ubicándonos frente a los originales, por lo cual imagino que en un futuro no lejano será necesario revisar una vez más, que es arte y que no, tema este que nos obliga a un amplio debate, digo como ejemplo que hoy mismo, se puede tener una pantalla digital, de altísima resolución, que me permita ver los cuadros o esculturas en 3D de todas las obras del museo del Louvre sin movernos de casa escuchando nuestra música preferida, esa pantalla en sí misma, son en mi opinión las nuevas obra maestra de este siglo XXI, capaces de reproducir miles de obras de arte, en diferentes rincones del vasto mundo.


FM era un verdadero artesano artístico en su metié, y para aquellas obras maestras de arte antiguas, las cuales poseen detalles similares a un vino de calidad muy añejo,  en donde el tiempo aporta una impronta fundamental, el envejecimiento de las capas de pintura, su decoloración y resquebrajamiento, dan como resultado una delicada pátina, que forman parte de una firma indeleble de cada pintura, esa era una de las capacidades que poseía FM, mediante delicados intervalos de calor y frío, lograba el envejecimiento prematuro de una cuadro, en unas pocas horas enviaba a esa obra reciente a cientos de años atrás. 


FM, poseía un estudio que en verdad eran dos, el primero se podría decir que daba a la calle y el otro al jardín trasero, de un estudio al otro se accedía por una puerta que simulaba ser una biblioteca. En el primero todas las obras eran firmadas como es lógico por su autor, FM, y en el segundo las obras eran firmadas por innumerables artistas, muertos hace mucho tiempo, pero allí FM, los regresaba a la vida con una contundencia, y destreza inmejorable. 


Una tarde de otoño se contactó con FM, un joven de rostro jovial, alto, vestimenta informal, diciendo ser estudiante de pintura llamado Esteban, la intención del muchacho era tomar unas clases de pintura con FM, pero ya en la primer entrevista las clases que quería tomar el joven no era en el estudio que daba a la calle, era en que daba al patio trasero de la casa de FM, su carta de presentación era de un amigo mutuo, que se dedicaba a manejar pequeñas y reservadas salas de exposición en algunos lugares de Europa. Yendo al grano, la idea era realizar una continuidad de obras de arte no muy conocidas por novatos del arte pictórico siempre y cuando fueran acaudalados, y posteriormente estafarlos.


-Sólo serán tres cuadros de colecciones privadas,- le dijo el joven a FM.-  que los dejamos a su elección, el único requerimiento es que deberán estar terminados dentro del año próximo. Nuestro mutuo amigo quiere saber el precio de cada una de las obras, cuando estén terminadas él vendrá a darle el visto bueno y después yo las vendré a retirar, le entregaré su dinero, y me los llevaré todos el mismo día. 


FM, era un hombre soltero que llevaba una vida metódica, su pasión más allá de la pintura era realizar caminatas en zona boscosa o montañosa escuchando música clásica, con sesenta años y un estado físico admirable le brindaba la confianza de realizar travesías muy largas en zonas de cierta complejidad, llegó a realizar jornadas de tres días disfrutando de su campamento, con su fuego, bajo un cielo estrellado majestuoso que observaba en absoluto silencio. Después de analizar este encargo, decidió que sería el último de firmas apócrifas, después, solo se dedicaría a trabajos originales propios, que dicho sea de paso no los vendía a mal precio, pero las falsificaciones ocupaban  para FM algo en su vida que no podía substituir por otra actividad, amaba esta profesión fuera de la ley, pensando con total naturalidad que esas obras copiadas por él no eran en sí mismo falsificaciones, solo sus firmas eran falsa, tal es así que todos sus trabajos a riesgo de ser descubierto con facilidad, eran firmados por él, una minúscula pincelada en un lugar en el cuarto inferior izquierdo eran su firma. FM aceptó el trabajo y se estipuló un precio que le permitiría vivir sin trabajar recorriendo el mundo el resto de su vida.


Continuará 


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jueves, julio 08, 2021

EL PROFESOR DE LITERATURA (cuento)

 

Nota del autor

Este cuento es mi pequeño homenaje a mi profesora de literatura, la profesora Paternostro, cuyas clases presencié en el colegio industrial Otto Krause. Por aquella época no le prestaba atención a su materia, estimada profesora, sin entender que la literatura es la herramienta fundamental para la buena vida del hombre, le pido disculpas distinguidisima señora.


Arq. Francisco R. Brun


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Sonó el despertador, y los párpados le pesaban muchísimo, no obstante a sus 70 años solo en unos pocos minutos lograba pasar del sueño a la realidad, se levantó y miró su cara en el espejo del baño, comprobando que era prácticamente la misma de estos últimos años, abrió el agua caliente de la ducha, y la reguló con la fría, el baño tenía que ser rápido porque el calefón tenía algún problema y el agua caliente solo duraba unos pocos minutos. En tanto se duchaba no entendía porqué el plomero no venía, ya lo había llamado tres veces, pero nada, voy mañana, voy pasado, ayer no hice a tiempo, todas excusas como si fuera un chico de sexto año, igual que sus alumnos con los trabajos prácticos.


Después de limpiar sus dientes y afeitarse cuidadosamente, se dirigió a la cocina a prepararse el desayuno, unas tostadas de pan negro con manteca untadas con dulce de leche y un café con leche, más café que leche.


Le gustaba levantarse con tiempo suficiente para realizar todas las rutinarias actividades con parsimonia, esa hora matinal, y las que seguían después de la salida de la escuela, Bernardo las disfrutaba porque consideraba que formaban parte de su vida privada que era para él sagrada, como lo eran sus sábados y sus domingos, excepto los días que traía exámenes para corregir.


Este fin de semana tuvo que dedicarle unas horas a esta lamentable tarea de corregir, en donde comprobaba año tras año, cómo decaía el nivel de sus alumnos, a pesar de esmerarse en sus clases, no lograba que se interesaran en su materia, y ni siquiera leyendo en clase y explicando la intención de esos pequeños párrafos, los resultados de comprensión llegaban al grado de catastróficos.


Abstraído en sus pensamientos se colocó una camiseta musculosa y la camisa blanca que había planchado ayer, también  el pantalón del traje, al ajustarse el cinturón comprobó que necesitaba correr un agujero más para colocar la hebilla, señal que no estaba funcionando bien la dieta de su nutricionista para subir de peso, aparentemente era un tema metabólico por la edad y las preocupaciones de la escuela. Después se sentó en la cama para colocarse las medias y luego los zapatos acordonados negros gastados pero bien lustrados. Frente al espejo de la cómoda se probó la corbata negra, dejó la azul y la de pintitas rojas para otro día, en tanto realizaba el nudo pensó en lo sucedido el último viernes en la escuela, son otros tiempos se dijo, me falta solo un año más para jubilarme, por lo cual la palabra adecuada para un profesor de literatura es...soportar,... o tal vez mejor aguantar…, o quizá...mejor sería una frase, como ser, no bajar los brazos,... o tal vez mandarlos a todos al carajo,...pero evidentemente esta última frase demostraba una actitud muy grosera, y seguramente le traería más problemas que soluciones, por último se puso el saco, que disimulaba los huesos de sus hombros, y se dirigió al comedor;  sobre la mesa estaban los papeles de los exámenes, sus libretas y  dos libros, los siete locos de Roberto Arlt, y el evangelio según Van Hutten de Abelardo Castillo, guardó todo en su portafolio de cuero, lo cerró, calculó su peso y comprobó que era aceptable, luego salió a la calle, después de encontrarse en el ascensor con Clara, vecina de su mismo piso. ¡Buen día Bernardo! ¡Buen día Clara! falta poco para que terminen las clases, dijo clara sonriendo, ¿a dónde se va a ir de vacaciones? Creo que voy a ir a una isla en el Caribe, respondió con seriedad Bernardo, que me dijeron que solo hay monos y palmeras y si es así la compraré cuando me jubile. Usted siempre está haciendo chistes, dijo Clara riéndose, a propósito, le dijo Clara, no sé si escuchó el sábado a la noche la festichola de los nuevos de arriba, por poco mi marido quería ir a golpearle la puerta, diga que lo contuve, porque tiene un carácter. La verdad que no escuche nada, dijo Bernardo, lo que ocurre es que escucho música hasta muy tarde con auriculares para no molestar, le respondió Bernardo. ¡Qué mundo este! dijo Clara fastidiada, usted que hace cuarenta años que vive aquí no quiere molestar, y esta gente, recién llega y ya molesta.


El ascensor llegó a la planta baja y Bernardo abrió la puerta para darle paso a Clara, y se despidieron en la vereda. En la parada del colectivo solo había tres personas, a Bernardo le pareció muy pocas por lo general hay muchas más, por si acaso consultó a un señor para verificar la hora, pero no usaba reloj, entonces acudió a una chica, que consultando su celular le  dijo, ocho y treinta, lo mismo que indicaba su reloj que adelantaba, ocho y veintisiete. 


El colectivo llegó y no estaba tan lleno, por lo general siempre tenía que ir parado, pero estaba acostumbrado, ese día se pudo sentar en un asiento individual y disfrutar de los "bellos paisajes" del conurbano. En ese viaje Bernardo pensaba que haría cuando se jubile, tal vez, me gustaría hacer un viaje, la jubilación para un maestro no es mucha, pero agregando mis ahorros, también podría vender el departamento y con la ayuda de un crédito terminar la casita de Córdoba que no pudieron terminar los viejos, que dicho sea de paso este verano tendré que ir al menos unos días a ver cómo está todo aquello. Pensando tonterías sintió un fuerte olor a cigarrillo, cuando detectó quien fumaba, comprobó que era el mismo chofer, nunca lo había visto, pensó que debía ir hacia él y disimuladamente pedirle que no fume, que debía de dar el ejemplo, pero después se arrepintió y consideró que hacer eso era para tener un posible problema, faltando poco para llegar.


Se bajó del colectivo y solo tenía que caminar tres cuadras hasta el colegio, al llegar, en la puerta lo de todos los días, tanto las alumnas como los alumnos, todos distendidamente fumando cigarrillos de tabaco, excepto el grupito de siempre en la vereda de enfrente también fumaban pero otra cosa. Allí estaba, el líder del grupo, con anteojos negros, remera y pantalones de tela gruesa gastado bien a la moda, junto a sus otros cuatro compinches, cuando Bernardo se acercaba a la puerta para ingresar, notó con total nitidez que gritaban desde allí su apodo que ya conocía de hace mucho "flaco escopeta, bolu.. y trompeta" lo de trompeta se debía a una clace que quiso dar sobre instrumentos musicales y surgió que a él le gustaba tocar la trompeta, lo de bolu… corría por cuenta de los maleducados.


No bastó con una vez, lo repitieron, pero más fuerte y todos los alumnos que aún no habían entrado rieron en torno al profesor Bernardo.


Nuestro cerebro suele funcionar de modos realmente raros, y también en algunos momentos nuestra conducta se altera y cometemos un acto de locos o exagerado, tal vez determinados estímulos malos, nos hacen reaccionar, o quizás cuando el vaso se encuentra demasiado lleno, una sola gota puede derramar toda el agua, ya no del vaso,...de nuestro inmenso dique interior civilizado.


Ese lunes próximo a fin de año, Bernardo, al escuchar la broma, no entró al colegio, y en lugar de eso, recogió el guante y se dirigió al grupo de maleducados caminando lentamente, los mozalbetes continuaban riéndose descaradamente, Bernardo cuando estuvo cerca, sin decir agua va, el primer golpe dado con su portafolio se lo incrustó en la nariz al jefe del grupo, haciendo volar sus anteojos a la mitad de la calle, un automóvil que pasaba en ese momento los hizo añicos, el segundo dio con precisión en la oreja derecha de otro y al los demás no los alcanzó porque salieron corriendo.


Luego se acomodó su corbata, arregló el saco y se dirigió al colegio dejando en el piso a estos dos maleducados, el jefecito con su nariz chorreando sangre y su segundo con una oreja algo más que morada. El policía de guardia observó todo pero miró para otro lado, antes de entrar subió los dos escalones de la puerta y en voz alta dirigiéndose al grupo que seguía fumando en la puerta exclamó: ¡lo voy a decir una sola vez, si mañana vengo y alguien está fumando aquí, recibirá diez amonestaciones!, y si persiste su actitud será expulsado del establecimiento, aunque falte media hora para el fin de clases, ustedes pueden arruinar su salud donde quieran, pero yo no puedo permitir que se la arruinen aquí, se dio media vuelta y entró. 


En los días que siguieron nadie realizó una denuncia, y los alumnos del colegio ninguno siguió fumando en la puerta.


Ese mismo día el profesor Bernardo tomó lista, todos estaban presentes incluso los cinco maleducados, que por sus calificaciones se llevaron literatura a marzo, y en marzo, se la llevaron previa, porque no solo eran maleducados, también eran brutos. 


Al año siguiente, que era el último que le restaba transitar a Bernardo para su jubilación, el mismo transcurrió con jornadas muy tranquilas, y además por fin, pudo disfrutar  dictando sus clases de literatura.


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